Todos hablábamos en un lenguaje muy extraño. No recuerdo bien cuál era el mío, ni qué intentaba decir. Y lo más probable es que nada tuviese sentido en ese torbellino de locuras, de demencia congénita y expansiva que rápidamente se iba a propaganda por las mentes aledañas que, de pronto, se levantaban y empezaban a gritar como locos. Los vi correr para todos lados y chocar entre sí, maldecirse, golpearse e incluso asesinarse. Los vi cuando se descuartizaban mutuamente a mordiscos, a arañazos, a pellizcos, mientras los pedazos de carne roja -aún viva, aún latenta- caían al suelo mientras algunos transeúntes abatidos por el hambre se acercaban a comerlas.
No sé bien lo que te estaba diciendo, ni lo que la gente me decía. Solo sé que todos corríamos como dando vueltas en un círculo que nunca nos llevaría a ninguna parte más que al mismo lugar desde el cual comenzamos y que con el paso del tiemp ya, no seríamos capaces de determinar. Corríamos todos vestidos de blanco, con la ilusión de llegar a alguna parte y tal vez creyendo de que todo ese enorme camino era algo distinto, tal vez un cuadrado, un rectángulo, un triángulo o quién sabe qué otra cosa. Soñábamos con alcanzar una meta lejana e inexistente. Creímos que acabaríamos en cualquier momento, sentados, abanicados, como reyes.
Vi a unos que se golpearon ahí mismo, en el interior del círculo que luego comprendí que se trataba de una esfera dentro de la cual permanecíamos encerrados. Encontré un orificio pequeño por el cual huí sin pensarlo dos veces, haciendo mil esfuerzos por hacerme pequeño y caber dentro de tal agujero. Fue así como desaparecí de aquella esfera que, suspendida en un espacio inerte y sin vida, rotaba en torno a sí misma, buscando una estrella en torno a la cual trasladarse. Salté al vacío y mis pies dieron en suelo firme, pero inexistente. Caminé dubitativo; cualquier cosa podría suceder. Fue cuando vi el rayo de luz que ingresaba a la esfera, haciéndola girar aún más rápido provocándoles la caída a casi todos. Los oí estrellarse contra el vidrio mientras este se trizaba y algunos gritaban, alucinando, mientras los cables eléctricos se les enredaban al cuerpo para dejar caer las incontenibles descargas que hicieron explotar sus cuerpos.
Cuando la explosión acabó, vi un hilo de sangre que fue cayendo desde la esfera... rellenando el espacio inerte, dándole color. Desperté, los cadáveres, todo descompuesto, hedía, maloliente, putrefacto, destruído, explosión.
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