viernes, 26 de marzo de 2010

Ensoñaciones

Fue en el momento en que la realidad se presentó ante su mirada con un atisbo de surrealismo, con un destello de luminosidad incolora que no reflejaba su silencio interior. Llevaba varias horas de caminata y el cansancio de sus ojos se hacía evidente, el cansancio de sus manos ya no daba respiros y el cansancio de su cuerpo estaba a punto de recostarse sobre la banca más cercana. Pero había querido tanto llegar a ese lugar, pues sabía que era el momento en que todo tenía que suceder: no podía escaparse de aquella oportunidad.

El Ascensor Reina Victoria estaba cerrada por reparaciones y debió ocupar la enorme e infinita escalera que se esconde a uno de sus lados. El camino era una ensoñación; poetas, borrachos, gente normal, gente ensoñada, jovenes que calculaban el valor de las estrellas, jóvenes escribiendo algún sueño en la palma de la mano. Todo parecía ser parte de un cuadro extraño, pero bello. Una imagen oculta tras los cerros, pero más viva que cualquier ser viviente. Era el atardecer y el cielo estaba nublado, pero pronto despejaría. Entonces se recostó sobre el cemento para sentir el viento pasar, el ruido de la ciudad que se niega a descansar, aún un sábado por la tarde. Cerró los ojos y quiso ser invisible: la gente lo pisaba al pasar, algunos se tropezaban, pero nadie se daba cuenta de que ahí estaba.

"¿Acaso ya soy un fantasma?" pensó. Y sus pies avanzaban por los escalones: seguramente, ya estaría volando.

miércoles, 24 de marzo de 2010

El silencio, una extraña silueta, mi sombra y yo

Cuando abrí los ojos, de repente, todo estaba ya en silencio. El apagón había sido general y solo algunos faroles permanecían encendidos; lo más común, era ver gente caminar con enormes antorchas que iluminaban los destellos del camino. Mi cuerpo estaba mojado: no sé cuánto tiempo había estado tirado sobre ese charco de agua y de mugre. Sentí una enorme explosión que me hizo ponerme de pie de golpe, casi sin pensarlo: entre las grietas, vi esa silueta deforme y luminosa. La gente se echó a correr en la oscuridad. Aquella figura monstruosa se acercaba caminando hacia mí, pude sentir sus pisadas de fuego que dejaban huellas sobre el destruido pavimento.

Volvió la luz a la ciudad y me encontré solo en medio de un estrecho callejón. Estábamos frente a frente; el silencio, una extraña silueta, mi sombra y yo.

sábado, 20 de marzo de 2010

La nueva ciudad

Y era una danza silenciosa, de movimientos extraños donde las estructuras más sólidas parecían ceder ante una fuerza misteriosa. Nadie me creía nada de lo que yo decía: seguramente era mi aspecto tan endeble y enfermizo el que les causaba tanto temor, que los hacía huir de mí cual si fuese un caminante que anunciase la llegada de la muerte. Aún me cuesta hacerles entender que mis pisadas descalzas sobre la nieve no son el anuncio de la muerte, mi mirada ojerosa y cansada no es mal presagio. Me cuesta decirles que no soy una imagen sombría como ellos esperan. La nieve caía casi sin fin, casi sin inicio, sigilosamente en una eternidad incontable. Los relojes estaban congelados bajo la lluvia de los días anteriores; en las aceras, había gente desnuda que se congelaba de a poco mientras la nieve emblanquecía su figura, convirtiéndolas en un muñeco de hielo. Más de algún oportunista se acercó y los levantó con cuidado para llevárselos a un lugar cálido, para presentarlos en su museo de hielo... no saben que será ese mismo lugar cálido el que se transforme en el más frío lugar que la tierra haya visto.

Yo les dije lo que pude, pero no me escucharon. Seguramente era mi acento diferente al hablar ese idioma extraño: no, no puedo pronunciarlo de la misma forma, no, no puedo siquiera entender lo que me dicen. Fue entonces cuando los edificios comenzaron a hundirse, de manera lenta, pero ante la mirada ingenua de todos los que creían que sólo sería unos centímetros. Vi cómo la gente desaparecía a varios metros de profundidad; todos reían, estaban enfiestados. Y de pronto, la nueva ciudad aparecía con su resplandor de ensueño. Fue entonces cuando comencé a dormirme; estaba exhausto. Y era lo que ellos habían estado esperando: mi debilidad.

Cuando abrí los ojos, ya estaba encerrado en el silencio, en el olvido, con un frío cual si estuviese en el interior de un frigorífico a -20º. Mi cuerpo frío estaba iluminado por focos que parecían quemarme la piel: no podía ver nada. Sólo sentí cuando me ajustaban las cadenas en los tobillos, directo al hueso, con la sangre que caía al suelo.

lunes, 15 de marzo de 2010

Londres, un sueño de toda la vida


Todo comenzó el día domingo a las 20.45 de la noche, cuando estoy en el terminal de autobuses de Albacete, esperando el bus a Madrid, que ya llega con retraso. Cuando son casi las 9 de la noche, aparece el bus y entonces me relajo porque ya voy a llegar a tiempo; claro, aún no me podía creer la locura dentro de la cual me estaba embarcando y creo que fue lo mejor no creermela hasta vivirla. Llegué a Madrid a eso de las 00.00 hrs, directo a la estación del metro. Luego de sus combinaciones, llego al Aeropuerto de Madrid-Barajas: es la 1.30 y mi vuelo sale a las 6.30, por lo que el boarding comenzará como a las 5 y algo. La espera se me hizo agradable, puesto que pude llamar gratis a familiares y amigos. Cuando son las 4 de la mañana veo que abren el mostrador de Ryanair, por lo cual me acerco para verificar mi pasaje y cuando está todo correcto, camino hacia el paso de seguridad para que me revisen: todo ok. Busco el gate y espero hasta que puedo al fin embarcar. Son casi las 6 de la mañana y en Madrid hace frío. Rugen los motores y comienza el ascenso... las montañas nevadas me sorprenden: es que estoy acostumbrado a que la nieve cae en el sur y no en el norte, pero en el otro lado de la línea del Ecuador las cosas son diferentes.

Dormí lo que no dormí durante la noche y abrí los ojos, aún sin creerlo, cuando sobrevolamos tierra desconocida para mi vista. El sol me pega en la cara cuando comienza el descenso. El aeropuerto de Stansted saluda a las 08.30, hora de Londres. Se me acercan a preguntar por el lugar donde debe llegar Terravision, el bus de acercamiento a la ciudad. Es divertido que te pregunten en inglés y luego te des cuenta de que ambos hablan español: me vine acompañado y conversando con una niña colombiana todo el camino a Londres, no quise pestañear para no perderme un detalle, ella ya me lo decía, 'el tiempo se pasa rápido' y el sueño es lo que menos importa. Cuando comienzo a ver los lugares más pintorescos de la ciudad entro en razón de que comienzo a cumplir uno de los mayores sueños de toda mi vida. Victoria Coach Station nos recibe, para comenzar la aventura, comienzo a hablar en inglés. Conseguí un mapa y luego de preguntar a algunas personas, logro llegar al Parlamento y ver el Big Ben, entonces cruzo el río por el Westminster Bridge y llego a mi hostal, luego de caminar algo así como 15 minutos.

Lo que sigue... dormir un rato. A eso de las 4 me despierto y voy por comida. Pago y no tengo idea del sistema monetario, pero veo que el cambio está bien; uno acaba acostumbrándose en poco tiempo. Lo que sigue es caminar, tomar fotografías por montones y sonreír. Aún recuerdo el momento en que, luego de caminar sin rumbo fijo por mucho rato, me senté en uno de los asientos del Queen's Walk, a orillas del Támesis: observé todo, por unos cuantos minutos, en silencio, con los ojos brillosos y sonriente: ¿cuándo pensé que iba a poder lograr este, uno de mis grandes sueños? Miraba a la gente pasar y me sentí extraño en un mundo nuevo, pero feliz de poder haber traspasado tantas fronteras, de estar miles y miles de kilómetros lejos de casa, de sentir que el tiempo me ha hecho crecer mucho. El frío es lo de menos en estos momentos.

Fueron 3 días grandiosos, donde conocí la ciudad y gente: ¡Chile estaba presente también! Matilde también tomaba el tour por la ciudad de Londres; es divertido encontrarte con compatriotas en un lugar tan lejano, como miles de historias se encuentran sorpresivamente en un punto en común. También conocí a Aldana, una chica de la vecina Argentina; los 3 armamos un pequeño grupo durante 2 días, en que lo pasamos muy bien. Me divertí muchísimo y en ningún momento me sentí solo. Es lo que me hace pensar que cuando uno quiere cumplir sueño -y cuando es el momento de que así sea- la vida misma se encarga de crear las condiciones para que tu sueño sea hermoso. Y lo fue... lo recordé el día en que partía, con nostalgia y queriendo quedarme más tiempo para recorrer las calles de Londres, de capturar historias, de sonreír y recordar que no hay nada que sea imposible.

Eso significó Londres para mí: un sueño, un logro, una frontera que se quiebra, que una distinta forma de capturar el mundo puede ser compatible con la propia y hacerla aún más grandiosa. Un aprendizaje, el fruto de mucho tiempo. El recuerdo eterno de que el sueño de un niño, si es verdadero y persistente, se puede llegar a concretar en el momento preciso, dejándote una emoción indescriptible, en la cual hacen falta miles de idiomas para encontrar la expresión exacta de lo que ello implica.


viernes, 5 de marzo de 2010

Invencible.

Veo nubes y el silencio
entremezclados de momentos, miradas en secreto.
Palabras me llaman desde lejos
y me cuentan de mi mundo perdido,
allá en el otro océano,
allá donde las olas rompen con furia
y donde la tierra habla cada cierto tiempo.
Veo nubes, veo silencio,
veo una lágrima que cae por mi mejilla
cuando recuerdo cada pisada de cada camino por el que he transitado.
Veo tantas cosas que ya no quisiera seguir viendo,
veo mi tierra envuelta en una horrible pesadilla.

Abro los ojos y despierto:
la pesadilla es algo real, algo concreto.
Veo a la gente que se levanta, que sonríe,
veo a la gente esforzada que se esmera,
'de esta vamos a salir nuevamente'.
Veo esperanza, veo un camino de paz,
veo a mi gente de pie, alegre y satisfecha.
Veo que lo malo pasa, que se vienen tiempos mejores.

Veo a mi Chile de pie, renovado, con más fuerza, invencible.