sábado, 31 de diciembre de 2011

2011: un año de sorpresas

Como es tradicional, hoy es el día en que debemos hacer el recuento de todo lo que este año ha significado para nosotros: 2011 ha sido un año lleno de sorpresas, de altos y bajos, pero que, sin lugar a dudas, me ha permitido aprender demasiadas cosas de la vida. Son tantas las experiencias y momentos que es difícil resumirlos, pero haré el intento de mencionar los que más recuerdo.

1. Año nuevo en Caleta Portales. Acompañado de Evelyn y de mis amigos, creo que pasé una de las mejores noches de año nuevo en mi vida. Fuegos artificiales y carrete callejero porteño, simplemente, lo mejor. Un buen pie para este año. 

2. Despedidas. Evelyn parte rumbo a España a cumplir sus sueños y la distancia se convierte en un obstáculo que, afortunadamente, comprobamos que no lo fue tal, aquel día de julio en que regresaste. Emociones por doquier.

3. Viajes. Arica, Iquique, Tacna en febrero: un verano de paisajes y descanso, bajo el calor. Nuevas imágenes para mis recuerdos. Valdivia me esperaría en abril, en un ataque de locura momentánea que me llevó a viajar 12 horas hacia el sur a pasar un muy buen fin de semana. Pichidangui me esperaba en julio con ese toque gris de invierno y el calor sorpresiva que le da su especial toque, ese que me hace querer regresar siempre. Pichidegua nos recibió para septiembre, fiestas patrias fotografiando el alcanfor y comiendo las ricas empanadas originarias del sector. Para qué decir Santiago, la capital que antes no me gustaba y que ahora, cada vez más, me divierte más. 

4. Académico. Continuación del trabajo de ayudante de Gramática Normativa I y II. El inicio del trabajo como ayudante en Middlebury College y proyectos a futuro. Un año excelente en ese sentido.

5. Noviembre 18. Un año junto a Evelyn Celis, 12 meses de experiencias y momentos hermosos. Muchas gracias por ser parte de mi vida y seguir construyendo tantas historias.

6. Otro cumpleaños lleno de cariño. Un día en que me divertí tanto que no quería que acabara. 

Extrañamente, continuamos en clases para enero, pero bueno... son cosas que pasan y que, espero, no vuelvan a suceder el 2012 que, siento, será un año excelente. Recordar todo lo bueno -lo malo se olvida solito, solo se recuerda para no cometer errores- y seguir adelante, ese es el camino de este 2012. Le deseo mucho éxito, amor, felicidad y buena vibra a todos: a mis amigos del lado de acá, a los del lado de allá, a los que se fueron para allá, a los que se vinieron para acá, a los que siempre han estado... a todos los que han dejado alguna  huella en mi corazón.

Feliz 2012.

lunes, 26 de diciembre de 2011

A veces vuelo

Caminaba por 12 de febrero y sin más ni más, cerré los ojos y comencé a volar. Me importó un comino si había gente alrededor, si alguien estaría esperando para tomar una fotografia de aquel evento o me observaba. Abrí los brazos hacia lo alto y mis pies fueron despegándose del suelo en un planeo lento, pero seguro. Me elevé despacio, dejando la ciudad atrás: Valparaíso se veía tan pequeño a mis pies al momento en que crucé las nubes otra vez, sabiendo que no era la primera ni la última vez que percibiría la brisa fresca del aire en la altura. 

A veces vuelo sin que nadie se dé cuenta, dejo el mundo a mis pies y llego tan lejos como quiero. A veces vuelo, aunque no siempre lo cuente.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz navidad

¡Feliz navidad! Mis mejores deseos, que esta fecha esté llena de alegría, amor y esperanza de que el nuevo año será mejor que el que ya se nos va. 




sábado, 24 de diciembre de 2011

Venta de sueños

Casi como para hablar del capitalismo onírico, ya que está un poco de moda el consumo por estas fechas. Sueños irreales o no, son sueños. Simplemente, cuático.

 Fotografía: Instituto Nacional, Santiago.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Destinos

Tu pelo rojo flamea al viento,
tu mirada eterna me perturba en silencio,
pero no te lo voy a decir.
Cuando el viento retumba en los alrededores me detengo,
observo, pienso y siento:
todas esos caminos que dibujan nuestras pisadas
seguro, han formado parte de un destino contigo.
Allá viene el tren:
sigamos juntos en un viaje
cuyo destino dejaremos que sea desconocido,
para vivirlo, disfrutarlo.

La vida es una sorpresa:
sorprendámonos con ella.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Paracetamol II

Abro los ojos y ya son las 10 de la mañana. Cierro los ojos. Abro los ojos y son las 10.30. Zzzz. Abro los ojos y son las 11 de la mañana y, por fin, camino hacia la ducha como quien camina sonámbulo al matadero, por inercia, sin reacción ni intención, sin ánimo. El sol quilpueíno de mediodía es algo sofocante: 11.50 y pillo la micro que me llevará rumbo a Valparaíso, pero sin ánimo. Hubiese sido mejor que me quedara durmiendo, mirando el techo o qué se yo. Lo único claro es que pensé que podría haber sido un buen día para tomármelo, teniendo en cuenta la moda de tomarse todo. 

Era imposible conciliar el suelo en los super asientos de los microbuses del TMV. Un extraño dolor de cabeza se introducía por mi frente: el sol, calor, verano... clases. Hay algo que no calza. Lo bueno es que aun puedo pagar pasaje escolar sin que reclamen, aunque la regalía durará poco. Abro los ojos y me duele la cabeza, me siento fatal, creo que puedo vomitar. Veo la Universidad Santa María sede Viña del Mar, en el límite con Quilpué, y pasa por mi cabeza la idea de regresar a casa. Pero no, debo ser fuerte: llegar a mi destino. Todo da vueltas, calor, quiero descanso... me parte la cabeza. 

Almuerzo: inercia. Hablo: inercia. Camino: sonámbulo. Zombie, inerte, piedra, roca, proyectil suspendido en el aire, respiración agitada, incontables exclamaciones y gestos de dolor. Incomprensibilidad. Acciones sin sentido, reacciones ídem, sensibilidad, dolor de cabeza, dolor de cabeza, dolor de cabeza. Dolor de cabeza. Automedicación: sí, era necesario. Una llamada y una caminata al Jumbo Valparaíso podría ser la solución. Inicio de la clase: dos pastillas de paracetamol y casi 1.2 litros de agua. Calor. En verano no debería haber clases: y los culpables, seguro, que están de vacaciones. Me duele la cabeza. Comienza la clase, no quiero que me pregunten, no quiero hablar: pregunta una incoherencia. Me cuesta creer que tendré que soportar esta clase el 26 de diciembre. Pasa 1 hora y lentamente vuelvo, regreso de ese mundo extraño.

Paracetamol, una vez más, has salvado mi vida.

La casona del Cerro Polanco.

Las doce han dado y sereno. Las rejillas de la ventana que dan al secreto callejón olvidado, ocultan los cristales a punto de empañarse por el contraste entre el frío nocturno y la calidez de una casona antigua, probablemente sobreviviente del terremoto de 1906 cuando los cerros bailaron al ritmo de la tierra. Las estrellas en el cielo se dibujan sobre sus ojos pegados al vidrio frío que le recuerda el temor de antaño al ver los rayos y relámpagos de una tormenta, deseando con todas sus fuerzas que sus padres no fuesen a trabajar ese día y se quedaran con él. Ellos debían de estar durmiendo en su habitación, más allá del salón y las cortinas cinematográficas que dividían el pasillo en dos ambientes.

Más de alguna vez, lo visitó algún espíritu nocturno, quizá vespertino. De no haber sido tan pequeño, le hubiese invitado a tomar té, mientras conversaban de aquellas historias alrededor de la torre del ascensor. Sabía que se escondía un enigma alrededor, en las paredes, debajo de las tablas que misteriosamente se levantaban y crugían cuando no había nadie más. Alguna vez sintió las pisadas que avanzaban desde la cocina hasta su cama: alguna vez cerró la puerta y observó a través del vidrio, queriendo escuchar las conversaciones de los fantasmas que se quedaban en la cocina para acariciar al gato. Alguna vez se levantó al baño y abrió la puerta hacia el patio y caminó descalzo por el cemento en dirección al lugar donde, alguna vez, hubo un parrón. Caminaba bajo la noche y se acercaba al muro que lo protegía de la calle: las almas en vela deambulaban por el pasaje Bilbao.

Recostado, miró el reloj que estaba en la puerta clausurada, que daba al pasaje desconocido cuyo nombre nunca supo. Sintió las pisadas de un hombre extraño que deambulaba por las afueras gritando: "Motemei, calientito el motemei" y se preguntó qué era eso que vendía, quién era él, qué hacía ahí a esas horas. Era la 1 de la mañana y la vieja casona del cerro Polanco estaba próxima a tomar vida mientras todos dormían.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Me encanta

Me encanta...
ver que el mundo tiene mucho color,
que las luces de la ciudad brillan más que antes,
que las cosas locas son aún más locas,
que el tiempo se pasa volando,
que el mar produce olas de colores,
que el viento es infinito (y que lo podemos invocar),
que me cuesta creer que lo increíble es cierto... y aún mejor,
que pasan los meses y el sentimiento aumenta,
que la vida toma sentido,
que los sueños se hacen reales,
que contigo se asoma un futuro lleno de cosas buenas,
que mirarte sea suficiente para no decir nada más. 

Me encanta que tu mirada me enloquezca
y que cuando tenga que despedirme, no quiera hacerlo:
dejar pasar la hora intencionalmente inventando mil excusas,
volver a verte y acariciarte, aún a distancia.

Saber que aunque discrepes, harás lo posible por entenderme y hacer que me sienta feliz, por encontrar eso que hay dentro de mí y que a veces nadie más ha podido ver. Saber que en tu mirada encuentro eso que busco: tranquilidad, plenitud, amor. 
Me encanta estar enamorado de ti.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Domingo 11 de diciembre.

Me encanta escribir. Creo que lo he dicho varias veces, pero lo vuelvo a repetir una y otra vez. Me gusta poder crear nuevas historias y tener la sensación de que esas ficciones pasan a ser una realidad en el instante en que la decodificación lingüística pasa a ser una imagen mental que toma color, sonido, olor y que, en muchas ocasiones, se transforma en la aceleración cardiaca producto de la ansiedad de los momentos, de lo que pueda ocurrir: como en la vida real. Me cuestiono hasta qué punto las palabras son el reflejo del estado del mundo y de las historias de la humanidad, qué es lo que efectivamente sucede y qué es lo que no, cuál es el límite exacto entre lo mítico y lo que consideramos como real. Cada día me convenzo más de que la magia está por todos lados y que, aunque seamos reticentes, el componente mágico-místico del mundo nos influye mucho más de lo que pensamos.

Escribir es un proceso místico: traer dimensiones paralelas y establecer conexiones con otras historias que andan sueltas por allá arriba en el "mundo de las ideas", como lo diría Platón. Tener el poder de interferir en una realidad, de ser creador o destructor dependiendo del caso. La mezcla de los mundos en punto difuso, a veces inentendible, abstracto, inconcluso...

sábado, 10 de diciembre de 2011

Electrodomésticos modernos.

Otras funcionalidades del microondas. Dentro de mi conocimiento limitado, yo solo pensaba que servían para calentar comida o cocinar, pero no para enviar señales de cámaras de filmación. Mish.


Fotografía: Micro 109, a la altura de Troncos Viejos, Villa Alemana.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Tarde de shopping con mi abuelita.

Ya decía yo que eso del consumismo es una costumbre heredado de familia, si no es mi madre, es mi abuelita. Llego a mi casa a eso de las 2 de la tarde y me dice que la acompañe al Portal Belloto porque quiere ir a comprar la caja de 5 kilos de detergente: esa que dice "te conviene" y que uno agradece que no mienta diciendo que es más cómoda de llevar. Fue así como tomamos una micro y nos dirigimos hacia dicho lugar a eso de las 5 de la tarde cuando el valle interior del Gran Valparaíso tendría una temperatura de unos 23º, bastante agradable. Nadie sabía lo que estaba por ocurrir.

Llegamos al Lider en busca de un vino para regalar: me impresiona ver que los pasillos posean tantas variedades diversas, desde vino en caja de cartón hasta vino en cajita de madera, de exportación. Lo bueno es que en Chile uno puede encontrar un vino bueno por un precio razonable: bendita industria vitivinícola nacional. Al no encontrar el producto requerido, salimos en dirección a la super feria de zapatillas con descuentos, tipo outlet. Lo único outlet que tenía era que estaba fuera del supermercado, ya que la variedad era pésima, sin mencionar que el diseño era de gusto de flaites. Mal por nuestra sociedad y bien por mí, porque de haber habido un modelo que me gustara, habría hecho alguna compra innecesaria de esas a las que me estoy acostumbrando. 

Portal Belloto se transforma en un paseo que la familia del interior comienza a frecuentar. Nadie se habría imaginado, 15 o 20 años atrás, que dicho sector iba a alcanzar tal auge que incluso algunos se atreven a decir que habrá un terminal de buses en donde antiguamente estaba el Extra: actualmente existen banderas de La Polar clamando que alguien los vaya a visitar luego del enorme fraude financiero que se destapó como a mitad de año, "estamos aquí", pero nadie les cree mucho. Los pasillos repletos de gente y el supermercado asfixiante: mi abuelita buscando comprar qué se yo qué cosas electrodomésticas mientras yo alucinaba con el queso que ofrecía una 'pascuerita', el cual, finalmente, pude probar y aprobar. Una vez encontrado el producto que buscaba -no lo expondré aquí, por temor a que el destinatario del regalo puede leerlo- fui feliz y compré un pack de Kross: mi vida ha cambiado al descubrir cerveza de calidad... ¡y nacional! Porque, si es chileno, es bueno. 

Regresamos a casa a eso de las 21.00 hrs a tomar once, ordenar las bolsas y esconder los regalos para que nadie los vea. Una tarde de compras, miles de bolsas, momentos gratos y un poco de frío. El único gran detalle es que el real objetivo de la salida se nos había olvidado: comprar detergente tendrá que quedar para otra ocasión.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Tsunamis en mi mente

No es la primera vez que sueño con olas gigantes que se acercan hacia la costa. Y resulta que el sueño se repite cada cierto tiempo, quizás una vez al mes: estoy en algún lugar observando el mar cuando, de pronto, veo que enormes olas se acercan desde el horizonte cuando la gente comienza a correr. El último de estos sueños fue cuando me encontraba en una isla y veía las enormes olas que reventaban a lo lejos, causando el pánico de todos: estaba en un hotel y, a través de la ventana, me sentía relativamente tranquilo de que tenía la altura adecuada como para no ser alcanzado por las olas. 

Alguna vez coincidió el sueño con la alerta de tsunami que se levantó producto del terremoto en Japón, a principios de este año. Pero, hasta el momento, no ha vuelto a tener ningún tipo de sentido. Olas gigantes, ganas de sumergirme en el agua y lanzarme a nadar, no sé. El temor a lo que se viene y que está cerca, pero que pese a que me quiera cubrir, es inevitable que deba observar. Lo positivo, es que en ningún momento tengo miedo, siempre sé que sobreviviré a la ola.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Asesinos

Asesinos del silencio, asesinos del alma.
Perdidos en la oscuridad, buscando a la deriva...
buscando nada.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Otro domingo

Otro domingo de silencio, observando la panorámica del muro del patio que tengo a través de mi ventana: simplemente, inspirador. Pero en los casi 9 años que me he deleitado con esta vista tan poco interesante y aburrida, creo que no me ha faltado motivos para soñar y estar en miles de lugares a la vez. Quizás sea ese el motivo de que escape, de que busque un paisaje nuevo, una energía diferente que me anime durante las mañanas cuando puedo ver el sol que me da ánimos para comenzar el día. Otro domingo en que son las 5 de la tarde y aún sigo diciendo que son muchas las cosas que debo hacer para la universidad, pero permitiéndome el lujo de disfrutar de pensar en otras cosas y de volver a repetir los sueños de recorrer otras ciudades de mis vidas pasadas. Ver que el verano se acerca a pasos agigantados y son tantos los nuevos proyectos que comienzan en 2012 que a veces me cuesta entender que todo esté sucediendo tan rápido... y que pueda acelerarse aún más.

sábado, 3 de diciembre de 2011

viernes, 2 de diciembre de 2011

El último habitante de un pueblo perdido.

Cuando abrió los ojos, el sol estaba sobre su mirada, en medio de una plaza de árboles verdes y frondosos. El pasto estaba seco, pero parecía haber sido regado en algún momento de la mañana. Miró a todos lados: las olas del mar reventaban a escasos 5 metros de la plaza verde en la que, antaño, la gente solía reunirse a contar las historias del pueblo. Las cosas eran diferentes y ya se hacía sentir un futuro de nuevos cambios en que los movimientos serían pan de cada día: adiós al anhelado sedentarismo de las civilizaciones antiguas, lo que ahora estaba en boga era volver a ser nómade. 

Su casa en el árbol tenía la visión panorámica más codiciada del pueblo y, en más de alguna ocasión, alguien había querido apropiarse de ella. Subió por el árbol situado en el centro de la plaza y se instaló en la entrada, con los pies colgando: le gustaba recordar todas las veces en que había jugado a ser un pájaro que volaba a la deriva, con los ojos cerrados, para luego acabar en el suelo, muerto de la risa. Volar era una de esas sensaciones que le agradaba y que, de vez en cuando, realizaba ante la ausencia de gentes alrededor. Los fantasmas ya se habían ido y era el último habitante de un pueblo perdido en medio de la nada.

Se puso de pie y abrió los brazos: cerró los ojos y respiró profundo. Se impulsó con las rodillas y dio un salto hacia la altura. En el horizonte del mar, una enorme cascada indicaba el fin del mundo y el inicio del reinado de las tinieblas y de los monstruos. Andaba despacio, cuidando de no chocar con las paredes que rodeaban ese mundo creado a su medida, en el cual se había encerrado. Los colores de una naturaleza viva le despertaban cada día cuando caminaba sobre la hierba, sintiendo la suavidad de la tierra sin cemento. La libertad de apropiarse de ese mundo solo para él: un placer egocéntrico. Sonreía mientras volaba hasta la lejanía, levantando olas enormes y creaciones futuristas sobre las nubes. Islas en el cielo, ciudades sobre el horizonte acuático y portales por doquier.

De vez en cuando, el guardia dejaba un poco de comida en la celda de aquel muchacho harapiento y herido que habían capturado hacía unos días atrás. Se lo oía reír con los ojos en el cielo: con una cadena fuertemente amarrada a su tobillo lo mantenian atado a la pared, para evitar su escape. 


jueves, 1 de diciembre de 2011

Diciembre

Entre nubes y sol, diciembre se aparece como una más de todas las cosas extrañas del año 2011. Días de calor extremo mezclados con llovizna por las mañanas hasta casi alcanzar los 32º en la zona interior. Simplemente, no entiendo. El fenómeno de La Niña está causando bastante estragos ambientales que tienen a la gente un poco más enloquecida de lo normal, proyectando un ataque de locura colectiva para la época de navidad en que la lucha por obtener un regalo puede causar problemas tales como los de un 2009 caminando por Barrio Meiggs con 33º y un mar de gente en contra, temiendo por mi vida y por todas las cosas que ya había comprado hasta ese momento. Es increíble cómo el consumo mueve a la sociedad y cómo, muchas veces, se transforma en el centro mismo de la vida más allá de pasar buenos momentos. 

Diciembre comienza cuando me lanzo a nadar otra vez, en una piscina repleta de gente que hace hidrogimnasia y baila las mismas canciones que pronto me aprenderé de memoria, con la profesora que aplaude con un sonido muy hueco que hace que me duela los oídos mientras me muevo por el otro carril a la espera de que acabe pronto dicha clase y pueda tener más espacio. La paciencia es una virtud: contar hasta 100, también. Contar hasta 100 en dosis de 41, 42 y l8, quizás. Respirar de tanto en tanto, mover los brazos y los pies, mover el cuerpo... olvidarte del mundo, sobrevivir bajo el agua. Generar energía. Diciembre comienza a las 00.02 am cuando, frente al computador, el ringtone de mi celular deja de ser Shooting Stars de Bag Raiders para transformarse en un himno musical de los años 80: Down Under de Men At Work. ¿Por qué? Porque llegó el verano y el ritmo suave de la canción me hace pensar que es pertinente... y punto. 

Ver que cada vez quedan menos días para el 2012 y que se acercan muchas metas por cumplir. Volar, volar... ¡soñar! Diciembre comienza en una de las situaciones más extrañas en que navidad y cumpleaños pasarán estando en clases, pensando en un semestre que concluye en enero, con calor... pensando en vacaciones reducidas, pero vacaciones al fin y al cabo. 

Diciembre es un camino con muchos destinos.