domingo, 29 de noviembre de 2009

El encuentro con Ada

La semana fantásticamente mágica de la cual hablaba en la nota anterior tuvo varios hitos dignos de tener en cuenta. Pero hoy es el turno de uno de los más especiales de toda la semana. Y como ya lo he dicho, el concepto de magia es uno de los que envuelve esta historia sorpresiva, telefónica y tecnológico que se concreta en una coincidencia tan extraña como intuitiva, claramente por efecto de un poder mágica de un Hada... y resulta que esta hada se escribe sin H. Así fue como sucedió el mágico encuentro con Ada.

Día viernes 20 de noviembre y los atisbos de fin de semestre no dejan descansar. Es como si todo apareciese con alargue. Toda la mañana trabajando en una u otra cosa, intentando ordenarse para poder cumplir todo. De dormir, mejor ni hablar... el déficit de horas de sueño puede producir efectos faciales considerables. Son las 11.30 de la mañana aproximadamente cuando llamo a Ada para preguntarle si íbamos a reunirnos al final... no sabía muy bien porque tenía un tour en la tarde. Entonces quedamos en llamarnos como a las 4 de la tarde, hora en la que yo terminaba de hacer mi trabajo.

Cuando llega la hora determinada, la llamo nuevamente y me dice que está en el Museo Naval y que pronto van a bajar en ascensor al plan. Le digo que si voy para allá y no sabe cuánto tiempo van a estar... que me llama de vuelta. Espero la llamada y al final me dice que va en una micro a Viña, pero no sabe dónde está ni dónde van a bajarse, que no se ubica. Se supone que me va a avisar cuando llegue a Viña para juntarnos allá. Ok. Entonces viene a mi mente el siguiente pensamiento: "Voy a tomar una micro a Viña, me bajo en Libertad y entonces espero a que me llame". Camino al paradero. Y un nuevo pensamiento intuitivo aparece... "¿y si me la encuentro en la micro?". Sucede que mi historial intuitivo me recuerda que todas las veces que he estado en esta situaciones y han venido estos pensamientos, se cumplen. Camino hacia el paradero cuando me encuentro con una compañera que me pregunta por un trabajo. Veo la micro y aparece el rostro que busco. Le digo a mi compañera que se lo envío al mail y corro al paradero al momento en que la Ada me ve y me saluda... corro, corro, corro hasta alcanzar la micro que ya está a punto de partir, doy un salto a la micro y me subo. Pago mi pasaje y luego camino por el pasillo hacia la sonrisa de Ada y me siento al lado. "Hola!". "Hola!" Y entonces, finalmente, luego de una odisea porteña de la Ada, pudimos conocernos... nada más y nada menos que en una micro.

Creo que ha sido una de las experiencias más mágicamente entretenidas que he tenido en el último tiempo. Y conocer a Ada que es demasiado simpática y buena onda, además de ser muy linda que debe tener a todos los valdivianos locos. Y es que no son muchas las veces en que uno puede contar este tipo de coincidencias que, a mi juicio, no son coincidencias. Y definitivamente esa semana me pasaron muchas cosas buenas, como que se pusieron de acuerdo. El encuentro con Ada fue uno de ellos... ahora solo hace falta el encuentro entre Ada y Cristian en el sur. Es un encuentro pendiente que espero cumplir.

¡Saludos para Ada por ser una de las protagonistas de la historia!

lunes, 23 de noviembre de 2009

Una semana fantásticamente extraña

Cómo ha pasado el tiempo, cómo han cambiado las historias, parece que fue ayer que yo contaba una canción... Y es extraño que las palabras de Alberto Plaza adquieran sentido así de improviso. Sucede que en este último tiempo, el tiempo se pasa como quién da vuelta una página cuando hace lectura rápida... aunque al leer cada una de las páginas se pierda total y absolutamente la sensación de cómo se escapan los segundos en un solo parpadeo. Noviembre se traduce como un mes rápido-lento... que lo esperas con ansias, pero cuando llega, te da miedo y quieres que pase luego para poder descansar o al menos simular que lo haces... porque muchas veces esperas encontrar trabajo o algo (que es lo que espero ahora). Y son muchas las cosas que aún quedan por hacer, pero la motivación está cada vez más cercana.

La semana pasada fue extraña. Pero ahora que lo analizo -es una costumbre y a veces una manía eso de analizar todo, aún con fines positivos-, fue una semana cargada de buenas vibras. Partiendo por la obtención de una parte de esa respuesta que estaba esperando y la aceleración de pasos que pensaba que no podría hacer nunca. Admito que se complejizó en un momento, pero valió la pena la solución casi como caída del cielo. Y una tras otra, porque las cosas buenas vienen por racha que esperas que no se acabe nunca... me ha levantado el ánimo bastante pese a algunas recaídas breves producto del stress académico de fin de año. Aunque ahora tengo ánimo.

Algunas de las cosas que destaco de la semana: la publicación de mi artículo "El umbral de lo real y lo no real en 'El Sur' de Jorge Luis Borges" en la página de la editorial de literatura fantástica Puerto de Escape; el sorpresivo encuentro con Ada en la micro -que merece una nota especial que pronto saldrá a la luz-, los carretes durante dos días seguido y las 10 horas de sueño en total del fin de semana y las expectativas que comienzo a crearme luego de que la eve dijera que mi vida "está brillando mucho últimamente", lo que es muy bueno.

Y la vida sigue... sigue muy rápido y son demasiadas las cosas que quedan por vivir. Espero poder cumplir todos los proyectos... y también los que se me ocurran en el momento.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Pensamientos románticos

A veces me embargan pensamientos suicidas, con un dejo de resonancias electromagnéticas, en cuyas radiografías se impregna una cirrosis romántica, de esas que te carcomen festina lente el páncreas, el hígado y todos los órganos vitales del interior de tu cuerpo. Sí, una muerte lenta, sufrida y a veces muy deliciosa; con ese sabor a un mundo que no existe, una irrealidad a la cual sólo se accede a través del sueño, sólo a través de la propia muerte corporal-física, liberando eso que existe en el interior que algunos han denominado alma. Alma que, funcionando como anagrama, podría traducirse como mala. O bien, como ama. Ama de mi cuerpo, que lo obliga a hacer cosas, aunque el cuerpo no lo cuestione, pues no sabe si acaso existe una razón: los cinco sentidos sólo son un engaño y la realidad concreta –de esa que nos jactamos de que es tan objetiva, científica y certera- no es más que un invento, una subjetividad de esencia que no hace más que destruirse a sí misma como la modernidad que se ha caído a pedazos… y lentamente deja de existir. Por tanto, no me vengan a hablar de verdades absolutas ni de tiempos, ni de que hay que esperar porque todo llega cuando tiene que llegar. ¡Una vez más, grito y reclamo al cielo por esa estúpida frase que encierra un sinsabor de mediocridades! El opio del pueblo, el silencio de quien no puede tener lo que quiere, de que se esmera creyendo que los sueños van a caer del cielo. Pero tampoco sé cómo debo hacerlo, si acaso salir, corriendo, a buscar eso que anhelo.

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Me embriaga la pena que a veces se traduce en un sentimiento tan apasionado que me recuerda que existo, encerrado en este cuerpo físico que poco me representa, del que tantas veces he querido huir sino se puede cambiar. ¿Acaso la genética, la biológica y todas las ciencias que se jactan de ser exactas –encerradas en pilares tan endebles como la arena- han consultado a alguna célula inicial respecto de las verdades, respecto del propio ser humano? ¿Acaso los protones, electrones, neutrones y tontones no han hecho otra cosa que configurarse de una manera tan irreal, contagiando al mundo de sus propias falsedades? Y luego me dicen, con bombos y platillos, que somos lo que demostramos, como nos vemos. No soy lo que demuestro, no soy cómo me veo. Soy distinto, aunque poco pueda hacer al respecto. Y reclamo al cielo, aunque no obtenga respuestas, porque sé que se repite nuevamente lo mismo, algo que existió en el pasado y quedó plasmado en un grito que pensaba que olvidaría, pero que el tiempo me lo presentaría una vez más: algo así como un patrón a seguir. Y vuelvo a hacerlo, tan estúpida como incoherentemente, tan alegre como sin sentido, tan sonriente como dolido. ¿Por qué?

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¿Por qué vuelvo a hacer lo mismo? Siempre lo mismo, con un dejo de condescendencia falsa y fútil, en el silencio secreto que no existe, con un deseo de bondad humanitaria que no me colma, que no me satisface. Quisiera ser como ese personaje que se esmera en ver feliz a la humanidad, contagiando su alma de esa felicidad que no le corresponde. Quisiera sonreír, pero me cuesta. Claro, puedo hacerlo, pero cuánto puede durar si nunca puede ser algo eterno, algo mío propio. Sonrío o lloro por una historia de la cual no formo parte y que, con mucha suerte, tal vez puedo contribuir a formar con unas cuantas líneas. Vivo en un mundo inventado, a veces por mí mismo, como evasión de esas paredes pintadas de colores, pintadas de sueños que se hacen tan lejanos… que grito y que nadie escucha. Pues esos gritos se han quedado pegados varias veces, aunque hayan pasado los años y vuelva a repetirse lo mismo.

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¿Cómo romper el ciclo? Si las acciones que se pueden potencialmente hacer van en contra de mi postura, en contra de una sonrisa efectiva, ¿actuar sólo por egoísmo? Vuelve lo que creía que ya se había ido. Hasta cuando será ese silencio que no entiendo, hasta cuando esas ilusiones que se desarman. Pensamientos de romántico inconformista, de silencio, de sangre y oscuridad, de vestimentas oscuras de sueños enrarecidos, pensamientos a veces suicidas como forma de acceder a esa realidad suprema que en este mundo –y en esta vida- no existen. Y nadie me puede dar una respuesta… sólo esperar con esa mediocridad del dicho, con esa mediocridad del que quiere que todo lo que caiga del cielo sin trabajar un segundo por ello.

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Pero a veces también quisiese saberme parte de alguna historia, vivir una mía propia sin tener que soñar con eso que no existe. Hay un patrón de conducta que se repite que, aunque ahora lo conozco, parece que no puedo evitar. Pasan y pasan los años y yo sin respuestas… nada queda claro.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Isotopías oníricas

Las realides oníricas son confusas, inentedibles, pero atractivas. Pese a que muchas veces quieras buscar el significado de lo que te dicen y eso se pueda transformar en una odisea... o en otra realidad onírica enmarcada dentro de una historia aún más grande que pretende ser la vida real del día a día. Y así sucede que en tu mente se produce una acumulación de situaciones de esa vida cotidiana, papeles, tarjetas, firmas, viajes y llamadas telefónicas que no logran concretarse. Claro, será que nos has pagado aún el skype... o bien no sabes cómo ocuparlo y ahí surgen los problemas pensando en que pasan semanas y recién te acuerdas de todo, de que la realidad de sueño existe, pero que debes dar aviso a la realidad-real de lo que sucede en tu mundo de fantasía-de-carne-y-hueso.

¿Los sueños, acaso, forman parte de una isotopía? ¿Puede ser que establezcan ciertas regularidas metafuncionales que luego pueda analizar en una grilla de transitividad? O quién sabe qué cosa podría yo hacer con el discurso dinámico y cinético de los propios sueños, de las propias mentalidades (de)fragmentas encerradas bajo un halo de misteriosos surrealismos reales, o bajo la realidad, o sobre la realidad. Isotopías de momentos que frecuentan... dos veces el llamado interrumpido, dos veces la confusión... dos idiomas distintos al mío propio. Dos viajes: aunque era él mismo en sí. ¿Acaso ese nuevo idioma significa algo o sólo es el eco de una imagen del día cotidiana, de la vida real? ¿Acaso es una futura isotopía de uno de esos caminos por recorrer?