sábado, 30 de julio de 2011

Costumbres.

¿En qué otro país sucederá lo mismo? Simplemente, no entiendo. Pasan y pasan los días y, al final, uno se acostumbra a que en el lugar donde se supone que venden determinados productos, no los están vendiendo. ¿Idiosincrasia?


Fotografía: Avenida Apoquindo (cerca de Estación Escuela Militar), Santiago de Chile.

jueves, 28 de julio de 2011

Barlo

 (En silencio cantan las sirenas,
las musas hablan en el sueño,
de las nebulosas mañanas de ensueño
se articulan las formas...)

Naciste de un sueño seco,
del agobio, la pesadilla.
A las 7 de la mañana
con el sudor de un padre
y la madre lejos, no tan lejos,
queriendo ser idea más que ilusión.
Naciste antes de tu propia concepción
echando fuerzas desde la raíz,
cultivando cada músculo de tu pensamiento
como un superhéroe.

Corrosión de metales poderosos, canto.
Pensamientos dementes, bailo.
Las palabras que se enredan, loco.
Los sonidos que se unen, Barlo.

Barlo... capaz de soportar el frío del silencio, Barlo.
Capaz de ser canción en el silencio, Barlo.
Hacer del silencio una melodía
y estallar el mundo en una sonrisa,
iluminar las lejanías, hacerlas cercanas.
Alcanzar cada estrella, ese eres, Barlo.

martes, 26 de julio de 2011

Allá afuera todo tiembla.

Alrededor todo tiembla, todo baila.
Alrededor del caos asoma una voz extraña
pintada de negro en su sordera infernal:
palabras inconexas, razonamientos abstractos,
ideas carentes de sentido.
Detención... stop.
Detención, avances detenidos, stop.

Sus voces se conectan con un mundo que no existe,
imposible, 
un mundo que quieren hacer de verdad:
un mundo que va a colapsar
como sus propias estructuras mentales.

Un mundo que acabará con ellos y con todo el mundo.
Una ilusión que nos convertirá en solo un mito,
destrucción, destrucción.
Allá afuera todo tiembla alrededor.

sábado, 23 de julio de 2011

Sorpresas citadinas

Así nos deja la vida en la ciudad, lanzando exclamaciones de asombro.


Fotografía: Avenida Marina, Viña del Mar.

miércoles, 20 de julio de 2011

La libertad del cuerpo

Hace poco estaba leyendo que, en el contexto del movimiento estudiantil que tiene paralizada la educación en busca de mejoras, una de las medidas adoptadas por un grupo de alumnos fue la huelga de hambre. Esta medida de presión no es nueva, ya que anteriormente fue llevada a cabo por un grupo de mapuches por causas que no recuerdo. Es una medida un poco extrema que, a mi juicio, no me parece coherente si la petición inicial es una mejora o un estado que no puede llevarse a cabo de otra forma que no sea en vida: la huelga de hambre es, en gran medida, un daño que un organismo conciente se está produciendo así mismo con la finalidad de presionar para obtener algo que considera justo, pero ese carácter de "justo" que pueda o no tener su petición no quita el hecho de estar causándose un daño que, en el peor de los casos, puede acabar con toda la ilusión de conseguir esa petición y poder, efectivamente, disfrutarla.

A partir de esto, me surge le cuestionamiento respecto a la libertad que, como seres concientes, se supone que poseemos en cuanto a las decisiones que tomamos durante nuestra existencia. No estoy tan seguro de que seamos nosotros quienes tengamos la libertad de vivir, ya que uno no es el que elige nacer, sino que somos concebidos por nuestros padres. Nos decimos libres durante nuestra vida, pero dentro de esa libertad, ¿tendríamos la libertad de elegir por nosotros mismos qué es lo que vamos a hacer con lo único que nos pertenece de manera efectiva, es decir, el cuerpo? ¿Tenemos la libertad de optar por destruirlo? Y, a la vez, ¿cuál sería ese concepto de autodestrucción? Para el marxismo, muere el individuo, pero continúa viva la sociedad, pero, ¿merece esa sociedad la muerte de ese individuo? ¿Existe, efectivamente, la libertad del cuerpo, o debemos regirnos bajo principios universales? Y el cuestionamiento vuelve a lo mismo, ¿quién es el que establece esos principios universales? Creo que lo único realmente convincente es la naturaleza y su energía: observándola, creo ver que sí existe destrucción -no podemos determinar si es conciente o inconciente- a través de la cual, se construye. La base fundamental del movimiento que fluye eternamente (sin origen ni fin, sino que constante) y que, en definitiva, busca crear.

Creación es vida, movimiento, energía. La única razón de la destrucción -que en ningún momento es detención- es para volver a crear. Por lo tanto, ¿detener el organismo para destruirlo y, potencialmente, acabarlo, lograría una efectiva construcción? Si alguien llega aquí en busca de respuestas, pido disculpas, porque solo he creado interrogantes que agradeceré que alguien me ayude a entender.

jueves, 14 de julio de 2011

Espíritus cadavéricos.

Luego de pegarse un tiro en la cabeza, despertó en la playa con la marea que subía. El agua le llegaba hasta la cintura y tenía toda la ropa llena de arena: seguramente había sido el viento el encargado de arrastrar su cuerpo hasta ese lugar. La ciudad estaba completamente iluminada desde lo más bajo hasta la punta del cerro: allá en la cima se observaban algunas luces extrañas que a ratos se encendían y a ratos se apagaban. Probablemente, sería aquella búsqueda extraña con la cual no darían o, quizá, habrían encontrado el tesoro que dicen que solo "alguien puro" podría encontrar escondido tras los cerros de Valparaíso. Quién sabe.

Se acomodó en la arena y vio que el mar estaba extraño, con un color tempestuoso que auguraba la tormenta que, en el fondo, no sabía si debía importarle o no: ¿acaso las inclemencias del tiempo afectarían a espíritus cadavéricos como él? El agua comenzaba a escarcharse y del cielo caían trozos de hielo que iban cubriendo la playa. Solo la playa, solo el silencio de la ciudad que a cada instante, parecía renovarse con el agua que venía de todos lados. Desde ese lugar, pudo divisar el barco que flotaba a la deriva, casi a punto de chocar con el muelle.

- ¡Cuidado, hombre, no vayas a chocar con el muelle! Me trae demasiados buenos recuerdos como para que lo destruyas por una estupidez. 

El barco se detuvo a pocos metros de la estructura. El cielo oscurecía cada vez más. Alguien se asomó a la cubierta del barco para luego lanzarse al mar. Nadó hasta llegar a la orilla: era un marinero envejecido por el exceso de ron y los azotes del mar. Su rostro enrojecido por el sol escondía la nostalgia de una historia olvidada. Sí, era un fantasma más, de esos que navegan dentro de las botellas que llevan mensajes de un continente a otro. Lo observó acercarse y pisar la arena. Llevaba una pistola en el bolsillo con la cual lo apuntó.

- ¿Vienes conmigo o esperas que se me escape un tiro?
- Yo ya estoy muerto, no es necesario que pierdas balas.

Soltó un disparo que le hirió el hombro. El problema fue que, efectivamente, le dolió. Pero, ¿cómo iba a dolerle si ya estaba muerto? Empezó a recordar lo que había sucedido: la pistola, el vaso de agua con alguna sustancia alucinógena. ¿El disparo? ¿Qué disparo? Se llevó la mano a la cabeza y vio que no tenía ninguna herida. Observó con temor al marinero que se mantenía firme en su posición. 

Amanecía a eso de las 7 de la mañana y las huellas avanzaban hacia las olas que reventaban en la orilla.

domingo, 10 de julio de 2011

A un año de España.

Ya ha pasado un año desde que tuve que decir adiós a uno de los momentos más entretenidos de mi vida, donde conocí gran cantidad de gente de diversas nacionalidades y con muchas historias para compartir. Muchas de esas historias, efectivamente, las vivimos juntos y se han transformado en esas anécdotas que recuerdo a cada rato y que, sin lugar a dudas, han marcado una etapa de mi vida. Gente cuyo recuerdo, conversaciones y alegría va mucho más allá de la sonrisa para una fotografía que puede o no convertirse en un gran cuadro. Creo que son varias las fotos que podrían constituirse en cuadros que quisiera poder volver a vivir, aunque sé que el tiempo ya pasó. 

     Junta de comida internacional en el departamento de Elena. 
Ha pasado un año desde aquel día 10 de julio en que, luego de una despedida en el departamento de las chicas polacas, partía nuestro bus a Madrid a eso de las 03.30 am, con la brisa cálida de ese Albacete silencioso y nostálgico que, de una u otra forma, nos decía adiós. Me costó mirar atrás y ver que en poco menos de 3 minutos en taxi ya estábamos en la estación de buses. Las luces de alrededor parpadeaban, el aire tenía algo distinto. Era el momento en que comprobé que mis predicciones eran ciertas: sí iba a echar mucho de menos esa tierra en la que crecí como persona y aprendí tantas lecciones para la vida. Subimos al bus y me senté hacia la ventana: la temperatura, según el bus, fluctuaba entre los 19º y los 22º a esa hora de la madrugada, la cual ascendería al mediodía, escalando hasta los 39º del día anterior o quizá más. Salir hacia la carretera no era algo extraño y podría pensar que se trataba de cualquier otro viaje, pero no, este era el último viaje y ya no volvería nunca más. La historia concluía y me llevaba muy buenos recuerdos. 

 Terminal de autobuses de Albacete. 

Al llegar a Madrid, T4, fue un gran alivio encontrar carros para transportar las maletas: Mariana llevaba muchas. Tomamos desayuno en el Mc Donald's, como de costumbre, antes de viajar temprano por la mañana. En mi mente sonaba la melodía de "Sueños" de Javiera Mena, "puedo continuar lo que no pasó". Luego de hacer la hora, dejamos mis maletas en la custodia para luego acompañar a Mariana a hacer el check-in del viaje. No tuve tiempo de pensar demasiado que eran los últimos minutos que nos veíamos hasta que, definitivamente, me dio un abrazo y un beso y adiós. Me importó un comino que todo el aeropuerto me viera llorando; y es que, con el tiempo, he aprendido a expresar mis emociones. 

 Aeropuerto Madrid-Barajas, Terminal 4. 

Regresé a Madrid en busca de comida y de un encargo, sobreviviendo a los 38º - 40º que marcaba en el centro de la ciudad. Justo el último día, aproveché de gastar mis últimos euros en comida chilena: El Regreso del Winnipeg era la antesala a mi propio regreso a mi tierra que ya había comenzado a extrañar hace mucho. Pronto volvería a ver el mar. Regresé al aeropuerto e hice el check-in a eso de las 19.00 hrs de España. Pasé el control aduanero y, nuevamente, me sorprendí por el carácter tan poco amable del policía del control. Me senté a esperar el ascenso, con los cantos alusivos al mundial de los españoles que viajaban a ver la final del mundial en Sudáfrica, de la cual saldrían vencedores. Miré a todos lados por última vez y ascendí al avión conforme, satisfecho de haber vivido tantas experiencias. Confiado en que esta sería la primera vez de muchas otras en Europa. 

 Plaza de Toros de Madrid.

Subí al avión y me acomodé en mi asiento, hacia la ventana. Vi el despegue, acelerando lentamente. Respiré profundo y descubrí que eran los últimos segundos en que mis pies tocaban suelo español, suelo europeo. Miré por la ventana y vi que corríamos a gran velocidad hasta que, de pronto, despegamos. Comenzaba el viaje de regreso a casa y decía adiós a España, adiós a toda una gran experiencia. Ya ha pasado un año y la nostalgia sigue tan viva como entonces, recordando esos buenos momentos que, quizá, pudieran volver a repetirse en un espacio y tiempo diferente.

Mi vuelo a Buenos Aires, 22.05 del 10 de julio de 2010.

martes, 5 de julio de 2011

Besos

No importa si estás frente a la playa o en mitad del cerro, aunque se corte la luz y estés a una distancia igual o superior a cero, porque la frescura de esa mirada de varios colores me perturba aunque no me esté mirando directamente. Porque sé que, pese a todo, atraviesa la mirada de aquellas personas que se interponen físicamente y que estamos conectados aunque miremos puntos diferentes. ¿Qué tan diferentes son los puntos en los cuales divergemos? Divergencias que convergen de pronto, a distancia, a cercanía, con un simple encuentro de dedos entrelazados que chocan, que se enroscan, que se enredan, que dan vueltas en la calle como un trompo y que bailan bajo la noche aunque no esté lloviendo. Raindrops keep falling on my head aunque haya 5º en la calle Valparaíso, -2ºC en el valle, aunque las gotas que caigan no sean precisamente de tristeza, sino de emoción. De volver a sentir algo que parecía oculto desde hacía tanto tiempo, algo que parecía no haber aparecido durante esta vida. 

Tus besos atrapan de una manera extraña. Tus besos son algo de lo que quieres huir en el momento en que ya te ves envuelto: quieres huir de esa sensación de no querer huir, de querer que sigas, que sigas, que no pares, que todo el mundo alrededor se detenga o continúe -da igual- y que seamos solo tú y yo en ese momentos preciso encontrándonos otra vez, sabiendo que esas luces son nuestras y que la ciudad lo será, también, cuantas veces queramos. Tú eres la ciudad todas las veces que quiero, tú has sido todas las ciudades que he querido en el momento preciso. Tú has sido los momentos congelados en que dibujo, con pasión, historias en los cristales empañados de nostalgia. Tú has sido esa mirada extraña que me confunde y que me motiva a querer saber de qué color es: a descubrir ese mundo que aparece de a poco, que me sorprende... que me enloquece. Tus besos son una extraña sensación que embriaga, que atrapa, que enloquece, que enamora, de la cual no quiero huir, en la cual quiero seguir, que no quiero que acabe, que quiero que sea eterna, que invalida el resto del mundo para ser la única dueña y reina de mi mundo y de todo lo que hay en el universo. Tus besos me quitan el aire, me matan de vez en cuando. Me matan todo el tiempo, porque tú me matas todo el tiempo. Porque me gusta que me mates tú, solo tú, de manera lenta, violenta, suave, dulce, inocente, suave, eterna, precisa, demente. Enloquecida de asesinato, enloquecido por mi propia muerte. Muerto por la locura que me atrapa, de la cual no quiero huir porque sé que quiero volver a morir cada vez que me abraces y te apoderes de mi boca. 

Tus besos, simplemente, me encantan.

viernes, 1 de julio de 2011

Vulnerable

Veinte mil kilómetros son nada, son solo un segundo. Tiempos lejanos, tiempos cercanos, son solo un instante, el contacto es el mismo. La distancia de los labios se detiene de pronto, se acercan, se sienten, se vuelven a sentir. Tus mismos besos extraños, precisos, tan prsonales y tuyos. Pero lo que siento no es lo mismo de antes...

... ahora es diferente. El tiempo lo hizo aún más fuerte.

Estoy feliz de tenerte, de haberte tenido todo este tiempo y de que tú también me tengas. Feliz de sentirme así, indefenso, vulnerable. De sentir cada vez más. Feliz de que estés de regreso.