Me senté a mirar el cielo y perderme en la nubosidad parcial de aquellos 27º C que me parecían tan agobiantes. Sofocantes. Una plaza repleta de gente, bullicio y sensaciones extrasensoriales que se iban conectando con otros planetas que, por casualidad, comenzaban a alinearse en ese preciso instante con mi mente tan volátil. Vi niños practicando juegos a los cuales los adultos recurren cuando se sienten acabados. Vi ancianos jugando ajedrez y quizá recordando aquellos tiempos cuando todo parecía ser diferente. Seguramente, por ese lugar también pasó la muerte muchas veces... ¿qué lugar puede jactarse de lo contrario?
Me aseguré de que la banca estuviese libre y entonces me senté a la sombra proyectada de un árbol silencioso, bajo el cual caminaba la gente hacia sus destinos inciertos. A mis espaldas... nunca supe lo que había a mis espaldas. Nunca supe todo lo que sucedía ni lo que iba a suceder. Solo supe que en ese instante tan breve, pude sentir la energía constante de una ciudad inquieta y agresiva que no se detiene, desde el propio corazón de su origen.
Fotografía: Plaza de Armas, Santiago.
3 comentarios:
uh! se ve la ventana de la ofis xD
claro que en su minima expresión
ahora mismo había un evangelico hablando con un megafono.
espero q cuando vuelva del almuerzo, se haya ido y que no llege el fucking mimo con sus chillidos dando jugo.
Buen texto para un personaje al principio de una película ambientada en Stgo ;)
Ya leiste a la cuñá...la gente pide algo cinematografico.
PD: se fue el evangelico y llego el mimo :S
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