miércoles, 22 de diciembre de 2010

Diciembre veraniego entumecido por el frío.

Un celeste oculto bajo el gris del cielo
y la amenaza del frío invernal
cuando debiese florecer el estío renovador del tiempo,
me alertan las nubes que enrojecen la noche
haciéndome añorar los otrora puñados de estrellas.
Y la luna y el silencio,
objetos voladores no identificados en el firmamento.

Diciembre veraniego entumecido por el silencio
y noches estivales de un inusual frío,
dónde está el verano,
dónde está el invierno;
y la primavera dorada da vuelcos entre fragmentos.
Nada es lo que solía ser:
ahora todo parecer ser distinto.

Una noche viajando entre las luces del Gran Valparaíso
soñando con los sonidos de mi infancia
y los recuerdos de ese pasado que me vio crecer.
Una noche viajando entre el sonido de un Pacífico celeste
que refleja en mi mirada esos recuerdos,
tú y yo juntos mirando el atardecer.

Diciembre veraniego oscurecido por las nubes invernales,
un invierno gris que se niega a quedar atrás.
Todo me da frío y busco tu abrazo,
quedarme a tu lado otro instante más:
oportunidad de tus labios, una más.
Diciembres veraniegos estivales de antaño,
tu mirada en la mía convierte todo en verano.

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