sábado, 30 de marzo de 2013

martes, 19 de marzo de 2013

Indicios

Al levantar la mirada se encontró con un cielo tan profundo como su propia mirada: las nubes escondían los cantos de los ángeles, cuyas figuras inventadamente infantiles jugaban a saltar de un lado a otro. ¿Qué era eso que se escondía tras esa mirada profunda? ¿Cuál era la historia que se escribía en sus constantes paseos por los callejones de un puerto viejo y colorido? Sus pisadas, a veces, caminaban a la deriva dentro de un paisaje que se alzaba hacia las alturas donde se mezclaba lo nuevo y lo viejo, el nacimiento y el ocaso, eso que está por venir y lo que ya se está yendo. La vida como un continuo divagar de pensamientos, ilusiones, de sueños, de nuevas esperanzas y de desafíos que comienzan cuando suena la alarma a eso de las 6 de la mañana. 

Y, desde la dificultad de despegar los párpados pesados por el cansancio, decidió que iba a sonreír. Era el primer indicio de la felicidad.

lunes, 18 de marzo de 2013

Se me pasa volando el tiempo.

Cuento las horas como si fuesen segundos cuando ese tiempo que parecía inacabable se transforma, de pronto, en un suspiro. Un suspiro como el que lanza un enamorado que la ve pasar a lo lejos como una silueta difusa, un suspiro como el viento que mueve las ramas de los árboles congelados por el paso del invierno para dejar caer la nieve que se ha acumulado durante la noche, un suspiro como el vapor del frío que se condensa en mi ventana a través de la cual las luces de la ciudad se tralucen de manera tímida. Y, casi sin darme cuenta, me levanto de los sueños de mis frazada tibias para recorrer ese mundo incierto de las tinieblas iluminadas por las estrellas, cuando la niebla avanza desde el cerro en dirección hacia la costa, cuando las luces se confunden con las sombras de los pasajes de un Valparaíso iluminado por las almas que están soñando despiertas. 

Me levanto de pronto y corro hacia las calles humedecidas por el sereno de una medianoche musical, por el ruido de los vehículos que corren por las avenida Pedro Montt. Camino a la deriva y mis pies descalzos se encuentran con ese asfalto frío e iluminado donde los espíritus cantan sus canciones de antaño. Se me pasa volando el tiempo, como las aves que cruzan el cielo escapando del temporal. Se me pasa volando el tiempo, a la espera de emprender el vuelo hacia un puerto donde nacen los sueños.


domingo, 17 de marzo de 2013

Soñaré abrazado a tu pecho

Las noches no son frías si me abrazas al dormir
y en el silencio de los sueños me hablas,
nos hablamos en un lenguaje nuevo
de ese insomnio escondido de nuestros ojos cerrados.
Dormimos, sí, nos dormimos entralazados
y al despertar, no sabremos qué dijimos,
pero sonreiremos al saber que hemos hablado.

Dame mil besos, dame abrazos,
dame momentos para volver a amarnos,
en una mirada o en una sonrisa,
en un respiro o en una caricia.

Si me miras en silencio, me acercaré sin dudarlo
para dormir otra vez acurrucado a tu lado:
soñaré abrazado a tu pecho
conociendo el ritmo de tu corazón,
despertaré sabiendo que el presente es el mejor sueño
que escribimos con cada palpitación.

martes, 12 de marzo de 2013

Amazing!

Ya es claro que estoy considerablemente mejor que el año pasado. Al fin llegué a un lugar en donde puedo trabajar tranquilo, donde los alumnos respetan al profesor. No se trata del alumno ideal que cuestiona todo y discute con argumentos: en muchos casos se trata de estudiantes que aún necesitan tener un poco de reglas en sus vidas y hay que hacerlas cumplir, a veces, a la fuerza. Pero creo que esta situación no ha logrado desmotivarme y, al parecer, estoy empezando a tomarle el gusto a lo que hago.

Ya se inicia la segunda semana de clases y a la fecha ya he tenido varias situaciones que me han dejado con una sonrisa y una profunda sensación de alegría. La primera la comenté anteriormente respecto al regalo de una alumna, un gesto pequeño que te cambia el día, y hoy me tocó tener el segundo acontecimiento que me hizo salir con una sonrisa y con una sensación profunda de emoción. Tomando una idea de Evelyn, decidí que mis alumnos se dieran un tiempo para "armar su propia imagen", en el cual expresaran su visión actual de la propia identidad. Realmente, no me imaginé que la actividad iba a resultar tan bien y que los estudiantes acabarían agradeciéndome (incluso con un aplausos, increíble pero cierto) por haber realizado un ejercicio a través del cual pudiesen pensar. Todavía estoy impresionado del resultado y la tarea de ahora es mantener el nivel, continuar trabajando de la misma manera para despertar el interés de estos 16 alumnos del plan diferenciado. 

Creo que las cosas están yendo de maravilla y quiero que todo continúe así. Me siento realmente satisfecho de estar trabajando en este lugar.

domingo, 10 de marzo de 2013

La tarde y el mar

¿Cuántas veces se había amanecido dibujando figuras en las nubes? Su cuerpo era una tabla inerte sobre ese mar incierto de olas indecisas, de sueños dormidos y de viajes que aún estaban por comenzar. Llevaba una sonrisa en el rostro y su cuerpo desnudo flotaba en medio de la naturaleza, como un ser más dentro de tanta maravilla y armonía. Navegaba a la deriva, era un pez más que se movía a través de las corrientes frías del verano y tibias en el invierno. Sus pies tenían las marcas de un camino incierto.

Y, en el horizonte, era una figura más que parecía perderse en el precipicio sin fin.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Sorpresas pedagógicas.

Se supone que mi título está orientado al trabajo con alumnos de educación media, debida a la especialidad de mis contenidos. Me encontré con la sorpresa de que muchos docentes me habían presentado a sus alumnos como un especialista en el área y que dicha caracterización me concedía cierto estatus, lo que habría explicado la atención que muchos alumnos prestaron a mi presencia. Fue algo agradable y, desde ya, he notado muchas diferencias respecto al Entrevalles: es claro que acá me siento mucho más cómodo y valorado, con un ambiente laboral en donde todos están involucrados en una misma meta. 

Dentro de esas cosas extrañas que me trajo el 2013 es el hecho de que estoy realizando clases a alumnos de básica, cosa que rechacé tajantamente durante mucho tiempo. Que no me sentía capaz, que yo no había estudiado para eso y una serie de excusas que ahora se fueron al viento: quinto, séptimo (jefatura, más encima) y octavo básico se ven enfrentados a mi presencia a partir de la próxima semana. Pobres, ya verán a lo que se enfrentan. Para mí es todo un desafío aprender a explicar con otra complejidad, entender que son niños y que aún les queda mucho por desarrollarse: capturarlos en el momento preciso para asegurarse de que el árbol crezca en la dirección correcta. Empezar el proceso desde el principio puede resultar mucho más enriquecedor. 

Me sorprendí gratamente al ver que muchos cursos me resultaron particularmente agradables, en donde mi voz se proyectaba de la manera ideal y donde no debí hacer demasiado esfuerzo por lograr la atención. ¿Hay algo que esté mejorando? ¿Acaso mi disposición ha afectado positivamente en cómo estoy viendo todo lo que está sucediendo? Claramente, estoy recién empezando y tengo toda la energía que tiende a irse agotando en el año, pero tengo una extraña sensación de que todo irá viento en popa. No sé por qué, pero siento que estoy en un lugar donde puedo ejercer mi profesión tranquilo, contando con el apoyo de gente que sabe lo que está haciendo. Llevo varios días entrando y saliendo con una sonrisa, cosa que agradezco mucho. Si bien, me agoto, no me frustro y adquiero el ánimo de continuar avanzando. Quién lo diría. 

Y, para finalizar, el hecho que marcó mi día y colaboró muchísimo en que me llevara una sonrisa para la casa fue una alumna de quinto básico, curso con el que tuve clase por primera vez esta tarde. Todo bien, un grupo pequeño y atento, risueño y participativo, con ganas de aprender. Una sala que había sido una capilla y en donde parecía ser el sacerdote en el altar (qué miedo). Todo bien, las instrucciones, un juego con puntaje acumulativo y la interacción con los pequeños. Acabó la hora y una alumna se acerca para regalarme un sandwich: fue un acto tan increíblemente adorable que me enterneció, porque no me lo esperaba de ninguna forma. Creo que estoy viendo la profesión docente desde otra perspectiva, encontrándole las cosas positivas que te ayudan a llenar la parte menos grata. Veamos qué nos trae el resto del año, veamos qué cosas buenas se pueden seguir sacando.

martes, 5 de marzo de 2013

Primer día de clases y el enigma de los cajeros automáticos

Buenos días, su señoría, bandandirundirundá. Hacía varios años que no me levantaba tan temprano para acudir a alguna actividad académica y hoy, a las 06.30 de la mañana, la oscuridad del amanecer me recordaba esos viejos tiempos en que tomaba la micro rumbo a Valparaíso para ingresar al colegio a las 07.55 y formar a la espera del acto de Buenos Días, donde muchas veces tuve que escuchar al simpático del Padre Director con su rehilamiento característico en la r final de las palabras. Esta vez me tocaba estar desde el otro lado de la vereda: de profe. Sí, llegué bien ordenadito a tomar la micro y me acomodé en el asiento rogando llegar a la hora: creo que no es novedad eso de que los choferes sean medio hormonales y a veces tarden 25 o 60 minutos en un mismo trayecto. Adquirí la costumbre de viajar 1 hora y media antes de mi horario de ingreso para llegar a la hora y, hasta el momento, me ha dado resultados siempre y cuando no tenga que ir a hacer ningún trámite al servicio público. Llegué a eso de las 07.25 a Valparaíso y me encontré con un puerto cubierto de niebla y llovizna: los barcos en la bahía se veían tan apacibles, tan tranquilos, que me daban ganas de seguir durmiendo. 

Subí hacia el lugar del establecimiento y estaba dentro a eso de las 07.40, viendo los alumnos que comenzaban a ingresar a su primer día de clases. Todos eran completamente nuevos para mí y era normal sentir un poco de angustia. Comenzó la formación, la oración mucho más acotada que en mi época de estudiante y luego me presentaron ante todos: sí, soy el profe nuevo, mírenme, seré terriblemente malo y pondré puros uno. La maldad me duró hasta que subí no sé cuántas escaleras para llegar a la sala de 7mo básico, mi curso de jefatura, aunque estuvo a punto de volver a su lugar cuando me hicieron gritar hasta el cansancio y quedar sin voz en la primera hora. Santa cachucha: y yo que pensaba deshacerme del propóleo. Así que mi botellita de agua volvió a la carga y mi garganta se recuperaba de a poco: pequeñuelos, inquietos, hormonales, en proceso de crecimiento... ¡tan pequeños! Y pensar que a su edad yo me sentía tan grande y ahora los veo como pollitos: ¿será que me estoy haciendo adulto? Fue una mañana tranquila, conocí también a los de 3ero medio y me pareció un grupo muy agradable dispuesto a escuchar lo que les decía: ¡gracias, Dios, por favor concedido! Pero mi día no acabó a las 12.00 como tenía pensado, sino que casi a las 2 de la tarde, luego de llenar actas de subvención: eres profe jefe, querido. 

Durante la tarde, acudí a mi plataforma vibratoria con la intención de ver los efectos de este tratamiento tan en voga; voy en mi cuarta sesión y he comido como cerdo, creo que no habrá mucho efecto. Me quedé con ganas de comprar aquel vestón genial de Zara, porque ya no estaba: así es la vida, snif. Y en este momento es que comento el enigma de los cajeros automáticos: ¿qué nos sucede, país, que nos creemos desarrollados, jaguares de Latinoamérica y no sé qué otra cosa más cuando no somos capaces de tener ni los cajeros automáticos funcionando? ¿Se pregunta usted porque Chile no avanza? Si estamos acostumbrados a que si una máquina no funciona, pasarán hasta años para que lo arreglen y es muy probable que nos acostumbremos a que no funciona y busquemos alguna forma de sobrellevar la dificultad. Todos los jodidos cajeros estaban fuera de servicio... sumado a que confirmé que mi tarjeta estaba defectuos, pero eso es cuento aparte. Y en Quilpué, la misma vaina. ¿Qué demonios sucede? ¿Es el inicio del fin del mundo? Creo que mañana continuaré escudriñando las locuras de este mundo inquieto.

lunes, 4 de marzo de 2013

Día lunes con L de locura

"Todos están locos, salvo unos pocos" dice la canción del grupo chileno los Chancho en Piedra y esa locura espacial adquiere dimensiones que también se relacionan con el tiempo: 8 de la mañana y te subes a un colectivo que idealmente te hubiese llevado a tu destino, pero acaba dejándote a algunas cuadras. Quilpué se ve tan susceptible bajo esa niebla que cae como llovizna sobre las miradas con cara de sueño; es totalmente entendible, nadie quiere volver a trabajar luego de un fin de semana de desconexión total. Locura espacial: el Registro Civil inicia su atención a las 08.30 y la fila ya comienza a formarse en torno al edificio, con gente ansioso de que lo atiendan pronto para poder acudir a sus trabajos. Claro está, su horario está tan pésimamente diseñado para la gente que trabaja que la única opción que queda para hacer algún trámite es pedir permiso toda la mañana o, simplemente, llegar atrasado y poner en riesgo tu fuente laboral. Así de simple. Los simpáticos abrieron con 5 minutos de retraso (ok, fueron 4) al momento en que la fila empezó a moverse rápidamente, dando la ilusión de que todo iba bien. Pero no. La fila se detuvo por unos 7 minutos en que no hubo ni un solo milímetro de avance y mi cara de ansiedad aumentaba: eran las 9 de la mañana y debía estar en Valparaíso a las 09.30. Solo un avión podría haberme salvado en ese momento. Cuando finalmente me atendieron y pagué los $1.050 del certificado de antecedentes, comprobé con falsa emoción que no tenía ninguna anotación y que tampoco estaba siendo buscado por actos terroristas: en definitiva, no soy un peligro para la sociedad y puedo trabajar sin ser un riesgo para mi empleador. 

Quilpué en la mañana es la típica ciudad dormitorio que se quedó dormida, donde no circula un alma y los pocos colectivos que pasan no le sirven a nadie. Corrí al Merval con la esperanza de que su frecuencia me favorecería y pude comprobar que los esfuerzos lo han llevado a algo decente en horario punta: recorrí no sé cuántos kilómetros con la intención de que el conductor pisara el acelerador y volarámos a la velocidad de la luz hacia Estación Bellavista, lugar al que llegué a eso de las 09.35. You're late, honey. Corrí hacia la Subida Ecuador y pillé el colectivo rumbo al cerro: me imaginé a la Directora con cara de odio al verme llegar, mientras me sentía acompañado por el fantasma típico del retraso de día lunes. ¿Todavía es legal eso de que si te atrasas dos lunes seguidos ya tienen causal para finalizar tu contrato? No lo sé, pero no quiero comprobarlo la próxima semana. Llegué corriendo, firmé como si nada, sonreí y saludé (como los pingüinos de Madagascar) para luego correr a la sala de profesores donde me esperaba una bella mañana de planificaciones diversas, lectura de planes y programas del MINEDUC, el odio constante al ajuste curricular que parece enredarnos aún más la vida de docentes, el estrés al ver todo lo que se viene y una serie de blah, blah, blah. Y más blah, blah, blah. Me dieron las 14.45 y mi estómago rugía, cuando bajé hacia la fotocopia legalizada de mi certificado de título.

¿Y qué pasó? No, no me hice "mielda" como el Mamut chiquitito. Llegué a la notaría y veo que aún no atiende, que debo esperar una media hora más. La tarea es buscar una fotocopiadora en el sector financiero del Puerto y descubrí con asombro, que no eran tan abundantes como en la zona universitaria. ¿Qué es lo que te pasa, Valparaíso, que ya no te reconozco? Cuando finalmente logré obtener la fotocopia, esperé a que la notaría iniciara su funcionamiento, para darme cuenta que el señor notario aún no llegaba de su colación. Fue inevitable escuchar la risa malévola de Thriller. Me dijeron que sería en algo así como 15 minutos y como el estómago apremiaba, no pude contener mis intenciones de comer el pastel de choclo casero hecho por mamá el día anterior. No duró más de 5 minutos y la espera continuó unos 10 minutos más hasta recibir los documentos: 4 de la tarde y camino rumbo a la micro. De regreso a casa: es increíble la comodidad (por costumbre) que se puede encontrar en los asientos del Transvalparaíso.

domingo, 3 de marzo de 2013

Bienvenido, Marzo.

Y aconteció ese temible momento en que cambiamos de mes y comezamos a poner el número 3. Da un poco de miedo ver que las vacaciones volaron como un ave que emprende el vuelo, llenándonos de buenos recuerdos de un verano que no pudo hacer otro cosa que relajarme y enseñarme muchas cosas de la vida: fue el tiempo necesario para liberarme de las malas experiencias del 2012 y poder renovarme para comenzar este 2013 con nuevas expectativas y, por sobre todo, sueños. Estoy confiado en que los nuevos proyectos resultarán geniales, teniendo en cuenta que hay que ponerle esfuerzo a todo y tengo toda la disposición para que marche de maravillas. La llamada de trabajo fue un éxito y el viernes tuve mi primera reunión en el colegio para conocer a los demás colegas: habituarse a un nuevo lugar de trabajo no siempre es fácil, pero tengo la sensación de que va a ser una muy buena experiencia. Me agrada ver que se trata de una institución seria que apunta hacia el mismo lado, además de ver gente que te trata de manera amable: es importante sentrite parte de algo.
 
Si bien, este fin de semana que debí haber ocupado trabajando lo ocupé descansando, creo que era necesario. Mi ojo estuvo a punto de estallar producto de las emociones extremas que viví en un mismo día y por toda la información que tuve que retener. Es mucho, cuando se ve desde fuera, pero creo que en el camino todo puede ir resultando entretenido. Son muchos desafíos: mi primera jefatura, situación de la cual no tengo ni la más mínima idea de cómo llevar a cabo pero que confío que podré aprender en el trayecto, echando a perder lo menos posible. Me siento ansioso. Quiero que todo salga bien: considero que si uno tiene toda la buena vibra y está dispuesto a poner todo de sí, la vida se encargará del resto. Allá vamos a subir todos los días al cerro por un verano de piernas firmes, allá vamos por la vida sana, allá vamos por una experiencia laboral gratificante y, por sobre todo, allá vamos por más y más sueños.