lunes, 30 de abril de 2012

Huellas en el silencio de un valle olvidado.

Muevo mis manos entre la niebla densa que avanza sobre un campo de espigas que se pierde hacia la inmensidad. Miro al cielo y mi mirada sonríe, humedecida por las gotas que se condensan sobre mi piel congelada por el invierno que no acaba cuando aún no empieza. Y los bailes de antaño son solo un recuerdo en medio de la penumbra, en medio de la ciudad que ya ha desparecido bajo la oscuridad de la noche que comienza cada vez más temprano y del frío que se posa sobre las tejas donde, en horas estivales, reposaban los gatos que comenzaban su romance nocturno; allí donde tantas veces me senté, con las piernas colgando, a sentir el sereno de la luna que caía sobre mis pensamientos. Soñé tantas veces con aquellos momentos que cada fantasía me parecía una realidad que nunca acababa de acontecer: todo se confundía en un camino de rieles que iban quedando atrás.

El agua ya cubre hasta mi cintura y no me importa el frío; pronto la niebla puede transformarse en nieve o en tormenta eléctrica dentro de la cual moriré de electroshock como tantos otros seres abandonados a la deriva, más arriba del límite urbano de la ciudad. Los astros luminosos se posan sobre la ladera oscurecida por las tinieblas que mi mirada ilumina cuando mis pies tocan las rocas congeladas del fondo del río: ¿tantos serán los cadáveres sumergidos en el olvido por sobre el cual he sido desterrado a caminar? Las heridas en mis tobillos parecen no haber cicatrizado aún, pero será el agua fría la que se encargue de purificar mi piel. Las manos luminosas se acercan hasta mi, sumergiéndose hasta quedar frente a mí. Siento el calor de su mano sobre mi pecho acelerado y, en silencio, observo la luz que emana dese mi propio cuerpo. 

Huellas en el silencio de un valle olvidado, cubierto por la nieve que no ha dejado de caer desde hace 2 meses y un lago congelado sobre las miradas de seres que aún parecen respirar.

domingo, 29 de abril de 2012

Hielo

Es el hielo. El hielo que se transforma en escarcha y se evapora con el silencio de los pensamientos que se transforman en neuronas y minutos perdidos en el cuentagotas de un reloj. Reloj. El reloj que se adelanta: ya no hay más horario de verano, viva el invierno y el frío, la lluvia que ya nunca llega y los granizos que golpean las cabezas de los extraterrestres escondidos en algún cerro de altura que vienen bailando cha cha cha junto a los discos de Madonna que lograron ser comercializados hasta en Marte producto de un convenio de Bill Gates y la emperatriz Madame Bovary que no murió, sino que fue abducida y convertida en reina en algún planeta de perlas. Perlas y gitanos que no hablan español, que rezan en romané y roban en la avenida Perú alegando orgullo, prejuicio y no sé qué más: espanto social producto de su aspecto, de su olor, del conocimiento popular de su amistad por lo ajeno. 

Es el hielo que corrompe los cuerpos olvidados en la playa, bajo las rocas donde las olas revientan una y otra vez, amenazando con avanzar mucho más allá del lugar que tenían determinado. Líneas imaginarias que se mueven una y otra vez cuando las nubes toman formas extrañas, cuando los sueños se confunden en un arranque costero en dirección a un valle olvidado por la entretención: un placer del cual no forma parte. Y los marcianos vuelven a cantar Like a virgin con una Madonna hiphopera que baila y canta, que es casi como tú de alta, cuyo pelo crece para poder peinarla. Quizá sea Rosalba, quizá sea Josefina, quizá sea merengue lúcuma o frutilla, qué se yo.

Es el hielo que avanza sobre los cristales y confunde las imágenes de vapor de aquellas sombras que bailan en la oscuridad, buscando calor. Es el hielo que congela el pensamiento, que congela el mundo... que detiene el tiempo.

viernes, 27 de abril de 2012

Música para días de lluvia.

Los ríos parecen desbordarse de su caudal y avanzan sigilosos, amenazantes y sombríos hacia las murallas con las cuales el límite urbano pretenden canalizarlos, en vano, pues la naturaleza por sí misma es capaz de establecer sus propias direcciones. Corren saltando sobre las posas que se forman, sin temor a las gotas de lluvia que caen como baldes de agua que atacan a los transeúntes apurados por cubrirse, corren felices como niños disfrutando las cosas simples. Los oyen reírse y jugar, mientras alguien sonríe con ellos y se anima a correr hacia la lluvia que cae por un lado del techo del paradero, cuando la micro aún se hace esperar. La lluvia humedece el silencio que quebraja la tierra, el agua inunda los senderos pavimentados por donde antiguamente el hombre corría descalzo, la tormenta ilumina el cielo casi seco por el calor agobiante del verano pasado: ellos ríen y juegan a correr bajo la lluvia.

La antigua casona del Cerro Concepción los recibió con la calidez de sus paredes adornadas de fotografías de la familia: reuniones familiares y cenas enormes, o simples tardes conversando junto a una taza de té. Se quitaron la ropa húmeda y la colgaron sobre una silla, cerca de la chimenea encendida. Caminaron descalzos sobre la alfombra y se recostaron abrazados, cubriéndose con una frazada. Dejaron que el disco sonara una y otra vez, sin soltarse: el sonido de sus latidos estaba al ritmo de aquella música suave y ambiental para días de lluvia, mientras las gotas de agua golpeaban con estrépito los cristales.

Algo bueno por venir.

Aquella tarde estaba tan asustado que corrí a lo lejos, sin pensar bien lo que estaba haciendo. La nieve había cubierto la Calle del Ángel hacía unos días y, hasta el momento, solo quedaba el recuerdo de aquella blanca invasión que me quitó el sueño por algunas horas y me dejó con ojeras por algunos días: nada grave. No sé por qué corría, pero algo me llevaba hacia algún lugar, recorriendo rotondas (de esas que abundaban en Albacete) e introduciéndome por callejones secretos por los cuales parecía no circular un alma. Muchas veces pensé que era parte de un pueblo fantasma con uno que otro habitante perdido con el cual me cruzaba de casualidad al avanzar en dirección a Tejares con la intención de beberme una caña y de degustar unas tapas. Pero la ciudad de antaño era diferente y parecía crecer en ese horizonte inacabable de llanos desde el cual, a lo lejos, las luces de pasajeros cruzarían la línea urbana sin percatarse de este mundo de edificios de mediana altura.

Nunca entendí bien lo que estaba sucediendo, pero me gustaba vivir cada día en medio de la incertidumbre y de la expectación: cada esquina se podría convertir, rápidamente en una sorpresa. Varias veces me detuve a contemplar las edificaciones que recorrían las calles céntricas y las construcciones que parecían ser un poco más recientes: algo en el aire me daba la sensación de que el tiempo parecía congelarse junto con el pasto que se tornaba blanco a cada mañana. Algo en el aire me causaba cierta nostalgia cada vez que acudía al Albacenter a comprar pan de molde, margarina, leche y queso edam para mi desayuno. Algo en la mirada de sus habitantes me hacía extrañar sus caminatas, aunque permanecía cada día en el mismo lugar y, a ratos, quería capturar el primer tren rumbo a la costa y sumergirme en el Mediterráneo.

Corrí asustado durante algún instante y luego me percaté de que no tenía miedo: me detuve en una esquina y dejé que la risa llenara mi rostro. No había nadie alrededor, como siempre, y uno que otro vehículo circulaba de tanto en tanto por la calle que daba al Parque Lineal. En mi mente, recordaba aquella infancia inexistente en aquellos paisajes manchegos olvidados por el paso el espacio y el tiempo, en un lugar que parecía mantener aún vivas esas leyendas de personajes mágicos y misteriosos que recorrían las calles durante la noche, protegiendo las murallas de cada historia. Las nubes cubrían el cielo otra vez y unas gotas sobre mi cabeza me recordaban que la atmósfera de primavera española era lo más inestable que hubiese conocido alguna vez. Me acosté en el pasto, apoyando la nuca entre mis manos, sonriendo: algo bueno estaba por venir.

Fotografía: Parque Lineal, Albacete, Castilla-La Mancha, España.

jueves, 26 de abril de 2012

Oh, no: estoy resfriado.

Hace algunas semanas que vi el resfrío merodear mi puerta y por más que golpeaba, le dije que no había pan duro y que, por lo tanto, debía retirarse... y joderse. Pero el que la sigue la consigue, dicen por ahí, y acabó logrando su cometido: heme aquí acostado a las 21 horas, abrigado como anciano y sonándome cada cinco minutos. He de confesar que se trata de un gran avance si consideramos que anoche me desperté en reiteradas ocasiones por la imposibilidad de respirar, mientras invocaba a toda la familia de este señor Resfrío que bien inoportunamente se le ocurre venir a darse una vuelta. Es inevitable la paranoia en estos momentos, sobre todo si se considera que puede ser síntoma de una gripe humana o alguna de esas cosas que el mercado inventa para que vayamos a comprar medicamentos a alguna de las farmacias que se asientan en cada esquina. ¡Qué negocio, si cada vez que tipeas un caracter en google, ya nace una nueva farmacia! 

Las vías del contagio son tan misteriosas como el tiempo de espera del siguiente tren en el Metro Valparaíso y entre tanta escritura ya me he sonado otro par de veces. El mentolatum ha disminuido considerablemente y en el papelero continúa aumentando la montaña de pañuelos desechables que aumentan mi culpabilidad respecto a la deforestación del Amazonas y el calentamiento global, mientras considero que la opción de aprender a reciclar papel parece ser la mejor forma de pagar todos mis pecados luego de esta práctica profesional que, al parecer, hasta me ha hecho perder algo de peso que, claramente, podría recuperar rápidamente a diferencia del tiempo que ya no volverá. Pero todo es una experiencia, todo es un aprendizaje en la vida: ya me decía mi mamá que, muchas veces, aunque no hayas podido dormir nada producto de un virus, debes acudir de igual forma a trabajar. Qué terrible es pensar en aquellos inquietos adolescentes, ávidos de conocimiento, con un profundo interés por aprender (sí, claro) que no comprenden que no puedes gritar por tu resfrío, pero te hacen descubrir que el potencial de tu voz es sorprendente: si alguien pensaba que hacer clases en básica era más fácil, creo que está equivocado.

Virus y bacterias que avanzan como pacman, devorando mi torrente sanguíneo y apoderándose de mi cuerpo al cual le quieren quitar el oxígeno, pero no lo lograrán tan fácil... ¡ja! porque he tomado, hasta el momento, dos tapsin caliente noche y unas cuantas agüitas de hierba, sumado a la empanada de queso curativa de ayer y el sushi medicinal del día de hoy. Agua, agua y más y más litros de líquido que me hacen correr al baño cada cinco minutos y ganarme alguna broma simpática no-tan-simpática-quizás de algún colega que me dice "puta, que estamos cagados" y tu única respuesta es una mini sonrisa, porque a ratos se te vuelve a tapar la nariz y ya no quieres revisar ni una jodida prueba más. Ay, ay, ay.

Y, al finalizar el día, tomas la decisión de que tu día viernes será de encierro para que los bichos mueran calcinados en el efecto Lysol. Viernes de antaño carrete convertidos en un anciano que adora dormir hasta tarde. Simplemente, en estos momentos, espero que ya se ponga a llover.

miércoles, 25 de abril de 2012

Blah blah blah

El tiempo se pasa volando y, en la medida que empiezo a notarlo, toma revancha en mi contra y hace que la noción del mismo se torne lenta y quejumbrosa. Hacía algunos días había notado que los días pasaban volando y que apenas lograba entrar en razón de que ya estábamos encaminados hacia la mitad de la práctica, lo cual me alegraba bastante considerando que pronto acabaría esta época de trabajo gratuito por el simple hecho de recibir una nota y crear confianza de que estás capacitado para llevar un título. A veces me pongo a pensar en lo útil que sería que, al menos, te pagasen la movilización y el almuerzo, pero la realidad no es así y ya no vale la pena molestarse por eso: son solo 4 meses y ya, un semestre completo, poner algunas notas, gastar un poco la voz y sería. No hay mal que dure 100 años, dicen.

Y es raro observar que, en la medida que avanzan los meses, siento que mi mente ya está cansada y no quiere pensar más: el hecho de no haber tenido las vacaciones correspondientes me tiene un poco perturbado hasta ahora y creo que somos varios los que nos encontramos en esta misma situación. Llegan los fines de semana y sonrío pensando en que podré dormir hasta tarde, considerando que algunos años atrás me alegraba de que se venía un nuevo carrete de tiro largo hasta la madrugada del día siguiente. Las responsabilidad cambian de manera drástica cuando notamos que estamos cercanos a concluir con la carrera y comenzar eso que se conoce como vida laboral: la vida misma. 

Me agradó mucho la atención la sinceridad de la profesora durante una clase de hoy en que hablaba del gusto que muchos tenemos por la disciplina, más allá que en la enseñanza de la misma: creo que me hacía falta un comentario como aquel para ver que no estaba tan perdido. Y es cierto que estamos dentro de un sistema que nos obliga a hacer muchas cosas, pero hay que aprender a convivir con todo: si hay deficiencias, también existen beneficios que podemos disfrutar a diario. El futuro se acerca a cada paso y es normal tener un poco de temor: no queda otra que afrontarlo de la mejor forma posible.

Y, nuevamente, me refugio en este espacio público para evadir la responsabilidad de preparar la clase de mañana. Me motiva la tesis por sobre todo y creo que este fin de semana será de trabajo arduo. Allá vamos.

martes, 24 de abril de 2012

Nuevos colores

Te invito a que me tomes la mano y te pierdas en el horizonte por un instante. Te invito a que caminemos hacia el mar y nos sumergamos en el agua hasta que seamos uno junto al oceáno y toda la vida submarina: bailaremos con el canto de las sirenas y nos dormiremos con la música de las olas que avanza desde la superficie. Te contaré tantas historias como noches que pasemos abrazados piel junto con piel, mirada con mirada y boca con boca en una unión pictórica de ensoñaciones surrealistas propias. 

Te prometo perder la compostura todas las veces que sea necesario y que reirás tanto que te dolerá el cuerpo, pero nos olvidaremos del mundo. Te prometo que podremos crear nuevos colores y que los lenguajes adquirirán nuevas formas cada vez que así lo necesitemos.

Tu piel será el camino que refleje la luz de la luna, tu mirada será la senda que me guiará a lanzarme a correr hacia el mar y a escribir una nueva historia. Tus labios serán la música que me anime a despertar, tu abrazo será el abrigo que me cubre cuando el invierno es frío: tu cuerpo será el mío cuando se confunden cada noche en un juego del deseo de tenerte y de yo también ser todo tuyo.

Fotografía: Paseo Wheelwright, Valparaíso.

lunes, 23 de abril de 2012

Baile a color

Las estrellas dan vueltas alrededor y las observo en su danza que no parece ser tan macabra. Invitan al vuelo, invitan al baile, pero nadie se les arrima por temor a flotar. ¿Qué hacemos? ¿Qué harás? Observar o ser parte del show: he ahí el dilema que no sabes cómo llevar. Porque al final de cuentas, los números se convierten en palabras y no al revés: las palabras se transforman en conjuntos y los números dan vuetlas alrededor al alero de su principal significación: son un signo, como todos los demás aunque se crean superiores. Porque la mente está constituida de mundo y el mundo está constituido de palabras: ¿existimos si no es a través de algún tipo de lenguaje? No sé si lo vayamos a saber en algún momento.

Cuando de pronto te das cuenta que estás de pie frente a un público que no quiere escucharte y que, a la larga, te importa un comino si te oye o no. Cuando de pronto te das cuenta que giras alrededor de una muralla escondida, de una mapa topográfico que has inventado al interior de tus ensoñaciones: un mapa que se mueve, las montañas que crecen y la energía que oscila a su alrededor. Son elefantes en color o quizás dos gatitos siameses algo travesitos muchas veces que dibujan un camino con sus pisadas juguetones que generan una estela alrededor. Ensoñaciones, locuras en color blanco y negro o tal vez sepia, qué se yo.

Los edificios comienzan a tambalear una vez más, una vez más, todo se mueve, todo se mueve, se mueve todo, se mueve, se mueve, mueve, mueve, todo. Un baile, ¿quieres ser parte del baile? ¿Quieres bailar como un elefante en color hablando de un juicio final con un libro eclesiástico de dudosa reputación? ¿Crees que es virtuoso hablar de Dios y llenarte los bolsillos producto de tu religión? Hablas del pecado, lo condenas: ¿se te olvida que la mentira que tú llevas es también un pecado que te llevará a tu propia condena? Baila, baila, eres solo un elefante en color que desaparece cuando la realidad se besa ante tus ojos y te perturba ver que tus estructuras tan sólidas no existen. Tiembla, tiembla, tiembla, todos se mueve, se mueve, mueve, mueve, mueve, todo. Tiemblan tus neuronas alicaídas por la farsa: todo lo que dices es una falacia. 

Y sabes que te llenarás los bolsillos de dinero criticando al resto, impidiéndoles pensar. Y sabes que tu mentira ha llegado lejos, pero te duele ver que tu reinado tiende a la autodestrucción, a tu caída, a tu olvido, a tu silencio. Se acaba el baile a color: se revelará pronto el demonio que se cubre en tu cara y huirás hacia las tinieblas de las cuales formas parte. Tinieblas a color donde condenarán tu alma, donde se quemarán tus palabras, donde se quemará tu sinismo. Adiós.

domingo, 22 de abril de 2012

Dos cuerpos

Cuando se elevaron las alas, las montañas más altas quedaron a nuestros pies en cosa de segundos. Éramos gigantes que cruzaban el cielo a la velocidad de la luz, dejando una estela tras nuestro vuelo que aspiraba a alcanzar lejanías insospechadas: éramos más rápidos que una milésima de segundo, más rápidos que el movimiento neuronal de nuestros pensamientos, más rápidos que el tiempo. Miramos alrededor y divisamos un paraíso, como aquel que dibujamos tantas veces en las paredes de tu habitación cuando el arte inundaba nuestros corazones acelerados por el tacto, por el beso, por el respiro, por el silencio. Por las caricias.

Era ese paraíso que tantas veces dibujamos sobre nuestras pieles y que, en más de alguna ocasión, el descuido nos llevó a dejarlo plasmado en algún recuerdo físico que solo nos llevó a sonreír más. Y al final, estamos ciertos de algo: dos cuerpos siempre pueden llegar más lejos que uno solo. Dos cuerpos conectados se potencian en locura, en sentimiento, en ensoñación. Dos cuerpos unidos disminuyen el miedo, lo transforman en alegría infinita. Dos cuerpos, caricias: tú. 

Fotografía: Mirador Cerro Barón, Valparaíso. 

sábado, 21 de abril de 2012

jueves, 19 de abril de 2012

Qué hacer en caso de que un meteorito caiga sobre su cabeza.

Algunos se amparan en las teorías de compiración de Salfate y otros hablan de las mil y una profecías que atribuyen a los mayas: la paranoica colectiva es algo que avanza a pasos agigantados y ya no sabemos el momento preciso en que nos encontraremos de frente con ella. Seguro usted irá caminando por la calle y alguien le comentará, seguro se la topará en el metro y la verá a través de la ventana que comienza a llenarse de vapor por el exceso de gente de pie -y los evidente reclamos de la pésima frecuencia de nuestro MERVAL-, seguro pasará a su lado y no se dará ni cuenta pero se enterará de lo sucedido y entrará en shock. La probabilidad es ínfima, pero es posible dentro del plano de lo ficticio: ¿Qué pasaría si, de un momento a otro, de improviso, sin avisarle, sin concursos ni sorteos, usted se convierte en el infeliz acreedor de un meteorito que golpee a toda velocidad contra su cabeza acelerada por el excesivo movimiento de neuronas? 

Soluciones hay miles y es conveniente generar una manual para saber cómo reaccionar en caso de que usted sea el afortunado cuyo cerebro se convierta en una mezcla incandescente que avance hacia el centro de la tierra a reencontrarse con Julio Verne que, probablemente, esté allá abajo muriendo de la risa de cómo aún no somos capaces de descubrir lo que él la ciencia aún no es capaz de definir: y ahí se quedan callados todos los científicos que juran que todo lo que dicen es verdad y miran en menos a las ciencias de las letras. Aquí van mis propuestas.

1. Cuando el impacto profundo ya sea inminente, puede correr en círculos buscando un lugar en el cual esconderse: le recomiendo ver Wall-E para entender el tipo de movimiento.
2. Póngase su gorro favorito -que debe tener siempre a mano para cubrirse de los rayos UV- y, si le alcanza el tiempo, póngase un poco de bloqueador. El sol puede ser muy fuerte.
3. Si el suelo se mueve, baile. Quiero mover el bote, quiero mover el bote, quiero mover el bote. ¿Te gusta? ¡Mueve!
4. Observe alrededor y actúe según lo que la gente crea que puede ser pertinente. Probablemente, una buena idea pueda ser saltar en un pie y observar el cielo.
5. Póngase audífonos y baile la Danza del Vampiro.
6. Corra hasta la estación del metro más cercana y escóndase: el meteorito es de varios kilómetros de diámetro, por lo tanto, igual será alcanzado.
7. Si el impacto lo permite, reúna los pedazos de su cerebro que quedaron dispersos en el suelo y haga formas creativas con ellos: puede descubrir al Picasso que lleva dentro.
8. Cante alguna canción, grábese o tómese una foto y luega súbala a facebook o alguna red social para que todos los vean.
9. Si ve a alguien caminando con una bota shala, dígale que eso está absolutamente fuera de lugar. Y si se viste de leopardo, no hay ni qué decirlo: el colmo del mal gusto. 
10. "Apague el fuego, porque es muy peligroso" (como diría Gloria Gaynor en el festival de Viña) y luego siga caminando como si no hubiese pasado nada: hay mucha gente que no tiene cabeza y camina de lo más bien por la calle.

miércoles, 18 de abril de 2012

6.7

Siento que tengo demasiadas cosas para contar y podría estar varios días hablando: claramente, las cosas están sucediendo a una velolcidad impresionante que no dejan de sorprenderme. Hacía harto tiempo que ya veníamos percibiendo que había algo raro en el aire y esto se podría traducir en algún sismo de gran magnitud y fue exactamente lo que sucedió este martes 17 a las 00.50, cuando me desperté de un sacudón de casi 3 minutos: 6.7 grados en la escala de Richter, transformándose en el sismo de mayor envergadura que haya sentido hasta este momento. Creo que la paranoia sísmica ha ido calando profundo en el inconciente colectivo de tal manera que ya no es extraño que me levante cada vez que hay un temblor que haga crugir la casa. 

Era extraño ver que el sismo no acababa y el ruido era, quizás, una de las cosas que más temor provocaba, sumado al hecho de que al correr hacia la puerta, pude percibir el movimiento en el suelo. Otra de las imágenes que me llamó la atención fue ver que la reja se movía para todos lados de manera bastante evidente. Esto me recuerda un gran temblor percibido en el año 1997, cuando me desperté en medio de un sismo de grado 6. A veces se nos olvida que la tierra está en constante cambio y que Chile es el país con mayor actividad sísmica del mundo; este tipo de fenómenos sigue llamándonos la atención, pero al menos hemos visto que la gente ya comienza a tomar conciencia de cómo reaccionar, sumado al hecho de que es cada vez menor el daño que se produce ante eventos de tales magnitudes. 

Muchos pensaron que el sismo pasaría a mayores y que efectivamente llegaría a ser un terremoto: en cualquier otro lugar del mundo, esto sí habría sido considerado como tal. Solo queda acostumbrarse y a tener conciencia de cómo reaccionar cuando otro evento de estas características nos sorprenda en nuestro día a día. 

lunes, 16 de abril de 2012

Lunes, no tan querido Lunes.

Lunes. Y sí, escribo Lunes con mayúscula no solo porque se encontraba al inicio de la oración, sino porque, a veces, merece ser tratado como un nombre propio con vida y acciones que lo convierten en un objeto perfecto de apelación: de amor y de odio, claramente. Lunes, no tan querido Lunes, ¿por qué justo te tocó ser el día de la semana que menos queremos? No estoy seguro si se trate de algo solamente cultural chileno o de algo, más bien, global: creo que me inclino más por la segunda opción. Es que no es coincidencia que la gran mayoría de la gente aparezca con rostro deprimente y que siempre sea la misma excusa: "es lunes". Querido no tan querido Lunes, simplemente, te tocó la mala suerte de ser el primer día hábil y es lo que hay.

La fila para la validación de la TNE era enorme en Sausalito y menos mal que no me pusieron problemas por el "estado" de mi tarjeta: me alegro de que hayan sido concientes de que el material en sí mismo es pésimo. Todo bien después de todo y sonrío de saber que estoy asegurado con tarifa escolar todo este año: gran alivio. Lo siguiente fue nadar y nadar en vez de rodar y rodar como dice la clásica canción. Si puedo definir a mi no tan querido Lunes en una sola palabra, sería "movimiento". Más bien, "volar de un lado para otro en tiempos impensables": optimización al máximo y aprovechamiento de recursos. Claro que yo también soy un recurso que el establecimiento utiliza para optimizar su tiempo y dinero: así no más po. Una clase interesante en que el desestimado recurso de la pizarra me salvó y me quitó todo el tiempo: excelente. 

Lo siguiente fue lo divertido. Debía reunirme con Chris para la reunión semanal y sucede que la hora pasaba much faster than I expected. Eran las fotocopias... las fotocopias... ¡jodidas fotocopias que debo pagar por mí mismo! Todo sea por una educación de calidad o, más bien, por evitar hablar el día de mañana y que mis alumnos no reclamen de que les dicto todo (o que no les dicto, no hay como contentar a la gente, digo yo). Cuando al fin acabé con las fotocopias tuve la no tan brillante idea de subirme a un trolley con la finalidad de salvar el patrimonio y rememorar mi infancia: sí, es pintoresco, lindo, económico, sustentable y todo lo de más. Pero no sirve para llegar rápido cuando vas apurado o bien se trataba de la Ley de Murphy atacándome cuando voy atrasado. Acabé llegando media hora tarde, pero todo bien después de todo.

Llego a mi casa a las 21.00 luego de estar prácticamente todo el día fuera y comienzo a pensar: ¿por qué, querido no tan querido Lunes, tienes que ser el día que más odiemos de la semana? Creo que comenzará un círculo vicioso.

domingo, 15 de abril de 2012

Lápices

Lápices volando sobre una superficie inexistente, creada por los limitados cinco sentidos que posee el ser humano común. Lápices que, de pronto y ante la mirada sorprendida de muchos de los presentes, comienzan a danzar uno con otro, formando una gigantesca línea de tinta que se desplaza por el pavimento en dirección hacia el cerro. La línea avanza y continúa su camino en dirección hacia el horizonte que se asoma un poco más allá de las montañas cubiertas de silencio, donde quizá nunca nadie se haya atrevido a poner un pie. Sin embargo, esas montañas secretas tienen la marca de varias huellas que recorren sus caminos en ambas direcciones: se percibe el olor, el color y el sabor de la vida que da vueltas como un pez que revolotea al interior de una pecera. Allá en la altura, las nubes se acercan hasta el hombre a tal grado que le besan la piel y la cubren del sereno que lo hidrata, que le devuelve el vigor luego del cansancio: desde allí, claramente, se puede ver el resto de la civilización que se ha dormido en el delirio de grandeza que la lleva a la misma destrucción.

Lápices dibujando las mismas líneas que dan vueltas y escriben tantas cosas que pocos podrán entender, que pocos se darán el tiempo de ponerse a leer. Palabras que quedan suspendidas en el aire: jeroglíficos que pretenden predecir lo que va a suceder dentro de poco. Signos que tiemblan uno junto a otro en la lucha por establecer un significado, por imponer su estructura y mantener su reinado a lo largo del tiempo: ¡de escribir la historia, la literatura, la música y el silencio bajo su propio paradigma! Lápices que escriben la historia de lo que antecede, lo que sucede y lo que se viene; lo que sabe e inventa, lo que cree y lo que determina, lo que no sabe si ocurrirá en realidad. Lápices que se mueven de aquí para allá, de allá para acá, dibujando una eterna línea zigzagueante que representa un baile, una fiesta. Un baile movedizo que mueve tus pies, pero que luego te dejará en calma.

viernes, 13 de abril de 2012

Naves en Saturno

Se cruzaron palabras inconexas ante la mirada de todos:
nadie sabía, nadie entendía, solo observaban.
Se cruzaron las miradas entre silenciosos respiros
y las estrellas transmitieron el mensaje
cuando las luces ya encendían el horizonte,
la madrugada se asomaba sobre planetas lejanos
y los ángeles cantando sobre las nubes.
Allá viene a lo lejos se oye una canción
que cantaron desde el atardecer:
hoy es la noche en que el sol tardará en aparecer.

Las copas de la mesa se vacían en un segundo
y la cerámica intermitente de la época disco,
la música se oye en el planeta vecino
y los marcianos ya quieren venir a bailar. 
¿Cuándo termina o cuándo comienza?
Las horas del reloj avanzan a un ritmo distinto
cuando las sonrisas se transforman en besos
y los cuerpos, en un movimiento que se confunden entre la sombra.
Hoy es la noche en que el sol nos verá amanecer.

No hay palabras, solo tacto.
No hay sonidos, solo ritmo. 
No hay silencios: solo un instante.
Se acaba el mundo y vuelve a renacer,
se detiene el tiempo:
a Saturno iremos de un paseo. 

La fiesta que no acaba y la música que ensordece,
los pasillo repletos de gente que se divierte:
se dan la mano y caminan decididos
con una sonrisa, con el corazón latiendo.
Las ventanas dan al mar y el suelo se estremece
por el ruido y la euforia de aquel lugar:
vamos, que no estamos muy lejos
y la puesta de la noche te va a gustar.
Hoy es la noche en que la madrugada nos verá volar.

Y se elevan hacia la altura:
más allá de las nubes el cielo es una infinidad.
El universo inmenso es tan pequeño
y en un instante ya estamos más allá:
una mirada, un silencio y ya comenzamos el viaje.
Bailaremos hasta que el sol nos encuentre,
bailaremos hasta encontrarnos otra vez,
bailaremos hasta recorrer nuevos mundos. 
Los astros se encuentran en órbitas celestes
y las naves en Saturno son su propia constelación.

No hay sonidos, solo ritmo. 
No hay silencios: solo un instante.
Se acaba el mundo y vuelve a renacer,
se detiene el tiempo:
al horizonte iremos a dar un paseo.  

 Fotografía: Ciudad Abierta, Ritoque, Región de Valparaíso.

jueves, 12 de abril de 2012

Sentimientos en clandestinidad

Las horas pasan y la ciudad no duerme,
nuestros pasos inciertos deambulan en el silencio
de la locura callejera que los demás no entiende:
bailamos una y otra vez a la luz de los faroles,
nos besamos por sorpresa y quedamos en el aire,
una y otra vez, una y otra vez.

Los callejones secretos son parte de la rutina
y la ciudad de magia no acaba de ser descubierta jamás,
nuevas luces, nuevos aires,
nuevas historias flotando sobre el mar.
Y me besas otra vez, 
y te beso por sorpresa... mentiré: diré que fue sin querer.

A la luz del mediodía, a la luz del atardecer,
nuestras manos se reúnen con miradas que vienen y van.
Abrázame cuando voy a la deriva,
recórreme sin conciencia,
deja que todo fluya:
nuestros sentimientos en clandestinidad.

Escapémonos de la vida por un instante
y creemos un micro mundo a la medida,
olvídate de lo que digan:
eso que nunca nos ha importado de verdad.
Porque somos mucho más que eso que piensan
y ellos son mucho menos de lo que nosotros pensamos. 

Que pasen las horas y nos encontremos de repente,
como dos extraños que se encuentran por casualidad.
Que me acerque a tu lado y me sonrías,
simulando que no me conoces y que no te intereso;
que me siente a tu lado y te roce suavemente la mano,
que me acerque a tus labios,
que me dejes sin palabras:
no se nos acaba el tiempo, los clandestinos siempre están fuera de la realidad.

Y aunque te preguntes, ¿qué es lo que hacemos en este mundo?
sé que lo vamos a encontrar:
tantos caminos en los cerros y nuevas pistas por descubrir:
la ciudad que nunca duerme siempre vuelve a sorprender. 

miércoles, 11 de abril de 2012

Operación "Encontrar traje de baño en abril"

La natación, sin lugar a dudas, es mi deporte favorito debido a la impecable sensación de flotar en el agua y de dejarme llevar por el relajo de aquellos movimentos rítmicos que ponen al cuerpo al servicio de un fin común que es desplazarse, dejarse llevar y alcanzar las esquinas. Juan Luis Guerra lo describiría como quisiera ser un pez, pero creo que con ser un nadador me parece suficiente: pelear de vez en cuando con la profesora de hidrogimnasia y su particular forma de aplaudir que hace doler los oídos mientras espero que se acabe luego se clase para poder nadar tranquilo y recuperar las pistas que ocupa su clase, nadar, nadar y seguir nadando hasta ver que pasa la hora y ya las cruzado varias veces. 

Pero, claramente, luego de llevar varios meses en lo mismo, es lógico que los implementos empiecen a ceder: desgraciadamente, todo tiene vida útil. Fue así como descubrí que hacía tiempo que necesitaba cambiar mi traje de baño que ya llevaba en mi poder por casi 3 años. Y así fui dejando para después la compra hasta que, esta semana, la vida misma me informa que no todo se puede postergar: los lentes acabaron destruyéndose frente a mi cara de sorpresa a poco de ingresar a nadar, pero un arreglo simple me salvó por dos días más. Hasta que, finalmente, hoy día miércoles me decidí a embarcar en aquella extraña misión de conseguir un traje de baño en pleno abril, cuando el otoño hace creer a las tiendas que la gente no hace deportes relacionadas con el agua y luego se cuestionan el aumento de la obesidad. ¡Es lógico si no son capaces de proveer de indumentaria!

La fase "recambio" de indumentaria comenzó ayer martes con la compra de una nueva gorra para el nado: primer paso, cleared. Lo segundo, la compra de lentes a un módico precio inferior al que yo pensé que saldría (la referencia del gimnasio superaba el costo real y me alegré de ver que lo pude conseguir a un precio más amigable): paso dos, cleared. El tercer paso era la compra del traje de baño para lo cual decidí que hoy acudiría al mall en busca de aquel vestimenta, aprovechando de la gran variedad de tiendas existentes dentro de aquel edificio que, además, es residencia de la Universidad de las Américas: ¿una universidad en un mall? Sí, todo es posible (excepto calidad y credibilidad, en el caso de aquella 'minimum' institución). Búsqueda de tiendas deportivas mode on: maui, reebok, adidas y no me acuerdo cómo se llamaba la otra, pero la respuesta fue siempre negativa, agregando que ya no íban a llegar. ¿Qué acaso la gente no puede hacer deportes de agua si no es verano? Obesos todos, sedentarios y cardiópatas. Uno que quiere vida sana y el mercado estar en contra. Continué mi búsqueda con amurramiento progresivo, descubriendo que en aquel centro comercial no encontraría lo que estaba buscando. Holy crap.

La solución no era Jenny, como anunciaba un antiguo cartel en la ciudad de Quilpué, capital de la provincia de Marga Marga y epicentro de la muerte de animales en el Zoológico por la mala gestión de su personal. La solución era una tienda deportiva perdida en el small de esta pequeña localidad "que avanza", aunque haya que andar apurando a la gente en la calle que no se da cuenta que hace taco. Muuuu. Muuuucha sorpresa me llevé al darme cuenta que en aquel lugar, escondido en una esquina... ¡había una oferta de 150.000 por 1! En realidad solo 2x $10.000 y 1x $6.990: great. Me probé dos: uno que no entraba - ¡por mis hijos! que me dolió no poder llevarmelo, porque me gustaba el color y todo, pero en fin...- y el segundo que me quedaba, según yo, un poco suelto, pero que salvaba por el momento: es lo que hay. Lo compré y salí, sin creer que acababa de encontrar algo en aquella misteriosa ciudad en la cual duermo, pero que parece que no existe dentro del mapa mental de mi diario vivir.

(a)"Tienes que ir a la calle X" b)"¿Dónde queda eso?" a)"¡En el centro po!" b)"¿Quilpué tiene centro?" (cuec)
(a) "Bájate en la paredero X". b) "¿Dónde queda eso?"
a) Etc.    


En fin. Quilpué tenía lo que el Mall Marina Arauco no tenía y eso ya merece un aplauso. Esta compra dejó en evidencia una falencia propia: necesidad de pompas que podría originar, futuramente, otra operación con resultados insospechados nunca antes vistos en la televisión.

lunes, 9 de abril de 2012

"Estoy cayendo en lo mismo"

A propósito de una conversación con Chris, uno de los gringos con los cuales trabajo por Middlebury College, me doy cuenta de que la práctica profesional lleva a caer, inevitablemente, en una serie de acciones/reacciones  que en algún momento critiqué bastante duramente: es que la teoría dice que... es que no puede ser así... es que no cabe la menor duda que eso está mal y quienes la llevan a cabo también lo están... etc. Y resulta que parece que esa "maldad" está pasando a ser parte de mi esencia: wow. 

En mi época de colegio, aunque más bien en mi época de estudiante universitario de la "escuela" de pedagogía de la PUCV surgió mi duda respecto a muchas de las metodologías desarrolladas por nuestros profesores, las cuales fueron, obviamente, objeto de nuestra "visión crítica" en relación a las cosas que considerábamos estúpidas, pero que igual resultaban. Fue en ese contexto donde tuve la desgracia de leer a muchos autores que se autodenominaban como didactas y una serie de apelativos para subirse el pelo, cuando en realidad se trataba de un grupo de ociosos que se les ocurrió que sabían de educación y se pusieron a escribir estupideces que, claramente, demuestran que no tienen ni la menor idea del mundo. Qué Marco para la Buena Enseñanza... qué Pautas para una buena clase... pure shit. Lo que más he notado es que muchas de las cosas que estaban en la lista negra con las que, efectivamente, resultan. 

Hoy fue el caso de la nunca bien ponderada guía de aplicación que tanto deben estar odiando mis queridos estudiantes. Y es claro que tener que hacerlas cada cierto tiempo, aburre: confieso que tampoco me agrada demasiado realizarlas, sobre todo cuando se trata de temáticas que debo revisar por obligación. Y, finalmente, estoy cayendo en lo mismo que alguna vez critiqué, pero viendo que los resultados son pertinentes a lo que espero. Crap. Qué es lo que estoy haciendo. Aunque, a la vez, debo reconocer que confiesa a gustarme esa actitud de feel like a boss de demostrar que soy yo el que manda al final, luego de alguna clase en que no he tenido la atención que quiero. Finalmente, es el profesor el que debe tener el sartén por el mango aunque sin abusar, pero, mientras tanto, es bueno disfrutar ese pequeño poder, solo por un instante. 

Y, claramente, mientras se pueda, sonreír con actitud desafiante mientras piensas: Who's your daddy now, bitches? Prometo que no lo haré eternamente y que, en el fondo de todo, quiero que aprendan.

domingo, 8 de abril de 2012

Voces de la naturaleza

Voces que sobrevuelan el paisaje verde, eterno, que recorren el horizonte en ambas direcciones de ida y vuelta. Mi alma es un volatín que avanza a la deriva sobre las nubes de aire que recorren las ciudades, que deambulan por latitudes diversas con mensajes en energía, no en palabras. Sonidos, encuentros, viajes que se arman con el solo deseo de soñar. Allá a lo lejos veo lagunas que no existen, lo sé, porque ya he estado aquí varias veces y solo es este uno de tantos instantes en que las almas pueden recordar los sentidos de una experiencia que ha perdurado. 

Porque somos del viento, del aire, de la energía suspendida cada vez que una ola revienta en la orilla del mar. Somos el agua que está lejos del desierto, pero que avanza sobre él cada vez que el viento la llama. Somos como la luz que corre a gran velocidad por los lugares más inhóspitos, por esos rincones a los cuales muchos no han podido siquiera descubrir. Somos un misterio como el mismo universo, como el lenguaje de los átomos y de las constelaciones que interactúan entre sí intercambiando un poco de sus experiencia, de sus vidas y generaciones. 

Energía que se transforma en cuerpo, cuyos pies recorren las verdes praderas que se extienden hasta el cielo. Abrimos los ojos y nos lanzamos a rodar por las praderas: ¿ves el camino, ves lo que viene, ves lo que ha quedado atrás? Hemos avanzado tanto que ya casi nos perdimos de nuestro origen, pero el final... no existe. Solo existen las metas que se encuentran a cada instante en que miramos hacia el lado y descubrimos una nueva flor, un nuevo fragmento de luz. Somos ese vuelo que se inicia cuando levantamos los brazos y el viento nos lleva lejos, tan lejos como el mismo sueño, como las nubes que se transforman en un temporal. Corro por las praderas, corro a lo lejos, corro, corro, corro hasta alcanzar la cima de ese cerro que se forma de palabras. Oigo las voces de la naturaleza en las cuales me cobijo y me duermo.

Fotografía: Alrededores de Tetuán, Marruecos.

Sail away

Sail away, sail away. 

En el silencio de un sueño abrigado, cubierto por las estrellas luminosas que cobijan un camino iluminado por las sombras de fantasmas vigilantes; me duermo, me duermo tranquilo, sonriendo, sonriendo feliz, sintiendo mi cuerpo que navega a la deriva cuando el viento lo lleva a recorrer lugares lejanos. Y lo sé, porque ya he estado tantas veces en esos lugares diversos donde la imaginación es pequeña ante tanta realidad. Y lo sé, porque las leyes de la física y de la gravedad se convierten en fantasía cuando Einstein camina por las veredas saludando a las nuevas generaciones para luego sacar un violín y pedir propina por su música a la entrada de la estación del metro.

Navegamos a la distancia escondidos tras las llamas que se alzan en lo alto, por ese camino dibujado en una playa secreta que de noche se ilumina con la luna llena que gira a nuestro alrededor. Allí te busco, allí te encuentro. Allí nos reencontramos en el misterio de un abrazo que no acabo, que perdura cuando ha pasado tanto tiempo; allí llega ese abrazo que se busca se reencuentra cada vez que las sonrisas coinciden a la distancia. A lo lejos, al lado, no hay distancia: no hay tiempo. Y lo sabemos, porque hemos estado tantas veces allí. Las montañas se cubren de nieve y de sol con solo pedirlo: abrimos las alas y volamos tan lejos como queremos. 

Ojos cerrados y los brazos alzados, los respiros, los latidos del corazón acelerados, canciones nuevas. Los espíritus confluyen en un mar que avanza con locura y en las olas que recorren los barcos que llevan nuevas historias a través del océano. Dame más de esas historias que solo tú conoces, encuéntrame sentado en el mirado mientras dibujamos una puesta de solo que se esconde en el norte, en el sur, en el este o en el oeste: ¡desordenemos la rosa de los vientos! Pintemos los colores en el cielo y las luces extrañas que lo cruzan a diario ante nuestas miradas sorprendidas del ave que vuela y se encuentra con su destino. 

We can sail, we can sail. A lo lejos, allá viene... el horizonte. Sail away, sail away, sail away. Vuela alto, como un ave... el horizonte. Sail away, sail away, sail away. Me duermo en tu mirada, me refugio en tu piel, protección en tu esencia, locura en tus respiros, caricias en tus besos, besos en tus palabras, palabras, altura, vuelo. Sail away, sail away, sail away. Sail away, sail away, sail away.

Fotografía: Pichidangui, Los Vilos, Región de Coquimbo.

sábado, 7 de abril de 2012

LSD

Mensajes publicitarios para el consumo de sustancias ilícitas. Interesante argumentación existencialista.

Fotografía: Subida Sausalito (alrededores de la laguna), Santa Inés, Viña del Mar.

viernes, 6 de abril de 2012

Viaje entre el silencio

Viaje entre el silencio de un momento inexistente, entre el sueño del tiempo y la persistencia de los sonidos que vibran en el aire. Busco y busco lo que no está, busco y busco por si acaso se puede encontrar y saber que lo que no se sabe se sabe primero que lo que se supo antes y se volverá a saber después, sabor, insípido, sediente de una gloria que se acaba cuando comienza a comenzar y comienza cuando acaba de acabar. Y si sabes lo que va a suceder, ven y dilo. Si sabes que esto se acabará pronto, no temas y avisa. Que a veces sonrío y a veces me duermo, que a veces no pienso, que a veces me confundo, que a veces grito... que hace rato ya que me vengo dando cuenta que me estoy alejando de los sueños de infancia que me movieron a crecer y dar pasos. 

¿Todavía puede ser eso real? ¿Todavía puedo confiar en que va a suceder? O acaso debo conformarme con un cambio trascendental que, en el fondo, es para bien, que también me puede hacer sonreír. Luchar por eso que creí cierto, por eso que me motivaba a despertar y a dormir de madrugada: ahora ya no. Metamorfosis en el alma, del espíritu que viajaba y que aún viaja, solo que ahora quiere recuperar ese tiempo para poder soñar. Y, al final, brilla una estrella que ilumina la oscuridad. Todo brilla, todo brilla, todo recupera su color.

jueves, 5 de abril de 2012

Somos palabras

Piedras mágicas en el silencio,
roqueríos inciertos alrededor del camino
y las pisadas de los caminantes perdidos
en ese sendero dentro del cual respiro
y sonrío, lo miro, lo describo,
sin saber lo que pasa ni lo que viene.

He cruzado tantas veces el río
con su caudal y su riesgo que avanza hacia el mar,
allá donde los navegantes se han perdido
en esa búsqueda incesante de sí mismos;
saber lo que son,
creer en sus logros,
lanzarse a nadar sin amarras y tocar el horizonte con un dedo,
con el alma, con las palabras, con el presentimiento.

Intuiciones de movimientos,
luna llena que se alza sobre nuestras cabezas
y su magnetismo extraño:
sé dónde estás porque te siento,
sé lo que pasa porque estoy contigo,
sé que lo sabes porque estás aquí. 

Y somos palabras, somos energía,
somos sonidos y signos ortográficos,
o lo que sea.
Hablo contigo, hablo con otros, hablo conmigo mismo,
hablo con nadie y no sé qué decir.
Somos movimientos, somos energía,
enredado en la persistencia del tiempo
que existe, que no existe, qué se yo.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Dónde voy?

Ojos perdidos, pupilas enrojecidas y miradas esquivas: ¿dónde voy? ¿Qué es lo que soy o quiero llegar a ser? Una nube volando en el cielo, un pedazo de cielo flotando sobre el mar, una masa de agua cubriendo la tierra, un poco de vida dando vueltas por ahí. Dime lo que no veo, qué es eso que está más adelante que yo ya no alcanzo a ver: mi vista nublada me impide avanzar y el silencio me retumba en los oídos sin dejarme hablar. No me salen las palabras y me enredo otra vez.

Una nave a la deriva que se hunde en el torbellino formado por un tsunami en el mar, flota un cadáver aún vivo que mira el cielo buscando la luz de la salvación que está tan lejos, que está ausente. Números y letras, expresiones inciertas, horarios que no acaban y semanas eternas, pero todo tiene que acabar. Alejarse de un ambiente circular de ironías y sonrisas falsas, con abrazos de cartón y de plástico, cantando himnos de alabanzas a un ídolo falso que dice ser Dios, pero que no lo es. Porque la virtud no está en lo que dices, sino en lo que haces y tu Biblia no te va a salvar de todas las culpas que has cargado con actitudes deshonestas.

Una nave a la deriva, pero ahí no volveré más. Esto va a acabar, solo es un momento de oscuridad, quiero luz, quiero luz, quiero aire. Quiero mar, quiero verde, quiero chocolate, quiero viajar, quiero un camino, quiero encontrar. No sé qué es lo que busco, pero ya lo voy a averiguar.

lunes, 2 de abril de 2012

Navegación

Navegación. Abrir y cerrar los ojos, el vuelo de los pájaros, el ruido del tren y el chirrido de las bocinas que se detienen en un semáforo en rojo. Acción. Compulsividad, obsesividad, paranoia, histeria, locura, bulimia, anorexia, retención, detención, inercia, temblor, sudor, salto, rana, ardilla, calor, frío, otoño, abril. Abril, lluvias mil y las gotas de agua se quedan condensadas en un ambiente que no fluye, en una nube congelada que no avanza y flota en el cielo al momento en que las miradas divagan a lo lejos, gritando, canciones olvidadas por el paso del tiempo. La lluvia vendrá, la lluvia caerá, los tranques volverán a su nivel, no habrá sequía, no moriremos de sed: moriremos de calor, moriremos en el olvido, moriremos producto de nuestro propios errores. Causa-consecuencia y no se puede hacer más.

Navegación. Sumergido entre las olas que van y vienen, alza un brazo hacia el mar y mueve el cuerpo deslizándose por un mar de profundidades celeste de invierno, de otoño, de frío y de nieve. ¿Y la nieve? Ya no cae, porque acá nunca ha caído aunque los cielos arrojen temperaturas bajo cero y asesinen el invierno con 33º en pleno marzo, ya no se sabe, ya no se entiende, ya no se predice lo que pueda pasar. Agua, botellas, pío pío, el zumbido de un zancudo, un grito, un plumón volando por la sala, el mismo plumón atacando la cabeza de un alumno que no está atento, una mosca que se quedó pegada ante la imagen de aquellos dos euros que se me olvidaron una vez, mi pecho apretado que a ratos olvida respirar, la tensión, la tensión, la tensión... ¡explosión! Y vuelve a temblar, vuelvo a tener miedo, vuelvo a escribir y mirar al cielo. Perturbación.

Explosión, detención, canción, suspensión, alimentación, respiración, circulación, ración... navegación hacia parajes cercanos lejanos que confluyen en la luz blanca de una pizarra acrílica que, en cualquier momento, podría quedar marcada para siempre con un plumón permanente.

domingo, 1 de abril de 2012

Las luces de Lisboa

Cuando abrió los ojos, las líneas de la carretera iban quedando atrás frente a su mirada casi inerte. No sabía cuánto rato ya había dormido, quizá unas 2 horas: lo único certero es que ya distaba bastante de Madrid. La oscuridad de la noche, el misterio de un camino desconocido y Stereo Love que sonaba por los parlantes del autobús que corría en dirección hacia ese horizonte que parecía moverse. Los pasajeros que dormían alrededor y el conductor que parecía no existir.

Horas de viaje para volver a cerrar los ojos y, al abrirlos, ver que los carteles ya estaban escritos en un idioma distinto. Sonrió: ya divisaba el enorme puente que cruzaba el Tajo. Las luces de Lisboa iluminaban una madrugada fría.