sábado, 31 de mayo de 2014

Alguien

Hace unos días me acordaba de la ceremonia de titulación, en octubre de 2012. Fue ese momento en que una de mis profesoras me hace la pregunta fatal. ¿Por qué no estaba contento de terminar el proceso? ¿Por qué, si se supone que esperé cinco años para llegar a esa etapa, no me veía realmente feliz de estar "lográndolo"? Quizás me estaba dando cuenta desde ese momento de que, en realidad, no había logrado absolutamente nada, que en solo un par de meses de ejercicio ya era el tiempo suficiente para tener claro que la apuesta no había resultado y que todos los planes que tenía para el momento de estar titulado se habían perdido en el camino. Promesas, sobre todo promesas, y falsas expectativas fueron las principales motivaciones para que ese momento no fuese una verdadera celebración sino más bien un trámite del cual quería salir lo más pronto posible. Sonreír para la foto, sentir algo de ansiedad y nerviosismo, tratar de engañar a mis padres para decirles que sí, que me estaba titulando de algo que quería hacer por el resto de mi vida. Sí, ustedes lo lograron, su hijo es profesional, los felicito, les agradezco el apoyo, pueden sentirse satisfechos de que todo el esfuerzo valió la pena... pero parece que su hijo, realmente, no está muy contento de hacer eso que dice su título.

Es super extraño tener este tipo de pensamientos cuando estás cruzando la calle. Todo va de maravillas, vives con tu novia, recibes un sueldo decente a fin de mes y te alcanza para vivir tranquilo. Eres "alguien" en la vida, como tantas veces te repitieron durante toda tu formación escolar. Soy alguien, claro, eso dicen los papeles, pero es inevitable sentirse completamente "nadie" durante tantas circunstancias en que tu figura se desvanece y desaparece, que es pasada a llevar de manera casi imperceptible, pero ante las cuales ya has agudizado -lamentablemente- tu sensibilidad. No era esto lo que yo quise, no era esto lo que yo soñaba: era otra cosa. No me veía perdiendo mi tiempo con gente mediocre que no ve más allá, no me veía peleando por imponer algo con lo que ni yo mismo estoy de acuerdo. No me veía frustrado, sintiendo que mi potencialidad se reduce a un papel impreso, un número, una firma y unas cuantas mentiras escritas en el registro. 

Sí me veía escribiendo ficciones, eso sí, que no es lo mismo que mentiras. Me veía sonriente, pleno, disfrutando de hacer lo que me gusta, me veía creando. Me veía soñando, me veía enérgico, me veía en otra parte. ¿Dónde? Ese futuro que me había hecho, al fin y al cabo -ese, específicamente, ese- se me hace lejano y creo que es hasta para mejor. Pero, ¿el otro? Ya comienzo a dar unos pasos para acercarme, pero ¿por qué se hace tan lento? Se supone que si uno encuentra el destino, ¿no es el momento de que las señales te den pistas de cuál camino seguir y no solamente te alerten cada cinco minutos de que no vas por la vía correcta? El camino irregular está claro, creo que no necesito más advertencias porque lo sé. Y lo sé demasiado, al grado de la demencia. Lo sé y lo sé. A veces quisiera no saberlo tanto, de veras. Lo que quiero es encontrarme en medio de la calle el número de la persona a quién llamar, recibir un correo, encontrar la dirección exacta del lugar al cual acudir. Sí, sé que es exigente, pero en pedir no hay engaño. Creo que a la vida hay que pedirle en grande y es esa mi petición. Quiero que de una buena vez por todas nos dé algo que nos deje plenos y felices. 

Han sido tres años y he aprendido muchas cosas, no lo niego, es más, lo agradezco. Me ha hecho ver el mundo desde nuevas perspectivas y hasta he logrado ser mucho más empático que antes, esas cosas no se olvidan. He obtenido una fuerza que ni yo mismo sabía que tenía y que, obviamente, quisiera aplicar, pero orientarla en algo positivo. Me deprimo al ver que mucho de ese potencial se pierde pensando prácticamente en la destrucción: admito que sí, que a veces la oriento en creación de material que prácticamente es una bomba de destrucción masiva y que, pese a la destrucción que lamento, me hace expiar algo de mi frustración. Que a veces se me olvida que la comunicación efectiva es en la que hay una respuesta favorable de parte del otro, creo que a veces paso por alto eso. El otro tampoco tiene la culpa, claro está, y eso es lo que me duele, provocar daño casi de manera gratuita. No quiero provocar daño, pero tampoco quiero ser dañado. 

Nadie tiene la culpa... pero, ¿no se suponía que debíamos ser alguien?

domingo, 25 de mayo de 2014

El frío de mayo

Hacía algún tiempo reclamaba que el tiempo estaba extraño y que a esta fecha ya debía de hacer frío, pues bien, parece que al fin llegó el otoño con ese frío tan típico del valle, ese del cual tenia recuerdos por más de diez años viviendo acá en Quilpué. Claramente, un año viviendo en Valparaíso hace que uno pierda cierto grado de costumbre, como cuando llegamos la noche del 30 de abril y el frío del ambiente parecía el de un refrigerador. Ahora que estamos de regreso al invierno entre pequeñas montañas, el color del mundo parece ser diferente, como si tuviese un filtro de color azul, gélido, con cristales de hielo volando por los aires. ¿Dónde está mi gorro? Lo he buscado por todas partes y comienzo a resignarme de que el "I love London" no podría pasear por la calles durante este invierno.

Volvió la lluvia hace unos días y con ello, mi afición a cocinar cosas no-saludables. Volvieron las sopaipillas -esas que aprendí a hacer en España y que no hacía desde el 2010... wow- en un día muy húmedo en que esperábamos temperaturas casi bajo cero que, afortunadamente, aún no han llegado, pero todo dice que no se harán esperar mucho más. Ya no sé cuántas capas de ropa ponerme. Cerrar las ventanas temprano, mirar el cielo que se oscurece mucho antes de las siete de la tarde. Abrigarse y salir a observar el invierno que ya viene, esa creo que es la opción que me gusta más.

domingo, 11 de mayo de 2014

Los caminos de XS 200

Y con todo el tiempo metido en el trabajo, ya casi se me había olvidado que hace unos meses lancé un libro (exageración, claro). Afortunadamente, Marcelo Novoa no olvidó mi libro y me escribió un correo hace unas dos semanas para comentarme de la presentación que haríamos en Santiago para este viernes 9 de mayo. Al principio me rompió el esquema, porque debía ir a la capital, pero a otro evento: entrega de certificados del diplomado que tomamos el año pasado, pero luego lo pensé mejor y la oportunidad era clara. Fue por eso que me arriesgué nuevamente a una locura -esas a las que ya me estoy acostumbrando- y partimos hacia allá. Estuve a punto de llegar con retraso, casi como si me las quisiera dar de divo, pero fue el metro el que se encargó de crear esa ilusión sobre mi actitud. 

Creo que empezamos como con 10 minutos de retraso, tiempo en el cual pude interactuar con Jorge Alberto Collao, autor de la novela "Aunque tal vez solo seamos dioses de las hormigas" con quien compartiríamos espacio en la presentación de nuestros relatos. Es agradable tener la oportunidad de presentar en una ciudad más grande, con gente diferente y ritmos un poco más inquietos. Me pareció muy interesante la interacción que se produjo en relación al tema de la ciencia ficción y la fantasía, sobre todo en cuanto a las proyecciones del género y nuestras propias perspectivas del asunto. Asimismo, me doy cuenta que la literatura, muchas veces, nace en relación a los propios cuestionamientos y a la búsqueda de respuestas que encuentran cabido en la creación de ficciones, una sensación que me parece completamente magnífica. 

Gracias a ello, luego nos quedamos hasta el sábado recorriendo la gran urbe y disfrutando de sus encantos. Me agrada Santiago, me parece interesante. Ya buscaré una nueva excusa para volver, en busca de historias, en busca de quién sabe qué otras cosas. Lo que sí, es claro que hay muchas cosas que esperan por ser encontradas. 


miércoles, 7 de mayo de 2014

Tanto

La misma música de aquel entonces, los mismos sonidos nostálgicos, las mismas reminiscencias. ¿Acaso sería yo también el mismo? Claro que no, la piel envejece, los rasgos se acentúan y la mirada refleja el paso del tiempo. Cerrar los ojos y echarse sobre una silla a pensar: tantos años, tantas experiencias, tantas personas, tantos sueños. Tanto. La vida es tanto. Tanto. Tanto todo. Tanto universo. Tantas cosas por contar o por hacer y tantas búsquedas por el espacio para poder lograrlo. Tanto, tanto. Tantos caminos, tantos kilómetros. Tantas ganas de lanzarse a volar al fin, de dejar de aparentar que vives un sueño para vivir el que realmente quieres vivir. Ese momento en que empiezas a darte cuenta de que la vida corre más rápido, que las señales son fuertes y que todo este tiempo (tanto) ha sido para prepararte, porque la carrera comienza en cualquier momento.

Estoy esperando ese llamado para emprender el rumbo hacia ese sueño. Sé que vendrá, sé que nos hará felices, sé que podremos vivir nuestros sueños. Sé que hay que seguir creyendo y cada vez con más fuerza.

lunes, 5 de mayo de 2014

Sueños

Pensar en los sueños y saber que quieres lograrlos hace que vivas tu vida con mayor alegría y que las dificultades del presente se tornen más llevaderas. Había escuchado este consejo de un amigo, pero no le tomé el peso hasta hoy  que, realmente, pude ponerlo en práctica. Creo que estoy en esa fase de "no me importa nada" y "no me voy a calentar la cabeza", pensamiento que me permitió llevar un muy buen lunes pese a venir llegando de un entretenido fin de semana largo.

Volver a la realidad no es fácil y muchas veces es traumático, sobre todo si no estás completamente a gusto. Pero volver a recuperar la seguridad en la literatura me ha hecho recuperar la tranquilidad. 

Gozar de la vida, disfrutar el mundo, sonreír... El futuro es inquieto.

domingo, 4 de mayo de 2014

Y ya vamos por el quinto.

El año avanza a pasos agigantados y cada vez me cuesta más organizar mi tiempo. Al igual que el año pasado, voy contando los días en relación a la semana anterior y rápidamente me doy cuenta que paso de un miércoles a otro o que cada noche de día domingo me encuentro preparando nuevamente los insumos para la semana entrante. Alguien me dijo que la vida se pasaba volando, pero cuando era más pequeño el tiempo parecía calzarme de manera suficiente... ¿será eso de "la vida adulta"? Será que me estoy poniendo viejo, no lo sé. Solo observo que ya empezamos con el horario de invierno y todo se oscure más temprano, aunque se agradece tener más luz por la mañana al despertar. 

Llegó mayo luego de un abril que no se quería ir, que caía gotas de hielo que se va derritiendo (así de lento). El tema es que ya empezamos la segunda mitad del primer semestre y, entre feriados y actividades diversas, es inevitable notar que todo se nos viene encima. Me inspira el hecho de saber que las vacaciones de invierno estarán próximas y que, poco a poco, voy vislumbrando espacios para poder continuar creando literatura, mi cable a tierra que logra sacarme sonrisas en momentos poco gratos. Un nuevo mes de oscuridad, pero en el sentido enigmático de la inspiración: me encanta el invierno, me encanta la niebla, me encanta la humedad que queda en el ambiente. Me gusta esa búsqueda de luz, que a la larga es también una proyección de mí mismo en búsqueda de mi camino. Sé que parece el comentario de un adolescente, pero es de un adulto joven que busca nuevos rumbos para su vida: tengo claro lo que quiero hacer y estoy en busca de la oportunidad de lograrlo. 

Llega el mes del mar y he regresado a vivir a una comuna sin costa, cuec. Pero a veces creo que la ausencia del mismo me hace soñar más y desplazarme astralmente hasta sumergir mis pies en la espuma, en una sensación abstracta y agradable. Etéreo, quizás. Ya vamos por el quinto y mientras avanza, comienzan también los descuentos. Comienza el cuaderno 19 y tantas historias por crear, darle cabida a ese universo inquieto que quiere llegar lejos.