lunes, 31 de agosto de 2009

Prioridades

Son muchas las cosas que hay que hacer, buscar establecer una prioridad parece una tarea compleja e incluso imposible. ¿Cómo pueden pedirme que ponga una balanza entre lo que quiero y lo que debo? Si fuese así, es obvio que optaría por lo primero... pero no puedo, porque hay miles de cosas que penden de un mismo hilo: si abandonas una, su peso hará caer incluso a la cual has intentado rescatar y todo el edificio se viene abajo como una torre de cartas mal hecha. Un mal pase, dinero perdido; una mala jugada y un temporal destruyendo todo lo que querías. No sólo lo es el dinero, ni el tiempo, sino la estabilidad propia de tu cuerpo y de tu salud. Llega un momento en que ya no sabes qué mas puedes hacer.

Claro está que esto parece ser una exageración en este momento. Sí, son muchas las cosas que hay que hacer y el consejo de que se debe dormir mucho para poder funcionar parece ser una estupidez, un tiro que cae fuera del blanco o tal vez, una burla. Es que la vida es tan corta, el tiempo se pasa en un segundo y cuando nos damos cuenta, ese segundo ya quedó varios de kilómetros atrás. Son tantas y tantas las cosas que quiero hacer, pero aún así, siento que necesito hacer mucho más. ¿Es posible un esfuerzo más... por ese supuesto futuro que te tienen prometido, allá donde la traslación de la tierra se ve de una manera distinta? Ha de valer la pena. Necesito que valga la pena. Necesito que me caigan unas cuantas ayudas del cielo...

domingo, 30 de agosto de 2009

Tempestuosamente acogedor

Hablaré contigo otra vez, luego de que la ley de la atracción universal habló conmigo para decirme algunas cosas extrañas. En un idioma de ultratumba, catalán, jerigonza o gallego, tal vez vasco, tal vez italiano o portugués; yo sólo me habría contentado con escuchar unas cuantas palabras en ese meloso francés que oí de tus labios aquel día cuando pronunciaste tu nombre, cuando vi tu sonrisa y entonces no me olvidé de ti. Pero luego volví a verte y tú ya no me recordabas, aunque eso era algo que yo ya sabía: si te viese por las calles de París tampoco podría reconocerte, bella.

Salí corriendo del edificio enorme, llamado Casa Central. Me senté debajo de unas palmeras a tomar un café caliente que me acababa de comprar para soportar las bajas temperaturas del invernal Valparaíso de ese entonces. No sabía cuál era el camino, ni el destino ni el inicio y tampoco me quitaba el sueño saberlo. Sólo pensando en encontrarte, pues aún no sé ni tu nacionalidad ni tu nombre. Debes andar dando vueltas por algún lugar cercano o lejano, tal vez en la nieve o en el trópico.

Escribí unos garabatos sobre la arena y luego me alejé caminando. Llegué hasta el muelle Barón y caminé hasta adentrarme en el mar que se veía tempestuosamente acogedor. Sonreí, aunque sabía desde ya que nadie me iba a entender. Tal vez ni yo mismo, pero no me importaba en ese momento. Tampoco me importó cuando el golpe frío con el agua me hice ver las profundidades que la ciudad no te deja ver. Había sirenas, había un mundo infinito que me sonreía, había una fiesta, había alegría... había mucha vida. Nadé hasta llegar a una de ellas. No me dijo nada, sólo me miró y me sonrío. Pero pude entender que estaba contenta de verme. Me dormí abrazado a ella.

Me desperté al sentir unas manos que me apretaban el pecho, haciéndome toser y sentir horrible. Vi el techo celeste y el rostro de muchos que me miraban con cara de funeral. Nicole me miró con seriedad, pero luego se largó a reír.

-Estás cada día más loco.

viernes, 28 de agosto de 2009

Explosión

Destruir una palabra... o acaso recomponerla.
Armas una palabra o tal vez hacerla nueva.
Dar un significado o... resignificar.
Significar... amar, destruir, rearmar o potenciar,
tal vez, incluso, hacer explotar.

Explosión, sí, explosión
donde las letras saltan por todos lados, como una piñata,
y acaso los asistentes a la fiesta corran detrás del desorden
buscándolas como si fueran un dulce,
buscando su sabor semántico-contextual
a la manera de hallar un silencio con el cual lidiar...
un cuento de hadas con el cual dormir.

Explosión, sí, explosión
para formar una ola que te haga reír.
Para armar un edificio que llegue hasta el sol,
para volar por el universo en un solo segundo,
para tocar las nubes y comerlas como algodón,
para ocultar lo que dices,
para amar o para odiar al mismo tiempo,
para llorar mientras sonríes,
para engañar a los que se creen profetas de su falsa inmundicia,
para ser un mini Dios de su petite morte onírica.

Explosión, sí, explosión.


jueves, 27 de agosto de 2009

Postulación y espera, parte 2.

Fue algo así como un vaticinio. Se me acerca una profe y me pregunta "¿Ya tengo que empezar a juntar euros para que me traigas algo?" Y yo sonreí, porque aún no tenía la más mínima idea. Me motivó, me alentó a que sí era muy posible y que tenía que tener confianza. Aparte, me exigió que tenía que tomar fotos de un lugar que ni recuerdo bien, pero después se lo preguntaré otra vez. Subí en el ascensor y también me lo pregunta la profe Carolina, diciéndome que es triste que no hubiese cabida en Madrid. No importa, le dije yo, igual había otra.

Cerca del ascensor, justo antes de subirme -y tener el temor a perder la señal durante el descenso-, suena el teléfono: un número extraño. Contesté, pero ya sabía la respuesta, porque tenía el presentimiento. Me avisaron de que soy "candidato" y que al menos me respaldan, o sea, que votarán por mí. Sonreí, aunque me reacción fue como extraña, la emoción. Ahora sólo falta el "sí" magnánimo, supremo y oficial que... no tengo idea cuándo será.

Aunque hay algo que no se ha cumplido: la predicción de la Eve decía que me iban a llamar cuando estuviese en el 3er piso. O sea, iba camino al tercer piso... ¿sirve? Ah no, será que el sí definitivo será cuando esté en el 3er piso y entonces saltaré de alegría. Hay que seguir esperando... pero ya falta menos para poder decirlo oficialmente. De momento, sólo atisbos del secreto.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Los tubos intergalácticos

Habían tubos intergalácticos tirados por todos los alrededores después de la nevada improvisada que las nubes dejaron caer sobre la ciudad. Yo estaba volando sobre las nubes cuando vi este hecho tan extraño: nunca había visto caer nieve en mi ciudad y probablemente este sea la primera vez. Pero la primera de muchas, porque el cambio que han anunciado parece aferrarse firmemente a cada trozo de tierra. Los veranos ya no son tan cálidos y los inviernos congelan hasta los pensamientos: ya no me es extraño ver a grandes intelectuales congelados bajo los árboles o incluso ver palabras que caen al suelo y se quiebran por su debilidad. Decidí aterrizar, no podía seguir volando ante esta tormenta. Al descender, me encontré con los tubos de los cuales salía un olor extraño... vi que la gente caía al suelo luego de olerlos. Cuando me acerqué a ellos vi que estaban muertos.

La ciudad era más grande de lo que me imaginaba: Google Earth parece quedar pequeño para mostrar el mundo en toda su magnitud. Las luces parecían alcanzar los cielos, pues los faroles alcanzaban hasta las montañas más altas, desde donde se armaban las avalanchas. El avión explotó y ya me daba lo mismo: no hay más bencina en los alrededores y no es mi intención empujarla hasta algún lugar. Y los tubos cambiaban de color: entregaban mensajes que eran ilegibles, seguramente subliminales. El mar estaba congelado y los tubos que caían quedaban en la superficie.

La tierra ya llevaba varios días detenida, sí, sin rotación ni traslación. Pero como todo tiempo que se pierde debe volver, la tierra dio un golpe enorme y retomó la velocidad, produciendo un enorme chasquido que acabó con una grieta que partió en dos la ciudad. El temblor no duró mucho, pero el cambio parecía inevitable. Vi un enorme abismo que se avecinaba a mis pies mientras temía perder el equilibrio. De pronto, sentí una garra que se me clavaba en el tobillo y sin alcanzar a mirar, sentí que resbalaba dando un grito de dolor. Abrí los ojos y i una mancha de sangre sobre el hielo. Del lado izquierdo vi una garra que se me clavaba en el pecho y presionaba por atravesarlo, vi que mi sangre comenzaba a chorrear. Del lado derecho vi la ciudad majestuosa, pero con mi propia sangre que me reprochaba la huida.

Estaba el abismo: no sabía si lanzarme o quedarme, de todos modos me tenían atrapado. Entonces recordé lo de los tubos integalácticos y el olor que adormecía. Me dio sueño, tengo sueño, tengo sueño, sueño, sueño...

martes, 25 de agosto de 2009

Paracetamol

(A heartache is killing me) Y no sé bien qué es lo que voy a decir, cómo voy a empezar o cómo voy a acabar. Suena Gepe en el playlist con esas palmas de Namás que me recuerdan todas las veces que me he reído al respecto. Venir llegando de clases en una sala que parece un refugio nuclear -en palabras del profesor-, sin ventilación y con más de 60 personas luchando por consumir el oxígeno, puede producir efectos secundarios... efectos secundarios tales como dormirse toda la clase, seguir con sueño, bostezar en extremo, cabecear de manera descarada, rayar el cuaderno y darse cuenta que algo de habilidades existen para el dibujo, pensar en que te han amenazado los rumores con una prueba apoteósica, querer comer demasiado, dormir todo el camino en la micro (1 hora) y llegar a la casa con un dolor de cabeza que te obliga a buscar un paracetamol.

En la medida que recorría el camino a la cocina me acordé del cuento "Encuentro con Enrique Lihn" de Roberto Bolaños, uno de esos locos escritores chilenos que se transforman en algo así como leyenda y que nos demuestran -como siempre-, que la literatura chilena es mucho más que las palabras de un marxista con voz fúnebre. Sucede que en este cuento, el narrador tiene un encuentro con Enrique Lihn en una situación que no puede dejar de ser surrealista o algo parecido, sobre todo bajo el marco de que es un sueño. No hay relojes derretidos -como en "La persistencia de la memoria de Dalí", mi pintura favorita-, pero si hay eventos extraños tales como un piso flotante, gente que va y desaparece, calles extrañas, etc. Pero lejos, uno de los mejores recursos estilísticos -que funciona a manera de efecto visual-, es el relato de cómo una pastilla se disuelve en un vaso, mientras espera para poder beberla. Es increíble ver cómo este suceso tan minúsculo puede ser relata detalladamente en una página, en un párrafo que parece nunca acabar y que cuando concluye, logras sentirse tan tranquilo como si te hubieses bebido también la pastilla, como efecto tranquilizante, como una verdadera catarsis.

Es el único cuento que me he leído de Bolaños hasta este momento y creo que tengo una deuda tremenda con la literatura chilena y con este autor, que fue alabado en Estados Unidos aún con su obra póstuma "2666". No es necesario que mencione que éste es uno de los locos originales chilenos que no vive en Chile, como Jodorowsky, por ejemplo. No debí haber mencionado a este autor, cuyo película "El topo" hasta el día de hoy aumenta mi dolor de cabeza, intentando unir pedazos para generar algo que se asemeje a una interpretación... pero dan ganas de volver a verla y eso es inevitable.

Se disolvió la pastilla hace rato, pero todavía me duele la cabeza. ¿La culpa la tiene la sala o el profesor que me deprime? Increíble cómo puedo terminar hablando de cada cosa, sólo por una inercia-trance del dolor de cabeza.

(A heartache killed me so softly...)

domingo, 23 de agosto de 2009

Lectura y escritura

En estos momentos, se supone que estoy estudiando uno de los veinte millones de textos que debo leer para mis clases. En realidad, no son tantos, pero a veces lo parecen: ¿es a lo que podríamos llamar la relatividad del mundo? Y sucede que ha estado dando vueltas en mi cabeza, por ya varios días, el problema que significa el enseñar literatura -o al menos hacer el intento- en el colegio. Se me viene a la mente los recuerdos de mi edución media y básica con los típicos textos de lectura que muchas veces, más que motivar, se transformaban en una verdadera tortura que en vez en de producir goce estético acababan como una tortura de significaciones lejanas e irreconocibles. No soy muy pedagógico que digamos -me trauma pensar que tendré que enseñar a pokemones y quién sabe que otra mutación genética del siglo XXI-, pero a veces me lo cuestiono.

Como hablaba uno de los autores -Barthes, para ser específico-, hay muchos elementos que se pueden transformar en limitantes al momento de iniciar o continuar una lectura: recuerdo que mencionaba la biblioteca y reí demasiado cuando mencionó que muchas veces los libros no están (¿acaso este señor Barthes conoce la Biblioteca del edificio Gimpert de la PUCV?). Y abundan las teorías literarias, pero aún no he encontrado alguna que me de alguna pista de cómo enseñar de una manera adecuada o "pertinente". Y claro que todo comienza por el mismo concepto: ¿qué es la literatura? Hay más consenso respecto a lo poético o a la literaturnost, pero en ciencias sociales todo es discutible, lo que a veces es una tortura semántica más.

Creo que se han olvidado de señalar la importancia de la lectura, reduciéndola sólo a grandes obras o cosas por el estilo. Pocas veces se nos dice que la lectura es tan trascendental en la vida por la capacidad de análisis y crítica que genera, lo que permite pensar en cómo mejorar la realidad. Asimismo, el mundo está lleno de signos y si no sabes leer "peligro, tiburón", puede que acabes en el intestino de un gigante de mar. Por otra parte, el goce estético que produce la literatura no logra ser efectivo porque no se generan las instancias para que así sea: sólo recientemente se ha comenzado a incluir "elecciones" de libros, lo que dificulta que la gente lea por sus intereses. Me llama la atención ver que gente que lee sólo lo obligatorio -y a veces ni eso-, se devore los libros Harry Potter en pocos días. Eso es lo que hace falta, dar más permisividad y demostrar a los lectores que hay infinidades de universos diegéticos por recorrer.

Pero lejos, lo que más me gustó es referido al tema de la escritura que, según él, no había sido muy estudiada. Flower y Hayes (1981) y Bereiter y Scardamalia (1987) plantean modelos respecto al proceso de la escritura que sirven de marco de referencia respecto a la escritura "funcional", sin considerar mayormente el placer de escribir... por escribir, por el arte. ¿Acaso escribir para satisfacer las necesidades propias de expresión no es algo funcionar para uno mismo? Y claro que es mucho más que un proceso funcional porque, en lo personal, la escritura me produce un goce que es bien difícil de definir y explicar. La escritura sirve para asociar y aprender un sinfín de cosas y no es algo destinado a algunos pocos: si así fuese, entonces la sociedad letrada no habría llegado a ser lo que hoy es.

En fin, pensamientos que me surgen luego de leer un cerro de pensamientos que a veces comparto y otras no. Vale la pena cuestionarse al respecto y ver que la literatura despierta ese niño hiperactivo que tenemos dentro y que, como todo niño, siempre tiene energía y ánimo para aprender y buscar los significados de un mundo nuevo. Con los constantes cambios de la era actual, ¿acaso el mundo no es distinto cada día?

viernes, 21 de agosto de 2009

Él y ella.

Ella sonrió de una manera sorprendente al encontrarse de frente con él. Él sonrió de una manera asustada al verla acercarse tanto hasta casi rozar su piel. Lo saludó con un "hola" bastante seguro, y él le respondió lo mismo, pero con cierta inseguridad. Ella lo había llamado luego de verlo un día por la calle, él no sabía bien cuáles eran los motivos de esa llamada y cómo habían obtenido información respecto a él. Ella sí sabía el motivo de la elección. Él se preguntaba cada dos segundos respecto a cuáles eran las reales intenciones de esa mujer tan extraña.

Le pidió que se sentara mientras ella iba en busca de café, eso haría un poco más grata la entrevista. Él hizo caso, mirando a través de los enormes ventanales del piso 56, desde donde podía ver la enorme ciudad, que continuaba aún más allá de lo que los cerros permitían ver: Quilpué del siglo XXII había alcanzado horizontes impensados. Las oficinas de los edificios aledaños mostraban a la gente pegada a las paredes, como si estuviesen clavadas. De hecho, corrían hilos de sangre que teñían de color rojo el suelo, dando la ilusión de una imagen abstracta. En ese mismo momento, le disparaban a un muchacho que iniciaba la fila -aparentemente, de espera-, lo que provocó que el resto se marchara de inmediato.

La mujer regresó a su lado con los cafés. Bebió un poco antes de que ella se sentara del otro lado de la mesa. Ella lo miró con la misma sonrisa, como esperando que él dijese algo. Como no cruzaban palabras, se decidió a hablar. Movió los labios, pero la voz no le salía; se dio cuenta de que le estaba costando respirar y la desesperación se apoderó de él. La mujer llamó a los guardias para que lo amarraran a la silla: él yacía casi inconciente mientras lo ataban. Cuando estuvo firmemente atado, le apretó el pecho y entonces él pudo volver a respirar. Ella se largó a reír mientras le rasgaba la ropa. Corrió un hilo de sangre de su pecho.

Una mujer desde el edificio aledaño observaba cómo arrastraban un cadáver en el suelo: la demanda por ropa había sido mucha durante ese año y no podían darse el lujo de perder la piel joven, que llegaba como un regalo.

jueves, 20 de agosto de 2009

Postulación y espera

(Cada día que transcurre es como un nuevo capítulo de esta extraña novela que se llama "postulación y espera")

La llamada del día anterior parecía alertar al protagonista de que algo era extraño. Nadie entendía -tampoco Ixia-, sólo respiraban. Comió panqueques con manjar hasta casi reventar y luego le dolía el estómago (quién lo manda, si hacía poco había estado con antibióticos y el estómago aún se mantiene endeble). Ordenó las posibles propuestas -o sea, una- y se quedó dormido... no sé si podríamos decir que tranquilo.

Se levantó de golpe -al igual que antes, miento: se levantó 15 minutos después de que realmente sonara el reloj- y acudió corriendo a la universidad. Logró mantenerse despierto y sobrevivir a sus clases, pese a que en cualquier momento podría caer desfallecido por el desánimo y las ganas de salir corriendo. Probablemente, el olor constante a sopaipillas callejeras fritas en aceite de dudosa procedencia, o las ganas de comer bombones de chocolate con manjar. Sólo lo sabría su estómago, que exigía comer algo.

Y llegamos a la oficina famosa. Se me olvidó decir "señorita", pero da igual. Nos comentan la situación y con Ixia ya lo tenemos más que claro. Tenemos la propuesta, tenemos la idea, enviamos el mail solicitado: sólo nos falta la firma de una de las autoridades más simpáticas del planeta. Está todo listo, hablamos con ella y... accedió. Las firmas están listas. Corremos de regreso a la oficina famosa. Entregamos el papel. Sonreímos: ¿estamos listos? La novela continúa... lo extraño es que ni yo mismo -el autor, narrador, protagonista y no sé qué más- sé cuál es el final.

Siguiente paso: esperar... otra llamada... otro mail... etc.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Una llamada

Hoy me desperté pensando en muchas cosas que aún no tienen respuestas. Claro está que si la vida misma no se encargara de darme un atisbo de lo que podría ser lo que quiero saber, me habría aburrido hace bastante. Lo que me pasa es que he aprendido, lentamente, a encontrarle ese sentido a la lentitud con que comienzan a suceder las cosas que estás esperando: es intriga, es misterio, es engima lo que rodea cada uno de los pasos que damos día a día, pero pronto se develan ante nosotros un sinfín de verdades que no pueden dejar de sorprendernos. A veces para bien y otras para mal, todo depende del punto de vista y de la disposición: no hay mal que por bien no venga, dice el refrán.

Y claro que fui en búsqueda de una respuesta. Recibí la sonrisa amable de aquella dulce mujer. Recibí una respuesta convincente y la espera parece continuar. No obstante, hay luces en el camino de que esto puede llegar a suceder, de que puede convertirse en una realidad. Aunque me dé cada vez más miedo de lo que pueda suceder. Pero, de todos modos, es una experiencia nueva y como la vida está llena de ellas, no puedo quedarme detenido con los pies enterrados en el barro; no puedo estancarme sólo por temor... a veces hay que correr ciertos riesgos y ahogarse si es necesario, para no morir con la culpa de no haberlo intentado.

Recibí una llamada no tan alentadora. Pero no es el fin del mundo: aún hay posibilidades, noté en su voz la intención de que así sea, una preocupación importante por mí de alguien que apenas me ha visto unas cuantas veces. Me alegré, podrían haber pasado, simplemente, de largo, pero no fue así. Siento que aún hay una esperanza, no la quiero perder. Después de todo, no he perdido nada, porque en el camino que ha surgido de manera improvisada, he aprendido y conocido muchos nuevos mundos paralelos.

martes, 18 de agosto de 2009

Por inercia

Cortocircuito de palabras enredadas de una sinapsis pasada que acabo de recordar. Björk canta Isobel en iTunes y escucho sus melodías tan islandesas que me hacen viajar por esos valles tan nórdicos congelados donde el hielo chorrea y cuelga aún desde el cielo, amenazante, insinuante, como si en cualquier momento fuese a caer sobre tu cabeza para robarte ese poco de vida que el oxígeno escaso te permite tener. Respira. Respira. ¿Acaso crees que puedes seguir respirando? ¿Acaso crees que esto que respiras es el oxígeno que tanto buscabas?

Allá va el fantasma caminando, mirando el cielo, las gotas de agua que caen no le afectan. Pero hay algo que no sabe, que no entiende y que nadie le responde: ¿por qué aún siente tanto frío? Da lo mismo si se abriga o si camina desnudo: nadie puede verlo. Sólo una persona. Sólo una persona que busca por todos lados, que sabe dónde está, pero que no sabe si querrá realmente verlo. ¿Dónde estás Raquel? Vociferaba haciendo ecos en las paredes por las cuales el agua corría aún, por donde el frío divagaba con sus pensamientos invernales. ¡Raquel! ¡Raquel!

Allá va el fantasma, nauseabundo y enfermo. Allá va Raquel. Se acerca rápidamente hacia ella, se acerca con temor: el último encuentro no había sido el más agradable. La miró a los ojos un poco asustado, ella lo miró un poco temeroso. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué aquí hay algo extraño? No se dijeron nada, ella corrió unas cuantas cuadras buscando algo. Cuando encontró el lugar que buscaba, palideció y cerró los ojos.

-No era un sueño, ¿verdad? - Raquel habló con voz temblorosa.
-No, no lo es. Yo te dije que vendría y aquí estoy.

Las ambulancias comenzaban a llegar al lugar. Raquel se quedó viendo toda la escena, como inmóvil, por inercia.

domingo, 16 de agosto de 2009

Fragmento de "Epílogo: El Camino no termina"

Dibujar, los jardineros? Allá no es lo mismo que acá, y eso está más que claro. Aunque era demasiado tarde para hacer algo que pudiese remediar sus errores del pasado. Caminaba por inercia, sintiendo los golpes de una fuerza invisible que le hablaba incoherencias al oído, amenazándolo con el final que ya no podía evitar. Sus pies sangraban y las huellas rojas quedaban en el camino, mientras las cadenas parecían hacerse aún más poderosas: a ratos creía morir asfixiado cuando alguien tiraba de la cadena que llevaba al cuello, como quien arrea un ganado. El camino se hacía más y más difícil, de pronto cayó al suelo, invocando por su salvación. Abrió los ojos y vio la silueta de un ser que no era humano. Sintió que se le acercaba y lo tomaba desde el cuello, quitándole el oxígeno. En tan sólo un segundo, su mano le atravesó el pecho y luego lo arrojó sobre el camino. Y ahí quedó tendido; nadie le preguntó si esa era la salvación que buscaba.

sábado, 15 de agosto de 2009

La aventura de viajar en Trole

Es impensable decir que conoces Valparaíso si no te ha subido, aunque sea una vez, a su joya máxima por excelencia: el trole. Y pese a no ser el transporte más veloz del universo, encierra en sí una aventura enorme que trae recuerdos de la historia que ha ido pasando, de esos años que se te van sumando a la vida y, de un momento a otro, te vienen a la mente al mirar por sus ventanas antiguas -las mismas a través de las cuales mirabas, a lo menos, 15 años atrás- y oír el clásico "respiro" que la máquina emite al abrir la puerta o al partir. Andar en trole es toda una aventura porteña que parece estar peligrando.

Era jueves 13 de agosto de 2009 cuando yo caminaba por las calles del Puerto. Luego de unos trámites y en vista de que tenía tiempo -hay que aclarar eso, para viajar en trole se requiere tener mucho tiempo, a veces demasiado- , decidí viajar en trole. Y es que subirse a un trole es toda una experiencia. Por ejemplo, es posible de que si lo ves pasar y quieras tomarlo, puedas correr tras él y lo alcances (es probable en un 98%). Pagar y luego ir a sentarse en uno de sus asientos es una acción que tampoco puede dejar de traer recuerdos de la infancia. Mirar a través de las ventanas las calles de Valparaíso es otra cosa que pude recordar, cómo ha cambiado el tiem
po, pero la historia parece seguir presente de la misma historia: ¿o acaso será que, como porteño, aún no le he perdido la magia a mi ciudad natal?

El viaje continúa: calle Prat, calle Esmeralda, Victoria, Buenos Aires, Colón, Avda Argentina. Ver como cambia el semáforo algunas veces y la gente que aún se sube es otra de las cosas que no deja de llamar la atención: un chofer que siempre te recibe con muy buena disposición -a diferencia de los de micros que, al parecer, la vida nunca los ha tratado bien- y una sonrisa, ellos no se aprobleman por nada. La gente que se sube, los estudiantes y las parejas que se sientan en los últimos asientos para continuar en su nido romántico. O bien, cuando tocan esos troles un poco más modernos, es típico ver a los niños quedarse en el sector central, donde un círculo que pe
rmite que las dos partes del trole doblen se constituye en el juego del equilibrio.

Cuando me bajé, llegando a la Garita de Avenida Argentina, sonreí. Me di cuenta de que hay muchas cosas que no han cambiado. Salí a las 13.00 de barrio puerto y llegué cerca de las 13.30 a Avda Argentina en un tramo que no demora más de 15 minutos, pero no importa: la aventura de viajar en trole es algo que vale la pena. Transporte seguro, cómodo y no contaminante (es eléctrico). Sería una pena que desaparecieran, puesto que moriría una gran parte de la historia -
y las historias- de Valparaiso.

lunes, 10 de agosto de 2009

Cara o sello

Y los silencios de pronto parecen convertirse en algo utópico, bello y celestial. De pronto cuando la música se torna como el mayor acompañante de todo un viaje por las luces multicolores que cambian una y otra vez, tus oídos cantan las canciones de antaño que reconoces casi por inercia o por osmosis; no sabes cómo las conoces tan bien, pero las cantas igual. Viajas por un mundo de recuerdos que creías olvidados, visitando aquellos parajes olvidados por la mano del hombre, en donde la vida tiene un sabor distinto. No obstante, quieres viajar a otros lados, quieres conocer otro mundo donde la geografía pueda ser distinta, donde el mundo tiene una mira distinta hacia el universo.

La espera se transforma en la peor de las torturas inventadas por el hombre. La espera, no saber cuál es la respuesta a esa interrogante cuyas opciones son tan simples: sí o no. Cara o sello, así de simple. Llevo varios días esperando y a veces me resigno, no he perdido nada. Los sueños siguen intactos, gestándose, creciendo y deseando ser concretos.

La actitud positiva se apodera de tu alma, de tu mirada, de tus pasos que a veces caminan tan asustados. Olvida el miedo, olvida los temores, modera lo que dices: ya es momento de que cambies tu forma de pensar, la forma en la que te observas a ti mismo. ¿Acaso no te has dado cuenta de todas las experiencias increíbles que has vivido? Y si eso no te parece suficiente, ten claro de que estás en el lugar exacto para comenzar a vivir otras nuevas. Estás próximo a notar un cambio y ese cambio comienza desde ti mismo.

viernes, 7 de agosto de 2009

Viajes nocturnos

Como todos los días por la noche, las estrellas aparecen en el cielo para iluminar los nocturnos viajes de aquellos seres que gustan de disfrutar la vida... tal vez en demasía. Por segunda noche consecutiva, pude comprobar lo que se siente realizar esos viajes nocturnos en que, prácticamente, uno es parte de una de esas carreras al estilo Too Fast Too Furious, pero sin que siquiera te hayan preguntado si realmente querías participar de ello. Lo bueno, es que la adrenalina y la "diversión total" es obtenida por un muy bajo costo: sólo $500 y la emoción te lleva a tal extremo de rogar a todo el arsenal de santos presentes para poder llegar a casa... con vida.

Y es que no son ni las 6 de la mañana y nadie consigue hablar, se acabó el carrete y todos salen a comprar. Sorprendentemente, vendían hasta sopaipillas... ¡eso es tener buen ojo de mercado! Cuando son las 03.40 aproximadamente, escucho a los que ofrecen el super viaje intelestelar casi supersónico entre Valparaíso y Quilpué, a sólo "quina" ($500). Y el viaje se hace esperar hasta las 03.58 cuando rugen los motores y comienza el viaje, lento y tranquilo. Pero como no es un avión, en el camino es muy común ver que se sube más y más gente hasta llegar a hacer irrespirable el aire (abundan los ebrios y aquellos en estado de bulto que, más que probablemente, no recordarán el viaje super interestelar ni al día siguiente ni en un año...) .

A la altura de avenida España comienza la emoción: no hay azafata que indique las salidas de emergencia ni que se abrochen los cinturones, todo está incluido en su pasaje, que hasta tiene boleto. Las curvas se transforman en la emoción del viaje: se oyen gritos de los aficionados que se sienten en Fantasilandia y a mi lado viaja una dama en estado de bulto, con su novio flaite cuidándola. Cada vuelta es una aventura e invocar a San Expedito parece una solución un poco ambigua: puede que la respuesta sea muy expedita, en circunstancias de que quiero que el cohete no vaya tan rápido. Da lo mismo, en uno de esos viajes cósmicos la micro hasta patinó y salió olor a quemado: así de extremo. Y ver las calles de la ciudad, que durante el día pueden ser intransitables, quedar atrás a una velocidad impresionante. Into the nightlife I'm trying to live.

Llego a mi casa, finalmente, a eso de las 04.40, luego de haber hecho un trasbordo que no iba incluido en el pasaje. Finalmente, me doy cuenta de que las luces nocturnas tienen algo que las hace muy atractivas: las calles desiertas invitan a caminar y pensar. Volar por las calles nocturnas puede ser una experiencia extrema, pero que, sin lugar a dudas, no te pueden contar.

jueves, 6 de agosto de 2009

Fiebre de miércoles por la noche.

Y así de la nada, suena el teléfono en medio de la clase. El profesor habla y nadie se ha dado cuenta, por suerte. Cuando acaba la clase, converso con las personas que no veía desde hacía tanto tiempo... es que las vacaciones han distanciado a la gente, pero no las relaciones y mucho menos las amistades. Lo que yo sabía era del evento en casa de Carito, pero nada más. Pasa la hora, reviso mi correo y me encuentro con nuevos panoramas. Pasos a continuación: llamada a Carolyne, llamada a mi casa, subir al cerro Barón, prepararse.

Karaoke, ron cola y cantar. Acabamos en el Huevo, escuchando a Vïctor y las canciones de su grupo. Bailando canciones extrañas que las niñas americanas, muy probablemente, no conocían. Y era como para decirles de que no se perdían de nada. Canciones de infancia, tal vez, onda-onda y canciones nocturnas popularmente chistosas. Regresé a mi casa cerca de las 04.30 de la mañana y me dormí pasadas las 5 de la mañana pensando en la noticia, cuyo link me postió la Caro en facebook: Penélope podría estar embarazada... ¡me engañó!

Quién lo diría, carreteando en medio de la semana cuando ya han comenzado las clases, teóricamente. Ahora de que te hayan regalado el jueves y el viernes, es otra cosa. Será horrible volver al ritmo universitario, pero mientras se pueda, aún hay que aprovechar de pasarlo bien.

martes, 4 de agosto de 2009

Predicciones

Son tantas las predicciones que ya no sé qué creer. Que el 2012 es el fin del mundo - porque los mayas lo han dicho-, que el 2000 era el fin del mundo y que los computadores iban a colapsar, que un meteorito se acerca a la tierra para hacerla añicos. Lo que sí es seguro, es que los sucesos acontecen de una manera cíclica, que el pasado puede ser una forma de prepararse para el futuro. El problema es cuando ese ciclo que pretende comenzar se constituye como algo absoluta y totalmente nuevo, algo que no has visto, algo que quieres vivir, pero que todavía no sabes si se podrá.

Esperar sentado una llamada. Esperar, mirando el cielo y las nubes que avanzan, que tu teléfono suene y escuches la buena noticia que has estado esperando por varios meses. ¿Es que realmente las predicciones pueden tener efecto? ¿Realmente estoy próximo a tener un encuentro con alguien que también me ha estado buscando por tanto tiempo? Si pudiese tener el poder del tiempo o de saber lo que va a suceder... si acaso pudiese desarrollar esa intuición que todo lo dice y que nunca se equivoca, probablemente ahora no tendría tantas dudas.

Lo que me motiva es que esta ansiedad, por primera vez en mucho tiempo, es una ansiedad alegre y que me anima: todo puede pasar.