viernes, 31 de diciembre de 2010

Adiós 2010... bienvenido 2011

Es difícil hacer un resumen de un año que ha estado marcado por el movimiento, en el más amplio sentido de la palabra. Comenzando por ser el año del tan esperado bicentenario del inicio de la república de gran parte de los países de Latinoamérica, pasando por el reconocimiento a nivel mundial de nuestro país como una tierra llena de catástrofes naturales y humanas y, pese a todo, dándonos a conocer por ser un país de gente demasiado simpática y que quiero con el alma. El 2010 ha sido uno de los años más difíciles de clasificar, pero que no me cabe lugar a dudas que se ha tratado de uno de los mejores años de mi vida.

El comienzo de un viaje -y el descubrir que la vida no es otra cosa que un constante ir y venir de lugares y acontecimientos- fue lo que marcó mi experiencia, un día 26 de enero en que el Aeropuerto Arturo Merino Benítez me vio zarpar hacias tierras europeas, ante la mirada de mi familia que veía a un niño que se alejaba del hogar por casi 6 meses. Fueron momentos de mucha emoción: cruzar el Atlántico por primera vez en un vuelo interminable, avistar Madrid desde el aire (de una forma muy parecida a cómo me lo había imaginado), aterrizar y pasar por el temible paso de Policía Internacional y ver el timbre en mi pasaporte... ¡llegada a la Madre Patria! y al frío invierno europeo. Creo que hasta el día de hoy no logro comprender el tremendo logro a nivel personal que esto ha significado.

Casi todo un semestre lejos de mi tierra, de mi familia y de mis amigos, espacio propicio para establecer nuevos vínculos y conocer gente genial, con distintas nacionalidades y sueños en común. Eso es lo que acá en Chile llamamos el intercambio y que en Europa es como conocido como el Erasmus. Albacete (Castilla La Mancha, Madrid) es una ciudad muy pequeña, pero llena de una energía especial que me hizo enamorarme de cada uno de sus rincones, de sus calles y de sus edificios que se alzaban hacia el cielo, de su cableado subterráneo. No puedo despedir este año sin agradecerle a toda la gente grandiosa que conocí, toda la gente que me enseñó muchas cosas de la vida que hasta el día de hoy recuerdo. Entre carretes varios y viajes, creo que fui creciendo poco a poco hasta convertirme en una persona diferente, más madura, con muchos más sueños y con toda la energía suficiente para poder cumplir cada una de las ideas que se me pasan por la mente. Siento que volví a ser un niño: volví a creer en mí mismo, volvía a creer en los sueños porque me di cuenta de que soñar es el primer paso para lograr que tu vida sea lo que tú has estado esperando de ella.

Escuché "Stereo Love" hasta el cansancio y, según Last FM, es la canción que más he escuchado desde que me hice cuenta en el programa (hace más de 2 años). Ya he dicho en otras ocasiones que "Sólo quiero bailar" se convirtió en el himno de nuestro Erasmus y que cada vez que escucho, me vuelvo a emocionar. No puedo evitar recordar a Lavinia cantando y bailando "Tú no eres para mí" en nuestro 'piso' en Albacete, días antes de partir de regreso a su Rumania y de nuestro viaje a Italia-Francia con Mariana y Claudia. Tampoco puedo evitar recordar "Non je ne regette rien" en París, muertos de calor buscando la Torre Eiffel y otros monumentos. El "Waka waka" de Shakira que pegó mucho por todos lados, el "El Run run" y un sinfín de otras canciones que me hacen recordar una experiencia espectacular que me hizo aprender y que echo de menos, que llevo como uno de los mejores recuerdos de mi vida. 

El regreso fue un poco difícil, pero lentamente todo volvió a la normalidad. Empecé a trabajar de ayudante y como monitor en el programa Middlebury College y pasé uno de los semestre más relajados de mi vida, con mucho tiempo libre (lo reconozco jaja) y mucho tiempo para pensar en el mundo, para reflexionar a la vida y para tomar decisiones importantes. Sí, decisiones respecto a mi propia vida y que, claramente, la vida misma se encarga de hacerte sonreir al darte cuenta que tus planes tan cuadrados se van a cualquier lado cuando el destino define lo contrario. Me refiero a esas veces en que sucede algo que has estado esperando por mucho tiempo y que, luego de mucho tiempo, decides negarlo por completo y hacer como que nunca pasó, que nunca sentiste nada y que fue parte del proceso de aprendizaje. Lo importante de todo, es que te ha hecho aprender y que te ha hecho sonreír, que te ha dado ilusiones y te ha hecho crecer, te ha hecho volver a ver la vida con alegría. Entonces sucede que todo vuelve a florecer, eso que dijiste que 'ya no más' parece que ahora sí va a ser, todo es extraño. Pero hay que tener en cuenta que, teniendo de telón de fondo la inmensidad y belleza de Valparaíso iluminándose de a poco, lo extraño adquiere un sabor perfecto y pierdes completamente el control de ese sentimiento que dijiste que no íbas a volver a sentir... nuevamente, la vida se encargó de volver a hacerme sonreír.

Un año de viajes, un año de amistades, un año de amores, un año de crecimiento. Conocí a gente que ha marcado mi vida para siempre y que no olvidaré jamás. Gracias a todos mis amigos del Erasmus, gracias a todos mis amigos de toda la vida que me han acompañado siempre y que me apoyaron en todo momento (antes y después del viaje), gracias a mi familia que adoro, gracias a Dios por darme tantas bendiciones este año y por hacerme crecer. Creo que puedo decir que este ha sido el mejor año de mi vida hasta este momento y espero que sea el pie para muchos años buenos como éste. 

Un abrazo enorme a quien llegue a este blog y mis mejores deseos para el 2011.

martes, 28 de diciembre de 2010

Inviernos nacientes

Mundos paralelos ensordecedores dentro de una batidora
y universos inconexos que dan vueltas en palabras huidizas, 
segundos y letras enrolladas en caminos perfectos
que cuelan los sentidos y revuelven el sentido de orientación.
¿Dónde está la brújula con el sur y el norte?

El poniente no es el mar sino la montaña
y las olas divergen en mañanas y atardeceres
pensando en tu imagen que se acerca,
viéndote en figuras lejanas que no existen,
pensando que tenerte cerca me atemoriza
por sentir que cada segundo me hace perder el control;
ese control que, ahora mismo, ya no vale la pena.

Universos cósmicos, objetos extraterrestre flotando en el horizonte
y tu mano que encierro en la mía para sonreír en un día de frío.
Tu mano y la mía, disfrutando ese suave y casual tacto,
caminar por las calles de un antaño presente
dibujando sonrisas en inviernos nacientes.

Luces de una noche bailable
y sonidos danzarines en mi mente traviesa;
tantas veces sentado en el silencio pensándote,
tantas noches soñándote
y tenerte al lado parece ser un sueño.
 
Ensoñaciones que desembarcan en un puerto
mirando las luces de una enorme ciudad,
una urbe que apunta a las alturas
mientras se baña en un infinito mar.
Ensoñaciones lejanas pretendidamente olvidadas
en historias de viajeros que van y vienen
-que vienen y que van-,
que parten hacia tierras lejanas 
y que vuelven, buscando volver a soñar.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Diciembre veraniego entumecido por el frío.

Un celeste oculto bajo el gris del cielo
y la amenaza del frío invernal
cuando debiese florecer el estío renovador del tiempo,
me alertan las nubes que enrojecen la noche
haciéndome añorar los otrora puñados de estrellas.
Y la luna y el silencio,
objetos voladores no identificados en el firmamento.

Diciembre veraniego entumecido por el silencio
y noches estivales de un inusual frío,
dónde está el verano,
dónde está el invierno;
y la primavera dorada da vuelcos entre fragmentos.
Nada es lo que solía ser:
ahora todo parecer ser distinto.

Una noche viajando entre las luces del Gran Valparaíso
soñando con los sonidos de mi infancia
y los recuerdos de ese pasado que me vio crecer.
Una noche viajando entre el sonido de un Pacífico celeste
que refleja en mi mirada esos recuerdos,
tú y yo juntos mirando el atardecer.

Diciembre veraniego oscurecido por las nubes invernales,
un invierno gris que se niega a quedar atrás.
Todo me da frío y busco tu abrazo,
quedarme a tu lado otro instante más:
oportunidad de tus labios, una más.
Diciembres veraniegos estivales de antaño,
tu mirada en la mía convierte todo en verano.

martes, 21 de diciembre de 2010

Eclipse (pensamientos en torno a un evento cósmico)

Y siempre es lo mismo, sé lo que va a suceder, pero es inevitable que la curiosidad me tenga de pie ante dichos fenómenos. Era el último eclipse de luna del año y tenía una característica muy especial: un eclipse que coincide con el solsticio de verano, situación que no se repetirá hasta el 21 de diciembre de 2097, según los medios. Aprovechando mis vacaciones, esperé hasta las 03.15 am en que comenzó la penumbra, observando los detalles del oscurecimiento de la luna que, seguramente, fue el motivo de que los perros estuviesen ladrando durante mucho rato. Y me cuestionaba cómo habría sido la observación de este tipo de fenómenos en la época cuando la ciencia no eran tan masiva y en que más de alguna autoridad hubiese alzado su poder en torno a eso, amenazando a los ignorantes del fin del mundo. 

Fue muy agradable observar los alrededores de mi casa a las 3 de la mañana, ver que todo sigue igual mientras uno suele estar durmiendo y que la ciudad continúa en movimiento, aunque en menor medida. La luna iluminaba mucho y lentamente se fue apagando en la medida que se eclipsaban. ¿Qué significará un eclipse dentro del orden del cosmos? ¿Acaso el inicio de algo nuevo? En este caso, sí: el inicio del verano, de la época de renovación de la naturaleza y las buenas energías para comenzar un nuevo año. Me sentí muy pequeño frente al universo de estrellas que se desplegaban ante mi mirada, ese camino de estrellas que hacía algunos meses estuve observando en una ciudad perdida en Castilla La Mancha, allá en la Península Ibérica, a muchos kilómetros de distancia desde mi casa. Y nacen tantas historias a través de las estrellas... ¿cuántas veces las estrellas nos han estado mirando a nosotros, esperando el momento preciso para iluminarnos? Este año creo haber tenido demasiadas estrellas y estrellas voladoras no identificadas que no hacen otra cosa que hacerme sonreír.

Pronto se acaba el año y temo que eso suceda, porque ha sido uno de los mejores años de mi vida.

Remedio infalible para la incerteza.

Mirarte a los ojos y sentir algo extraño (remedio infalible para la incerteza)
y abrazarme de pronto a tu silencio,
pegarme a tu piel blanca y rosada,
recrear esos sueños de antaño (convertidos ahora en realidad).

Eres un ángel, eres un sueño (just like a dream)
eres lo que he estado buscando por mucho tiempo.
Me aferro a tu abrazo, me aferro a tus besos,
déjame dormir abrazado a tu pecho.

Remedio infalible para la incerteza,
momentos inexactos transformados en precisos (no hay tiempo ni espacio),
soñando esas historias que antes te escribí,
hacerlas reales, traerlas aquí. 
Soñar con tu mirada una y otra vez,
dejarla atada a un recuerdo dulce y extraño,
háblame en inglés o tal vez en francés:
háblame en silencio y también te oiré. 

Eres un ángel, eres un sueño (just like a dream)
eres lo que he estado buscando por mucho tiempo.
Me aferro a tu abrazo, me aferro a tus besos,
déjame dormir abrazado a tu pecho.

(Me olvido del tiempo, todo es silencio,
me olvido del mundo, me olvido de mí mismo,
me dejo llevar a una ilusión que no tiene precio).

Let me dream about you once again,
let me kiss you in the sea once again.
Let me fly at your side all the time,
let me be a part of your life.

Me olvido de todo, me olvido del mundo.
Me olvido de los miedos,
lo único importante es cada uno de esos momentos. 

sábado, 18 de diciembre de 2010

Algo de la vida

Creo que tengo demasiadas cosas para hablar. Sí, es cierto, muchos podrían decir que eso no es una gran novedad en mí y que siquiera debiese ser mencionado, pero lo menciono de todas formas porque se me ha dado la regalada gana. Y es que si uno se detiene a observar la vida en su "totalidad" -sí, entre comillas, porque en el sentido estricto de la palabra me parece una utopía-, se daría cuenta de esa inmensidad que trasciende los límites del tacto, del gusto, de la visión, del olfato, de la audición y hasta del más allá. Entre el más allá y el más acá hay una pequeña diferencia que se hace cada vez más difusa. ¿Cuándo se sabe realmente si lo que ves o lo que oyes es de verdad? Y es extraño dudar de aquella que parece tan concreto, tan certero. Y no lo dudas por el acto mismo -porque sabes que es algo encantador que te obnubila y, obviamente, la obnubilación de estos casos te encanta-, sino que dudas que en cualquier momento vayas a despertar del sueño. Lo divertido de todo, es cuando despiertas a vivir el sueño... eso es genial.

Me han pasado muchísimas cosas y, si me pongo a enumerarlas, acabaría en una entrada tan enorme que blogger eliminaría por extensión desmedida. Lo único que sí puedo decir es que he reflexionado y le he dado no sé cuántas vueltas a mi propia vida, pero esta vez para bien. Porque todo cambio ha sido para bien. Todo problema ha sido para bien, para crecer. 

Y, por qué no decirlo... tenía ganas de escribir de algo de la vida.

Y... gracias por tu paciencia, por la comprensión, por todo.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Un día en Santiago

Hacía algún tiempo, la idea de ir a Santiago me causaba mucho temor: ahogarse con el smog de la urbe más poblada de Chile, pelear contra 3 millones de habitantes que luchan por subirse al metro y que viajan apretados y morir de calor con los más de 30º que suelen haber, me parecía una idea un tanto aventurera. No digo que esa percepción haya cambiado mucho, pero he de confesar que admiro la inversión tecnológica que se está gestando en la capital aunque, siendo fiel a mi carácter de 'provinciano', me gustaría mucho ver ese tipo de inversión en otras partes del país. Excesivo centralismo que por mucho tiempo me hizo rechazar esa ciudad tanto por su estilo de vida y por la falta mar (con la consiguiente falta de oxígeno).

Pero en el último tiempo, lentamente mi percepción ha comenzado a cambiar y no solo por el hecho de que me he dado el tiempo de recorrer las comunas más acomodadas de la capital, sino por el hecho de que he encontrado muchos lugares que me parecen interesantes. Ayer caminábamos por Providencia y por algunos sectores de Santiago Centro, donde nuevamente admiré la belleza que adquiere la ciudad con el cableado subterráneo y que me hace insistir en la necesidad de que hicieran lo mismo en Valparaíso por la peligrosidad que implica tener 20.000 cables flotando al aire libre que fácilmente caerán con el viento o con un próximo terremoto (en Chile, terremoto puede considerarse un sismo sobre 6 grados, si es de menor intensidad, es simplemente un sismo que casi ni se percibe). No hacía tanto calor y la temperatura era como de unos 25º, lo cual es bastante agradable para caminar durante casi todo el día.

He de confesar que dimos no sé cuántas vueltas en círculo, pero que, finalmente, llegamos a algún lugar que me pareció muy interesante y poco conocido. Se trata de la ribera del Mapocho, en el sector donde se está construyendo el que aspira a ser el rascacielos más alto de la Latinoamérica: la Torre Costanera Center. Actualmente, a pocas cuadras se encuentra la Torre Titanium, el rascacielos más alto de Chile hasta ahora. Es una zona muy moderna y tecnológica que contrasta con otros sectores de la metrópolis, como en muchas otras grandes ciudades. Cruzamos el puente del río Mapocho y llegamos a un sector marcado por las áreas verdes, lleno de árboles y con un aire muy agradable, de ese que se extraña en Santiago a mitad del año cuando el smog es la niebla que cubre hasta los edificios. 

Torre Titanium, vista desde el Mapocho.

Unas cuadras más hacia el poniente, estaba el Parque de las Esculturas, un parque inaugurado en el año 1982 luego de las inundaciones que afectaron a ese sector tras el desborde del Mapocho, producido por una fuerte temporal que causó estragos en la ciudad. Una gran iniciativa la de aprovechar ese espacio para la cultura y para fomentar el cuidado del medio ambiente, en una ciudad que parece olvidar la naturaleza entre tanta invasión de concreto. Nunca había paseado tanto por Santiago y, por tanto, no había tenido la oportunidad de darme cuenta de la gran cantidad de parques que posee, al menos en el sector oriente. Continuamos caminando y luego encontramos el Parque de la Aviación, cerca del edificio de la Telefónica (con la peculiaridad de tener la forma de un celular antiguo). Una enorme pileta inserta en una plaza muy verde, en que el viento salpicaba de agua al caminar, acción que agradecí bastante debido a que me estaba dando calor.

 Parque de las Esculturas.

Parque de la Aviación. 
 

Y, finalmente, encontramos una estación de metro en el lugar donde pensamos que nunca encontraríamos una. O bien, nunca supimos a ciencia cierta donde estábamos ya que nunca llevo un mapa cuando voy a Santiago: simplemente, voy al lugar al cual tengo que ir y listo. Nuevamente, envidié la rapidez con que pasaban los trenes (cada 1 minuto como máximo, incluso menos a veces). Regresamos a estación Universidad de Santiago, para tomar el bus de regreso, donde dormí casi todo el trayecto producto de lo cansado que ya me sentía.

En definitiva, he redescubierto la ciudad que por mucho tiempo me causaba tanto temor, sobre todo por el ritmo acelerado de vida y por la monstruosidad que me significa una ciudad tan enorme. Luego me pondría a pensar que el Gran Valparaíso tampoco es tan apacible como uno piensa, su conurbación ya es cercana a los 2 millones de habitantes y, muy probablemente, aspire a convertirse en una metrópolis tan grande como Santiago de aquí a unos 100 años (espero que no antes). Lo que me parece importante de tener en cuenta es que el crecimiento de una ciudad no debe ser al azar, sino que debe mantener cierta armonía con la naturaleza y, por lo tanto, incluir la creación de áreas verdes y parques en el cual uno pueda lanzarse sobre el pasto a mirar el cielo. Eso le hace tanta falta a Quilpué, que solo es un dormitorio y un polo potencialmente económico en el Belloto, pero le hace falta naturaleza y algún lugar atractivo.

Besos

Un beso es una ilusión que se rompe o se crea en el momento del encuentro casual de dos miradas que, a veces, han olvidado quitarse los lentes de sol para saludarse de manera afectiva. Un beso es un imán que atrae otro y otro y otro más, que hace querer volver a pedir otro y que se convierte en una increíble adicción casi tan poderosa como la del chocolate, quizá aún más. Podrías sobrevivir sin chocolate por algún tiempo, pero no sin besos. 

Un beso es un silencio ensordecedor que estalla desde el centro de una urbe interminablemente ruidosa e inquieta, que no se detiene en un movimiento zombie. Pero el beso hace que el zombie despierta... que ese ser inerte que avanzaba sin mayores razones ahora sonría, ahora se sienta feliz de improviso. Hace que ese zombie se deje llevar por las emociones del momento y no se preocupe de nada más: que el temor del futuro, que si se cae en pleno vuelo... y da igual, incluso no le preocupa que los zombies no puedan volar. Primero que todo, porque ya no es un zombie, sino que ahora vuelve a tener vida y se convierte en un ser humano. Un ser humano bastante loco y, por tanto, aunque no tenga alas, sabe que se puede volar igual. La ciudad se silencia y da igual lo que pasa alrededor, es como una burbuja y todo lo demás se invisibiliza. El tiempo se escapa sin saber.


... sobre todo los tuyos. 

Fotografía:  Parque de las Esculturas, Providencia, Santiago de Chile.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La vida teatral.

No recuerdo bien dónde leí que el ser humano tiende a regresar al pasado de manera constante, en busca de momentos que pasaron rápidamente y que quisiera volver a tener a la mano. Es inevitable pensar en que la vida está llena de esos momentos -sí, aunque en el momento creamos que no- que luego te quedarán grabados para siempre, aunque sea una 'simple' caminata por un cerro, una moneda que te encuentras en el camino o el color que se proyecta en el cielo por los rayos del sol entre las nubes. Me gusta recordar el pasado para ver cuánto he avanzado en el presente porque, aunque ni yo mismo lo crea, algo se ha aprendido en todo este trayecto que se llama vida.

Y desde hace varios días que me vengo acordando del teatro. No solo por el hecho de que una mujer medio gitana me preguntó por qué no había estudiado algo con actuación o que siempre ha sido una de mis inquietudes el hecho de actuar, sino por la simple situación de que he encontrado compañía muy fiel que me acompañe a ver obras de teatro y que, por lo tanto, he ido a ver dos obras en menos de un mes: una excelente y otra que no quiero catalogar de mala, sino que 'ajena a mi entendimiento'. Y fue a partir de eso que recordé mi paso por el teatro durante 4to medio, en que tuve la oportunidad de actuar y de escribir dos obras dramáticas. 

Recuerdo que cada presentación era diferente a la anterior y no importa cuántos ensayos hayas hecho, porque el nerviosismo de presentarla aparece siempre: ver al público que te escudriña desde sus asientos, atentos a cada uno de tus movimientos, atentos a cada sonido que busca crear una significación de esta diégesis tan dinámica como es la puesta en las tablas. Extraño pisar las tablas, desplegarse entre luces y, en definitiva, ser otro. Creo que eso es lo que más me gusta de la actuación: el hecho de que no soy yo el que está en el escenario sino un personaje que puede ser muy parecido a mí, pero que no se corresponde en absoluto conmigo mismo. Quizá puedes ser un asesino, un cura, un profesor, un abogado, un médico... aún sin saber mucha teoría respecto a cada profesión, pero nadie te lo va a cuestionar: eres el personaje y la historia manda, tú solo te dejas llevar.

Y la preparación, el montaje mismo es otra de las 'ansiedades' que me gustaba en su momento, en que cada vez que dormías poco por el nerviosismo valía la pena cuando la obra resultaba como querías. Infaltables las improvisaciones de último minuto -o a tiempo real- que nos permitían continuar con la historia. Recuerdo la selección minuciosa de la música y más de algún playlist que todavía queda en algún CD, convirtiéndose casi en la banda sonora de una etapa de tu vida. Y es que cada melodía, también, juega un papel fundamental en la significación, en la creación de una atmósfera. Creo que los recursos audiovisuales son importantes -si son bien utilizados-, pero, lógicamente, no es todo. Si en los inicios del teatro se podía lograr tanto con tan poco, es porque realmente ha existido gente talentosa que logra transmitirte sensaciones a través del cuerpo. Porque el cuerpo nunca deja de sentir -según McLuhan- y, por tanto, nunca podría dejar de comunicar, según los axiomas de la comunicación (si no me equivoco, de Watzlawick). 

Quiero volver al teatro, quiero volver a crear mundos que del papel sean capaces de sacar uñas y clavarse en la realidad y transformarla. Quiero ver las luces que desordenan el mundo, que crean otro mundo paralelo en base a las paredes y los límites de lo concreto... y de la irrealidad. Pero tiene sus condiciones: quiero crear un mundo que cause sensaciones, que haga llorar si es necesario. ¿Tan difícil sería volver a la catársis griega original? Purificarse, sí, porque el arte es una forma de purificación del alma (cuando es de calidad), es la conexión con la propia imaginación y ese mundo que se niega a silenciarse entre los gritos del mundo.

Y fueron momentos que se me pasaron tan rápido, pero que disfruté muchísimo. Sí, incluso los momentos más 'incómodos' como cuando debí subirme a una escalera y, sin ninguna protección, llegar hasta unos 3 metros de altura a pegar cartulinas oscuras en las ventanas. También las discusiones con gente aprovechadora, pero, por sobre todo, la ansiedad de todos como equipo pensando en que todo debía salir bien. Los abrazos, las sonrisas, el esfuerzo, ver que todo salía bien porque cada uno pone algo de su parte. Porque un personaje no surge de la nada y es, de alguna medida, también una persona, como quien lo encarna. Pero esa persona le entrega lo necesario para que sea él mismo: uno puede aprender muchísimo de un personaje si lo deja ser.

Quiero volver a hacer teatro, a la actuación, a la dramaturgia y hasta al cine. Creo en el potencial de expresión que tiene la imagen el movimiento y del cuerpo mismo, una buena forma de conocernos incluso a nosotros mismos y sacar eso que llevamos dentro que nos puede llevar a potenciarnos. 

Fotografía: "Ahora los dejamos con..." obra de teatro presentada en el año 2006, Colegio Salesiano de Valparaíso, Valparaíso. 

martes, 7 de diciembre de 2010

Musa

Cada noche divago entre pensamientos que van y vienen, que vienen y van. Busco paisajes verdes, coloridos, donde las luces de una ciudad extraña se aparecen ante mi mente. Solo soy un espectador, solo puedo ver lo que sucede, pero no puedo participar de esta escena tan magistral. Todo es verde, todo tranquilo. Es un lugar donde aparece todo lo que quiero, un lugar al cual vuelvo cada noche y del cual huyo durante el día. ¿Cuál es el lugar en el que existo de verdad?

¿Existo en las afueras del Museo Lord Cochrane o en las afueras de una paisaje que no sé si es de Chiloé o del norte de Marruecos? ¿Existo entre esa mirada verde-café o en la palabras que derramé sobre un papel cuadriculado? Pensar y luego existir... pero cuándo quieres dejar de pensar, ¿acaso dejas de existir? El hecho de vivir, simplemente de vivir y disfrutar cada segundo como una sorpresa, ¿acaso no es existir? Sí, es eso existir: es sentir.

Y da igual si es en el Ascensor Polanco o en una ciudad indeterminada. Sí, existo, como un espíritu errante en Lisboa, como la idea que alguien creó, como el sueño de alguien tal vez. Porque en la búsqueda me encontré con una mirada hermosa, porque en mi propio camino me encontré con unas manos increíbles. Porque en mi búsqueda encontré una musa. Una musa que ha estado mucho tiempo, una musa que canta, que baila. Una musa que es actriz y que, por tanto, es todo en un mismo segundo. Es todo y puede ser mucho más aún. 

Sí, esa es mi musa: la que puede ser todo lo que quiere. La que va a ser todo lo que quiere.

martes, 30 de noviembre de 2010

30 de noviembre

Y se nos fue noviembre, tan rápido como el resto del año. ¿Qué es lo que está sucediendo con el tiempo que cada día se me pasa más rápido? ¿Será que cada día me divierto más? ¿Será que cada día me estoy haciendo más viejo? ¿Será que, simplemente, será? El año del bicentenario, 2010, se me ha pasado volando y antes de que acabe de escribir, ya siguen volando los segundos. No entiendo nada. Aunque sé que ha sucedido todo de manera muy precisa, muy calculada.

Hoy es 30 de noviembre, mi primer día de vacaciones, extraoficialmente. Un día en que lo único que he hecho es pensar en nada y tener sueño eternamente. Noviembre, parece extraño que ayer era 1 y hoy ya se acaba. Tuve miedo de que llegara, ahora lo veo alejarse con cierta nostalgia. Tiempo, así es el tiempo: inentendible.

sábado, 27 de noviembre de 2010

E.v.n.i (estrella voladora no identicada)

 A Evelyn Celis.

Estrella voladora no identificada,
da vueltas alrededor de mi mente
y me quita la concentración desde hace años,
ya no sé cuántos,
ya perdí la cuenta.
¿Quizá desde toda la vida?

Una estrella voladora no identificada
que ilumina mi día con una sonrisa
y cuyo abrazo me da tanta alegría.
Cayó desde el cielo
o acaso floreció desde el mar,
solo sé que volaba en mis sueños 
y ahora vuela en la realidad.

Estrella voladora no identificada
sale desde el cerro encendida,
cambia de color en el trayecto
y dibuja una extraña órbita celeste
que hace huir a los transeúntes asustados,
creyéndose víctima de sus encantos.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

De realidades extrañas

Tengo dudas existenciales respecto a la vida y, con el tiempo, empiezo a darme cuenta que son tan retóricas que solo la vida misma será capaz de respondérmelas alguna vez. Tiene que ver con las imágenes, con visualización de sueños y con uno que otro deja vu de ciencia ficción que se cumple en el segundo más inexacto de todos, deja vu a través de palabras ya que también es una forma de visualizar el futuro. Si lo ves, entonces se cumple, si lo ves, entonces ya lo tienes. Y varias veces vi esa meta, varias veces la logre... ahora quiero más. 

¿Por qué lado saldrá el sol el día de hoy? ¿Por qué lado se esconderá el sol el día de hoy? Yo sabía que era por el mar donde se escondía y me producía extrañamiento que saliese desde el mar en el Mediterráneo. Pero he visto lo contrario, he visto un sol que se esconde tras los cerros de Valparaíso a eso de las 19.00 hrs, cuando la radicación no ha dejado de atacar pese al bloqueador y al gorro para protegerse del sol. Bendito Ozono, benditos contaminantes de Estados Unidos que destruyen nuestro ecosistema. Yo sabía que el ozono se recupera cada cierto tiempo, pero dicha reconstitución de las moléculas es más lenta que la destrucción, que puede suceder con tanta rapidez.

¿Que si mi ego es muy alto? ¿Que si mi ego está muy alto? Yo ya no lo sé. Lo único que estoy seguro es que mi ego sí descendió de su nivel del momento luego de ver una obra teatral espectacular en la Plaza Sotomayor... algo que no me acuerdo o Las Mil y una noches del Poeta... creo que así se llamaba. Sí, digo que mi ego fue un desastre al ver la resistencia inagotable de los actores que no paraban de caminar, de saltar, de moverse, de expresar con el cuerpo. ¡Expresar emociones, pensamientos, ciudades, culturas! Expresar expresión. Todavía sigo pensando por dónde se debe estar ocultado el sol el día de hoy.

Quizá una luz marciana aparecerá desde el Cerro Barón. Sí, será una luz extraña, enorme, que pueda confundirse quizá con la de las antenas de telefonía o de qué se yó. Una luz que luego se apaga de la nada y avanza sin desafiar la gravedad, recorriendo la costa de Valparaíso en pocos segundos ante la mirada de dos individuos que, abrazados, comienzan a sentir miedo y apegarse más y más. Caleta el Membrillo parece un lugar lo suficientemente lejano que da tiempo para salir corriendo, tomar la micro, escaparse. Hemos descubierto el encuentro cercano del -10mo tipo, es decir, en que la paranoia de un individuo lo hace suponerse amenazado por un OVNI o OSNI inexistente, lo que sugiere que tendrá pesadillas marcianas. 

(...el sol, efectivamente, se esconde detrás de los cerros porque, en realidad, se esconde hacia el sector de Laguna Verde, donde sí hay mar. Cualquier cuestionamiento respecto a la inclinación de la tierra o efectos de terremoto, es solo casualidad del momento y no guarda relación con la realidad, con la realidad de carne y hueso al menos. De realidades extrañas... eso es otro punto que puede dar mucho para conversar. Tampoco respondo por estrellas fugaces, chocolates alucinógenos, empanadas de queso enormes, besos inquietos, miradas verde-café y todo lo de más).

martes, 23 de noviembre de 2010

Un día como hoy que empezó mmm... antes de las 10 am.

Es extraño pensar que ya llegado la última semana del mes de noviembre y que, con eso, llega también el fin de semestre y de año. Sobre todo para mí, que he tenido un año bastante disfuncional, aunque no por ello menos interesante. Resulta tan extraño acostarse tarde sin estar estudiando o trabajando para algo... y levantarse al otro día, llegar a clases -si es que- y ver que no hay nada que hacer. O, bien, llegar a clases y que te encuentres con que no hay clases, solo que al profesor -en un acto de increíble deferencia- se le ha olvidado avisarlo luego de su anuncio de que hará clases los últimos días para contextualizar un poco más. No sé si esta situación puede ser evaluada con un 'cueeck' o con un 'OWNED'. Tal vez, ambas.

Puse la alarma a las 09.00 am con la intención de levantarme a correr: 2do intento fallido... alarma a las 09.45. Salgo de mi casa atrasado, cerca de las 11 de la mañana y llego a la casa central a mediodía, aproximadamente. ¿Qué me encuentro? Todo el mundo sentado fuera de la sala, esperando lo que ya no iba a suceder: una clase de española. Por ahí, alguien se entera de que no iba a haber clases, pero nunca nadie avisó. Una actitud muy deferente por parte del profesor. Todos estábamos con cara de "qué hago aquí", "qué hago ahora" y entonces empezaron a irse. Me quedé conversando con una amiga, hasta que fuimos víctimas de un ataque religioso. Está bien que haya libertad de expresar lo que uno quiere, sí, hablar de Dios, de todo lo que quieran, bien, hablar del amor de Dios y todas esas cosas, ok. Lo respeto solo porque los veo motivados, que creen en lo que dicen y hay que darles una oportunidad, todo bien. Resulta que este ataque duró algo así como 15 minutos y de invitación pasó a ser un verdadero sermón del cual no hallábamos cómo escapar. Si es que acaso querían que fuera a su charla 'para hablar de Dios', entonces la decisión era que no, porque si me iban a dar la lata de la misma forma, era mejor salir corriendo. Prometo que hice mi mayor intento por escucharla y fui bastante respetuoso, incluso la saturación me la contuve. Pero si quieren convencerte de algo, lo primero -lo lógico- es no darte la lata.

Solo queda otra de las actividades académicas del día: una ayudantía de gramática normativa. Son las 14.33 y no hay nadie acá en la sala, es decir, una vez más, esta gente maleducada me ha hecho venir a perder mi tiempo que podría estar ocupando en cualquier otra cosa. Y así de simple, no vienen, no les interesa y después dicen que no les avisas cuando se lo has publicado en todos lados. Espero que no me vayan a salir pelando después porque me aburrí de sacarles fotocopias y los mandé a que la fotocopiaran por sí mismos, luego dirán que no tenían $30 para una fotocopia. Probablemente hasta se fueron a beber y no me invitaron, qué se yo.

En definitiva, mi agenda no es mas que una lista estimativa de las posibles cosas que haré en un día: cambiaré de certeza a una simple probabilidad, ya no hablaré en futuro perifrástico sino en metáforas de subjetividad, eso es más certero. Nunca me imaginé que hacer ayudantías iba a ser tan relajado, al grado de que durante la ayudantía acabo haciendo cualquier otra cosa. Agradezco la conexión a internet que me permite pasar el tiempo, al menos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿Quién es ella?

¿Quién es ella? Sí, la que se me aparece en sueños,
la que se me aparece en la vida misma,
la que por mucho tiempo fue un sueño,
la que desde siempre ha sido una realidad.
Aquella que me robaba la atención en un segundo
y que, sin querer, me tenía pensando nuevamente en ella
una y otra vez,
una y otra vez.

Un constante devenir de ideas,
ir y venir otra vez hacia ti.
Que aunque dije 'no más',
ya yo sabía que serían varias y aún más.
La que por mucho tiempo fue un sueño,
la que hoy es una realidad.

¿Cuándo fue que el sueño empezó a ser realidad?
 

¿Cuando desperté de la realidad y me sumergí en un increíble sueño?

Fotografía: Mirador Cerro Barón, Cerro Barón, Valparaíso.

Sentir

Por más certezas que parezca tener la vida, la constante modalización de probabilidad se transforma en una interrogante gigante que da vueltas en torno a mi cabeza, que no me deja dormir, que me nubla y hace que me cueste entender algunas otras cosas. Sí, dudas de si lo que vas a decir será mejor como una obligación, dudas si es que mejor lo planteas como una probabilidad o como una frecuencia. ¿Acaso todo es parte de un sistema que encuentra un análisis en una grilla sistémico-funcional? Que el día a día no se transforme en un sistema más que pueda ser analizado en torno a regularidades, la rutina es algo vicioso a lo que temo, que me da miedo. 

Incertezas. Probabilidad baja, ¿acaso la responsabilidad pasa a ser del interlocutor? Y es tan fácil, pero no lo es tanto. Tener un sueño en tus manos, algo por lo que trabajaste durante tanto tiempo y que al fin comienza a lograrse. Todo viento en popa, todo marchando de la manera correcta. ¿Qué es eso que, de pronto, te detiene? Guarda ese miedo que lo vela todo y solo se queda diciendo cosas que siempre suenan a tristes, cosas que suenan a olvidar... Lo que suceda, va a suceder igual y eso sí que va a ser una obligación bien obligada, con hartas modulaciones en la cláusula a través de la cual se expresa dicha aseveración que ya no es aseveración, que es un hecho. No dudo de la frecuencia ni de la probabilidad. Psicoanálisis estúpido, dudas estúpidas. ¿Tanto te cuesta convencerte a ti mismo? Y esa seguridad es la que quieres transmitir al mundo... en tu imagen, en ese abrazo que das con gusto cada día, en esas manos que adoras que se entrelacen a las tuyas. En ese hombro donde quieres dormir. 

¿Por qué? ¿Por qué? Por qué seguir cuestionándotelo si tú mismo lo has pensado, si tú mismo sabes que era parte del subjuntivo en el pasado y que ahora es una alta probabilidad de que se concrete. Cuál es ese temor a cumplir tus sueños, a que sean diferentes a los sueños, a que sean realidad. ¡La realidad es una sorpresa y ya! No es distinta, mejor ni peor que los sueños. Simplemente es todo de manera concreta y tangible. Sí, es tangible. Se siente. Y eso es lo que querías, es eso lo que te enseñaron: a sentir. A sentir con el alma, con el cuerpo, con la vida, con las venas... aparta el cerebro de aquí. Muerte a la razón por un segundo. Si sabes lo que quieres, ¿por qué estás estancado? No busques el momento, avanza de una vez, porque sabes que te hará feliz... y va en ti motivar la diversión. Porque, al menos de tu parte, sabes que lo tienes todo, porque te nace. ¡Porque te gusta! Sí, te gusta y te hace sonreír. Que si dejas de racionalizar todo y vives un poco más, sabes que puedes ser mucho más feliz de lo que soñabas. Simplemente, dejarte sentir. Sentir, sentir. Sentir

Fotografía: Divagaciones nocturnas en el pc (mi pieza), Quilpué. 

lunes, 15 de noviembre de 2010

Lunes

Es extraño despertarme a las 06.28 am, cuando la alarma -programada para las 06.30- aún no suena. Por mucho que deseaba dormir esos dos minutos extra que me quedaban, preferí levantarme por temor a no despertar hasta 2 horas más tarde, situación que me habría significado ser linchado por mi grupo de trabajo por no llegar a trabajar a tiempo. Sin embargo, por situaciones externas, acabé llegando media hora más tarde cuando deseaba golpear al chofer que no se detuvo cuando lo hice parar y al otro que viajó a la vuelta de la rueda. Es lunes, pensé, es lunes y es normal que todo el mundo ande acelerado: llegar tarde al trabajo un día lunes puede ser causal de despido en algunas empresas. Aunque en la empresa 'vida' llegar tarde no es un causal de despedio, sí es un causal de perderte cosas importantes en la gran mayoría de las situaciones. 

Es lunes, me repetí mentalmente, mientras dormía en la micro con la cortina cerrada para que los fans no atacaran el vidrio. Y otra cosa que parece aún más llamativa: es prácticamente el último lunes del semestre. El solo hecho de pensarlo hace que me tiemblen las piernas de temor, que se me vengan a la cabeza todas las historias de este año y todas las actividades académicas que hay que cumplir para este fin de semestre que llegó tan de golpe, como de improviso. ¿Será verdad eso de que cuando uno empieza a crecer el tiempo se pasa más rápido? O bien, ¿será verdad que en Chile el tiempo se pasa más rápido que en el resto del mundo? Y, nuevamente, culparíamos al terremoto por acortar los días y causar otro millón de estragos: así es la naturaleza que nos recuerda que aún no somos capaces de entender ni nuestra propia naturaleza de seres humanos. 

Tan solo una semana -en realidad, dos- para acabar prácticamente con todo y poder pensar en la vida misma, en proyectos personales lejanos a la vida académica que durante todo este tiempo ha absorbido todo. Vienen los tiempos de caminatas vespertinas, de sueños hasta tarde, de noches de fiesta, de pasarlo bien. Vienen los tiempos de reflexión, de valoración, de proyecciones hacia un futuro probabilística o de frecuencia, quién sabe. Tan solo una semana más y el huracán que llegó de golpe habrá pasado, dejando la extraña sensación de paz y de abismo al mismo tiempo. ¿Es posible que todo lo que se ha vivido haya sido mucho más que un sueño? ¿Es posible que estos casi 4 meses que ya llevo de regreso se me hayan pasado con la más completa normalidad? Y solo tengo dudas, me surgen muchas incertezas y no sé nada de posibilidades.

Al ir hacia la micro en Miraflores -no tuve mi clase de teatro, situación que me molestó un poco porque yo no tenía ganas de ir, pero fui igual-, pensaba en que esta sería una de las últimas veces en el año en que iría por esos lugares. Quizá la última vez en la carrera, porque no sé si me alcance el tiempo para tomar otra asignatura general en dicho instituto tan apartado del mundo. Los momentos y los días se pasan volando... sobre todo esos momentos que te interrumpen para bajarte e ir a clases que no se dictan (un enorme y temible FAIL). Y pensé en diciembre. Pensé en el verano, pensé en tantas cosas. Pensé que se acaba el año y aún no acabo de darme cuenta de que había empezado. 

Es lunes, pensé. Si me organizo, todo puede calzar en su tiempo preciso y hasta tendría tiempo de dormir. Pero me siento ansioso, quiero vivir, creo que las ansias no me dejan dormir aunque ande con cara de sueño todo el día y ojeras que chocan como reloj tic tac. 

Fotografía: Instituto de Arte PUCV, Viña del Mar (15 de noviembre 2010) 

sábado, 13 de noviembre de 2010

9 puntos

1. Estuve pensando en lo mucho que me molesta que se politice el arte: que el arte tiene que ser social y toda esa mierda. El arte es por el arte y para el arte: es expresión, es forma, es transgresión de la realidad y extrañamiento. El arte politizado es solo una de las infinitas formas posibles, por tanto, no sea idiota y crea que todo el arte tiene que reflejar lo social. Piense un poquito.

2. Hacía tiempo que no me cagaba una paloma. Sí, estaba así de la nada esperando micro en la Avenida Marina, frente al Estero Marga Marga, y de la nada siento como un goterón que me cae en la cabeza. Obviamente, no estaba lloviendo. Me quito el jockey y me doy cuenta de que un ave había tenido problemas estomacales, afortunadamente, el jockey me salvó de recibir el impacto directamente sobre mi cabeza. Y aunque pueda parecer increíble, me dio risa... aunque si me hubiese caído directo no sé si me hubiese causado lo mismo.

3. Comer 'Abanico Berries' en Bravíssimo es toda una experiencia para las papilas gustativas. Creo que no podré comer nada más hasta el día de mañana, quizá un tecito o un agüita de hierba. 

4. Me di cuenta que puede ser muy interesante leer los carteles que están pegados en las micros. Los mismos anuncios de como hace 5 años, es decir, las mismas dudas respecto a cuál es la tarifa 'escolar' para el fin de semana y la poca credibilidad de la TNE y del sistema de transporte público. Pero, lejos, lo más divertido es intentar descifrar aquellas palabras que se han ido borrando: el conocimiento previo es muy útil para hacer sentido con un texto que se corta a la mitad y que luego tendrá otro afiche pegado encima.

5. Estoy seguro de que mi abuelita me debe haber mirado como loco cuando venía sonriendo así de la nada en la micro. A veces creo que hasta me ponía a reír y, seguramente, hasta me sonrojé. Lo único que puedo decir es que de 'weird' está pasando a 'funny' y es algo que cada día me está gustando más. Entonces, ¿cómo no voy a estar sonriendo todo el día?

6. Debo dormir un poco más. ¿6 horas al día es suficiente? Es que tengo muchas cosas que hacer en esta semana de la muerte y si sumamos y restamos, no he estudiado absolutamente nada para las pruebas. Si se cuenta que hacer los trabajos y actividades sirven de estudio, entonces sí, he estudiado bastante. 

7. Me caen mal los de Entel PCS. Envían ofertas de trabajo con buena paga, pero para puro sacar pica: ¿que acaso no saben que la época de bombardeo final y exámenes es a fin de noviembre? Necesitan trabajadores interesados (estudiantes, porque nos enviaron el mail a nosotros) para trabajar a partir del 15 de noviembre en horario de mall. 

8. Sigo matándome de la risa.

9. Resumir la infinidad de ideas que se me pasan por la cabeza al día, solo en 9 puntos es algo imposible. Pero he aquí.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Vida

¿Y qué sucede con la vida misma? Suceden los días uno tras otro, se pasan las horas como si fueran segundos y los días como si fueran minutos... todo vuela y, de un instante a otro, el sol -que se acababa de ocultar- vuelve a aparecer. Las horas se hacen pocas, ¿te has detenido a contar la cantidad de horas que dedicas a dormir? ¿Acaso forma parte de tu horario? Creo que muchas veces no. Un día duermo 8 hora y al día siguiente dormiré 6 o tal vez 5, qué se yo. El clima cambia: un día 30º y al otro día hay lluvia, luego una semana de frío y amenazas de volver al calor. Ya nadie entiende nada, ya nada entiende. ¿Y nada, entiende?

Lo único que puedo decir es que al fin es viernes y pude regresar temprano a casa para pensar en salir, disfrutar de la vida misma, pensar en cualquier cosa por algunos segundos, ya que luego tendré que volver a encerrarme entre cláusulas (Lingüística Sistémico Funcional, salve Señor Halliday) y gramática normativa (ave, Samuel Gili Gaya). Al fin es viernes, al fin puedo decir que al día siguiente no tengo clases y eso indica que puedo acostarme y, por consiguiente, despertarme más tarde. 

Al fin pude hablar con mi amiga gringa, Ellen, luego de como 1 mes intentando coincidir. Hablamos tantas cosas y, definitivamente, la echaba mucho de menos. Pasan demasiadas cosas en poco tiempo y es importante no dejar de lado a los amigos, da lo mismo a cuántos kilómetros de distancia estén, porque el apoyo y la confianza continúa. Y eso de que queden dos semanas de clases no sé si sea algo para contar con alegría o tristeza, porque son varias las actividades que hay que hacer coincidir en ese lapso de tiempo. Ufff... solo puedo decir: Dios. 

Y eso sucede con la vida misma. De Valparaíso a Quilpué en 1 hora, de las 2 de la mañana a las 8 en un minuto, de una asignatura a otra en un paso. Party will have to wait, I guess.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El momento

El año se me está pasando demasiado rápido y los acontecimientos se suceden tan rápido que apenas puedo simular que entiendo lo que sucede. ¿Tener más tiempo? No, disfrutar el paso de los segundos ahora que la vida me sonríe como nunca, en un año en que la vida se volcó sobre mí para sonreír todo lo que -según creía- no me había sonreído hasta entonces. Cada día tengo la fortuna de ver una sonrisa hermosa, una mirada increíble y sentir un abrazo que me hace volar y del cual no quiero escapar.

Me cuesta creer que han sido muchas las experiencias en tan poco tiempo. Ya queda poco tiempo para que suceden tantas nuevas cosas y es inevitable sentir un poco de miedo. Sí, porque esta vez la ansiedad está trasladada no a mi propia vida, sino a la de otra persona. Esta vez, el viaje físico ya no lo hago yo, pero siento que, de alguna forma, también me proyecto con ese viaje, también puedo crecer mucho a partir de ellos. De pronto el temor se me mete por los pies y comienza a hacer temblar todo mi mundo. Vuelve a mí la ansiedad, pero esta vez se transforma en esas ganas de adquirir energía y de vivir, de soñar, de echarse a volar en ese abrazo y en esa sonrisa. Es el momento de pensar en el futuro, es el momento de soñar. ¿Es el momento de tomar ciertas decisiones que quiero, pero que me producen cierto temor? Aunque sé que no será el temor el que me detenga esta vez, porque sé que ahora soy otra persona que dejó la debilidad a un lado, que ahora tiene mucha más fuerza.

¿Es este el momento? Y sino, ¿será conveniente inventar el momento?

 Fotografía: Jardín Botánico, Viña del Mar.

martes, 9 de noviembre de 2010

Olas de colores

Las olas de colores existen y aparecen cuando menos te lo puedes imaginar. Incluso diría que ya no es ni necesario que te las imagines, porque están ahí ante tu visión un poco sorprendida mientras avanzas por la Avenida Marina a eso de las 7 de la tarde cuando quieres llegar a clase y vas un poco atrasado, producto del taco de la hora y de algún mal consejo de que tomaras la micro en vez del metro, aunque, a decir verdad, te interesa un comino ir atrasado en esos momentos al sentir una extraña sensación en el estómago, por lo cual solo te limitas a sonreír.

No sé si las olas de colores fueron un invento de tu parte para mi visualidad, para creer que podría lanzarme al mar a esquivar las olas y perseguir el arcoiris con la finalidad de encontrar el balde de oro al final. Aunque el balde de oro creo haberlo encontrado ya, pero quién sabe si puede haber otro más. ¿Tú inventaste las olas? ¿Tú inventaste el mar? ¿Tú creaste aquel momento improvisado luego de esperar algunas horas para cumplir algunos de tus deja vu? Seguro tú creaste la esencia para hacerme sonreír de improviso, seguro me envías energías positivas a cada rato para que me eche a reír sin parar y sin entender bien por qué.

Las olas de colores divagan en el mar y yo divago en torno a cada momento, a cada abrazo, a cada palabra de tu nombre que he pronunciado durante tanto tiempo y que he soñado por mucho. Las olas de colores se pierden en la avenida Perú y la micro sigue su camino alejándose cuando lo único que quiero es sentir tus manos acariciándome el cabello.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Things

Why do you make me smile all the time? I don't want to know, I don't want to think about it. I just want to feel it and it's something I really like.


Fotografía: Dunas, Con Con.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Miedos y ansiedades

 A Evelyn Celis.

¿De que si tuve miedo? Claro que en algún momento tuve miedo. Lo mejor que pude hacer fue no pensar y dejarme llevar por la situación, sonreír, hablar y hasta echarme a reír. Porque nunca sabes realmente todo lo que ello implica. Siempre, de alguna u otra forma, se siente miedo al momento de comenzar un viaje de cualquier índole y más aún cuando este significa un crecimiento personal inmenso. 

Recuerdo ese 26 de enero en que ingresé al Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez y comencé a darme cuenta de que no era tan grande como lo veía antes -y que luego lo consideraría una cosa minúscula en comparación con el de Madrid, por ejemplo-, que todo comenzaba a suceder tan rápido que se me agotaban las palabras, los sms, los llamados telefónicos de despedida y de buenos deseos. Quizá el momento más complejo fue el momento de la despedida de mi familia: un abrazo enorme, la sonrisa, el llanto, las buenas vibras. Todo indica que será un viaje espiritual, un viaje que te hará crecer, un viaje que te hará mejor persona. Solo tienes que disfrutarlo y aprender de cada nueva situación.

Cruzando el control migratorio, miré a mi familia agolpada en la puerta, despidiéndose de mí, yo creo que aún nadie entendía bien lo que iba ocurría: 6 meses en Europa. Creo que sentí un poco de miedo, de lo que significa, de lo que iba a suceder, porque todo gran paso siempre da cierta perspicacia. Y subí al avión, cuando cerraron la puerta y comenzó el despegue entonces, recién, comprendí que los sueños adquieren alas y se alzan muy alto, vuelan y llegan tan lejos como tú mismo quieras llevarlos. Y lloré, lloré de emoción, de felicidad, de vértigo, de temor... lloré de sensaciones miles, de ansiedad de saber todo lo que iba a vivir. 

Y ahora es tu turno. Madrid te llama. Disfruta cada momento del proceso, sí, cada trámite, cada paso. Cada uno de esos pasos te hace acercarte a tu sueño. Disfruta de esa ansiedad, de la espera, porque verás que todo ha valido la pena.

  

Fotografía: Cruzando la Policía Internacional, Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez, Santiago de Chile.

martes, 2 de noviembre de 2010

De poesía... nada

Con la garganta en la mano escribo estupideces que se desdibujan solas. Inflamaciones varias y delirios inequívocos que se traducen en mareos matinales, aeronautas cósmicos e intentos frustrados de vuelos. Chocar contra la pared, acabar rendido sobre el lecho -como un moribundo- mientras las figuras en el techo atormentan tu mirada que se cansa. Y me digo una y otra vez que la poesía no es lo mío, que intente con otras formas. Que me dedique a... dibujar. 

Creo que me dedicaré a dibujar estrellas en el techo o a pintar palabras en lienzos. Crear, crear. Destruir, quizás, para poder volver a crear. Pero de poesía... nada. Porque no soy poeta, porque no soy un Dios. Porque no tengo visiones delirantes que me dicen el futuro de lo que va a pasar. Porque no me siento iluminado por los dioses, porque no consumo drogas alucinógenas que te elevan a un 'estado superior de la mente' desde el que, supuestamente, estos pseudopoetas escriben. Me dedicaré a la vida misma, a ver qué encuentro en ella, pero de poesía, nada.  

lunes, 1 de noviembre de 2010

Penicilina

En una clase escuché a un profesor decir "venga tosido a clases". Ok. He tosido como loco, con un dolor de cabeza que me tiene delirante. Una situación que podría transformarse en la perfecta excusa para ponerse divagar, pensar en la inmortalidad de las anacondas o en la eternidad de las hormigas que mueren aplastadas cuando las piso. Me duele la cabeza y, según dicen las malas lenguas, tengo fiebre. Lo único que sé es que siento un calor horrible. Afuera hay como 30º... no puedo moverme mucho porque me duele la cabeza. Cada vez que toso, siento una clavada en la frente que me marea, me hace caer sobre lo primero que encuentro para quedarme echado por lo menos unos 5 minutos. Parezco un anciano a los 21.

Penicilina, sí, penicilina. Diclofenaco, paracetamol, tapsín caliente noche y caliente día. Agua por millones, dolor de cabeza, tos, tos, tos. Nauseabundo. 9 de la mañana. Dormir. Por favor, dormir. Calor. 30º C o tal vez 32º o qué se yo. Y la madurez sintática gramatical se va a la mierda. Garganta mutante. Amigdalitis del demonio. Un lindo fin de semana largo en cama, con fiebre, sin poder hacer nada y un poco delirante. Se me escucha raro, no sé si voy a hablar. 1.200.000 UI de Penicilina. Penicilina.

Penicilina. Penicilina.Penicilina. Penicilina.Penicilina. Penicilina.Penicilina. Penicilina!!! Amigdalitis del demonio. 

viernes, 22 de octubre de 2010

So weird.

Ruidos subterráneos durante casi toda la mañana en un día de calor abismante, en pleno mes de octubre primaveral-veraniego-extremo. Una prueba tipo-ensayo que me sorprende por su interesante propuesta (y lo digo en serio, sin ironías, lo prometo), que desarrollaría durante algo así como 40 minutos con todas las ideas que se me venían a la mente con la intencionalidad de agradar a mi lector (que me evalúe con un 7).

Alturas de Cerro Bellavista, ruido de sirenas alertando no-sé-qué. Olor a mar que está muy a lo lejos y que, en caso de locura marítima, desborde literario (o literal en la realidad) o cualquier manifestación de la voracidad de la naturaleza, permite estar a salvo. ¿Dije calor? Posibles insolaciones a las cuales ya estoy inmune buscando siempre la sombra. Ciudad Casamiglia -y no Camoglia-, "a Amelie le encantaba lanzar piedras a la gente que transitaba", mientras algunos se devolvían a mirarla con rostros extraños y con uno que otro improperio delicado. Loading constante de como 4 horas... loading interrumpido que de 50% pasaría a 100% en tan solo 3 minutos... ¿o no?. Celular Nokia, compañía Movistar, perdido en plena Avenida Alemania, cerca del hospital Alemán.

Ascensor Artillería cerrado por mantención. ¡Yeta! Carampangue, ataques de aceleración, amenazas de ataques y locura en la altura. Suena el celular perdido. 10 minutos, frío, frío, intenciones subliminales de abrazo. El celular perdido regresa a su dueña que no puede creer que lo haya podido recuperar. ¿A cuánto va el loading? ¿50%...? ¿70%...? Jump! Non je ne regette rien en cualquier momento. Loading: 100%. Más de 3 años esperando por un momento... loading 100%. 

Apariciones esporádicas de presencias universitarias. Otra micro vendrá en camino. Bellavista. Micro. Pelea de conductor de la micro con otra micro con la cual compite. Discusión con una pasajera... miradas de wtf y temores respecto al viaje. Beso de despedida. Au revoir! Mi nick en MSN: weird. Y claramente, that's so weird!

Fotografía: Paseo 21 de mayo, Cerro Artillería, Valparaíso. 

miércoles, 20 de octubre de 2010

Soñé contigo en Alicante

Enredado entre sábanas blancas despertamos una mañana,
tú en la otra cama, cercana a la ventana,
yo en la otra cama, cercana a la puerta,
quizá deseando haber dormido en la misma.
Nos miramos de improviso con un saludo matinal,
como amigos, aún sin besarnos.

Tus manos suaves recorrían mi espalda,
tus manos desordenaban mi pelo,
tus manos me acariciaban la cara.
Quiero besarte en la playa,
quiero besarte en el mar, 
quiero nadar hacia el infinito Mediterráneo y unir dos mundos tan lejanos.

Soñé contigo en Alicante
y transitamos por caminos iluminados por el sol.
Amé cada espacio, cada segundo de tu presencia,
de despertarme casi desnudo a tu lado,
sin besarnos, sin tocarnos, tal vez, simplemente provocándonos.

Fotografía: Playa del Postiguet, Alicante, España

lunes, 18 de octubre de 2010

...

¿Y qué pasa si, de un día para otro, simplemente y sin mayores razones, me aburro de todo? Sí, que todo deje de tener sentido y que hasta el queso más sabroso pierda al sabor. ¿Qué pasará si de pronto ya no quiero más?

Fotografía: Vista de Santiago de Chile, desde el Cerro San Cristóbal.

sábado, 16 de octubre de 2010

Moscas (insectos varios)

Que sean como perritos vagos que buscan cariño, a mí no me importa. Sí, son como moscas, como un insecto cualquiera cuya única misión en esta vida es molestar -¿tal vez, formar parte de la cadena alimenticia?- para intentar llamar la atención. Y a cada rato los ves pasar de un lado a otro, zumbar, volar de un lado a otro como chocando entre sí, trazando líneas en el cielo mientras dan tantas vueltas que te aburres de mirarlos. Porque, claramente, no hacen nada nuevo, no hacen nada digno de admiración, no hacen nada más que dar vueltas en la misma mierda que alguien dejó tirada en el suelo casi como un regalo para ellos. Comen mierda, giran en torno a la mierda y ahí mismo mueren, junto a su propia mierda.

Pero lo que más extraña, es esa capacidad de volver a alzarse con ese mismo olor putrefacto para intentar decir que siguen vivos. Creo que nunca entenderé cuál es ese afán de las moscas de revolotear sobre las cabezas de seres supuestamente pensantes en el interior de una sala que no para de temblar, en la Casa Central. Vuelven una y otra vez, creyéndose dioses de un cielo contaminado por su inmundicia. Vuelven como diciendo "mátenme, por favor, mátenme para que mi vida al menos sea una leyenda" o qué se yo, para inspirar lástima por su creciente precariedad neuronal. Y ahí escuchas su zumbido caer al suelo, viene otra mosca -aún más repugnante que la otra, porque llega con aires de grandeza- a indicar que su grupo de insectos está con la primera, pero también cae muerta al instante, pues su presencia es igual al cero absoluto (no sé cuánto en grados Kelvin, ni Farenheit ni Kepler, ni Newton ni menjunjes varios). Viene y se va, como para que le sigan. Una vez seguí su trayecto y solo encontré la misma inmundicia de siempre, de la cual escapan.

Lo que no entiendo es por qué vuelven si supuestamente se hace aseo, se ventila y sanitiza. ¿Habría que comprar más insecticida? Aunque, de todas formas, es fácil darles un palmotazo y verlas caer al suelo, porque de peligrosas no tienen nada. Son un simple bicho que se aparea entre sí en el aire y producen de su misma especie débil e insípida. ¿Servirán para algo? Yo creo que hasta ellos mismos se lo cuestionan y por eso revolotean en el aire para llamar la atención, como para encontrar en la rápida muerte un sentido a su efímera existencia.

(Y, para la próxima, aprende a agradecer, bicho añejo y drogado, porque hice que tu existencia se alargase un poco en un mundo irreal como este, el del lenguaje).

miércoles, 13 de octubre de 2010

Lenguajes extraños

Todos hablábamos en un lenguaje muy extraño. No recuerdo bien cuál era el mío, ni qué intentaba decir. Y lo más probable es que nada tuviese sentido en ese torbellino de locuras, de demencia congénita y expansiva que rápidamente se iba a propaganda por las mentes aledañas que, de pronto, se levantaban y empezaban a gritar como locos. Los vi correr para todos lados y chocar entre sí, maldecirse, golpearse e incluso asesinarse. Los vi cuando se descuartizaban mutuamente a mordiscos, a arañazos, a pellizcos, mientras los pedazos de carne roja -aún viva, aún latenta- caían al suelo mientras algunos transeúntes abatidos por el hambre se acercaban a comerlas. 

No sé bien lo que te estaba diciendo, ni lo que la gente me decía. Solo sé que todos corríamos como dando vueltas en un círculo que nunca nos llevaría a ninguna parte más que al mismo lugar desde el cual comenzamos y que con el paso del tiemp ya, no seríamos capaces de determinar. Corríamos todos vestidos de blanco, con la ilusión de llegar a alguna parte y tal vez creyendo de que todo ese enorme camino era algo distinto, tal vez un cuadrado, un rectángulo, un triángulo o quién sabe qué otra cosa. Soñábamos con alcanzar una meta lejana e inexistente. Creímos que acabaríamos en cualquier momento, sentados, abanicados, como reyes. 

Vi a unos que se golpearon ahí mismo, en el interior del círculo que luego comprendí que se trataba de una esfera dentro de la cual permanecíamos encerrados. Encontré un orificio pequeño por el cual huí sin pensarlo dos veces, haciendo mil esfuerzos por hacerme pequeño y caber dentro de tal agujero. Fue así como desaparecí de aquella esfera que, suspendida en un espacio inerte y sin vida, rotaba en torno a sí misma, buscando una estrella en torno a la cual trasladarse. Salté al vacío y mis pies dieron en suelo firme, pero inexistente. Caminé dubitativo; cualquier cosa podría suceder. Fue cuando vi el rayo de luz que ingresaba a la esfera, haciéndola girar aún más rápido provocándoles la caída a casi todos. Los oí estrellarse contra el vidrio mientras este se trizaba y algunos gritaban, alucinando, mientras los cables eléctricos se les enredaban al cuerpo para dejar caer las incontenibles descargas que hicieron explotar sus cuerpos. 

Cuando la explosión acabó, vi un hilo de sangre que fue cayendo desde la esfera... rellenando el espacio inerte, dándole color. Desperté, los cadáveres, todo descompuesto, hedía, maloliente, putrefacto, destruído, explosión.

martes, 12 de octubre de 2010

Para mí.

¿Y yo? Yo soñaba con un mundo iluminado, con cerros repletos de gente, con sonrisas, con música, con arte, con besos, abrazos. Yo soñaba con un mar de sensaciones completas, de pies a cabeza. Yo soñaba contigo. Soñaba con esas veces en que nos escapábamos, a escondidas, a beber un café y perdernos toda la tarde junto a la playa; cuando me empujabas al mar mientras el atardecer despedía el sol que se escondía entre las olas... aunque, a veces, también podría aparecer de entre las olas con algún pez escurridizo que saltaba desde las aguas. Soñaba con esos caminos que se descubrían en la ciudad de improviso, cuando elegías aleatoriamente cuál era la via que íbamos a seguir y yo te hacía caso, sabiendo que en esa selección encontraríamos una nueva aventura.Soñaba con esas veces en que te observaba llegar, sentado en mi banca de siempre, mientras tú te acercabas cruzando por el puente con esa sonrisa inocente que pedía perdón por el retraso, sonrisa a la que, evidentemente, sabías que ya iba a caer rendido.

¿Y tú? Más de alguna vez me debes haber visto sentado en el paradero, esperando la micro. Más de alguna vez me debes haber visto en la cafetería con mi vaso de café hirviendo. Más de alguna vez me debes haber visto observándote entre las columnas de libros que temía se me cayesen encima por algún movimiento errado. Más de alguna vez quise que esa mirada tan bella con la que le sonreías al verlo, fuese para mí.

Fotografía: Instituto de Arte de la PUCV, Miraflores, Viña del Mar.

lunes, 11 de octubre de 2010

Crónicas de un carrete de día sábado.

Los carretes en Valparaíso tienen una mística especial, que los convierte en uno de esos eventos que -pese a ser frecuentes casi todas las semanas-, nunca dejan de perder esa sensación de aventura que te significa recorrer alguna de sus calles iluminadas y silenciosas, esquivando algún perro vago que duerme (sin alcohol, pues aún no se ha logrado que se les permita el acceso a los bares) o alguna borracho que acabó su festejo aún antes de las 10 de la noche. Pues cada fiesta tiene su propia mística, su propio aire y su esencia. Y este carácter de aventura no solo corresponde a la odisea que tengo que hacer personalmente para llegar a Valparaíso (poco más de una hora en micro y a veces en metro, cuando sé que ni por milagro llegaré a la hora), sino por el hecho de que cada vez que veo las luces de los cerros, se me ocurren una y mil historias de lo que podría estar sucediendo bajo el sendero que se ilumina.

Ayer fue el turno de la celebración del cumpleaños de mi mejor amigo de toda la vida, cumpliendo sus 22 años mientras todos le recordábamos lo anciano que se ha puesto... y, ufff, pensando en que lo conozco, precisamente, de toda la vida, es inevitable ponerse a pensar en todo el tiempo que ha pasado. De acuerdo a su selección, acudimos al Pub Máscara ubicado frente a la Plaza Anibal Pinto: un ambiente alternativo, con música bastante agradable para oír (principalmente música indie, 80's, 90's, rock alternativo, etc) mientras conversas y bebes algo. Fue uno de esos carretes perjudicados por el adelanto de hora y el cambio al horario de verano que nos hace tener más luz en la tarde y menos claridad al levantarnos... y uno que espera que el local cierre una hora más tarde, pero no, se cierra a la hora oficial. Si bien, la fiesta misma es un evento espectacular en el que ha sido convocada gente de todos los credos religiosos habidos y por haber, una de las cosas que más me motiva y me inspira a crear historias es la odisea de regreso a casa.

Como siempre, caminando por la Plaza Cívica hacia el Líder de Bellavista. El silencio de una de las avenidas más transitadas de la ciudad es algo que parece extraño, pero agrada. Toda la gente que ya viene saliendo de sus carretes -algunos bastante alegres y pasados de copas, de cerveza, de vodka, de ron o de todo lo que se les pueda pasar por la cabeza- en dirección hacia los stands que venden comida. Es increíble, yo creo que ese es uno de los negocios del siglo: instalarse con un carrito de comida para los que más de alguna vez nos hemos visto afectados por nuestro mal-amigo 'bajón'. Incluso, he comido barros luco en uno de esos carritos sin haber carreteado y creo que no están nada de mal. La gente se amontona en Bellavista, haciendo sonreír a quienes venden sopaipillas, dulces, chocolates, galletas, empanadas de queso, pizzas, completos, sandwiches miles.

Lograr llegar a la avenida Errázuriz puede ser otra odisea ya que mucha gente viene en contra (no entiendo por qué, siendo que ya está todo cerrando y lo normal sería acudir a Errázuriz a tomar micros a Viña o el interior, pero bueno...). Las micros se amontonan: "a quina pa' Villa Alemana", "a 3 gambitas pa' Viña" o "dónde viajan, shiquillos" se constituye en una de las promociones típicas para hacerte subir a los buses que volarán a tu destino casi a la velocidad de la luz. Cuando logras pillar una micro que te llevo "por 500 hasta Quilpué", te acomodas en el asiento y ruegas que no se suba algún borracho odioso a tu lado. Que se sienten donde quieran, pero no a tu lado. Y entonces, esperarás unos 20 minutos sentado hasta que la micro se vaya llenando, momentos en que empiezas a notar que los pasajeros practican algún tipo de baile exótico (zapateo constante en el suelo), generalmente acompañado de un "oe, ya po, apura" o de algún otro tipo de improperio contra la ambición del señor chofer, que pretende llenar su micro a como dé lugar. 

Cuando la micro parte -y piensas "al fin"-, la ciudad pasa a ser una línea continua de luces que, en cualquier momento, temes ver a tus pies. Yo ya me he cuestionado varias veces por qué estos microbuses no tienen alas. Y de un momento a otro, la gente comienza a quedarse dormida: algunos con la cara pegada a la ventana, otros casi cayéndose al pasillo, otros en un estado deplorable que no recordarán siquiera que han tomado la micro... Pero, lejos, lo más notable del día de ayer (día que me motivó a escribir mi historia), fue el majestuoso despertar que deben haber tenido muchos de los durmientes. Fue como un disparo, tal vez la explosión de una rueda, el suicidio de algún borracho delirante o qué se yo. Se suben unos pasajeros casi corriendo -argumentando que pagarán luego, pero que parta "por favor"- y entonces me entero de que esa explosión ha sido un piedrazo contra el vidrio, lanzado cuando la micro venía a la altura de 'Paso Hondo'. Un increíble 'fail' mezclado con un 'WTF'.

Finalmente, luego de esperar casi 40 minutos en el terminal de los colectivos, logré llegar a mi casa a eso de las 06.40 de la mañana, con hambre y sed, buscando algo en el refrigerador para poder ir a dormir con el estómago contento. Y así son las crónicas de un carrete de día sábado por la noche que también podría sucederle a usted un jueves o un viernes, preferentemente más que otros días de la semana. Es así como uno logra sobrevivir a un carrete porteño, con regreso a casa incluido, una experiencia que no deja de ser lúdica y sorpresiva ya que nunca sabes cuál será la sorpresa que cada nuevo carrete te va a dar. 

(Ahora intentaré dormir con la cumbia melodiosa -Antonio Ríos- que escuchan los vecinos... seguro sus invitados tendrán alguna otra odisea para regresar a sus casas...)