miércoles, 31 de octubre de 2012

The end of october

Dark is fading when the sun's coming out,
the rise of our lives is coming, don't you see?
Summer is calling us, we need to take a bath in the sun,
ray of sun, ray of light,
ray of the night that will find us in a bug huge.

Take a time to see the sky and it's brightness,
take the time to forgive bad words.
Take the time to realise that we're not perfect:
just a human, after all.


martes, 30 de octubre de 2012

Todo es magia

Hace el silencio, hace la canción, hace la música que se transforman de un momento a otro en un gran torbellino, con baile, música y color. Arden las mentes cuando comienzan a pensar y dibujan siluetas inertes de neuronas que ya se agotaron, que se apagaron luego del incendio provocada por su intento de ficción, son inertes, son etéreos, no existen. ¿Qué es lo que existe y qué es lo que no? Cuentan palabras, cuentan segundos para ver que el reloj no avanza y encontrarnos atrapados entre el espacio y el tiempo. No sabemos dónde acaba el viaje ni hacia dónde llegará el barco que se va a la deriva producto del huracán o del terremoto. Todo cambia, todo se mueve, nada vuelve a ser como antes: todo se transforma, nada se pierde. Solo cambia la forma. 

Solo cambian los paisajes y los caminos ocultos, los callejones que se cubren de silencio, que se llenan de historias y de sonrisas de niños que juegan toda la tarde, que le dan el color a la ciudad. Todo es bullicio, todo es ruido, como los cantos de aquellos que celebran una tarde más. Todo es magia frente al mar. 

9

Abro los ojos y los cierro, contando los segundos que pasan en el intervalo. Si retrocedo, pierdo el sentido; si me adelanto, no sé dónde voy. No sé qué es lo que sucede, no sé por qué he empezado a oír voces raras que me cuentan historias que no entiendo. No sé por qué soy yo al que se las cuentan, no sé por qué, en el fondo, las quiero oir. Y las siento en carne viva, las vivo, las disfruto, las entiendo. No sé por qué soy un sonámbulo que camina descalzo por adoquines milenarios que, congelados, harían resbalar a cualquier caminante confundido como yo. Pero todo es diferente, incluso la redacción y las palabras. El mundo gira de una manera diferente cuando la lluvia cae con estrépito en pleno verano e inunda las ilusiones de una fotografía calurosa y perfecta. Y divagamos una y otra vez en un desierto de flores verdes, coloridas, eternas. Divagamos en un mar que está lejos, cuyo brazo fluvial cruzamos corriendo a través de un puente iluminado de fiesta. ¿Dónde estamos? ¿Dónde vamos? ¿Qué es lo que estamos haciendo acá?

Corro otra vez, soy un fantasma, quizás. Corro en medio de miradas que me observan desde aquellos balcones, corro libre mientras otros aún mantienen las cadenas atadas a sus tobillos. ¿Acaso podremos todos volar? ¿Qué es esa luz que se ve del otro lado? ¿Qué son esas voces que provienen a través de la muralla? Veo un paisaje verde y húmedo, cubierto de niebla y de ensueño. ¿Somos acaso un sueño? ¿Somos una nueva creación literaria-lingüística? ¿Somos más que un simple verbo que da movimiento? ¿Somos un verbo de permanencia... o de lo que sea? ¿Somos una estrella fugaz que ilumina el universo a su paso? Somos esa voz suave de una melodía hipnótica que nos insta a escribir más y más historias, que nos llama a correr entre la hierba que nos recibe como niños que redescubren el mundo una vez más. 

Fotografía: Calles de Florencia, Italia.

lunes, 29 de octubre de 2012

Las calles de Valencia

Cuando la noche se hace una con el día y las luces de confunden en la penumbra de un mediterráneo que no alcanzábamos a ver, las calles de Valencia continuaba tan serenas y sombrías como en un principio. Era como si me hubiese despertado de un gran sueño y que la caña de cerveza continuase en mi mano, fría, a la espera de refrescarme del frío ambiental que amenazaba con una nevazón interminable. Pero los adoquines medievales sobre los cuales corrían mis pies no eran más que un camino hacia el laberinto interminable de una historia inentendible: la mía propia. Nada más inexacto y volátil como un pensamiento, nada más increíble como lanzarse a volar cada mañana desde el balcón que daba al terminal de buses que portaba todas esas historias que provenían, probablemente, desde el lejano Madrid.

Y ahí, en medio del silencio y del frío invernal persistente que -según me decían, no era el más terrible-, me encontré con tantas sombras de épocas pasadas. Me encontré con la música, con el canto, con la energía y la juventud de un momento de éxtasis en que las luces de un escenario estuvieron a punto de asfixiarme. Pero lo pasé bien, me entretuve, sentí miedo de perder el bus al no encontrar ningún taxi que volase por la Avenida Menéndez Pidal a eso de la medianoche cuando la humedad parecía escarchar las copas de los árboles. Y no había nieve, yo quería nieve, yo quería nieve que caía un poco más allá del horizonte. Las calles de Valencia eran el laberinto que me conducían al secreto del centro de una historia inconclusa a la cual quise volver. A la cual, aún, quiero volver.

Fotografía: Calles de Valencia (febrero de 2010), Comunitat Valenciana, España.

domingo, 28 de octubre de 2012

Deberes cívicos

Como cada cierto tiempo, suceden esas cosas de estado en que se les ocurre que tenemos que elegir nuevamente a nuestros representantes. Pese a las dudas que esto genere en muchas personas, la decisión es, efectivamente, de las personas que, de una u otra forma, pueden manifestarse a través de la herramienta que significa el voto. Si no le gusta nadie, cree que todos son feos, hediondos, hablan pura mierda y solo se toman fotos con cara de "quiero dinero fácil", entonces vaya y anule: el hecho de que exista una gran cantidad de votos no válidos ya quiere decir algo. En fin. 

Parece que la gente se tomó en serio lo de que la votación sea voluntaria y no había nadie: llegué al local de votación con el temor de que me pillaría una tremenda fila (temor aún mayor, considerando que ya hacía calor a mediodía) y me encuentro con un desierto al estilo western, donde solo faltaba la pelusa rondando en la arena y los vaqueros. Fue el voto más rápido de la vida y me sorprendí de que así fuese, además de que mi votación (secreta, por cierto) se alejaría de lo que alguna vez hubiese pensado. No sé, creo que lo hice en conciencia y que es lo mejor para mi comuna, pero no daré más detalles. Igual lamento la abstención de la gente, porque tienen la opción de manifestarse a través de la urna, sobre todo ahora que es automático. Lo lamentable es que anden reclamando personas que jamás se han dado la lata de ir a manifestarse como corresponde, cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo. Es obvio que todos queremos la mejor para nuestro país, pero para ello también hay que hacer un pequeño esfuerzo de escuchar a los otros y tratar de llegar a un acuerdo: es completamente legítimo que no pensemos lo mismo y que mantengamos una discusión, con argumentos. También es legítimo que, aún así, mantengamos pensamientos distintos, lo que no implica de ninguna forma que caigamos en descalificaciones: esa no es la forma como las naciones avanzan y la historia ya nos lo ha enseñado en varias ocasiones. 

Además de esta reflexión de "conciencia ciudadana", vuelve a mí el famoso deseo electoral de comer grissines después de votar: hasta el momento, solo funcionó en mi primera votación, pero la legislación actual, al parecer, sostiene que casi todo debe estar cerrado y no pude encontrar la panadería que vendía dicho producto. Y la vez anterior también sucedió, por lo que será necesario que, para el próximo año, deba tomar las precauciones pertinentes del caso.

sábado, 27 de octubre de 2012

MERVAL

Once upon a time... quería tomar el metro de regreso a casa y, producto de la lluvia, estaba suspendido. Cueeeec. Un simple recuerdo de esas cosas completamente WTF de nuestro querido MERVAL.

Fotografía: Estación Barón, Valparaíso (12 de junio de 2012)

viernes, 26 de octubre de 2012

Semana semi stand by

Se acabó la semana laboral: suena el timbre de las 12.05 y salgo sonriendo del aula, rumbo a la sala de profesores donde debo permanecer por 10 minutos más para cumplir el horario. Día viernes que comienza a las 05.40 de la mañana cuando el reloj me trae de regreso al mundo real y me cuestiono si es que ha temblado nuevamente durante la madrugada, puesto que los remezones nocturnos ya parecen ser habituales por estos días. Otra vez no le achunto al clima y me pongo una chaqueta delgada, pero el clima húmedo de la gran Villa Alemana hacia el cerro me jugó una mala pasada otra vez. Eran las 07.30 y me bajaba de la micro: una vez más, compruebo que los choferes de la locomoción colectivo son hormonales y viajan a la velocidad que quieren. 

Esta semana me ha servido para reflexionar en torno a muchos aspectos de la vida profesional y que, en definitiva, todo es parte de un aprendizaje. Ser profesor no implica que solo enseñes, sino que también te enseñen y creo que, en gran medida, es lo que estoy intentando dejar que suceda. A veces se cree que eres una máquina que no tiene pensamientos ni emociones, pero claramente los tengo y, por lo tanto, a veces también reacciono. Quizás la reacciones no sean siempre de la mejor forma, pero uno también tiene sus límites y este último tiempo me ha tenido en la línea divisoria. Hay días en que se portan tan mal que no doy más y los odio, pero también sucede que me sorprenden positivamente cuando veo que están trabajando y que algo de esfuerzo están teniendo. Resultó ser que el curso con el que peor me llevaba, ahora ponen atención: todo a raíz de una conversación en que nos dimos el espacio para escucharnos. Así de simple. No sea si eso democrático o algo por el estilo, pero me pareció increíble de que resultara y que, incluso, ahora hasta podamos tirarnos tallas de manera mutua y sin tanta maldad (la malicia es inherente, hay que reconocerlo). 

Por otra parte, ver que el tiempo avanza, hay más luz y todo lo demás, hace que uno ande de mejor ánimo. ¿Será que ya no me preocupo de tonteras o que los alumnos están un poco más respetuosos? No lo sé. Esta semana ha sido extraña porque, como en todo trabajo, siempre hay alguien que se manda un condoro: en este caso, los encargados fueron los directivos del colegio que quieren descontarme por un pastelazo de los alumnos. El hecho de poner en riesgo mi sueldo por asuntos externos no me parece para nada: creo que no les agradó que acudiera y me dieron a entender que no se lo esperaban. No sé, solo exigiré hasta el final lo que me corresponde. Y continúan los descuentos de semanas para llegar a diciembre y descansar: vaya que agota, sobre todo cuando las condiciones van en contra. Ideal sería trabajar en un ambiente donde te valoren y no intenten aprovecharse de cualquiera de tus descuidos, ya esperaremos que algo mejor esté por venir.

jueves, 25 de octubre de 2012

Jueves resposando sobre la mesa

Dejé el café sobre la mesa y saqué el lápiz negro para comenzar a escribir. El ruido ambiente era mucho más agradable que otras veces y ya me parecía extraño. Fue entonces cuando me encontré frente a frente con el precipicio: abrí la puerta y las nubes se agolpaban contra las ventanas, humedeciéndolas en el acto. ¿Sería una tormenta eléctrica, de nieve, de granizo? No lo sé, simplemente todo se movía como si se tratase de la casa de Up. ¡Ardilla! Por un instante, me olvidé de todo lo que estaba sucediendo y sentí que mi cuerpo se desplazaba a la velocidad de la luz por el cielo y, desde la altura, divisaba horizontes lejanos de ciudades enormes. A lo lejos, se alzaban civilizaciones en los cerros y otras se escondían debajo de los ríos. Incluso, a través de los volcanes, pude divisar sociedades ocultas que se negaban a ver la luz del sol. 

Me desperté de golpe a las 6 de la mañana. El despertador ya había sonado varias veces.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Quiero

Quiero volar. Quiero olvidarme del mundo. Quiero que todo pase, que pronto las cosas sean mejores. Quiero que este mundo de mediocridad se acabe, quiero salir corriendo lo antes posible para poder decirles, de una buena vez, que para mí son una completa  mierda. Quiero que sepan que no soy el único que piensa así, que los cambios que buscan no los logran descontando dinero a quienes no tienen la culpa. Quiero que sepan que yo no tengo la culpa de que reciban animales, que mi profesión es enseñar y no domesticar a bestias. Quiero que, al fin, entiendan que no van a lograr nada si no son ellos mismos los que logran ponerse de acuerdo.

martes, 23 de octubre de 2012

Pienso

Pienso en los cerros y el mar. Pienso en la vida que está allá afuera, saliendo de las murallas de un establecimiento que se dice educacional, pero que a cada instante vuelve a dudar de su veracidad. Pienso en otra vida y que, después de todo -quizás por la comodidad, temor o valoración-, siempre volvería a elegir la que tengo. Pienso en el tiempo libre que se me pasa volando cuando quisiera que fuese eterno, a veces. Pienso en que pensar es saludable, pero cuando se hace demasiado puede llevarnos a la locura y al inminente colpaso de neuronas. Pienso en que quisiera cambiar la realidad de mucha gente, pero que ellos mismos se niegan a cambiar. Pienso en que me estoy acercando a ese anhelado punto en que todo parece ser stand-by. 

lunes, 22 de octubre de 2012

Lunes 22 de octubre

Despertarse en el silencio, observar a través de la ventana y descubrir, con desgano, que la lluvia ya se había ido con la violencia con que golpeaba los techos la noche anterior. Ya había estrellas en el cielo a eso de las 5.30 a.m cuando caminas rumbo a despertar totalmente. No hay ducha que pueda contra el cansancio de tanto tiempo, no hay desayuno que logre darte ánimo cuando estás alicaído. Solo el reloj de arena que marca el paso del tiempo, que te avisa con alegría que lo malo se está yendo y que pronto, muy pronto, comienza un tiempo muy bueno. Que la incertidumbre es parte del viaje y que, en definitiva, es lo que estoy buscando. 

Que cada vez me preocupo menos porque, de una u otra forma, ya sé cuál será el final de muchos. Que al final deja de importarte todo y ya no luchas contra la corriente, simplemente caminas a un lado. Comienzas a vivir el día a día y lo que suceda después, ya se arreglará en su momento.

domingo, 21 de octubre de 2012

Sueños hechos realidad

"¿Acaso solo te veré en sueños? ¿Solo fue un sueño nuestro encuentro? Prométeme que aparecerás y todas las noches ahora serán de alegría, de amor. O tendremos que pasar años sentados en la avenida hasta que al fin nos podamos reencontrar el uno con el otro, ¿solo ilusión?" (Fragmento de "El Uno con el Otro, 12/08/2007)

Quién pensaría que algunos años después, ese encuentro acabaría siendo real y no ficticio. Que la realidad sería capaz de superponerse a la fantasía y que las estrellas voladoras de colores aparecieran ante nuestros ojos como un cuadro surrealista. Que pasaríamos algunos años, sí, de espera, hasta que ese encuentro abrasador nos viera sentados frente mirando la bahía de Valparaíso, esa ciudad mágica en que florecen los sentimientos. Y que pasan los días y esto sigue creciendo, que los sentimientos crecen, el amor se afianza. 

Nuestro encuentro no ha sido solo una ilusión: ha sido un sueño, pero hecho realidad.

Fotografía: Valparaíso desde el Paseo 21 de Mayo, Cerro Artillería.

sábado, 20 de octubre de 2012

Campañas electorales

Valparaíso como ciudad patrimonial, parece ser una zona muy disputada para las próximas municipales. Curiosa publicidad del sr. Hernán Pinto.

Fotografía: Blanco, esquina Plaza Sotomayor, Valparaíso.

viernes, 19 de octubre de 2012

Divagaciones diversas

Canciones de los años ochenta, cuya atmósfera celestial me transporta universos paralelos. Concepciones, pensamientos, ideas repartidas sobre la mesa. Intenciones, buenos deseos, sí, pero que no se sabe si puedan llegar a buen puerto. Temores acompañados de paz, odio acompañado de bondad, desorden acompañado de respeto. Miradas divergentes que a veces coinciden en un mismo punto, de manera escasa, finita, a veces torpe. Intentar entenderse en medio de la inteligibilidad, intentar expresar razones cuando tu receptor escucha solo lo que quiere escuchar. Querer salir corriendo, pero saber que aún debes resistir un poco más. Saber que ya solo van quedando 8 semanas y que las cuentas como si fuera una condena. Descanso, sueños, deseos de volar y viajar. Deseos de dormir eternamente abrazado a tu figura. Deseos de volver al arte. Deseos de... dejar que el mundo fluya a través de palabras e imágenes. Intenciones, ensoñaciones y divagaciones de que todo irá mejor.

jueves, 18 de octubre de 2012

Para ti

Me reconforta saber que existes, que estás ahí y que siempre vas a escucharme. Me alegra despertar cada mañana y saber que también piensas en mí, que nos pensamos mutuamente y confluimos en un mismo canal psíquico. Me anima que estemos juntos en un mismo camino y que sepamos que estamos al lado para apoyarnos.

Me alegra saber que en estos 23 meses que ya llevamos juntos, los sentimientos crecen y se afianzan cada vez más.

Gracias por todo este tiempo, por construir una vida en conjunto.
Te amo.

Cosas de 'colegio'

Me carga. Así de simple: me carga que les den todas las posibilidades a los alumnos y que resulten impunes de sus actos. Me carga que les den justificación a todo y que no tengan ninguna responsabilidad, que te ninguneen como quieren y que siempre tengan la razón. Me carga ser siempre el que tiene la culpa de todo: de que los alumnos no entren, de que no pongan atención y de que tengan pésimas notas. Me carga que siempre me acaben arruinando el día. Me carga que no quieran crecer, que no tengan ni siquiera comprensión auditiva. Me carga que sean tan estúpidos, sinceramente. Me carga que la droga los tenga así. Me carga que me carguen, porque se supone que no debiese ser así. Me carga que el estómago se me revuelva cada vez que pienso en que tengo que entrar a una sala de clases.

Me carga. Simplemente, me carga. Como el hecho de que un alumno reaccione violentamente contra mí, me agreda e insulte y luego los inspectores no hagan nada. Me carga, porque se supone que yo tengo la culpa. Que el engendro del demonio no sepa comportarse es problema suyo, no tengo por qué yo andar lidiando con eso. Me carga tener miedo de ir a hacer clases por temor a cómo vayan a reaccionar. Me carga que el odio sea mutuo. Me carga todo: los directivos imbéciles cuya voz dulce te dice que nada está tan mal, porque ellos no hacen clases. Me carga no tener apoyo de quienes deben hacerlo, puesto que son los mismos que subliminalmente te culpan. 

Me carga esta mierda de colegio que recibe a la chatarra más mugrosa e inmunda del mundo. Me carga, me carga, me carga. Me carga que me hayan hecho sentir tan mal. Me carga que, por culpa de ellos, mi día haya oscurecido. Y, con mayor razón, cuento los días que faltan para poder decirles adiós.

miércoles, 17 de octubre de 2012

"Vengo a calentar el asiento"

Dentro de mis constantes reflexiones y cuestionamientos por la situación actual de la educación y de mi propia labor como docente (sí, soy docente y todavía repito en mi cabeza el constante WTF de por qué estoy aquí), el día de hoy comentaré el caso de un alumno que nunca hace nada en clases, que está en las nubes y que, por lo que me he enterado, es adicto a la marihuana en segundo medio. Difícil situación, aunque en la actualidad ya es pan de cada día, desgraciadamente. Sucede que este alumno nunca hace nada, ni siquiera entrega las evaluaciones y le importa un reverendo comino si es que le pongo un 1. ¿Cuál es la motivación de esta gente? 

Me acerqué y me senté a su lado para conversar de la manera más cercana que me fuera posible. Le pregunté qué cuáles eran sus expectativas, qué era lo que pensaba de su vida. El pollito no sabía qué responder, pareciera ser que nunca antes se había cuestionado el hecho. Le pregunté entonces que para qué venía al colegio si realmente no quería aprender, que mejor se quedara en su casa: me responde que lo obligan a ir a clases y que, definitivamente "vengo a calentar el asiento". Su respuesta era bastante lógico, después de todo, ya que lo único que hace es calentar el asiento y, a veces, encender una llama. Una vez lo vi con los ojos desorbitados... ¡en clases! y, por lo que me comentan otros colegas, la situación es permanente. No quiere hacer nada. Le dije que mejor trabajara o algo y me dice que hable con su apoderado porque a él no le hacen caso. Finalmente, no pone atención a lo que le digo y yo ya me aburro de decirle que, de continuar así, tiene más que asegurada la repitencia y que, obviamente, yo no haré nada para ayudarlo si él no cambia su actitud. Estamos en octubre y hay gente que no se da cuenta de que sus notas los llevan directo al precipicio. Reitero mi pregunta: ¿cuál es la motivación de esa gente?

¿A qué van al colegio? ¿Para qué se levantan? ¿Qué es lo que esperan del mundo? ¿Acaso tienen sueños? ¿Acaso creen que podrían lograr salir de ese mundo? ¿Acaso piensan que sus vidas siempre serán iguales? ¿Habrá alguna forma de decirles -y que realmente lo comprendan- de que las drogas no los van al llevar a ninguna parte más que al propio fracaso? Muchos de ellos ya tienen hijos, ¿qué es lo que quieren para ellos? No lo sé. A veces creo que no entienden lo que está sucediendo y que nuestra sociedad está haciendo un pésimo trabajo para hacer que la humanidad crezca. Me sentí como si le hablara al aire y que todo lo que intenté aconsejarle se le olvidó en 2 segundos. Simplemente, lamentable que haya gente que caliente el asiento cuando hay otros que, queriendo y teniendo las habilidades, no podrían acceder a la educación que tanto les podría ayudar a superarse. 

Ese es el panorama actual de la educación. ¿Deprimente, no? Por lo tanto, es importante cuestionarse más de alguna vez si es que se decide a optar por carreras de pedagogía. Y claro, que las autoridades no se cuestionen porque nadie quiere hacer clase en colegio y que todos los profesionales acaben emigrando a otros rubros en busca de mejores condiciones laborales y económicas. En lo personal, me estoy aburriendo de la mediocridad; de sentir que mi trabajo no es valorado y que, como profesor, siempre tengo la culpa de todo. Me aburre que cuando saque a un alumno de la sala lo devuelven, convirtiendo el castigo en un juego. Me aburre que las autoridades de educación no tengan idea de lo que es hacer clases, lo que se evidencia en las reglas que suelen imponer. Me aburre el sistema que nos lleva a la estupidización máxima. La paradoja es que me motiva, porque la experiencia que se va adquiriendo me va dando más y más conocmientos, más y más deseos de seguir estudiando y salir volando cuanto antes.

martes, 16 de octubre de 2012

Mi primer día del Profesor.

Con los jolgorios y sonrisas, música y celebración de antaño... no. Tiempos en que los alumnos se preocupaban de hacer algo entretenido para sus docentes... no. La evaluación de mi primer día del profesor es simple: una mierda. Sí, y lo digo con palabras que podrían distar del lenguaje esperado para un profesional de la educación que debe esforzarse porque esas mentes ineptas aprendan cuando en realidad quieren vivir eternamente de subvenciones del estado porque les da lata trabajar. Lo dije y qué. Una completa mierda que solo pierde un punto negativo por el hecho del asado que nos hicieron que, después de todo, tenía carne dura. Soy un criticón de mierda que no me gusta nada, incluso soy un poco taimado porque lo ideal habría sido que este día me lo hubiesen dado libre: menos complicaciones para todos, apelando a la lógica y todo lo demás. Pero como dijo una docente el día de hoy, "los que pensamos de manera lógica, no estamos dentro de las autoridades"... no sé si textual, pero algo así.

Me dio una lata tremenda -en el sentido medio depresivo, esa rabia que en realidad es pena- ver el poco interés de los alumnos por celebrarte: esos abrazos medio forzados o alguna alumnita estúpida (sí, realmente, estúpida porque es obvio que no tiene cerebro) que te saluda como por compasión y se ríe con esa risa estúpida que demuestra que su programa favorito es Yingo. Otra flaite que te mira y no te dice nada, mientras tú te ríes para tus adentros, pensando en que no va a llegar a ninguna parte más allá del caño de algún cabaret... y ni eso. (¿No me estaré yendo al chancho con mis comentarios? En fin... es mi expresión y punto, no acepto censuras en mi espacio, así que si no le gusta, no lea ni me venga a vender ideologías estúpidas). Darte cuenta que el Centro de Alumnos no llegó a la hora para hacer el supuesto acto que tenían preparado y pasar toooda la mañana sentado haciendo nada fue lo que me produjo lástima por mí mismo: ¿es esto lo que quiero? ¿Trabajar eternamente para gente que no te quiere ni valorar? Lo positivo, la caja de compensación envío una torta que estaba bastante deliciosa y de la cual, de pura depresión, me repetí dos veces.

Eso fue mi primer día del profesor. Me sentí completamente ausente y vacío en medio de toda esa falsedad. Afortunadamente, mañana ya es miércoles y es mitad de semana: vamos, año escolar, ándate de una puta vez que quiero mi dinero y mis vacaciones.

Existencia

Caen desde el cielo,
caen las estrellas fugaces que se duermen
cuando, de pronto, se encuentran con una atmósfera que arde
como fuego, como cielo, como llama, como agua, como locura:
caen como las palabras que se empiezan a desarmar.

Palabras nuevas, palabras viejas,
un sistema que se renueva
y las miradas que vuelven a soñar
cada vez que se enciende un pedazo de celofán.

Cada vez que la vida da vueltas,
cada vez que el mundo gira y gira,
cada vez que cuentas el tiempo
como un cuentagotas,
cada vez que la arena no se detiene
y el reloj retrocede.
Cada vez que caminas a la deriva,
cada vez que no sabes cómo será la próxima vez.

Caen desde el cielo pensamientos,
ideas que comienzas a recoger,
caen sobre los mares,
sobre las montañas,
cae un nuevo presente que, a fin de cuentas,
ya ha dejado de existir.

A cada segundo nacemos,
pero, también, ya hemos dejado de existir. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Pensamientos en París

Cuando caminaba frente al Sena, más de alguna vez tuve la intención casi suicida de lanzarme al río. Observar los puentes que conectan la urbe me producía siempre una sensación como de estar flotando y nunca supe por qué: acaso sería la atmósfera etérea que cubría la Ciudad de la Luz o, quizás, el ruido interminable que se oía desde la lejanía de un horizonte inacabable. Siempre soñaba con el mar, pese a estar a una distancia considerable de la costa, siempre quería sumergirme en el agua y cruzar, como si fuese un barco, los brazos interminables del océano que se proyectaban hacia el interior. Pensaba, sin lugar a dudas, que las luces que se proyectaban hacia el cielo tendrían algún reflejo en algún planeta cercano o lejano, desde el cual los extraterrestres también estarían haciéndonos señas, pero sin ser vistos, como en el video de Moby.

Tomé más de algún café, pero, principalmente, bebí varios litros de agua para escapar de los 37º que cubrían ese París estival que distaba bastante de la imagen otoñal cubierta de nieve, cuando la gente se vestía de abrigos y enormes bufandas que suponían ser el polo norte. Lo que yo vi fue diferente: los globos flotando en el aire y las nubes convertidas en algodon sobre un cielo celeste tan profundo como el de un sueño. Sí, París es como un ensueño que de pronto te golpea cuando, en el metro, alguien se sube a tocar un acordeón. Cuando te quedas con los 50 céntimos que ibas a regalarle, porque el músico se bajaba en otra estación y ya estaba tan distante de la puerta que el tren ya corría en dirección a la próxima parada. Lo que yo sentí, fue que mis pies querían correr libres por el pavimento ardiendo hasta encontrarme, de improviso, con una noche iluminada en que la brisa fresca me recorriera la piel con un tacto sutil y ardiente al mismo tiempo.

Cuando abrí la cortina, caminé hacia el balcón a contar los gatos que no cantaban Non je ne regette rien, sino algún himno en su propio idioma gatuno que solo ellos podrían entender, obviamente. Me perdí en el sueño caminando por los tejados y las siluetas de las antenas que avanzaban hacia la inmensidad, recorriendo los círculos y líneas que conducían a alguna parte. Porque, al final, todos los caminos llevan a París. 

Fotografía: París (vista desde la Torre Eiffel), Francia.

Titulación

No había tenido ni tiempo de detenerme a escribir y reflexionar respecto a todas las cosas que han estado sucediendo. Llegó ese día que soñé por mucho tiempo: acabar la universidad y recibir el diploma que acredita tu carácter profesional que, según dicen, te da cierto estatus y debiese asegurarte, relativamente, un sueldo que te permita vivir de manera decente. Llegó ese momento y tardé algunas horas en darme cuenta que la escena vivida ya la había soñado hacía mucho tiempo, quizás alrededor de los7 años cuando recién era un niño que apenas sabía del mundo y que mucho menos pensaba en qué sucedería más de 15 años después: a veces el ser humano tienen la capacidad de ver un poco más allá de la línea del horizonte.

Debo admitir que en un momento no tenía mucho ánimo de ir y que vestirme de terno no me hacía sentir precisamente cómodo. Es muy probable que solo haya sido parte del nerviosismo, porque luego sentí que se me aceleraba el pulso y casi ni podía hablar al ver que faltaba poco tiempo para que me llamaran adelante a entregarme el diploma y las fotos y todo lo demás. Fue agradable encontrarme con gente que no veía hacía mucho tiempo y ver que ya todos estamos iniciando nuestras vidas laborales, con nuevos proyectos. Recibí el diploma, sonreí para las fotos y luego me alegré de ver que tenía a la Eve a mi lado: es como si todos mis deseos universitarios se hubiesen cumplido. Al parecer, así fue y hasta el día de hoy me sorprendo, positivamente, de que así sea. 

Regresé a casa con nostalgia al saber que la universidad ya se acaba: casi 6 años que dejan su recuerdo y aprendizaje, que se despiden moviendo una mano y diciéndome que el camino aún es muy largo y hay mucho por encontrar. ¿Qué será lo que sigue? No lo sé, pero ya tengo algunas ideas.

sábado, 13 de octubre de 2012

Poetas en la urbe

¿Y qué pasaría si te encontraras a Vicente Huidobro caminando por la calle?

Fotografía: Avenida Alemania, Cerro Bellavista, Valparaíso.

jueves, 11 de octubre de 2012

Gajes del oficio

Me resulta extraño pensar que mañana será la ceremonia de titulación en que recibiré el famoso "diploma" que me acredita como profesional de la educación: sí, claro, cómo no. Es más extraño aún, cuando hoy has tenido uno de los peores días laborales en lo que va de tu recién iniciada vida docente, de esa que siempre pretendiste huir y que ahora llegó de improviso como una carta no deseada. Es como la crónica de una muerte anunciada que por más que intentas evadir, tarde o temprano te alcanza y te lleva. Pero la profesión no es una muerte en su totalidad, pero si en un 60%. 

Y si hasta ayer me quejaba de los alumnos, mi reclamo del día es directamente contra la institución que se cree un Dios que puede cambiar las reglas a su pinta: estaba en el mall cuando mi celular notifica un correo de la directora que "recuerda" de los cambios de horarios a partir de la semana que viene: extraño, que yo sepa, a mí nadie me ha avisado que tendré nuevo horario, al menos nadie me ha preguntado si quiero o puedo. Y comienzo a leer el archivo adjunto y se me cayó la cara de cuico, menos mal que ningún alumno merodeaba esos lugares para percatarse de mis improperios a viva voz contra un establecimiento que no solo es malo por sus alumnos, sino que porque sus directivos son una verdadera mierda (luego de este comentario, creo que tendré que asegurarme de que mi blog no llegue a la vista de aquellos involucrados en dicha característica). ¿Cómo es eso de que cambian los horarios cuando se les ocurre? ¿Y a mí cuándo me preguntaron? Mi contrato dice una cosa y las condiciones están cambiando sin siquiera consultarme. Esto es incumplimiento de contrato y según me comentan, implica demanda a la institución. 

Definitivamente, me arruinó un momento de la tarde, porque estaba todo tan bien hasta que recibí ese correo. Más encima es pésima la actitud, porque avisan hoy jueves y este cambio es para el martes, día que volvemos después del festivo. ¿En qué momento puedo reclamar? Creo que mañana será la hecatombe. Y justo el día en que recibiré mi diploma de profesor... uy, qué lindo, no podía ser más ad hoc a mi cariño por la profesión docente, casi una analogía. Hoy más que nunca, me dieron ganas de mandarlos a la mierda, pero... paciencia, espero salir vencedor: si alguien te cambia las condiciones del contrato sin avisarte, ¿está incurriendo en una falta, no es cierto? Allá veremos, lo que sí voy teniendo en claro es que les diré que se busquen un nuevo profesor para el próximo año.

miércoles, 10 de octubre de 2012

No estar "ni ahí"

¿Cuántas veces hemos lanzado al aire la típica expresión chilena de "no estar ni ahí"? Creo que la mayor parte del tiempo la decimos sin tomar realmente conciencia de lo que significa, quizás por el uso cotidiano o por tomarle un sentido más bien superficial, pero hace poco me ponía a divagar respecto al significado profundo: tal grado de desinterés, de poca importancia, de anulación absoluta del significado que ni siquiera permite una existencia, una permanencia en un determinado lugar siquiera como un vegetal. Simplemente, nada, no estar ni ahí con nada, no preocuparse de lo que suceda.

Todo surgió a raíz de una clase en que me di cuenta que la gran mayoría del curso no estaba interesado en escuchar mi clase, cosa que es bastante común ya que esta gente suele no estar ni ahí con nada. Lo que me deprime es que esta gente está teniendo la oportunidad de surgir, de cambiar su realidad a través de la educación, pero no es capaz de visualizarlo: o bien, no quieren salir de ese lugar o quizás no saben a lo que se están enfrentando. Gente que está repitiendo los cursos porque tiene muchas notas deficientes y parecen no tener ningún interés por mejorar su situación. Gente que, definitivamente, acaba por transmitirte ese mismo sentimiento de no querer hacer nada porque, a la larga, todo resulta ser una pérdida de tiempo. 

Es increíble que cuando los alumnos no están ni ahí, finalmente el docente acaba teniendo la misma sensación. Actualmente, lo único que me importa es llegar, hacer mi clase, poner notas y listo, sabiendo que es muy posible que las notas sean deficientes porque no ponen atención ni a las instrucciones. Acabo perdiendo el interés por gente que realmente parece no querer avanzar, llegando al simple hecho de ser una máquina: hacer mi pega y listo, porque por más que uno quiera enseñarles algo, no quieren. Incluso la gente que parece ser "de la más inteligente" del curso, resulta ser completamente mediocre. En varios momentos pensé en decirles que no iban a llegar a ninguna parte, que en realidad, su mediocridad era tan fuerte que no les permitiría surgir y que repetirían el mismo patrón lamentable de la falta de educación, que si acaso eso era lo que ellos también querían para sus hijos (que muchos de ellos ya tienen), pero al final, da igual porque no harán caso de tus palabras. Ya no estoy ni ahí.

martes, 9 de octubre de 2012

Hasta

Hasta que los silencios se transformen en bullicio
y las palabras se desarmen de pronto,
hasta convertirse en un pedazo de aire,
en un poco de polvo arrojado sobre la carretera
o en la mirada de un vagabundo errante por la vida.

Hasta más allá,
donde los límites se confunden con sintagmas
y los vocablos se transformen en adjetivos,
sustantivos, adverbios andrógenos,
proteínas convertidas en segundos
que reptan, de improviso,
como un sueño realista por el Cerro Polanco.

Como los recuerdos de infancia (oooh, I can't live without you)
convertidos en un sueño (I'm not wasting my time)
que se cubre de lluvia (the party's over)
like a party on fire, without you,
live without you, I can't live without you.

Y avanzamos en medio de la nada
                       como la pelota saltarina
                                      que da botes
                                                mientras avanza
                                                       y comienza a caminar.

Como los vocablos que se reúnen en el centro
que, de pronto, sin darte cuenta
comienzan a 
encogerse
hasta
de
s
a
p
a
r
e
c
e
r

como un cuenta gotas,
como el hilo de agua que cae desde el techo
como la laguna que se forma en medio del valle dorado,
como los mares agitados que se alzan más allá de las olas mágicas de un oceáno.

Hasta que el silencio se confunda
y las manos se unan,
hasta que la música se propague
y las explosiones rítmicas nos acompañen,
hasta que cantes y cantes (oooooh),
hasta que ya no sepamos qué es lo que va a pasar.

Corremos en medio del valle
      quizas en reversa                         
regresamos hasta el punto inicial                        
que aún no sabemos dónde comienza                                
porque somos como niños que volvemos a la inocencia                                 
y la alegría es la travesura más dulce de la humanidad.                                                

Volvemos a la locura de un principio,
volvemos hasta que no sepamos dónde llegar,
volvemos hasta que el mundo gire enloquecido,
hasta que el tiempo enloquezca de una vez.
 

lunes, 8 de octubre de 2012

Siempre buscaba el mar

A veces me sentaba a observar el mundo desde el centro mismo de la tierra, cuando el sol parecía quemar con tanta fuerza que ni la enorme torre de 150 pisos era capaz de ser un refugio suficiente. Me gustaba subir y bajar todos los días a través de los ascensores que recorrían las alturas a grandes velocidades y, hasta ahora, nunca he podido entender cómo no sufría de vértigo al saber que estaba cayendo casi al vacío. Desde la altura, la gran capital se veía iluminada de reflejos cada vez que las ventanas de las viviendas se movían producto del viento. El espectáculo podía ser perfecto, pero siempre, buscaba el mar.

El mar que escondía detrás de las montañas cubiertas de nieve, el mar que avanzaba en el horizonte de la pampa, el mar cuya niebla ya cubría los valles intermontanos. Ese mar en el cual me sumergí tantas noches a encontrar los tesores de las profundidades, ese mar en el que naufrago cada noche antes de dormir. El mar.

domingo, 7 de octubre de 2012

Eres arte

Tu cuerpo es el arte que busco.


Tu mirada es el verso que escribo
cuando el cielo se ilumina de alegría,
sabiendo que andas por aquí cerca.

Tu piel es el silencio que susurro
cuando, de improviso, camino en medio del mundo
en busca de recorrerte otra vez.

Tus latidos son los ritmos en que duermo,
abrazado a tu energía revitalizadora
que siempre me hace renacer.

Tu voz son las palabras que dibujo
cuando seguimos un mismo camino
que nos lleva a un increíble final.

Tu vida es un camino que se une al mío
en un momento preciso,
no sé cómo, sí sé para qué.

Tu cuerpo es el arte que me enamora
y me lleva a enloquecer cada noche,
cada día, cada segundo, cada parpadeo,
cada beso suave,
cada palabra lanzada al aire,
cada caricia inequívoca.

Porque eres el arte que busco,
eres el arte que nace cada mañana, cada noche.
 

jueves, 4 de octubre de 2012

Tu sórdida belleza

Tu sórdida belleza
y el recuerdo de un sueño,
quizás un momento
o el susurro tranquilo de un instante
en que, desde el rincón, te observaba.

El recuerdo de una musa clásica,
religiosa agnóstica atea creyente
de las voces de Homero y las ninfas celestes,
de las mundos que no existen
y las realidades paralelas.
Sórdido, ambiguo e incierto,
etéreo como el mármol que cae del cielo
cuando las gárgolas sonríen con los ojos en blanco.

Sórdida, sórdida como la tumba cubierta de sombras,
sórdida y equívoca como el alma que camina a la deriva,
sórdida, incierta como la verdad increíble
del monarca que se duerme en la silla de la ineficiencia,
del que dicta los códigos de una ley inservible.

Sórdida como el encuentro que no se encuentra
y las palabras que se pierden en su caudal,
como el río de lava que arrasa con la ciudad
y la gente que huye en barcos, hacia la catarata.

Tu sordida belleza y la voz del sueño que canta,
que me dice las palabras que pronto comienza a surgir
como una corriente de conciencia que alarga el tiempo
para hacerlo correr loco como un ave en libertad
que alcanza su cima...
que abre las alas y luego se detiene a descansar.

Tu sórdida belleza... es el recuerdo de una extraña realidad.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Volador VI

Entre luces y destellos ya tiemblan nuestros pies,
las miradas se confunden y temen:
a veces sentimos que queremos correr.
Entre luces y destellos tiemblan nuestros cuerpos,
nos tomamos de la mano y echamos a correr:
tu mirada en la mía es suficiente para verme renacer.
Abres las alas de mi vuelo,
recordamos juntos que, más allá del mundo, siguen vivos nuestros sueños.

Tu voz suave, precisa y tibia,
la sensación de locura que me produce tu piel,
los días que a tu lado son segundos
y los atardeceres del Puerto coloreando la penumbra.
Arriba, allá vamos, con la alegría adolescente de antaño;
corre lejos, vuela alto,
no te dejes vencer.
Dame la mano, que contigo me siento renacer. 

Alza el vuelo, volador, volantín,
cruza las nubes en un segundo, sin temor,
vuelva tan alto como puedas 
y jamás te detengas, como un platillo volador.
 
Fotografía: Vista desde La Campana (septiembre 2011)
 

martes, 2 de octubre de 2012

Insignificante

Las figuras eran abstractas a través del cristal, los gritos eran casi inaudibles a tal altura. Quizás un centímetro de longitud pueda parecer un rascacielo y un metro, la inmensidad de un Dios. Nadaba a la deriva dentro de una taza de té, confundido entre el calor del oleaje y del atardecer que se posaba sobre su mirada. No sabía cómo había llegado hasta allí, sólo era una imagen inerte que flotaba, de manera microscópica en medio del cosmos.

A sus pies, el planeta Tierra se veía completamente pequeño y él, insignificante ante el infinito.

lunes, 1 de octubre de 2012

Bienvenido octubre

La incontinente climática me tiene al borde del colapso nervioso y de salud: ponerse un abrigo y luego morir de calor, vestirse desabrigado y luego despertarse con llovizna, salir con calor y encontrarse con un mar frío que cubre de invierno cuando se supone que ya llegamos a la primavera. Algo así como el cambio climático global que tiene el mundo completamente patas pa' arriba y no me quiero ni imaginar qué es lo que va a seguir: me acuerdo de los 34º C en Valparaíso por allá por los primeros días de marzo (los 40,1º C en Olmué y 37º C en Quilpué y alrededores) y luego recuerdo que no ha llovido lo suficiente. ¡Quiero lluvia, lluvia! Y ya no sé si hay que seguir rezándole a San Isidro o si comenzamos a hacer la danza de la lluvia para ver qué es lo que resulta. Pero sucede que ya llega octubre y comienzas a poner el número 10 cuando anotas la fecha en formato abreviado: 01/10/2012. Mes número 10, lo que implica que tan solo quedan 2 meses y decimos "chao, 2012", claramente, si es que el 2012 no nos dice chao a nosotros, de acuerdo a tanta profecía del fin del mundo, de Nostradamus, de Yolanda Sultana, etc.

Octubre es un mes extraño, pero que por mucho tiempo fue uno de mis meses favoritos ya que suele ser un periodo donde ocurren cosas buenas. Un mes en que comienza a mejorar el clima, la luz del día se extiende y nos animamos al ver que se acercan las vacaciones: más ahora que quiero salir volando de ese sistema escolar estupidizante en el cual he caído por azar de la vida, quizás con la intención de que aprenda algo. En fin, ya no polemizaré en torno a eso, sino que me resigno a pensar que no será eterno y que, después de todo, hay cosas mucho más terribles. Octubre es como la transición al final, el inicio del fin, el inicio del fin del inicio y blah blah blah. Ya comienzo a contar los días para que llegue diciembre y poder descansar, pensar en navidad, cumpleaños, año nuevo y fuegos artificiales. Creo que hace falta un cambio de energía y, al parecer, pronto veremos muchos flujos rondando por el aire, ¿seremos capaces de percibirlos?

Octubre es el recuerdo de que la primavera también trae alergia. Un mes en que te dan ganas de carretear, pero que el cansancio acaba llevándote a dormir antes de la medianoche, cuando juntas cada segundo (como si fueran monedas para la micro) que te permitan descansar un poquito más. Octubre es un mes que suena extraño, pero que encierra un mensaje siempre muy positivo en ese color de cada atardecer que se proyecta hacia el infinito, desde el horizonte. Un momento en que comienzo a darme cuenta de que la vida es para vivirla y que el momento es ahora, de que hay que cambiar el switch. 

Bienvenido octubre, con la incertidumbre inherente a cualquier día, con los detalles simples que nos hacen sonreír. Con la energía, el empujón final para acabar pronto con esta etapa de la cual, espero, podamos sacar muchas enseñanzas para la vida.