viernes, 11 de marzo de 2011

Alerta de tsunami y en busca de práctica.

Suena la alarma de mi celular a las 08.50 y, como se ha hecho cada vez más común en mi persona, acabó sonando nuevamente a las 09.10. Me levanté a encender el hervidor y encendí la televisión. Hacía un año yo estaba en Londres, regresando a Madrid y en Chile se daba una de las réplicas más recordadas del terremoto del 27 de febrero de 2010, teniendo en cuenta la alerta de tsunami que se había decretado. Anoche recordaba eso antes de dormir, pensando en qué sería lo que iba a suceder hoy. Las primeras imágenes que vi en la televisión fueron de una ciudad inundada por el mar que se había salido de su lugar y entonces me entero de que en Japón hubo un terremoto de 8.9 grados en la escala de Richter que produjo un desastre de magnitudes. Más significativo aún fue el hecho de que se había decretado alerta de tsunami para varios países, incluido Chile.

Tomé desayuno y luego bajé al centro de Quilpué: ando en busca de colegio para realizar la práctica intermedia y, por el momento, no he hecho nada al respecto. Así que decidí acudir a dos establecimientos, en los cuales obtuve una respuesta bastante favorable o, tal vez, yo esperaba que me negaran inmediatamente o qué se yo: sucede que hay colegios que te dicen que no desde un principio y cierran todas las puertas, pero este no fue el caso. En el primero de ellos me dijeron que enviara la carta, por lo cual obtuve los datos de la persona encargada, así que tendré que ir a dejarla y esperar qué sucede. En el siguiente colegio, me indicaron que ya tenían practicantes, pero verían si lograban otro cupo. En defintiva, me pareció bastante productivo, por lo que valió la pena estar vestido 'semi formalmente' y morir de calor.

Me pareció ver muy poca gente en la calle y me niego a asociarlo a la alerta de tsunami: Quilpué es una ciudad de interior, por lo cual tendría que ser un enorme cataclismo como para que llegara el mar. Así que esa opción está descartada. ¿Acaso será que es lo que hay, simplemente? Toda esa gente que agolpaba en las calles de Quilpué durante las horas de descanso, ahora debe estar trabajando y produciendo en otra ciudad de mayor interés. No sé, es extraño ver una ciudad como muerta, un poco fantasma y con calor veraniego. 

Ahora me queda esperar el tsunami, las respuestas a la práctica, tener alguna idea para escribir durante el fin de semana y, por sobre todo, dormir todo lo que no he podido dormir en este intento de reacostumbrarme a despertar temprano. Sin contar la ansiosa espera de mi dinero-que permanece siendo 'deuda flotante'-, que teniendo en cuenta las circunstancias naturales, pueda llegar en un botecito salvavidas, flotando hasta mi casa.

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