jueves, 28 de mayo de 2009

Encuentro con Gabriela Mistral

Parece que los ángeles escuchan de una manera extraña; será porque allá en el cielo están muy lejos de un profesional que les verifique su audición o, simplemente, escuchan lo que los ecos del espacio y el tiempo les permiten escuchar. Resultó que hoy pretendía ser un día tan alegre que hasta mi sonrisa lo dibujaba en la foto carné que debí tomarme para presentar un documento que me ha tenido con el estómago en la mano, incluso hasta conversé con la mujer del negocio y me deseó buena suerte. Mish. No obstante, siempre sucede algo que trata de arruinarte todo. Ahora me pongo paranoico después del test psicológico de 566 preguntas que tuve que dar ayer; si es que respondí alguna tontera era, primero, porque estoy loco y por puro fatigamiento. Cada día me convenzo de que la locura es colectiva y, frente a ello, ¿hay alguna cura?. La misma palabra ya incluye su propia solución:

LO(CURA)

Mientras voy en el metro recibo una llamada de la Avellaneda que me dice que no va a venir. Claro, y yo con el tremendo peso en el bolso y con un horario gigante en el cual hacer nada. Qué hermoso. Y volví a mirar mi rostro en la foto, seguía sonriendo. No me queda otra que trabajar hasta las 4 de la tarde. A eso de las 2 de la tarde recibo otro llamado, esta vez de una profe, que me dice que al final no nos vamos a poder juntar y yo quedo en suspenso. Mi sonrisa de la foto no se borra. Cuando ya son casi las 5 de la tarde, no tengo ganas de nada más. He estado todo el día trabajando y he avanzado sólo 2 de las 10 sesiones necesarias para una parte del trabajo (la otra parte son 8 sesiones más). Y así se me pasa la vida, soñando con lanzarme al mar a nadar y encontrarme con un tesoro de US$2.000.000... mmm, si es en euros, sería aún mejor.

La empanada de queso del carrito de la Casa Central, el viaje en el metro, la pared y el suelo del instituto de arte donde seguí tipeando el lindo trabajo. El remate fue al llegar a mi casa (y de ahí el origen de mi primer enunciado de la escucha de los ángeles). Mi perrita, como siempre, me recibió alegre, con ella es imposible deprimirse. Llego a mi escritorio y me encuentro un papel casi con luces de neón que dice "mesada". Y ahí estaba el rostro de la Gabriela Mistral, atormentándome. Y es que, definitivamente, no es mucho lo que puedo hacer con la que algunos consideran una poeta tan sufrida. Desde hace harto tiempo que con $5.000 no haces nada... ¿y tiene que durarte todo el mes? Me largué a reír... ¡¡necesito encontrar trabajo!!

5 comentarios:

Nina Avellaneda dijo...

Me disculpo publicamente:lo siento.
Siento haber aportado con una piedra más para tu muro de lamentos.
Oye,cachai q la gabriela usaba el billete de cinco lucas como carné..
(sí si , muy fome , pero comprende q ando enferma , y yo q tú no me acercaba a mi , si hasta el espejo me rehúye.Estoy pensando seriamente en no ir d nuevo.

Nina Avellaneda dijo...

No , tranquilo , q voy a ir y voy a llevar las secuencias q me corresponden..
Carolina v/s metodología ...le voy a sacar la xuxa!
(yo a ella ,por supuesto)

Cristian Briceño González dijo...

más te vale Avellaneda, si no, conocerás mi lado enojado xD!

Ada (sin h) dijo...

Kinkan

no desespereis!
mejor espereis ;)

pero espereis en movimiento

:*

PD: las 5 lucas de mesada eran broma cierto?? cierto?? :S

Cristian Briceño González dijo...

Ada: lo más irrisorio de todo es que es verdad xD si es triste la lesera xD