martes, 11 de agosto de 2015

La odisea de llegar al trabajo

Dije que lo iba a escribir y estoy aquí, luego de no sé cuánto tiempo en que ya no sé ni qué escribir en el blog. Proceso creativo orientado a la sequía o más bien, simple cansancio. A veces creo que no sé qué decir, como si se me estuviesen acabando las palabras. En fin, como terapia paliativa ante esta situación compleja, he decidido volver a estas pistas y comentar algún suceso de la vida, por muy estúpido e irrelevante que pueda parecer. He aquí.

Este fin de semana hubo un tremendo temporal que dejó todo en desorden. Algunos dicen que fue un huracán encubierto -algo así como que no lo han dejado salir del clóset- y otros que fue la corriente del Niño y blah blah blah. Lo cierto es que nunca había visto olas tan altas ni calles costeras hechas polvo. Y como tal, hubo consecuencias bastante complejas como el colapso del sistema regional de metro que se ha convertido en mi medio de transporte diario. Podría tomar micro y dejar de quejarme, es cierto, pero realmente es mucho más cómodo el transporte semi subterráneo (semi, porque son solo cuatro estaciones subterráneas y el resto en superficie). 

Habían dicho que nos quedaríamos sin servicio por una semana como menos, lo que ya resultaba abrumador. Pero gracias a sus buenas gestiones -lógicamente, la empresa siempre se va a echar muchas flores y tratar de quedar como héroes- lograron que funcionara un tramo que para mi alegría, es el que utilizo. Maravilloso. Anunciaban una frecuencia de 12 minutos y, saliendo el primero a las 06.37. Confiado, llegué a las 07.09 porque correspondía uno a las 07.13. Sucedió que el tren en cuestión no pasó hasta las 07.24 cuando ya mi paciencia colapsaba. De haber pasado a la hora, hubiese llegado a la hora a mi trabajo, situación que no fue así. Al fin y al cabo llegué cinco minutos tarde.  No es tanto, lo sé, pero para una persona extremadamente cuadrada como yo resultó terrible, pensando que puedo tener descuento y todo eso. 

En definitiva, me dieron ganas de golpear a quienes dieron mal la información. Ahora no sé si mañana arriesgarme a tomar el tren nuevamente o vivir la adrenalina de viajar en micro. Y pensar que antes no me hacía ningún problema. ¿Qué ha sucedido conmigo? ¿La adultez y sus odiosidades se han apoderado de mi vida? 

Creo que debería aparecerme más seguido por estos lados.