lunes, 27 de julio de 2009

(Pantallazo)

Sentado frente a la pantalla, pantalla, pantalla (pantallazo). Miro a todos lados, lados, lados, dosla sin saber bien qué decir, qué hacer, dónde ir, preguntar, ver gente, gente, gente, abismos, gritos, coordinación, pérdida, caos, silencio... (pantallazo). O tal vez, un golpe con el teclado, un golpe con mis dedos en el teclado que marca las ideas, ideas, ideas aidías del día frío con 40 minutos de adelanto caminando por Valparaíso, 6.5º de frío, no sé cuál es la máxima. Escarcha, frío, escarcha... ¿se cumplirá mi deseo de al fin poder ver nieve que me cubra hasta las rodillas?

Somnoliento, sueño, sueños, bostezo, laberintos escondidos tras una muralla que se franquea, que se traspasa con un hola hello hi bienvenuto y disoluto. Soluto, solito, solo de solar dorado que caliente desde el cielo, es invierno y el sol no caliente. Hace frío... busco nieve. Dando vueltas entre creaciones extrañas sin sentido que sólo se dedican a explorar los rincones más ocultos de mis propios silencios enredados tras paredes congeladas de sueños, de deseos y de pensamientos mientras grito una y otra vez ¡¡DÓNDE ESTÁS!! ¿¿EXISTES EN REALIDAD?? ¿¿QUIÉN ERES?? y probablemente los ecos de mis palabras se oigan, salgan y viajen por el mundo. ¿¿Allá en la lejanía probable, puedes existir?

domingo, 26 de julio de 2009

El pecado del inconformismo

Uno de mis mayores pecados es el inconformismo que a veces se transforma en una ambición que me motiva a la autosuperación, pero otras veces se convierte en uno de los principales motivos de frustración. Es lógico -y creo que es necesario- siempre querer lograr más cosas no sólo a nivel material sino a nivel de relaciones sociales: incluso he llegado a creer que es ese uno de los puntos de mayor conflicto al ver que la gente no piensa lo mismo que yo. Cuando uno entrega algo es obvio que lo hace de manera gratuita y sin esperar nada a cambio, es cierto, pero sucede que muchas veces la gente se aprovecha de esa bondad gratuita. Puede ser que sea el simple hecho natural de la ley del más fuerte, dejándome en este caso como el más débil. Y es probable que sea ese uno de los motivos de que cada cierto tiempo comience a buscar nuevas personas, tal vez, para cometer el mismo error e intentar aprender.

Sí, soy extremadamente inconformista y los que me rodean tienen la mala suerte de darse cuenta de eso. Y es que, por lo que veo, son más las consecuencias negativas que las positivas: ya me lo decí una profesora, que el tema de autoexigirse en demasía puede transformarse en algo "autoflagelante" que al fin y al cabo te motiva a quedarte sentado, "porque nada de lo que hagas puede ser lo suficientemente bueno como para cambiar los errores de la actualidad". Y me ha pasado tantas veces en que he dejado pasar buenas ideas por el solo hecho de creer que puede venir una mejor, o no he tomado las oportunidades porque puede llegar otra mejor. Es un exceso pensar tanto en el futuro y olvidarse del presente, puesto que puede suceder que ese futuro, simplemente, no exista. Recuerdo ese cuestionamiento en la película "Just like Heaven" (traducida, pésimamente, "Como si fuera cierto"), cuando la protagonista se da cuenta de que muchas cosas no tuvieron sentido. A veces pienso, con temor, qué sucedería si se me presentara una situación similar.

Por otro lado, soy inconformista al grado que ni yo mismo me entiendo. Claro, he estado esperando por mucho tiempo para obtener una oportunidad de trabajo y al fin tuve la suerte de encontrar algo en lo que realmente soy útil, creo. No será por más allá de una semana, pero me ha bajado la inevitable sensación de flojera. "¿Por qué no habré ocupado la última semana de vacaciones durmiendo?". La razón: el futuro y la utilidad, por hacer "algo útil", como si la vida misma no sirviese de nada. Estoy seguro de que no es así, pero, como siempre, me gusta sentarme a reflexionar sobre algunas cosas tan cotidianas a las que uno no les da el tiempo: el sólo hecho de ser almacén de sueños ya nos hace útiles en potencia, ahora sólo falta hacerlos realidad.

miércoles, 22 de julio de 2009

Sueños

Resulta que los sueños son algo muy difícil de definir, de explicar e incluso de hablar de ellos. Pero, ¿pueden ser más allá que meras visiones oníricas, a veces surrealistas, de algo que efectivamente pueda estar sucediendo? ¿Pueden llegar a suceder? Son algunos de los cuestionamientos aparentemente retóricos que me surgen día a día después de estas extrañas visiones que tengo mientras duermo, que a veces me llevan a recorrer suelos de colores extraños -aparentemente, de otras galaxias, dimensiones y demases- o de sucesos catastróficos. Claro, la famosa ola que siempre viene, pero nunca me ahoga. ¿Stress? Claro, ahora que estoy de vacaciones es lo que menos aparece, ahora sólo sueño con cosas agradables y siento como, efectivamente, recupero las energías que casi ya ni existían durante el semestre pasado... pero se viene el segundo semestre (algo así como el 2.0 reloaded full version).

Los sueños, más allá de un imagen, pueden ser una verdadera instancia tridimensional con sonido, visión, tacto, olor y sabor. He oído de muchas personas que no pueden desarrollar más que los dos primeros sentidos, pero hace poco, he desarrollado el que me faltaba: el gusto. Y me resulta tan extraño, puesto que es uno de los más complicados y probablemente es el más apetecido durante los sueños. Claro, cuántas veces no hemos soñado con que tenemos un enorme festín completamente a nuestra disposición y, desafortunadamente, nos despertamos sin haber probado siquiera un mísero bocado. Resulta que no tenía festín, ni bocados; sólo papas fritas. Claro, es una estupidez, pero ¿es una estupidez sentir el sabor, incluso, de la sal acumulada en el final del recipiente? Me desperté, incluso, recordando ese sabor tan salado que aumenta la necesidad de beber 5 litros de agua. Aún sigo sin entender.

¿Es que acaso son los sueños otra forma de vida paralela a ésta? ¿Realmente pueden cumplirse, valga la redundancia, todos los sueños al interior de esta realidad que puede llegar a ser tan fantásticamente real? Y es tan simple, cerrar los ojos y soñar... no se sabe cuál es el inicio, ni mucho menos el final.

martes, 21 de julio de 2009

Llueve

Llueve desde ese silencio bullicioso con la que esa mirada celeste riega los campos. Pero no sólo el campo, también la ciudad se baña de potenciales torrentes que recorrerán las calles e inundarán de historias los alcantarillados que rápidamente se ven colapsados. Desde la esquina, viene caminando un perro vago con la cabeza gacha y el cuerpo todo mojado: viene sonriente, a pesar del frío, a pesar de la lluvia que parece hacer aún más difícil su existencia. Aún echa de menos a su amo que, de un día para otro, lo dejó abandonado: aún recordaba el olor al humo del tubo de escape del vehículo tras el cual corría.

Llueve y se siente la caída sobre los techos, llueve y espero ver la tormenta eléctrica que se acerca o que al menos parece venir. Y bailar bajo la lluvia, cantar y dar vueltas, saltar sobre las posas y sentir el agua que humedece hasta los huesos. No, no pasa nada: sólo es la naturaleza que canta mientras riega de historias sus raíces, su propia piel. Ahí viene corriendo un río, ahí viene chapoteando un niño, sonriente, de la mano de su joven que madre que lo abraza con ternura. Crece los caudales, las olas llegan hasta la calle por donde transitan apurados algunos transeúntes buscando encontrar refugio momentáneo en un paradero que se repleta en 5 segundos.

Llueve y otra vez, estoy escribiendo de la lluvia. Y ya lo decía una vez, nunca me cansaré de ver el agua correr por los vidrios ni de dormir con su canto mágico del fin del mundo.

martes, 14 de julio de 2009

Regalar

Quiero regalar un silencio mientras la música suena e internet se demora en cargar. Quiero regalar un silencio mientras mi mente da vueltas en los deseos de ese futuro tan bello que se pinta con colores de esperanza y palabras inventadas en un segundo primarios de infinitas azulidades como los relojes que danzarinamente cantan pantalleos de luces alucinadas. No sé dónde voy, ni doy voy a llegar; no sé si acaso quiero terminar, porque todo es un eterno comienzo que parece nunca empezar.

Te regalaría tantas cosas; una palabra, un beso, un abrazo, una mirada y mil silencios. Quiero regalarte la magia de tu nombre, ese secreto de tu mirada y ese color verdoso austral de esos misterios de un río que lleva tu historia. Te quiero regalar algo, te quiero regalar un verso. Aunque sea algo poco, aunque sea algo que parezca no tener sentido. De momento, te regalo un conjunto de mis palabras, sólo para ti.


*Dedicado, a una dama de bellos ojos.
Tú sabrás darte cuenta :)

domingo, 12 de julio de 2009

Tic tac

De pronto me he sentado en el silencio para reposar mis pensamientos en un respaldo tan firme como aquellos propias secretos que no te he querido decir. Son sólo fragmentos mezclados entre el espacio y el tiempo que gotean poco a poco sobre mi mirada ojerosa que no ha dormido, pero que no quiere dormir. Tal vez, quiere pasar la noche en vela leyéndose Rayuela o intentando oír la voz de Huidobro en su lulayu tan desarmado, tan nuevo, tan destruido y defragmentado. En ese silencio, en esas voces donde caen los relojes derretidos hechos líquidos incandescentes que me queman la piel, que me queman la garganta cuando los bebo, pero que se me impregnan en los sueños. Saltar de reloj en reloj, correr de sol en sol, bailar de luna en luna, dormir de marte en marte o viajar de universo en universo sin levantar un sólo dedo, sin beber nada más que los relojes derretidos que marcan un eterno tic tac en mi pecho. Tic tac, tic tac, son las 19.21.

sábado, 11 de julio de 2009

Viaje


Hago un viaje. Como siempre, en silencio, hago un viaje que nadie más puede ver ni nadie más puede contar. Me siento en el silencio de mi pieza y camino descalzo por las baldosas congeladas, mis pies se roban un poco de la nieve que se me pega a las plantas y me acompaña durante todo el resto del camino. En silencio, nadie más puede darse cuenta de que he roto las paredes con el puño, de que me alejo de mi habitación sólo por algunos instantes y que puede que no quiera volver después. Sí, allá en los sueños puedo querer quedarme, es muy probable. Allá en los sueños donde pueda lanzarme a volar sin miedo a caer, porque allá es donde tengo las alas.

Hago ese viaje en silencio. Veo los techos de las casas que quedan bajo mis pies, las tejas están frías: es invierno, pero aún no hay nieve. Quiero ver nieve, quiero nieve, jugar con nieve, revolcarme en la nieve. Las tejas están frías y me recuesto, sobre ellas para mirar el cielo. A veces, creo que quiero volver a abrir los ojos por temor a salir de aquí, por temor a sentir cómo se eleva mi cuerpo mientras yo sigo durmiendo. Siento como salgo, siento lentamente cómo me elevo, pero mi cuerpo sigue recostado. Me da miedo, sí, a veces me da mucho miedo. Pero sigo, me lanzo, vuelo por sobre la ciudad y veo ese silencio de mediodía.

¿Dónde estoy? Me lo pregunto a cada rato: no lo sé. Veo las nubes que me rozan el rostro, veo el cielo tan celeste mientras caigo como Altazor desde los cielos, aunque aún no se destruye mi lenguaje, ¿podrá suceder eso alguna vez? Como siempre, no lo sé. Y es que es tan poco lo que sabemos de la vida y de la existencia. Mi viaje no termina, mi viaje sigue latente. Aunque a veces me da miedo volar, a veces quiero volver a abrir los ojos para no elevarme: volando allá tan lejos, ¿acaso se corre algún peligro?

jueves, 9 de julio de 2009

La muchacha de los ojos tristes

A propósito de un cuento, hoy vino a mi recuerdo una mirada que no se me ha podido olvidar jamás. Algo así como el muchacho de los ojos tristes, pero la versión cantada por un hombre: "la muchacha de los ojos verdes, tristes". Y es que es increíble como pude viajar al pasado, casi 8 años atrás cuando visitaba por primera y única vez la ciudad austral de Porvenir, localizada en plena Tierra del Fuego y de la cual guardo tan gratos recuerdos. Desde el cruce en barcaza de casi 2 horas hasta la nieve que no dejaba de caer. Y como siempre he tenido desarrollado en demasía ese niño que llevo dentro, nunca he podido dejar de maravillarme con esos recuerdos de la nieve, cuando cubría la ciudad y la tornaba tan silenciosa.

A veces uno quisiera poder retroceder el tiempo para poder volver a vivir esos momentos. Me acordé de la mirada de esta chica, cuyo nombre no voy a mencionar, pero que lo recuerdo cada día como si fuese el más bello de todo el planeta. Sí, ella que vivía en esa ciudad tan pequeña, cuya mirada verde y triste no me puedo quitar de la cabeza y no tengo idea por qué. ¿Será porque me quedaron tantas dudas antes de partir de ese viaje de 5 días? ¿Será porque siempre quise saber por qué hubo ese cruce de miradas durante todo ese día, sin que ninguno de los dos se atreviese a decir algo más? ¿Será por todas las cosas que me contó de su vida, de la cual yo gustoso habría buscado soluciones para ellas? Tengo vagos recuerdos, pero esa mirada no se me olvida, el momento no se me olvida... tampoco quiero que se me olvide y si es necesario, escribiré mil veces respecto a ti. ¿Puedo hablar acaso de que me enamoré de ella? No lo sé, pero de que pese a no saber nada de ella en más de 7 años, sigo sintiendo un cariño enorme por ella, por su fragilidad, por su ternura, por su voz, por ser ella misma. Incluso me remuerde un poco la conciencia haber perdido el contacto, puesto que ella sabía que yo me había venido para "el norte", como suelen llamar la gente del sur a todo lo que está más al norte de ellos. Uno puede decir que la gente va ya viene, pero, ¿por qué ella no se ha querido borrar de mi vida? Seguro que es uno de los mejores recuerdos de mi pasado, pese a haber sido sólo 3 o 4 días que pudimos compartir.

Si algún día encuentras mi blog o si acaso lees esto, quiero que sepas que no te he olvidado nunca. Y que nos debemos un enorme abrazo y una caminata por el mundo. Que sepas que haría lo que fuese por verte sonreír, por ver tu mirada sonreír, porque es hermosa.

jueves, 2 de julio de 2009

Todo por culpa de Altazor.

Y todo por culpa de Vicente Huidobro y su montresol y montreluna, lunatando y lucenario. Filosóficas visiones de silencios paralelos que hablan y se forman en una conjunción musical, de guitarra, de voces angelicales, de miradas, de gestos extraños. Todo por culpa de Altazor que cae desde los cielos y se desintegra al chocar con el suelo. La música, el canto, el rimbimbolam lam lam que me hace cantar y se me pega como mnemotecnia que no olvida... luluyu.

Y lo mejor de todo, es que de tanto analizarlo, hasta la encontré sentido a eso que aparentemente no lo tiene. Lunatando, sí, lunatando, en el lucenario del isonauta. Ahora disfruto como nunca el placer semántico de una palabra extraña, roto, destruida y renacida. Y cantaré toda la noche los versos de Altazor, caeré desde el cielo y me estrellaré con el suelo, rompiéndome en mil sonidos supersónicos y ultrasónicos terrenales o trascendentales. ¿Quién sabe? De Dios, del mundo, de la ciudad, de la vida... todo por culpa de Altazor.