El mundo es el mundo, en gran medida, debido a la experiencia a través de la cual lo clasificamos. Esto nos hace regresar a la eterna pregunta: ¿el huevo o la gallina?. ¿Qué es lo que hace a uno u otro? Si nos basamos en que todo está constituido por signos y la capacidad de intercambio de significados a través de estos vehículos, entonces podríamos decir que toda la civilización que conocemos es en base a la lengua. Y es evidente que la diferencia de lenguas nos hace constituir el mundo de maneras diferentes, dando una gran importancia a la adquisición de más de una lengua para, de esta forma, poder ampliar la visión del cosmo y generar una sensación de mayor integridad, de omnisciencia, aunque pueda resultar imposible.
Y, con el paso del tiempo, la experiencia nos dice que el mundo está en un evidente colapso que no solo queda de manifiesto a través de los cataclismos que la naturaleza nos ha mostrado en el último tiempo. Es evidente que toda civilización tiene un periodo de gestación, de auge y de posterior decadencia. La gestación es algo que ya sucedió hace rato, aunque cabe cuestionarse el concepto mismo de civilización, en base a la razón y la inteligencia; ya hemos visto que la inteligencia no siempre nos ha hecho actuar de manera racional. Ante el evidente quiebre de la razón y la búsqueda de nuevas lógicas, parece que cada vez nos entendemos menos. Y en este punto parece contradictorio pensar que tengamos tan buenos medios de comunicación si, en realidad, no nos entendemos. El mundo no se detiene, el deseo de conquistar la inalcanzable perfección nos lleva, sin duda alguna, a la frustración al saber que no lo vamos a lograr.
El celular de última generación que te has comprado el día de hoy, mañana estará obsoleto. Esa ropa tan genial y costosa, mañana será pasada de moda. Ese pensamiento tan revolucionario que tienes y que crees que puede cambiar el mundo, mañana será, precisamente, lo que mantenga inmóvil al mundo. Lo que la ciencia hoy dice que es preciso, mañana verás era completamente erróneo. Solo nos queda... ¿la razón? que ya, en sí misma, está siempre en crisis. Siempre está en proceso de crítica, de renovación. Todo colapsa, también la razón. Todo colapsa, también el lenguaje al no encontrar espacio para expresar tanto significado. Ya no nos entendemos y, por lo tanto, no podemos comunicarnos lo que sucede, no podemos hablar del mundo. ¿Qué sucede con el mundo? Ya no lo sabemos, porque no nos entendemos.
De un momento a otro, todo deja de existir. Si no hay forma de expresar el mundo... ¿es indicio de que todo está próximo a acabar?
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