domingo, 25 de septiembre de 2011

El mar.

Sonreír a la distancia y encontrarse de frente con una mirada que pareces conocer desde hace mucho tiempo. Me senté frente a la playa para ver las olas que desembocaban en la orilla de la arena y luego desaparecían en un incontenible vaivén de pensamientos, de divagaciones y de recuerdos de tantas cosas. Te sentí a mi lado nuevamente, vi que te acercabas hasta mí y me acariciabas con esa suavidad tímida de tus manos pequeñas. Sentí tu respiración agitada que se acomodaba primero en mi hombro y luego sobre mi pecho que también comenzaba a agitarse. 

Apenas puedo divisarte, pero es suficiente con el tacto para poder encontrarte. Me recorres lentamente y nos encontramos frente a frente casi sin mirarnos. Ya me has dicho tú que siempres somos capaces de ver mucho más lejos del horizonte, de comunicarnos sin hablar y de crear lenguajes extraños con mucha facilidad. Siento tu mirada multicolor que me inmoviliza e, inevitablemente, soy vulnerable a lo que tú quieras. Soy débil, no puedo escapar de ti. No quiero escapar de ti. Me pierdo en el silencio de tu carita de muñeca y sonrió de tenerte a mi lado, sonrió al oír tu respiración acelerada. 

La playa está desierta y las nubes comienzan a cubrir las luces de la ciudad, seguramente se avecina una tormenta. Sonrió al recordarte nuevamente, al saber que estarás por algún lado pensando también en mí. Sabiendo que, sin que yo te lo diga, te habrás enterado de toda la historia. Sabiendo que estar a tu lado me hace sentir tan pleno como un barco que navega sobre un mar de placeres ancestrales. 

1 comentario:

E dijo...

Noto cierta intertextualidad.

Me encantó. Luego de leerlo, comienzo mi domingo con una sonrisa.

Te amo


:)