miércoles, 9 de marzo de 2011

Un año de Londres.

Es verdad que estos días he escrito bastante y, como ya mencioné alguna vez, me estoy tomando bien en serio eso de que me encanta escribir. Estos días se han convertido en un torbellino de pensamientos y acciones que podrían catalogarme como próximo a la locura o cualquier insensatez, aunque creo estar aún lo suficientemente loco como para estar cuerdo. Y entre tanto trámite, reconocimiento de sala y de asignaturas, subir y bajar en ascensores y pensar en la "Didáctica del Show de MINEDUC", casi no tuve tiempo de sentarme a rememorar buenos tiempos de los cuales ya se cumple exactamente un año. 
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Claramente, miro con emoción esta fecha, pues hace un año ya recorría las calles de Londres y quedaba impresionada por toda su arquitectura y la belleza que solo pensaba que podría ver en fotografías. Un día 8 de marzo a las 6 de la mañana comenzaba mi vuelo rumbo al aeropuerto de Stansted, que me llevaría a una de las ciudades que soñé con recorrer. Se cumplía uno de mis más grandes sueños que, incluso, pudieron realizarse en otro idioma que yo también podía entender y hablar. Recuerdo el momento en que cruzábamos por primera vez el Tower Bridge, o cuando vi por primera vez el Parliament y entonces reaccioné ante lo que estaba sucediendo. 

¡Londres! Y me daban ganas de gritar mil veces 'I love London', pero habría parecido un poco ridículo ya que todos me habrían entendido y me habrían señalado como turista y no sé qué más. No obstante, amé cada recorrido, amé ese viaje que realicé por y para mí mismo, una experiencia que sentí que debía desarrollar en soledad, aunque en ningún momento me sentí solo, en lo más mínimo. Ese frío ambiente de marzo, el Big Ben marcando las oscuras 7 de la tarde al otro lado del Queen's Walk, el London Eye y la Trafalgar Square, Picadilly Circus, Abbey Road... para qué seguir mencionando lugares. Lo único que sé, es que cada parte de ese viaje me resulta una simpática efeméride que he de marcar en mi calendario vital. Creo que nunca lo olvidaré, esperando tener la suerte de volver a recorrer esos lugares tan cargados de historia.


Fotografía: Big Ben, Londres, Inglaterra.

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