La estatua dorada se ha tornado opaca
y los ríos de agua se transforman en gotas que caen sobre la fuente,
una llovizna, un simple e imperceptible rocío
en esa fuente que rebozaba de juventud.
Flores secas,
Baudelaire lanzando sus flores del mal
y las nubes amenazando con una tormenta,
se enreda en el silencio de antaño,
todo confuso, todo incomprensible:
un mar de dudas que despierta del insomnio constante
de dormir con los ojos abiertos y no descansar.
De sentir que las noches se acaban
y los días infernales no tienen final.
Rewind...
... y los ríos de plata se tornan helados,
el invierno y el sol no calienta.
El invierno y el frío adorable me agobia.
Quiero la lluvia, quiero el agua
que limpie el silencio de calles contaminadas de trasnoche,
contaminadas de desconfianza.
Lluvia que limpie las dudas,
que vuelva a dar agua a la fuente otrora dorada.
Lluvia para dar paso a una noche estrellada
en que no quiera dormir.
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