lunes, 28 de noviembre de 2011

Últimos días de noviembre

Comienza a hacer calor y ya se siente en el ambiente: el verano se acerca a pasos agigantados. Hace poco, caminaba por los alrededores de mi sector y me sorprendí al ver que aún había mucha luz de día a eso de las 20.45: creo que el horario de verano me agrada, aunque el invierno tampoco deja de encantarme. Es extraño intentar buscar un punto intermedio, pero es evidente la necesidad de uno por el otro. Ying y yang y todo lo demás. 

El CyberMonday resultó ser mucha parafernalia, show y expectativas: colapso de páginas, ofertas muy poco novedosas y muchas desilusiones. Esperaba encontrar descuentos interesantes en LAN, cuando lo único que hicieron fue descontar alrededor de $10.000 en los pasajes y hacer descuentos en hoteles: ¿acaso no entienden que lo que más importa es el pasaje? ¡El hospedaje ya lo veré después! Acabé acostándome tarde sin que fuese muy productivo, pero dormí bastante en la micro rumbo a la universidad. Lo importante, claramente, es saber aprovechar el tiempo para dormir. 

Tener control de lectura de una encíclica -sí, merece un WTF, pero se entiende en el contexto de una universidad católica-, perseguir a una profesora para obtener su firma en un papel, llegar 20 minutos tarde a clase y no saber responder la pregunta que te hacen... sumado a que el expositor de la clase no llegó. Cosas extrañas que pueden suceder dentro del mundo académico y que no dejan de sorprender: el café parece ser un buen aliado para el horario después de almuerzo. Ir a dejar la carta de práctica, cruzar la Avenida Argentina con una sensación térmica de 100º C y huir de la gente conocida para tomar el metro en estación Barón y regresar a Puerto en busca de un tren vacío. Finalmente, comprender que la línea de estudios que pretendo seguir me interesa cada vez más y más... y más: soy un ñoño recolectando miles de fotocopias que después tendré que leer. Hacía mucho tiempo que no asimilaba el conocimiento como 'alimento'. 

Otra semana de 3 días está comenzando: ¿qué tan agitada podrá ser? Los últimos días de noviembre prometen tantas cosas.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Desde el balcón

Desde el balcón de su departamento, la noche asomaba tras los llanos eternos que desembocaban en algún lugar lejano, cerca del Mediterráneo. Tan solo 2 horas separaban Albacete de la orilla del mar y, pese a la distancia, nunca le fue demasiado difícil cerrar los ojos y dar un paso adelante para ver que el agua le llegaba hasta más arriba de los tobillos. La brisa marina fresca que se perdía en un horizonte celeste y un cielo que, en cualquier momento, se cubría de nubes para dejar caer una gran tormenta. 

Las luces de la ciudad se alzaban por la carretera, alrededor de Chichilla de Montearagón. Cada noche caminaba desde su habitación hasta el balcón para observar la ciudad que dormía temprano en invierno y que en verano parecía no tener detención. La Carretera de Valencia solía ser silenciosa cuando los 40º se quedaban más allá del mediodía y las almas huían del calor a esconderse por allá donde los gitanos aparecían de vez en cuando. La ciudad era pequeña, pero las historias eran inmensas. 

El amanecer llegaba hasta el balcón cuando las ojeras de una noche sin dormir se marcaban en un rostro sonriente de volver a ver un nuevo día, desde el centro mismo de las llanuras interminables por las cuales habría caminado alguna vez, perdido, el Quijote.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Leyes

Lo que para algunos es la manifestación de la ivilización humana, para otros, es solo una prohibición de las pasiones propias del ser humano. ¿Hasta qué punto la ordenación social, efectivamente, limita nuestros deseos? Interesante cuestionamiento respecto a cómo se llega a acuerdos (o desacuerdos) en cuanto a la regulación de la vida. 


Fotografía: Baños del Campus PUCV Sausalito, Viña del Mar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Inquietud in crescendo.

Creo que desde el año 2006 que le he estado dando vueltas a uno de los asuntos, quizá, más trascendentes de toda mi carrera profesional: la práctica final. Y, como todo en la vida, esas etapas que veías tan lejanas comienzan a ser alcanzadas: el tiempo avanza tan rápido y apenas te das cuenta de que han sucedido muchas cosas hasta situarte en una de esas posiciones que pensabas que eran tan lejanas e inalcanzables. Era un tema que me tenía inquieto, pero una inquietud stand-by que, en algún momento, iba a transformarse en algo más grande al ver que comienza el momento en que debo dar algunos pasos hacia ello. 

La primera charla de práctica final resultó ser menos terrible de lo que pensé, aunque el estrés de los otros alumnos me produjo cierto nerviosismo, ¿será que me estoy tomando muy a la ligera algo que es para considerar con un poco más de cuidado? Hablaron la cantidad de horas y, lentamente, vi que mi horario para el próximo semestre comenzaba a armarse en mi imaginación: visualizaba las claves, las cosas que debía hacer. A la noche siguiente, incluso, soñé con parte de ese futuro, aunque era un poco extraño, pero en fin. Nos pidieron tener lista la decisión lo antes posible y decidí agendar el día en que debía acercarme al establecimiento, ese día era hoy viernes.

Salir del Gimpert en dirección a la Avenida Argentina es algo muy poco frecuente y, durante algún tiempo, este camino se convertía en algo inexplorado y extraño: un lugar totalmente diferente de mi camino dentro de la ciudad. Hace algunos años, caminar desde la estación Barón hasta la mitad de la avenida Argentina era algo completamente normal. Caminé por una de las principales vías de Valparaíso hasta llegar al que fuese mi colegio por 4 años: el Salesiano de Valparaíso. Fue extraño realizar el mismo camino de antaño, pero desde una óptica totalmente diferente: vestimenta, forma de ver el mundo y la cantidad de experiencias que jamás imaginé que llegaría a tener en tan solo 5 años. Y lo vuelvo a repetir: ¡5 años! Que a veces me pesan un poco, pero qué son 5 años de una larga vida por vivir. Avancé por el pasaje hasta ingresar y ver que los años no pasan en vano, tanto así, que me perdí dentro de aquel lugar por el cual caminaba como uno más, sintiéndome parte de una institución que, si bien, nunca quise del todo -por las constantes incongruencias que un adolescente crítico encuentra hasta en lo que no tiene ningún error-, creo que me llevo gratos recuerdos de mi formación. 

Fue un mundo diferente: es inevitable volver e intentar recordar a la misma gente de antes, quizás encontrarse con algún amigo, pero no, el mundo siguió y todos están muy lejos. Lo más probable, es que nadie quiera volver por esos lados. La palabra "ex-alumno" pesó bastante y para bien. Los lugares parecían ser los mismos, pero todo estaba diferente y no soy el indicado para juzgar si para bien o para mal. Lo importante es que sentí una buena acogida de aquel lugar al cual, de una u otra forma, sabía que iba a regresar, tal vez por el deseo de recuperar historias que ya no volverán. 

En algún instante, quise salir corriendo y retroceder, decir que no, que no era el lugar ni el momento. Que no me siento preparado para concluir mi carrera y, por lo tanto, quedarme 10 años en la carrera para convertirme en un eterno estudiante más. Que he aprendido bastante, pero siento que puedo aprender aún más... que quiero aprender aún más y que no sé nada de la vida, ni del mundo. Que no sé nada, pero que debo ser el que sabe más y que debe enseñar. Sentí que tengo una responsabilidad importante y que, evidentemente, quiero hacer bien. Me di cuenta que esa proyección comienza a tomar forma y que el momento ya no es en el futuro lejano, sino que un presente que toma más y más forma un poco más allá de las colinas de febrero de 2012. 

jueves, 24 de noviembre de 2011

Mira el mar.

Las aguas subirían en cualquier momento, repetía una y otra vez la gente que corría enloquecida por todos lados en dirección al cerro. No entendía nada: era como haberse despertado de un sueño extraño y, estando aún un poco dormido, ver que todo el mundo al que estaba acostumbrado podría desaparecer en cualquier momento. Cuando cruzaron la Plaza Sotomayor, comenzaron a sentirse un poco más tranquilos al ver que el mar aún no presentaba ninguna variación.

Lo llamó varias veces: su amigo era un poco terco y no quería huir, hasta que, finalmente, pillaron un bus juntos y comenzaron la huida. Era como un exilio que no entendía, pero acompañar a un asesino le hacía cómplice de todos sus delitos y, por ende, también debía escapar. Cuando llegaron a lo más alto del cerro, corrieron por el interior de un edificio, tomaron el ascensor pequeño y tenebroso de siempre: era inexplicable esa sensación de temor que le producían los ascensores, quizá, por alguna experiencia de encierro cuando era pequeño. Pero en esa ciudad, al parecer, era normal haberse quedado encerrado alguna vez en un ascensor. Subieron hasta el piso más alto y se asomaron al balcón: el mar comenzaba a descender, dejando libre un enorme bosque verde que jamás había visto antes. 

- ¡Mira el mar!

De un momento a otro, el agua llegaba a los pies del edificio, situado en la parte alta de la ciudad. El oleaje era fuerte, salpicando algunas gotas de agua más allá del cerro. No tenía claridad si el agua era capaz de llegar a la ciudad inserta en el valle, pero era muy probable. El agua continuaba aumentando su nivel y debieron cerrar las puertas, correr hacia otra habitación contigua. Se asustó al ver la puerta de vidrio cerrada y el agua que llegaba hasta ese lugar; en cualquier momento, podría romperse la puerta y avanzar hacia ellos. 

Caminar hacia otro balcón y observaron la Plaza Sotomayor: algunos edificios humedecidos por el agua y la locomoción colectiva ya volvía a circular con normalidad.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La ciudad por un instante.

Poesía en la ciudad.
Locuras a la velocidad de la luz (se me acaban las palabras),
verano e invierno vulnerable (cómodamente estúpido),
agujero en la tierra, círculos burbuja (...lver al principio).
La vida, la libertad del cuerpo:
echarse a volar,
la ciudad por un instante.

Fin de semana de locuras

Alguna vez me dijiste que la cantidad de tiempo que utilizaba en escribir era inversamente proporcional al tiempo que pasaba contigo, pero no son dos condiciones restrictivas. Estar contigo es una de mis mayores fuentes de inspiración, de soñar, de disfrutar, de ser feliz, porque pasar un rato a tu lado me demuestra que la locura es la única cordura que le queda al mundo. Soñar cada día con volverte a ver es otro punto de partida para crear que el mundo es mucho mejor de lo que parece y que todas las cosas malas no existen, que tengo fuerza para continuar y hacer muchas más cosas.

Un año juntos y un año más que cumple el mundo desde que se encontró con tu maravillosa presencia, con todo ese potencial que hemos ido descubriendo en le camino y que sé nos seguirá dando gratar sorpresas. Tantas cosas en un mismo fin de semana pueden ser un poco agotadoras y, defintivamente, se requiere de tiempo. Ya sabemos que es un recurso limitado y hay que ordenarlo, por lo tanto, dormir se olvida. Es por eso que en todo el fin de semana creo haber dormido menos de 10 horas en total, haber reído 35 de las 38 horas restante (contando como si hubiese dormido 10) y las otras 3 horas entre riendo y comiendo. 

Me alegra mucho sentirme cada vez más cerca de ti y crear una historia en conjunto: una historia loca, desarmada, pero original. Y, como siempre, lo mejor está por venir. Gracias por todo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Transgénicos

Ya está todo tan manipulado en la actualidad que encontrar algo natural es casi una utopía. 

 
Fotografía:Traslaviña con Viana, Viña del Mar.

viernes, 18 de noviembre de 2011

La niña que dibujaba París.

...Cerró los ojos y la ciudad se transformó en una mezcla de varios colores y luces alrededor. Lo único que se oía era su risa, la más sincera y apasionada en mucho tiempo. Se dejó llevar mientras los faroles se iban encendiendo hacia la altura: bailaba sin preocuparse de que, en cualquier momento, se apagarían las luces y la música para que todo volviese a la normalidad. La realidad concreta se iba desprendiendo cada vez más hasta niveles de abstracción que descontruían figuras, estructuras: hasta que todo lo conocido por la civilización humana se transformarse solo en un rumor.

L.N.Q.D.P.

...Bailaron a la luz del atardecer de una ciudad distante, pero a la vez cercana. Daba igual si el resto de la gente pensaba que se trataba de alguna locura: los locos eran los únicos que estaban realmente cuerdos. Ella sonreía con su mirada sutil que a él le producía una sensación extraña: ¿por qué le daba miedo darse cuenta de que esa mirada le gustaba? Verano e invierno vulnerable. Daban vueltas bajo los faroles iluminados que saludaban a las noches eternas, a esas historias que no eran vistas por los ojos humanos. Bailaban tomados de la mano, sonrientes y felices, adolescentes eternos, soñando futuros poco convencionales. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

A ratos.

A ratos me lleno de energía, a ratos me duermo.
A ratos no sé lo que pasa y me confunde el silencio:
será que no sé qué es todo eso "bueno y correcto". 
Pensaré que soy incorrecto, confuso,
un ser perdido entre las masas,
alguien que camina a la deriva 
en busca de descubrir el mundo.

Pensaré que soy inexistente, 
que solo despierto a la vida cuando estoy durmiendo. 


domingo, 13 de noviembre de 2011

Enumeración

Presencia en definición de ausencia,
noche en ausencia de día,
silencio en presencia de ruido. 
Sociedad, espiritualidad e inercia, 
confusión, inconexión y, a veces, game over. 

No sé si hoy sube la marea,
no sé si mañana lloverá.
No sé nada de nada,
pesadillas o sueños, qué más da.

Palabras confusas, elementos, enumeración.
La lengua, el código, el signo.
Hasta qué punto hablamos falsedades sin saberlo,
hasta qué punto todo puede ser al revés.


Fotografía: Avenida Portales, Cerro Barón, Valparaíso.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Original kingdom of spoon revolution

A sacarle brillo a las cucharas y atacar a lo delincuentes (¿?)


Fotografía: Avda Alemania, a la altura del ex Hospital Alemán.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Frivolidades

Cuando se tiene un poco de tiempo, se corre el riesgo de pensar en demasiadas cosas de las que el diario vivir a veces te salva: el trabajo, el dinero y sus consecuencias. Tener algunos días relativamente libres en el calendario académico te trae el inevitable cuestionamiento respecto a qué hacer con esas horas libres, pensar en el verano, pensar en el futuro y todo lo que tiene relación con gastos del diario vivir. ¡Si hasta para nacer y morir hay que pagar! Nunca vienen mal unos pesitos más al bolsillo de un estudiante que espera titularse lo más pronto posible para poder trabajar e independizarse de una buena vez. A veces los 'anuncios' llegan sin que los busques, de pura casualidad o gracias a la versatilidad de las redes sociales. Aquí vamos.

En uno de esos instantes de ocio en facebok, aparece un anuncio de una empresa que busca reunir gente interesada para trabajos esporádicos, principalmente entre 18 y 35 años. Wow! Estoy dentro del grupo que buscan. Me pareció interesante una propuesta y, por lo tanto, hice click. Pero no, no era suficiente con poner "me gusta" ni nada de esas cosas: había que crear una cuenta en dicha página. Ok: ya he creado tantas cuentas en páginas que ya luego ni recuerdo que existen. Lo básico: los datos, formación académica, escolar, etc. Todo bien hasta ese punto. Me llega el correo con la confirmación y creo que ya estoy listo para dar click a dicho anuncio, pero no: faltan datos. Qué demonios, si ya ingresé todo lo que me pedían. Ingreso al famoso "perfil" para ver qué es lo que hay que completar y aquí me llevé una sorpresa. ¿Es posible que una empresa esté buscando las características de una persona casi perfecta? Sí, está claro que siempre se busca la persona ideal para desarrollar cierto trabajo, con las habilidades pertinentes y todo lo de más, pero esto me pareció una frivolidad y ya voy a comentar por qué. Los datos que pedían eran: estatura, peso, color de piel (eeeeh... ya), color de ojos, tipo de pelo, talla, calzado. Pero lejos, lo más perturbador fueron las preguntas de corte voyerista: ¿estarías dispuesto a aparecer en ropa interior, traje de baño, ropa ajustada, ropa atrevida o desnudo? ¡Pero por el amor de Dios y todos los santos! ¿Qué clase de empresa es esta?

Luego de aquella experiencia tan extraña, la página -siempre, muy amistosamente claro, para generar cierta empatía con el posible empleado- te invita a incluir una fotografía con tu mejor ángulo, porque ¡una foto hace más que mil palabras! ¡Una foto te puede ayudar a aumentar las posibilidades de encontrar trabajo! Eeeh... ya. Hay gente con capacidades increíbles que no es contratado por no tener la famosa "buena presencia" que nadie es capaz de definir concretamente. Otra frivolidad voyerística más: querían foto de rostro, foto de cuerpo completo, en traje de baño, ropa interior. Me pregunto si acaso también quería una foto de cuando voy al baño.

Tantas frivolidades en el mundo actual que ya no me parece extraño que todos queramos cuidar la imagen. No está mal, pero a veces creo que se está cayendo en un exceso desmesurado. Luego se cuestionan los especialistas respecto al aumento de depresiones y suicidio, el aumento explosivo de gente en los gimnasios, de cirugías plásticas, de liposucciones y no sé qué más. El mundo es cada día más frívolo: lamentable.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Time.

I'm thinking about the world that we're living. Is it the right time to do everything we want? Are we prepared enough for facing it? It's the time to fly, to get connection, to get a espiritual call and discover there's a huge universe outside that's always watching at us, and I guess it has too many different ways to talk to us. 

Are we ready to listen?

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Ahogarse en un vaso de agua

Suele suceder que a veces la gente se ahoga al intentar nadar, cuando están las condiciones adecuadas para poder tocar el fondo y mantenerse a flote sin mayores problemas. Hoy nadaba hasta la parte más profunda de la piscina Numancia Sports, donde la profundidad máxima es de 1.60 mt, por lo cual, puedo tocar tranquilamente sin mayores problemas durante todo el trayecto que debe ser de unos 40 metros de largo. Mientras nadaba, pensando en esa situación extraña que, claramente, puede transformarse en una excelente metáfora de la realidad que vivimos a diario: ¿cuántas veces nos ahogamos en un mar que creemos turbulento e infinito y luego nos damos cuenta que tan solo se trataba de una laguna? Incluso, a veces solo se trata de un tranque o, más bien, de una posa. Es extraño analizar como un mismo terreno puede parecer tener diferentes dimensiones desde la visión de un espectador. 

Ahogarse en un vaso de agua, a propósito de ver una piscina llena de agua que, definitivamente, cuenta con mucha más agua que un vaso. Pero incluso, la textura del agua es diferente. Esta semana ha resultado extraña, al igual que todas las que hemos tenido desde el extraño inicio de semestre post desalojo de la PUCV. Confieso que me esperaba un ambiente más denso, pero solo me ha tocado encontrarme con gente desagradable y nada más que, por lo demás, no han sido capaz de emitir un solo comentario: ahí uno se da cuenta que la 'valentía' que promueven es bastante dudosa. En fin. Encontrarme con una amiga que me comenta las miles de opciones con las que se cuenta me produjo un inevitable quiebre entre la tranquilidad con la cual estaba desarrollando, mentalmente, mi futuro académico. Antigüamente, la gente podría quejarse de las pocas opciones que tenía y, en la actualidad, creo que el problema es lo contrario. De 100.000 buenas opciones solo puedes escoger una. Todas son buenas, todas tienen beneficios que te atraen, pero solo se puede optar a una.

Confusión, evidentemente. Confusión de no saber cuál es la mejor. Porque pensar en el futuro a veces se transforma en un lío, pues, de alguna forma, todo lo que estás haciendo en el presente influye el futuro y el futuro también influye en el presente. Es una extraña relación que, pese a ser contraria en tiempo, sucede de manera efectiva. Cada paso, cada pensamiento y cada acción. Pensar en que no sé si las acciones que estoy tomando sean las correntes en pos de la decisión que pueda tener que tomar: si mi estudio es el correcto, si mis investigaciones son las adecuadas, si invierto mi tiempo de la forma que corresponde para desarrollar mis proyectos.

El problema es cuando todo se transforma en proyección y el presente se transforma en agobio de ese futuro que, en términos estrictos, no se sabe si llegará. Me agradaría mucho saber cómo será el futuro, pero aún no he desarrollado esa habilidad de vate. Puedo querer que sea de una forma, visualizarlo y hacer todo lo posible para que así suceda, pero nada me puede asegurar que así será. Finalmente, lo único que queda es tomarse las cosas con calma. Es tan simple como conversarlo un poco y ver que lo que, por un momento pensaste incompatible, resulta ser completamente viable. Nada es tan terrible como parece porque, después de todo, lo que importa es vivir el presente. No se sabe qué sucederá en el futuro y, si bien hay que tenerlo en cuenta, es importante no dejar que se transforme en un fantasma que no nos deje en paz.

Nadar hasta el 1.60 metros de profundidad y, a veces, cuando entra agua por la nariz, darse cuenta que se puede pisar en cualquier momento. No por llegar antes se es mejor y muchas veces es necesario detenerse un poco a tomar aire en vez de ahogarse donde puedes tocar, en un vaso de agua.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Pantalla, QEPD.

De un día para otro pueden ocurrir muchas cosas que nos dejen con la boca abierta, estupefactos ante la incertidumbre propia de nuestras existencias. Claro está, si nuestra existencia es finita por sí misma, todas las cosas físicas que creemos, también. El ser humano fabrica herramientas materiales que nos salvan la vida, haciéndola mucho más cómoda, pero todas esas cosas, desgraciadamente, tienen vida útil. He ahí el negocio de seguir produciendo y vendiendo: pregúntenle a Bill Gates y su empresa Microsoft. 

Sucede que me encontraba trabajando de lo más normal en mi computador. Era día de Todos los Santos, santificada casualidad, cuando la pantalla de mi computador se apagó. No hubo excusas, respuestas, argumentos, historias que contar, ni nada. Solo silencio... y oscuridad. Chuuu... fue lo primero que pensé: acaso a mi computador le vino la locura como de costumbre, por lo tanto, lo apagué por casi 1 hora, algo así como para darle espacio a un interludio comercial. Lo encendí nuevamente y funcionó como si nada, por lo que me alegré. Sin embargo, la alegría fue tan efímera y huidiza: me dejó a la espera. La oscuridad volvió a nublar mi pantalla en un momento incierto, colapso magnético o qué se yo. En vista y considerando de la necesidad ineludible de rescatar información, un LCD de 21 pulgadas fue mi salvación durante aquel día de Todos los santos en que, incluso los más diablos, también estaban descansando. 

La odisea continuaba al día siguiente cuando acudo a Pc Factory en busca de alguna solución: $120.000 por el cambio de la pantalla y $16.000 por una diagnóstico en que me dirían, nuevamente, que había que cambiar la pantalla. Definitivamente, el amor por Pc Factory se me quedó solo en la venta de equipos e insumos a buen precio y confiables, pero no en servicio técnico. Me resignaba a tener que juntar dinero para un nuevo computador que, esperaba, llegase antes que la alegría de que mi computador funcionase. Logré llegar al conocido de un conocido de un conocido -sí, esa fue la cadena de relación, los 6 grados de separación no son una artimaña de facebook, después de todo- con quien, luego de comunicarme, me anunciaba que tenía la solución a mi problema, por un precio considerablemente menor: el 50%. 

Día viernes y me ven subiendo a Recreo Alto para encontrar el servicio técnico en donde encontraría la solución. Cambio de pantalla: no, no era el problema. Cambio de cable: tampoco. Abrir el computador entero, limpiarlo, invocar a todos los dioses egipcios, romanos, rusos, escandinavos, latinoamericanos... tampoco. Luego de casi una hora de revisión de mi computador, llegamos a la triste conclusión de que la pantalla no era el problema, sino una parte de la tarjeta de video que, a estas alturas, ya no convenía cambiar. La mejor opción: juntar dinero y pensar en ese autoregalo navideño que uno siempre quiere hacerse porque, en estos tiempos, creo que no alcanzo a enviar mi carta al Viejito Pascuero. Después de todo, la conclusión no me resultó tan terrible.

Así es como una 'semana normal' pudo ser tan intensa. De una pantalla de 14.1 pulgadas hasta acabar con tu notebook solo como pc de escritorio, conectado a un monitor de 17, es, definitivamente, una experiencia digna de contar. Al menos sigue funcionando de cpu y no perderé mis datos, lo que es un enorme avance. Acepto sugerencias de computadores a precios razonables.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Porque sí no má.

Adaptaciones poéticas. Juzgue usted.

                                  
Fotografía: Avenida Errázuriz, entre Francia y Bellavista.