viernes, 31 de agosto de 2012

¡Al fin viernes!

¡Al fin viernes! Tercera semana de trabajo en un mismo centro educativo y esto ya me parece una locura: sí, el ejercicio de la profesión docente se ha convertido en un circo donde tienes que soportar a alumnos que no están ni ahí con tu clase y que luego dirán que la educación es mala, que hay carencias y todo lo demás, pero no son capaces de reconocer que la mayor carencia de todo es el propio cerebro que no tienen. Hoy tuve uno de esos episodios con una alumna de 4to medio que, para peor, se parece a otra persona: desgraciadamente comprobé que las fisonomías pueden decir mucho de las personas y que, en este caso, ambas personas compartían la misma estupidez y cero deseos de superación. Triste final es el vaticinio, bastante lamentable, pero yo no me voy a calentar la cabeza con gente que "le faltan palitos para el puente". En fin... esta tercera semana ha sido horrible y nunca antes había deseado con tantas ansias a que llegara el querido día viernes. Thanks God, It's friday!

Y como la ancianidad viene en camino desde hace rato, ya no pienso en un viernes de carrete como antaño. En realidad sí, pero creo que no sé si aguantaría un carrete de esos desenfrenados hasta las 5 o 6 de la mañana, cuando regresaba a casa con el sol del amanecer. ¡Viejos tiempos! ¡La edad de oro y el fugit irreparabile tempus! Si, todo eso. Creo que he refrescado un montón de contenidos de mi cabeza, mientras me cuestiono cuál es la utilidad de verlos en clase: para peor, al Ministerio de Educación se le ocurre hace un ajuste que es la cosa más nefasta del planeta. Luego nos cuestionamos por qué la educación no da los resultados que queremos. Son solo unis gilipollas inventando gilipolludeces. 

Lo positivo del asunto es que al fin supe lo que era una liquidación de sueldo propia: no fue mucho dinero considerado todo el esfuerzo y los malos ratos, pero al menos hubo pago. Supongo que en algún momento habrá una mejoría y que de aquí en adelante todo será mejor: cada 5 semanas llegará esa papeleta y veré números, números... ¡lucro! Sí, lucraré, ahora que dicen que no es ningún pecado. No sé si estoy en contra o a favor del lucro, pero lo que me importa es mi sueldo y creo que eso no le hace daño a nadie. 

Viernes, viernes... ando medio hiperventilado luego de terminar esta semana que ya me tenía al borde del estrés, donde me enfermé de la garganta y por poco pierdo la voz a mitad de semana gracias al querido cuarto medio que se hizo acreedor de 15 notas rojas (incluidos seis 1.0) por sus trabajos en clase. Who's your daddy now, bitches? No sé si despabilen, pero al menos me doy el gusto de creerme tirano en mis sueños. Y ahora... a terminar algunos materiales para tener un fin de semana desconectado. 



jueves, 30 de agosto de 2012

Quizás (lo sé, lo sé, lo sé)

Se va el frío, vuelve el frío, llega el calor con su engaño septentrional. Que cambia la hora, que cambia la estación y me resfrío: no entiendo. ¿Será la alergía, será  la ansiedad, será de que pronto quiero salir corriendo? O bien, será que me estoy acostumbrando a que la vida no era tan terrible como pensé alguna vez y a que es perfectamente realizable. Quién sabe, quién sabe, quién sabe: preguntas retóricas cuyas respuestas nadie tiene, quizás en el inconciente, quizás un eco. Puras quizás, probabilidades inciertas que no conozco, qué pasará, qué pasará.

Se va agosto... los perros ladran, los gatos se congelaron en el techo de alguna casa vecina. (No estás a mi lado en este momento, pero igual te hablo, te siento, sé que me sientes, porque sientes mi abrazo que te cubre cuando tienes frío, cuando necesitas fuerza). Se va agosto y se quedan las dudas, el trabajo que sigue, la experiencia de eso que queremos evitar, la experiencia de saber que deseamos con más anhelo poder cumplir nuestros sueños. Y quizás, quizás, quizás. Nada de quizás. Lo sé, lo sé, lo sé, porque lo siento, porque veo tu sonrisa, porque siento tu abrazo cuando estoy lejos y me cubres a la distancia, cuando nos unimos en el sueño, cuando encontramos la misma estrella. Y lo sé, lo sé, lo sé y lo vuelvo a saber cada vez: los sueños se van a cumplir. Resistir: es todo.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Lo que nos queda

Queda vida, queda fuerza, queda energía. Queda naturaleza, quedan sonrisas, queda amor, queda música, queda silencio, quedan estrellas, queda cielo, quedan palabras, quedan historias, quedan momentos, quedan placeres, quedan noches, quedan días, quedan minutos, quedan espacios para volver a soñar. 

Aunque queda mucho de mundo por vivir.

En la mira

Esta semana me he sentido particularme en la mira, desde el anuncio de la supervisión a mi sala de clases y del temor al leer que, por error del jefe de UTP, el asunto del correo llevaba el nombre de "supresión". Finalmente, en ese sentido, todo estaba bien y no tuve mucho de qué preocuparme, más allá de alguna sugerencia pequeña que, claro, tomaré cuando sea pertinente. De momento solo pienso en que los alumnos no quieren clase y que una buena estrategia sería la proyección constante de películas en base a las cuales trabajar, descubrir elementos, trabajar habilidades... todo va en cómo se lo oriente. Y no solo por el hecho de que uno puede descansar, sino porque con las nuevas tecnologías es posible enseñar muchas cosas de manera más dinámica. Este pensamiento ha llegado a mí sobre todo hoy, considerando que luego de 4 semanas de trabajo me he quedado casi sin voz luego de gritar en una sala de 4to medio con 40 alumnos, de los cuales, creo que 8 estaba prestando atención y el resto se dedicaba a hacerle bullying a otro compañero que, en definitiva, le gusta ser el centro de atención. Mi cara de WTF y de no entender, a veces queriendo salir corriendo de una vez, pero no puedo: hay gente que sí quiere surgir y por ellos hay que continuar.

Parece que todo marcha sobre ruedas en cuanto a lo administrativo, ahora espero que eso se traduzca en que mi sueldo llegue próximamente. Lo quiero ya. Y, por otra parte, la jefa de disciplina no se despegó de mi clase mientras los alumnos hacía un trabajo: obviamente, no iba a estar encima de ellos si el trabajo era en grupo y me interesa que analicen. Otro alumno me dice que para qué hago eso y no hago las típicas preguntas; le respondo que me interesa desarrollar sus habilidad de interpretación y análisis y como que no entiende, no le ve sentido. Sí, es verdad, uno entiende las cosas del colegio cuando ya es adulto, quizás si es que elige una carrera de educación. Pero la vida completa es analítica - o debiese serlo- y creo que, a partir de la lectura de un libro, fácilmente se puede trabajar así. No sé si lo habrá pensado de la misma forma la encargada de disciplina, quizás luego hablarán de mí, no lo sé, aunque si me critican la disciplina en el aula aceptaré conciente. No se puede hacer todo: ser profe no implica ser Dios omnipresente dentro del espacio. 

¿Seguiré en el mira? ¿De los docentes, 'evaluadores', administrativos, alumnos? ¿Seguiré en la búsqueda del camino correcto? ¿Qué será? ¿Qué será? No se sabe... simplemente, continuar. Todo es aprendizaje y aprender es lo que quiero en este momento.

lunes, 27 de agosto de 2012

Buscar

Buscar en las miradas adormecidas, en la actitud indiferente de la muchacha que no quiere surgir, en la actitud indiferente de quien mira su celular mientras hablas, de quién no tiene interés en escuchar lo que le dices. Buscar en las miradas perdidas y quizás soñadoras de aquellos que sabes que, aunque no presten atención, captarán lo que les estás pidiendo. Buscar la excusa perfecta para quedarte en silencio, para no forzar la voz, para mirar tu cuaderno y avanzar en lo que sigue y sigue... en eso que ves que no acaba nunca y que esperas que pronto tenga un final. Buscar en tu cuaderno, en un archivo de excel o en google, algún contenido para poder exponer, pretender que te entienden y suponer que no te importa, continuar adelante aunque la corriente deje a todos fuera del barco. Avanzar, avanzar... aunque el barco ya vaya a la deriva y supongas que no te importa.

Buscar una sonrisa, una mirada interesada, un instante para poder recuperar la voz y tomar agua. Buscar un camino mejor que comienza, precisamente, desde el lugar más bajo. Buscar el ascenso, crecer, dar cada paso y, por sobre todo, aprender a enfrentar la vida armándose de fuerza para superar cada situación.

domingo, 26 de agosto de 2012

Un destino

Cierro los ojos y mi mente observa lo que sucede alrededor: es un viaje. Un viaje de colores diversos, de líneas continuas que cambian una y otra vez de color, triángulos que aparecen sobre mi cabeza para indicarme cuál es el camino a seguir. Triángulos que me dicen que todo va bien, que el camino está lleno de piedras, de caídas, de sustos, pero que son parte del aprendizaje. Todo temor, por pequeño que sea, es para enseñarnos que somos capaces de sobrellevar aquellas situaciones complejas; que si queremos, siempre tendremos el apoyo de nuestro lado. Porque, si somos capaces de abrir nuestras mentes a las luces provenientes del universo, descubriremos un mundo nuevo lleno de alegría, de bienestar. Allá donde la luz no se acaba y los espíritus son capaces de encontrar la armonía, la conexión. 

Un viaje de energía, el regreso al punto de origen. Un ciclo, inicio y final, inicio que no acaba y final que no existe: una línea continua, un destino.

sábado, 25 de agosto de 2012

El estrés de la urbe

Es evidente que con tanto ruido, alguien se estresa y quiera mandar a la punta del cerro. Y es cierto: a veces dan ganas de decirles que se introduzcan aquel objeto sonora por algún lugar de su cuerpo y que, luego de tenerlo ahí, lo hagan sonar. (Qué manera más sutil para lanzar una expresión tan coloquial).

Fotografía: Condell, Valparaíso.

viernes, 24 de agosto de 2012

Viernes

Y se fue la segunda semana laboral en el lugar que, se supone, podría llegar a ser mi lugar de trabajo definitivo por estos meses. Nada se sabe: solo sé que, en definitiva, me he relajado mucho más de lo que pensé y que, lentamente, he comenzado a considerar la profesión docente como una tarea no tan terrible como hubiese pensado en un primer momento. Al fin y al cabo, lo he considerado como si estuviese aún en la universidad - no a la manera de ser un eterno estudiante ni con la idea de no querer ser adulto, al estilo Peter Pan-, sino que como un estado transitorio entre la vida real y la vida fantástica que te entrega la universidad. Por otra parte, esas horas "de estudio" que gasto durante la mañana, a fin de mes serán pagadas, por lo tanto, es una instancia en que aprendes cosas nuevas y ganas dinero, aunque te desgastas la voz y te ganas más de alguna arruga. Pero bueno... nadie dijo que las cosas serían fáciles y ya lo dice la tradición, heredada desde la antiquísima Biblia, "con el sudor de tu frente te ganarás el pan de cada día".

Y no sé si es sudor de la frente, pero al menos es dolor de garganta... y sequedad, incluso sueño y agotamiento corporal. Camino 1 km de ida y otro de vuelta, intento dormir 7 horas al día y pasar el resto del día entre la lucha con alumnos y la preparación de material. No sé, realmente, si logre mi cometido de que todos aprendan, pero al menos me he percatado que existe un porcentaje importante de gente que sí quiere aprender... aunque, finalmente, uno acaba despreocupándose de lo que pueda pasar: yo hago mi clase y punto. Más allá de luchar con alguno que otro alumno de actitudes vulgares -creerse bacanes cuando hablan con una jerga marginal inentendible, no modulan, no dan pruebas y van a puro calentar el asiento- e intentar inculcar algo de hábitos, la vida sigue y el recreo llega en algún momento. Admito que hoy me sentí bastante bien al expulsar a tres alumnas de la sala y al lograr la suspensión de otra el día de ayer, pero todavía quiero más. Sí, quiero aplicar el poder tirano de suspender a la mitad del curso, solo por ser malo (como diría Coco Lengrand, "por webear"). Porque ser profesor, en la mayoría de los casos, se transforma en una actividad dramática: eres un acto, un personaje. Ayer fui un ogro dentro de la sala de clases cuando los alumnos se portaron pésimo, pero al cerrar la puerta, no pude aguantar la risa: ¿qué es lo que estoy haciendo? La docencia fomenta la bipolaridad.

Y así se acabó la segunda semana: me han hecho querer salir corriendo algunas veces, pero aún no he llegado al grado de odiarlos de manera absoluta. Parece que no es tan terrible como pensaba. No sé qué suceda, pero creo que todo es experiencia y tenga la ansiedad de ponerme a prueba, de "hacerme cuero de chancho" y prepararme para las cosas que se vienen después, que sé que son mejores. Creo que estoy aprendiendo, además, a disfrutar como nunca los días libres. Allá vamos por otro fin de semana.

jueves, 23 de agosto de 2012

Tres minutos en estado semiconsciente (Corriente de la conciencia)

Una canción de sonidos extraños que perturba mi cabeza en un momento en que los latidos de mi alma se confunden con esos beats atmosféricos de la lengua que no existe, que se transforma, que se vuela, que se escribe por sí sola y que de pronto se convierte en sonidos inertes que se reúnen en una línea sintagmática paradigmática de paraguas que se rompen cuando avanza el destructivismo de un día agotador que te deja sin energía, sin mente, sin silencio, sin palabras, sin voz. Corren las peñas locas y las aguas debajo del estero, acarreando peces provenientes desde lo más alto de las montañas, cimas congeladas de hielo, de sol, de noche, de luna y de elementos diversos que provienen desde un universo lejano con mensajes del apocalípsis o del inicio de la muerte, del inicio de la vida... ¡gritan, sus nombres, gritan la locura delirante de sus rostros perdidos en medio de la nada! Bailan, cantan, chocan sus cuerpos contra las paredes de asfalto que se alzan hacia las alturas de aquellas estatuas de barro, eléctricas, etéreas, volátiles como las nubes en las cuales ya vuelan los ángeles provocados por la lluvia y el mar que enloquece y avanzaba hacia la ciudad que ya no duerme, porque está despierta, que ya no se despierta, porque se ha quedado dormida, que ya no duerme, porque está viva y se llena de vida, de vida, de baile, de canto, de silencio, de tres minutos en estado semiconciente cuando las palabras continúan su caudal y las caras de personas diversas provienen de tu mente como un fantasma que te agobia antes de dormir.

Y quizás tengas pesadillas al recordar, quizás no sepas bien dónde estás, quizás no sepas cuáles son los próximos pasos a seguir.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Recuerdos de Sevilla

No sé qué es lo que tiene Sevilla, pero el solo hecho de escuchar el nombre ya me evoca un lugar mágico. Claramente, fue esa la sensación que tuve al llegar a ese lugar en julio de 2010, luego de un viaje de casi 6 horas en Renfe, disfrutando de la diversidad de paisajes de aquellas, ahora, lejanas tierras españolas que me acogieron por casi 6 meses. Y es que el legado cultural-histórico de aquella urbe me rememora a la de algunos poetas, que si bien no me he dedicado a leer en profundidad, me hicieron percibir el aroma a versos en las paredes de aquellos edificios antiguos donde sé que se guardaban muchas historias de las cuales no logré enterarme. Pero un viaje, por más que intentemos, nunca puede ser completo y siempre queda el bichito de querer volver, de querer descubrir algo más, de poder tomar una foto desde otra perspectiva de aquel mural, de captar la sonrisa de la gente local.

Y Sevilla es el origen de cuentos, de canciones, de poemas, de obras diversas. De novelas de ficción, quizás, o de más de alguna divagación y viaje interdimensional. ¿Cuántas almas habrán coincidido cerca de la Catedral, esperando el tranvía que lentamente se acercaba por los rieles dispuestos sobre el pavimento? O las sonrisas que se reencuentran en la Estación Santa Justa, donde los trenes comienzan o terminan un viaje. Como antítesis a la situación de este preciso momento en que la lluvia cae sobre los tejados y se constituye en el anuncio más certero del frío que vendrá después (-2º C para Quilpué/Villa Alemana anunciados para el día viernes), recuerdo aquella vez en que caminaba bajo los 43º C, en busca de algo helado para poder sobrevivir. Y claro, me convertí en uno de los pocos turistas ociosos que se toma una foto, sonriendo, con un letrero que anuncia los 40º C, en circunstancias que muchos estarían muriendo.

Fue solo una noche, pero quiero volver en busca de nuevas aventuras, de más historias. Se lo dejo a la vida.


Fotografía: Sevilla, Andalucía, España. Julio de 2010.

lunes, 20 de agosto de 2012

Fue inevitable

Fue inevitable encontrarme frente a frente, mientras recorríamos la ciudad centímetro a centímetro, con ese ojo psicópata propio de quienes poseen el don de ver más allá de lo que simplemente se presenta. El ojo engaña, el olfato es ciego, el sabor es sordo, el oído no tiene tacto. Las hojas comenzaban a caer desde los árboles, por allí en la Avenida Gran Bretaña donde la gran curva me hacía perder la mirada en el mar azul, en las naves "al salir y al entrar", en el cargamento que escondía tantos secretos desde el origen hasta su meta. El Pacífico era cruzar el universo y pocos los afortunados de poder contarlo. 

Como aquella vez en que me dormí sobre la cubierta del barco, observando la espuma que quedaba debajo de los motores al chocar con las olas que nos atacaban. Como cuando abrí los ojos y me encontré con el cielo más puro, limpio y estrellado que hubiese visto en mi vida, cuando conté más de 15 estrellas fugaces en menos de 5 horas. Como aquella vez en que me descubrí sonriendo debajo de aquel enorme árbol de gruesas raíces que destruían el cemento, en aquel mirador. Fue inevitable el recuerdo de estar, frente a frente, mirando la ciudad una vez más.

Fotografía: Valparaíso desde el Cerro Playa Ancha.

domingo, 19 de agosto de 2012

Luces de la primavera

En el silencio de una tarde cubierta por la oscuridad invernal, las luces de la primavera se dejaron sentir en aquella brisa fresca y libre con que septiembre saluda al año en el cual se sitúa. Y en el aire vuelan las historias que luego quedarán colgadas de algún cable del tendido eléctrico que baila con la fuerza de la lluvia o se estremece con la violencia de algún sismo, de esos que la historia ya le ha regalado varios a la ciudad Puerto. Allí, desde las alturas, donde las historias hablan de viajes y el universo entero conspira en favor de que el cuerpo haga un viaje físico y mental. Allí, donde la naturaleza hace que las raíces profundicen en los secretos de los cerros, bajo tierra, bajo el cemento, bajo el mar que se esconde debajo de la tierra; allí donde las luces de la ciudad iluminan un cielo que nunca duerme.

Fotografía: Paseo Yugoslavo, Cerro Alegre, Valparaíso.

sábado, 18 de agosto de 2012

Chilenismos en imágenes

Cuenta la leyenda que en Chile se utiliza la expresión "darse vuelta el paraguas" cuando alguien es homosexual. Es así como surge una serie de bromas respecto a las personas que caminan bajo la lluvia y, de repente, les pilla una ráfaga de viento que produce un episodio como este. Nadie sabe qué es lo que sucede... y tampoco sabemos si, en el caso del dueño de este paraguas, la historia era cierta. 

Foto antigua, pero que recordé debido a estos últimos días lluviosos.

 Fotografía: Avenida Brasil, frente a Casa Central PUCV, Valparaíso.

viernes, 17 de agosto de 2012

Orden y estructura

Dualidades de la vida cotidiana, que a veces se transforman en 'trilogías' o demases. Múltiplos de mil, multiplicidades que no acaban. Y es que es extraño que hayan pasado ya dos semanas desde que comienza mi inclusión al sistema laboral educativo bajo el carácter de "profesor", aunque sin el dichoso certificado que aún no sale producto de nuestra querido 'burrocracia' que hace que todo se demore indefinidamente, aletargando todo y quitándonos la posibilidad de recibir el dinero que corresponde. Mierda. Pero aunque todo parezca estar a la mierda, creo que no ha sido tan de mierda como pude haber pensado, aunque en varios momentos tuve los deseos constantes de tomar el libro de clases y arrojarlo sobre las cabezas de mis expectadores. Quizás hubiese sido un acto bastante vanguardista y postmoderno, pero mejor no intentar. 

Y claro, soy "profe" y todavía me cuesta asumir ese nuevo rol. Me cuesta entender que lo que los alumnos odian es al personaje que hace clase, que debe retarlo y decirle que se siente bien, que ponga atención. Pero los estudiantes no tienen ningún problema personal con uno, puesto que te saludan al salir del colegio y, al parecer, lo hacen con bastante sinceridad. Quiero creer que estoy jugando a ser profesor -como el típico juego de infancia que algunos adoraban y que a mí nunca se me pasó por la cabeza jugar- y soy uno más de los competidores: no se sabe quién gana, aunque esperemos que sean ambas partes, porque "lo importante es participar". Hasta hace poco, me estresaba bastante por el hecho de que no me tomaran atención, pero al fin de cuentas, el que quiere aprender va a escuchar la clase y el que no, tendrá los resultados nefastos que solito se buscó. Es lamentable que sean ellos mismos los que no sean capaces de ver la oportunidad que tienen en la educación, pero ya no hay mucho que hacer al respecto. No quiero convertirme en el enemigo, sino, en quién debe cumplir con su rol y, si resulta, convertirse en amigo, pero esa no es la prioridad. 

Una semana en un colegio que no se caracteriza por tener buen rendimiento ni disposición de los alumnos, pero que, en general, es bastante relajado. Una hora de viaje diario de ida y otra hora de vuelta en una micro que se da vuelta hasta en círculos y avanza a la espectacular velocidad de 5 km por hora, al grado de querer golpear al chofer. Al fin de cuentas, me sirve para dormir. Estoy iniciando el que será mi primer trabajo de profesor y estoy ansioso de ver cómo resulta. Si en un principio estuve desordenado por no saber la planificación, ahora ya soy feliz al ver que las tengo en mis manos y puedo trazar el camino que queda hasta fin de año. Termino la semana satisfecho y no tan agotado como pensé: bendito festivo. Ahora, veremos qué dice la semana siguiente.

jueves, 16 de agosto de 2012

Un viaje nocturno cruzando el desierto

Un viaje nocturno cruzando el desierto
y las gotas de agua congeladas en el cielo,
allá vienen las luces desde lejos,
allá la civilización se confunde con el silencio
cuando todo desaparece, nos miramos en el espejo
y las sombras del tiempo son el único reflejo
que este mundo nos va dejando perplejos.

Paralelos, en silencio,
las estrellas dibujando las historias que no vemos
y las nubes que se agolpan en el cerro
cuando la lluvia caerá, como un trueno,
(a lo lejos se oye el trueno, 
tiembla, tiembla, el sereno)
como un trueno, como el viento,
como las gotas que se escarchan en el cemento,
como las pisadas descalzas de aquel forastero,
como el mendigo perdido,
como el viajero,
como un canto que se escape desde el tintero.

Y las luces cruzan el universo
pintando de astros, de lunas y de mañanas;
ya se va la noche, la madrugada pinta el alba
y los colores desde las alturas redescubren un mundo paralelo. 
Somos el mundo y el silencio,
somos las almas que han dormido en el desierto
y han sentido el frío que quiebra la tierra,
que han sentido el calor que nos quema el cuerpo.
Somos el reflejo del agua que se evapora de día
y de la sangre que se congela por las noches,
venas ardientes de la tierra:
semillas arrojadas que ya pronto germinarán.

Y se acaba, 
ya llega el día.
Caldera ya se une con el mar.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Flores de loto

Y todo ocurre cuando, de pronto, nos damos cuenta que el mundo ha vuelto a girar, que los polos han cambiado su posición y que el movimiento es cada vez más fuerte: las nubes vuelan, el cielo se transforma en una nebulosa de colores diversos a través de los cuales los cuerpos etéreos viajan por el tiempo, cambian de planos y dimensiones, cambian las palabras y los segundos se aceleran para ralentizarse de pronto. Nos detenemos en medio del silencio a observarnos a los ojos y sonreír bajo la luz de la luna que ilumina a la gente que duerme, mientras seguimos abrazados sonriendo, recorriendo las historias de nuestros ojos que se descubren una y otra vez cuando se vuelven a encontrar luego de un beso, luego de una caricia, luego de un momento en que las manos se han entrelazado.

Flores de loto caen desde el cielo y las contamos una a una, formando galaxias, formando canciones. El ruido del tren se escucha a lo lejos y la clariaudiencia se confunde con la clarividencia, clarirespiración, claritacto, clarisabor, claricaricias, clarimiradas, claripulsaciones, claripalabras. La ciudad cambia de color, vuelve a renacer en nuestras miradas que sonríen abrazadas una contra la otra.


lunes, 13 de agosto de 2012

Hacia el centro de la tierra.

Abro los ojos en medio de la nada y el cielo tan celeste se enrojece de cometas voladores que descubren las nubes escondidas bajo el horizonte, ese horizonte vertical que tiembla y se mueve en direcciones diversas, que se mueve de un lado para otro cuando las cumbres más altas vuelven a crecer. Cierro los ojos. El silencio del color verde y de las raíces café oscuro se entremezclan con la tierra que se hunde, que difunde el ruido, que convierte en vibración el silencio, la oscuridad, la penumbre, la confusión.

Viajo por las noches hacia el silencio del centro de la tierra en busca de los manantiales secretos que se esconden, que no fluyen, que guardan su tesoro. Viajo por las noches hacia el Hades caluroso que extiende las tardes estivales, que configura una nueva creación. Cada noche es un viaje, cada sueño un nuevo mundo y las palabras un transporte, un vehículo de ilusión. Quiero soñar, volar, ver el futuro.Quiero dejarme llevar y sentir el pasto verde al crecer bajo mis pies, quiero sentir mi piel libre cuando el viento la roce, quiero sumergirme en el mar y desaparecer por un segundo... para volver a reencontrarme con el mundo, con el sol, con el frío, con la lluvia...

Fotografía: Mi habitación.

La búsqueda del arte

Quiero hacer arte. Quiero ser expresión de sentimientos positivos, de energía, de esperanza, de vida. Quiero encontrar el arte en esto, pero todavía no lo encuentro. ¿Dónde está? ¿En la mirada perdida de alguien que te sigue con cara de sueño, con cara de que solo quiere huir? ¿Acaso en mi propia mirada que intenta sonreír cuando se siente fatal al ver que la situación comunicativa no llega a su destinatario? ¿Quién es el destinatario? El arte debe estar en algún lugar y, al menos por ahora, debo encontrarlo. La búsqueda es difícil, ¿tendrá buen final?

domingo, 12 de agosto de 2012

Santiago a las 7 p.m.

El mar se acelera a la velocidad de un huracán y los gritos de los navíos que naufragan acaban convirtiéndose en el indicio de una tormenta que está próxima a comenzar. Todo se convierte en un revoltijo de naves que vuelan por los aires y de peces que luchan por identificarse dentro del cardúmen que yace inserto dentro de la red que los mueve por inercia con dirección al vacío. Las torres de alzan hacia el cielo con las luces que proyectan su majestuosidad vertical y horizontal, de norte a sur y de este a oeste: de mar a cordillera en el caos sonoro. Y la urbe crece; las historias, también. Donde las luces se acaban ya comienza un nuevo mundo que se mezcla, que se confuden, como los rostros de las personas que a las 7 p.m. caminan agotadas luego de una semana de trabajo con la intención de escapar hacia algún lugar. 

El mar de gente camina de oriente a poniente, luchando por llegar primero. Al final, la noche es una distorsión total.

sábado, 11 de agosto de 2012

Oye, vaquita loca...

Come pastito, come alfalfa. No comas más chuchoca.

Fotografía: Calle Dinamarca, Cerro Panteón, Valparaíso.

viernes, 10 de agosto de 2012

El viaje que siempre busco

Cuando tengo miedo, cuando estoy feliz, cuando busco un poco de amor: ahí está Valparaíso con las luces que decoran los cerros infinitos de locuras, infinitos de sueños y de noches invernales que lo cubren de ese nebuloso misterio que se transforma en humedad que llueve sobre las baldosas de la ciudad que mira al mar. Mi ciudad natal y la cuna que me refugia, el regreso cariñoso hacia la madre y la sensación de ternura infantil al recordar las tardes soleadas del verano en que jugaba entre los cerros a imitar la melodía del camión del gas o el sonido de los trolleys al circular por la ciudad. Porque el puerto es un recuerdo eterno, es una marca que se lleva.

Porque el puerto es el mar que se mueve hacia todos lados, como mis pensamientos: es ese viaje que siempre busco y al cual siempre regreso.

Fotografía: Paseo Wheelwright, Valparaíso.

jueves, 9 de agosto de 2012

Cosas pedagógicas.

Si ayer fue un tema de mi disposición, el día de hoy fue a la inversa. Si ayer pensaba que todo estaba funcionado mal, que yo estaba en el lugar equivocado y que lo único que anhelaba era salir corriendo, ese pensamiento creció el día de hoy. Y es inevitable confudirse al pensar que existe la probabilidad de entrar a trabajar de manera estable, puesto que es lo que estudié (no sé en qué estaba pensando cuándo lo elegí, definitivamente, no pensé en que eso había que ejercerlo) y es momento de empezar a producir, puesto que también hay que pagarlo en algún momento. La sensación de que elegiste mal vuelve a pasearse ante tu mirada cuando observas que la gente no tiene interés en lo que les enseñas y te dan unas ganas enormes de arrojarlos por la ventana uno a uno. Solo exageraciones: a la gente se le olvida que uno es persona y que merece respeto.

Dentro de las cosas negativas de la profesión docente (aspectos que me he encargado de detectar constantemente durante este semana) es la escacez de tiempo para eso que se llama "vida personal, esparcimiento y ocio" y una remuneración que da risa. Peor aún es escuchar los cálculos de los propios colegas que se ríen de la situación, mientras las "inteligencias superiores" de nuestras autoridades se cuestionan: ¿por qué la educación no tiene los resultados que queremos? (inclinando la cabeza al estilo "¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?"). No sé, podrían partir por mejorar las condiciones laborales para hacer más grato -y motivador- tener que hacer callar 50 veces a una misma persona y tener que soportar preguntas estúpidas tales como:

Pregunta:  "¿tengo que escribir eso?"
Respuesta mental:  no, es solo un adorno para que la pizarra se vea más bonita... ¡imbécil!

Pregunta: "¿eso también es parte de la clase?" 
Respuesta mental: No, es que no tengo nada más que hacer que inventar cosas de la nada... ¡escribe, mierda!

Pregunta: "¿Cuándo vuelve nuestra profesora?"
Respuesta que añorarías dar: Por mí, que volviera ahora mismo porque no entiendo cómo hace para soportar tanta estupidez junta.

Pregunta: "¿Qué vamos a hacer hoy?"
Respuesta que añorarías dar: Lanzar alumnos por la ventana.

Comentario: "Pucha, que es pesado, profe"
Respuesta: ¿Y acaso tú crees que uno no se aburre de hacerlos callar? ¿Acaso no te autoevalúas para ver que eres tú mucho más pesado?

Y un largo etcétera.

Y al final, la pedagogía se transforma en un calvario deprimente, que fomenta la obsesividad y la locura patológica, demencia adulto-joven, depresión permanente y autoestima por el suelo. Desgraciadamente, así lo veo el día de hoy. ¿Podré cambiar mi pensamiento en algún momento? Eso espero.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Creer

Al salir del colegio, me di cuenta que los tiempos han cambiado radicalmente desde hace 10 años hasta ahora: antes odiaba el sistema educativo por considerarlo falso y sin motivo, mientras ahora salgo odiando el sistema mismo por el hecho de que el valor propio del docente está demasiado disminuido. Antes salía de alumno y ahora de profe, aunque me cuesta mucho creer que el rol ha cambiado y que, en cierta medida, se supone que ahora uno debe ser el que tiene la autoridad. Claramente, todos volvemos a caer en el típico "todo tiempo pasado fue mejor" y que "yo no era así" y todos esos etcéteras en que se nos olvida que alguna pasamos por las salas de clases y queríamos renegar contra todo: al parecer, es parte del proceso de crecimiento y, en gran medida, parece ser 'sano'. 

Me dolía la cabeza luego de una jornada completa de clases diversas en que aprendí a que la simpatía no es el método más efectivo en la mayoría de los casos. Y, si bien, el lugar me parece lo suficientemente grato como para permanecer durante algún tiempo, el miedo a la valoración es inevitable: ¿realmente estoy siendo remunerado en consecuencia con todo mi trabajo? Viene a mi cabeza los momentos en que me quedo hasta tarde elaborando material que debo imprimir yo mismo y que luego anhelo que pueda ser valorado por los alumnos. A veces los subestimo, es cierto, pero muchas veces me doy cuenta de que no es el camino que pretendo seguir por el resto de mi vida, pues me resultaría bastante frustrante. Y es que el hecho de educar a gente en crecimiento es una tarea difícil y valiosa, pero muy poco valorada: creo que es ese el punto que me desmotiva. 

Caminando rumbo a casa me daba cuenta que es este el sistema en el cual elegí desarrollarme y a veces dudo de que haya sido la decisión correcta. Me aburre tener que reclamar siempre, sabiendo que la respuesta es la misma: "fue tu elección". Y es que claro, a los 17 años uno no sabe nada del mundo y cree tantas cosas que la vida misma se encarga de cambiar. Pero creo que todavía puedo soñar porque, al final, que los alumnos te saluden de manera cordial y hasta se acuerden de ti es algo que también tiene su valor. Que alguien se acerque a decirte que le gusta la forma cómo haces la clase es algo que te levanta el ánimo de manera considerable, sobre todo cuando ya has bebido varios litros de agua para mantener el tono de la voz a un nivel funcional: olvídate del canto de coro o los karaokes 'afinados'. 

La vida no siempre entrega las cosas de manera fácil y, para llegar lejos, siempre hay que dar un primer paso. Para llegar a la montaña primero hay que bordear el pie del cerro y luego ascender: a veces es rápido, a veces cuesta, pero la meta siempre es grandiosa. Ahora solo queda confiar en que la meta espera paciente y que es completamente posible. Quiero creer que esto es solo pasajero. Quiero creer en mis sueños, otra vez.

lunes, 6 de agosto de 2012

New chances

Sometimes I shout as as stronger that I can break the glass
and you'll look at me scared, you'll like to escape.
Sometimes I feel surprised about the things I get
and the life goes by so faster that I can't realise of,
when the dreams are coming one by one
and the same places are calling me again:
new chances to see the world,
new chances to do it well,
new chances to get further.

And I'm back to the game
when I said I didn't want,
I'm back to do what I'm scared of,
but I'm sure that everything will look better:
no sacrifice, no victory.

Cause I can scream so strong,
cause I can create new worlds,
cause I can make the world change with a word,
cause I can do anything I want,
and here I go again. 

The world's getting better,
the future is smiling to us. 

domingo, 5 de agosto de 2012

Duerme


El celular dormía en el suelo: estaba roto, ya no funcionaba y nadie querría un objeto tecnológico que no prestase utilidad alguna. La arena húmeda lo cubría de vez en cuando, si el viento se apiadaba de sus circuitos y lo quería ocultar de los buitres que, en todo caso, no elegirían ese tipo de menú. Las nubes que pasaban por el cielo cubrían de sombra su lecho para luego volver a regalarle un breve has de luz, cada 5 o 6 minutos que en realidad parecían segundos. Probablemente, se había perdido todo rastro de orden y el dios Cronos dormiría oculto en alguno de los huesos enterrados a miles de kilómetros de profundidad, casi consumidos por el magma que en cualquier momento lo regresaría a la superficie. ¿Para qué preocuparse del tiempo si era mejor vivir en una era de natural silencio? Y allí, permanecía el aparato sobre la tierra, dormido, quizás para siempre, a la espera de que la muerte se apiadara de su inercia.
Había unas huellas que tampoco podían pasar desapercibidas: el sol en el cielo –que aparecía cuando menos se lo esperaba- daba su iluminación a las pisadas de un ser extraño que se negaba a ser olvidado por su tierra y prefería dejar un poco de sus pies como vestigio de su presencia. Caminaba y caminaba sin saber hasta dónde llegaría su existencia. Caminaba y caminaba sin un rumbo fijo. Con la mirada siempre fija en el suelo, para asegurarse de que su piel no estuviera lo suficientemente gastada como para no calcar su vida en el suelo. Respiraba tranquilo… y a veces agitado. Sus pies continuaban el camino y sus huellas ya retrocedían unos cuantos kilómetros a sus espaldas: ¿dónde llegarían sus huellas caminando a la inversa de su mirada? El sol nuevamente desaparecía tras las nubes blancas de algodón que no parecían ninguna amenaza: probablemente sería una tormenta o probablemente, no. Ya no sabía de dónde venía ni dónde acaso acabaría ese viaje tan secreto. Caminaba y caminaba, probablemente hacia su destino: y eran esas tantas incertidumbres –no saber realmente si era o si no lo sería jamás –el motivo de su propio aburrimiento. De todos modos, cualquier persona se agotaría de saber sólo de probabilidades que en cualquier momento podrían ver temblar su perfección como el Hal-9000[1] y entonces perderse en su cosmos. Camina, caminante, camina para que sepas cuál es tu destino, para que sepas dónde vas a llegar: para que sepamos eso que sólo tú sabes… y nadie más.
El mar a lo lejos y las gaviotas que cantan mientras vuelan por los cielos. Los cantos de las sirenas que parecían hacer burbujas que se alzaban con el sereno de las olas. Las olas que revientan: algunas con brutalidad y otras con suaves caídas. Una sirena. Un tesoro escondido que un navegante perdió cuando escapaba del mundo para vivir preso de su propia avaricia: un tesoro que buscas y buscas sumergiéndote en las aguas una y otra vez sin ningún resultado, porque aún no eres lo suficientemente avaro como para vivir preso de tu riqueza. Tu espalda, caminante, tu espalda húmeda y roja por el sol que has recibido durante tu búsqueda. La música que escuchas, los recuerdos de la ciudad en la cual naciste y abandonaste sin saber por qué, tu vida en pequeños fragmentos tirados sobre la arena que tu dedo dibuja con desorientación, tus manos aún firmes y jóvenes que pueden hacer tantas cosas y tu propio temor se los impide, la música que se oye en el aire y no sabes de dónde; el sonido de un piano que buscas con la mirada; tu mirada que puede ver todo, pero que nadie más puede encontrar. Si, tu mirada que ve el horizonte, la mirada en la cual nos hemos sumergido para poder ver lo que tú ves, para saber si acaso podríamos hacer algo para acudir en tu ayuda. Tus pies descalzos y heridos, la planta de tus pies en la cual se pega la arena, tus huellas que se han quedado la arena mientras las olas van y vienen. ¿Estás solo en este mundo, caminante? ¿Sabes cuál es el destino de tu soledad? ¿De tu existencia, de tu vida, de tu muerte, de tu sí y de tu no? ¿Estás solo, caminante, en este mundo tan extraño en el que sólo tus pies descalzos pueden dejar una huella de tu existencia? Tampoco sabes si es que puedes llamarlo existencia; tal vez, inercia.
Tus huellas ya son muchas: se acumulan por montones y siempre van quedando de par en par.  No sabes cuál es el origen y tampoco sabes cuál será el final, ¿para qué saberlo antes de tiempo si es mejor verlo por tus propios ojos? Nadie más va a decírtelo: sólo tú. Sólo tus puños, sólo tus manos, sólo tus pies que han caminado para llegar hasta donde estás. El viento golpea los árboles que cantan un himno de la naturaleza que antes te negabas a escuchar y que ahora comienzan a disfrutar: ¿sientes la dulzura de tus palabras que lentamente te someten en su ritmo que no sabes de dónde habías escuchado? Parpadeos. Parpadeos intercalados por el sonido de tu propia respiración que de pronto se acelera y luego se tranquiliza como el lago, como esa foto del lago tranquilo que un día se te quedó en la mente y luego no pudiste volver a borrar. Tu respiración y el ruido del latido de tu corazón. ¿En qué estás pensando? ¿Qué es lo que estás sintiendo? ¿En quién estás pensando? Tal vez quieras volver a sumergirte en el mar para ahogar tus propios temores y te daría lo mismo si hubiese sol o si estuviese nublado y tiritaras con el sólo hecho de sumergir tus ya cansadas pisadas en el mar. Sí, es lo que quieres: allá en el horizonte te saludan de bienvenida y te invitan a dar un paseo. ¿No oyes como gritan tu nombre? Respira y parpadea: oirás todo lo que no has querido oír. Sigue caminando por la playa, pues pronto encontrarás cuál será tu próxima salida.
Tus huellas y tus pisadas descalzas, la pulsera de tu muñeca que tanto tiempo te tomó escoger, tu cadena que nunca abandonas, tus ojos perdidos en el horizonte que miran fijo, sin ningún tipo de interrupciones. Camina y camina, caminante, pues tu espalda caerá dormida y en cualquier momento se encargará la arena de cubrirte como a la tecnología, como a la ciencia, como a la vida misma. El agua te cubre los talones: te ves angustiado, mi buen amigo. Buscas el horizonte, buscas el tesoro perdido, buscas tu existencia, te buscas a ti mismo sumergido en ese océano de incertidumbres.
Ahora duerme, caminante, duerme tranquilo porque al menos lo intentaste. Duerme y sueña, duerme tranquilo. Duerme boca abajo y con la espalda cansada hacia arriba, duermen tus pies con la planta que aún sigue con vida. Deja que el mar te sumerja: no estás muerto, duerme y sonríe.


[1] Nombre del computador que controla la nave que tiene como misión llegar a Júpiter, en la película de ciencia ficción “2001: Space Odyssey”, de 1968, dirigida por Stanley Kubrick.

sábado, 4 de agosto de 2012

Puertas dimensionales

Valparaíso es la puerta de entrada a muchos lugares mágicos y, también, el acceso a nuevas dimensiones.


Fotografía: Calle Dinamarca, Cerro Panteón, Valparaíso.

viernes, 3 de agosto de 2012

Lluvia

Me gusta ver cómo llueve y escuchar el sonido de las gotas cuando golpean el techo y, a ciencia cierta, me produce una extraña sensación de temor-agrado cuando parecer ser un mar el que está golpeando los tejados. No sé, ver el río que se forma en la calle y desciende me hace recordar que, en algún momento, la ciudad era parte del ecosistema de la naturaleza silvestre que ahora se convierte en una estructura de cemento procesado. Si bien Quilpué se convierte en un intento mal llevado a cabo de Venecia, el hecho de que las micros naveguen por aquel riachuelo torrentoso me parece interesante y hasta pintoresco, aunque no falta el desubicado que cruza a toda velocidad para levantar una gran ola. Y agosto se convierte en un mes oscuro de transición hacia el horario de verano adelantado que nos regala más horas de luz que antes, que nos hace disfrutar el día y sentir que el año se hace más corto, que el verano se acerca y con ello la renovación del mundo. 


jueves, 2 de agosto de 2012

Sleeping drugs

Make my mind explode
when the world outside it's making me confuse.
Too many thinks to think about,
too many dreams I wish them to come true,
too many thoughts that are killing me inside
and my mind just needs some place to think.
I want  to take a breath,
I want to take a risk
and I'm afraid about the chances I get,
are they what I really want?

Just need to take my time,
to dance, to write, to think,
to cry, to scream, to shout,
to sing, to do anything I want or don't.

So forget about the reality,
forget about the pain in your thoughts.

Sleeping drugs are making me fly,
relaxing all the muscles in trouble,
taking my eyes into a beautiful landscape.
Sleeping drugs to see a different way,
where confusion is the law
and the signs are a different key.
Sleeping drugs to escape,
to dream.

Sleepings drugs are making me fall asleep to a brand new day,
the dreams are just beginning. 

miércoles, 1 de agosto de 2012

Sentido

¿Habrá sido una errónea combinación musical? ¿Habrá sido que no encontré las palabras precisas para establecer un sintagma coherente y cohesionado? No lo sé. Solo sé que pasó una hora y se llenó una página, quizás dos, pero el aire quedó vertido en garabatos coherentes, pero sin sentido. Supe que todo iba hacia ninguna parte y entonces, deserté. Cuatro meses de abandono a mis cuadernos es algo que puede tener este tipo de consecuencias y es obvio que es una parte del proceso, la menos grata, pero parte al fin y al cabo. Pero las cartas hablan de libertad, de sentirla, de respirarla... de poder pensar en libertad. Y fui libre de decidir que eso no era lo que quería, que pronto vendrá algo mejor, nuevas palabras e inspiración. Nuevas oportunidades.

Hoy rechacé un cuento y una oferta laboral, pero sigo confiando en que el momento llegará. El alma será capaz de desplegar todos sus poderes. El camino será iluminado y todo adquirirá sentido.

Agosto

Se despiertan las miradas tras un atardecer de colores y un mar que avanza suavemente sobre la arena tibia, quizas mediterránea o pacífica, qué se yo. Las miradas conectadas rumbo a las nubes que sobrevuelan nuestros sueños confundidos entre energía, locura, delirio, pasión, ganas de volar y de correr tan rápido como sea posible para poder recorrer el mundo en un segundo... y poder volver una y otra vez. Las sombras que bailan sobre los árboles saltan a la tierra, iniciando un espectáculo de luces y de fuego: la música del delirio ya nos habla de procesos, de cambios, de renovaciones, de nueva energía. Las luces y la música nos hablan de viajes, de manos entrelazadas y de abrazos tan fuertes que, una vez dados, ya son inquebrantables. 

Los vientos de agosto y sus madrugadas nostálgica tiñen de colores los amaneceres de los valles olvidados por el mar.

Fotografía: Invierno en Limache, agosto 2011.