Cuando levantó la mirada se encontró con el vuelo de pájaros. La migración de las almas también era consecuencia de algún movimiento natural, quizá tectónico o submarino. La cortina de la terraza flameaba con el viento y la brisa marina le había permitido un sueño sin precedentes. El único problema era que no recordaba cómo había empezado la historia: una botella de vino vacía y una copa de vidrio quebrada en el suelo, unas cuantas manchas rojas sobre el papel en el cual se disponía a escribir una carta. No sabía si era de amor, odio, desesperación, alegría, tristeza, vida o muerte. Mucho menos sabía cuál era el final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario