El Propio Libro

A menudo la literatura nos presenta mundos que sirven como escape de la realidad a la cual nos enfrentamos, para poder pensar que las cosas pueden mejorar y así conservar las esperanzas de que existe ese soñado mundo mejor. Y como se ha hecho con los antiguos relatos de la Grecia Clásica, muchas veces son el testimonio de una época.

Cuando me siento a escribir presa de una inspiración que llega en los momentos que uno menos espera, o a veces, trabaja para ello, mi mente viaja hacia los mundos de la fantasía, a dejar que sean mis palabras las que creen el mundo en el que me gustaría vivir, o tal vez, las cosas que me gustaría que ocurrieran. Al principio, escribía mucho sobre viajes al norte, al sur, al pasado, al futuro… puesto que son estos dos últimos temas los que me han interesado desde que tengo uso de razón. ¿Será acaso eso sólo una parte del a ciencia ficción en un futuro cercano? Tal vez no, tal vez si. Pero es la literatura, y los pensamientos de quienes la cultivan, los que han ido motivando a que la humanidad se haya ido desarrollando. Observemos el caso de Julio Verne, quien imaginó un viaje a la luna en tiempos en que aquello era un sueño, y con una veracidad increíble, así también como lo ha hecho con el viaje al centro de la tierra que ha despertado investigaciones al respecto.

Pero más allá de hablar con respecto al futurismo o cosas abstractas, hoy quiero referirme al hecho de la literatura como testimonio de vida. Esta inquietud que llevo desde siempre, se vio acrecentada ayer, luego de una conversación con una amiga respecto a un relato que ella había escrito. Admiro mucho a la gente que tiene esa agudeza de poder retratar la realidad tal como es, de ser “directo” y de no ocultar ciertos matices. En lo personal, tiendo a maquillar la realidad, hacerla lo más hermosa posible, siendo que a veces no lo es tanto, es casi como el ser humano, imperfecta, pero siempre en los errores encontraremos una belleza que nos cautivará. Y fue en ese momento cuando recordé esa faceta literaria, una de las miles que puede tomar este género en el que espero hacer girar mi vida.

Así como en la Antigüedad Clásica se hablaba de los dioses y sus castigos, ahora podemos ver que la gente sigue teniendo miedos, tal vez a los propios acontecimientos humanos. De seguro, la cosmovisión ha tenido otro desarrollo, ya no pensando en los seres que puedan estar por sobre nosotros, sino más bien, en aquellos humanos que puedan querer pararse encima de nosotros y hacernos sentir más débiles. Tal vez, escribir con respecto a lo que pensábamos una tarde de sol, con mucho calor, mirando el mar o el cielo, pensando en alguna persona, o tal vez, soñando con el propio futuro, temiendo a lo que viene, pero aún así, con intenciones de que las cosas salgan siempre bien. Las actuales condenas no resultarán en un castigo eterno de ser devorado cada día por un ave carroñera, sino que podemos caer en la soledad, que es casi tan dolorosa. Tal vez no podemos encontrar una caja de Pandora en la cual se encuentren los males del mundo, porque nosotros mismos podemos decidir si trabajar por el bien o por el mal.

Cada día se continúa con la escritura del propio libro, nuestra sangre se plasma en el aire y queda en los recuerdos que el mundo no dejará morir…

Saludos!

Kinkan ®

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