domingo, 11 de febrero de 2007

Primavera Corrompida

El ánimo de un adolescente suele cambiar con frecuencia, sobre todo si no tiene nada que hacer, nada en qué pensar. Es común verles sentados observando cualquier cosa que pase a su lado, pensando en el futuro, en el pasado, y haciéndose un sinnúmero de cuestionamientos que no llegan a una solución, y al final terminan deprimidos y en silencio, para luego, en cinco minutos más, estar muertos de la risa por algún chiste o algún hecho que les pareció gracioso. Aunque sean cambios tan extremos, he comprobado que son más reales de lo que los estudios o análisis puedan señalar.

Durante la tarde, me senté frente al pc debido a que no encontré lápices para escribir en mi cuaderno, sumado a la carencia de inspiración que me ha afectado desde hace algunos días. Ganas de escribir no me faltaban, así que me vine hacia acá para intentar escribir en Word. Creo que duré algo así como una hora escribiendo algo que no sé si logre llegar al final, puesto que me comienza a recordar un pasaje de mi vida que quisiera olvidar, cuando me doy cuenta de que, al contrario de lo que siempre he dicho e intentado ser, me ha costado olvidar el daño que ciertas personas me han provocado, he caído en el peor error y contradicción que es ser rencoroso. Así que lo dejé a medias, y puede que algún día lo vuelva a retomar. No sé. Escuchaba un disco de música New Age, al parecer de Enya. Siempre he dicho que esa música es bella, armónica y sirve para escaparse del mundo cuando uno sólo quiere echar a volar los pensamientos que se ocultan en la cabeza, pero todo tiene su contraindicación: melancolía, tristeza, incertidumbre y sentimientos de estar en búsqueda de algo.

Y así fue, una tarde de ocio, sin mucho que hacer, mucho que pensar, y pensar a veces trae problemas. Lo sé, me lo han dicho muchas veces, pero no puedo evitarlo, no puedo evitar dudar, puesto que es una característica innata del ser humano. Y creo que más he de dudar en estas fechas, nuevas preguntas atravesarán mi mente a medida que se acerca marzo, a medida que se acerca una fecha que muchos estarán felices de celebrar. De momento, tengo ganas de salir, festejar, bailar y olvidar todos los malos momentos que pienso que puedo vivir, pero que, realmente, aún no estoy viviendo. Es como encerrarse en una burbuja de miedo, miedo a salir a la calle, miedo a ver el sol y cruzar las nubes, miedo a seguir creciendo y rompiendo barreras, porque sé que, por muy difícil que parezcan, siempre se pueden romper. Y siempre las querré romper, porque no es cómoda quedarse dormido entre lágrimas que de a poco comienzan a partir la piel, hay que suavizar el camino, hay que olvidarse de todo, seguir adelante.

Y de a poco, comienza a cambiarme nuevamente el ánimo. ¿Acaso será un problema de madurez, incertidumbre, de la edad que estoy viviendo y de las miles de etapas que se siguen, sin descanso? No sé, tal vez quisiera crecer de una buena vez para poder sentirme estable. Pero a la vez no, no quiero crecer, quiero seguir eternamente en la juventud y disfrutar de la fruta fresca de primavera. No me imagino la vida sin estas hermosas aventuras de pensamiento. Es ese el don y sus consecuencias…


Saludos!
Kinkan ®

1 comentario:

Anónimo dijo...

te falta el mashete y mueres D:
lo unico q te puedo decir es que
no pienses, vive
es coo coco legrand...El fuma.-
la idea es preocuparse lo menos posible estas semanas
pq despues las preocupaciones son de otro estilo
descansa y haz lo q te gusta
xaw