Quizá siempre nos encontremos en el mismo punto. El lugar de encuentro sea la calle y la ciudad, con su magia iluminada. Quizá caminemos todos los días por los mismos lugares, sonriamos al azar al ver algo entretenido, rocemos nuestros hombros y hasta compartamos el oxígeno al interior de algún medio de transporte público. Quizá nos vayamos de fiesta a los mismos lugares: bebamos los mismos tragos y bailemos toda la noche observando el mar. Quizá nos hayamos bañado en la misma agua que viaja por todo el mundo en un tiempo indeterminado.
Quizá miremos la hora al mismo tiempo, quizá las neuronas hagan una sinapsis precisa que se conecte. Quizá podamos sentir lo mismo, tener una búsqueda similar y creer que las cosas pueden ser perfectas, siempre mejores. Quizá seamos los mismos y nunca nos hayamos dado cuenta: quizá nunca nos demos cuenta.
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