miércoles, 13 de abril de 2011

Aventuras en el sur

Creo que de vez en cuando es bueno dejarse llevar por los pensamientos extraños, aunque sean de lo más raros que parezcan. Uno de esos pensamientos fue el de viajar, en vista y considerando de que todos lo harían en el marco de la Semana Novata de la PUCV y, también, para recordar que el año pasado viajaba en demasía como por estas mismas fechas. Fue tan simple como buscar pasajes, llamar a una amiga y comprar el pasaje por internet: en menos de 10 'clicks' tenía mi pasaje a Valdivia y, siguiendo la propaganda, "por pocas lucas". 

Cuando faltaban 15 minutos para las 8 de la noche del día miércoles 9 de abril, me subí al bus rumbo a la dicha ciudad sureña a orillas del famoso Río Calle Calle, con toda la mística de sus puentes y su predominante color verde que, definitivamente, trae demasiada paz y armonía a la mente: un lugar inspirador. El viaje de 12 horas en un bus semi cama no es una experiencia precisamente agradable, pero es algo que uno debe vivir para poder contar. No es del todo mala, ya que si se quiere ser turista y conocer el mundo con poco dinero, hay que "aperrar", es decir, sacrificarse. Claramente, concepto que algunas personas no conocen, pero no hay gente más aperrada que los chilenos, definitivamente. Así fue como el jueves 7, casi a las 9 de la mañana, me encontré con los colores de un amanecer frente al río: nubes, verde, agua, frío... ¡Valdivia! 

Y es que su nombre inspira el frío, el viento y la lluvia. Es cosa de mirar a su alrededores y ver los ríos, la enorme masa de agua que alimenta la flora y fauna del sector, la cual es bastante maravillosa. Es la convivencia que tiene el ser humano con ese entorno y que, esperemos, pueda mantenerse en el tiempo, superando los graves errores de empresas como Celco y su gran masacre de cisnes, producto de los desechos que lanzaba al río. El aire frío y las casas con influencia alemanas es algo pintoresco que también me recuerda a Punta Arenas. Avanzando un poco más por la ciudad, es inevitable tener que cruzar un puente y todo el significado que ello tiene: la conexión del mundo, manos que se entrelazan, historias que empiezan a ser solo una. Así es como una llega a la Isla Teja, lugar residencial donde también se encuentra la Universidad Austral de Chile, en un entorno tan natural que agrada: pasar tardes enteras en el Jardín Botánico o caminando alrededor del río, contemplando los azules y verdes que adquiere el agua: una experiencia mágica.


Cruzar el puente a las 05.30 am con un frío escalofriante, mientras ves que el río comienza a evaporarse lentamente producto de la temperatura, en medio de la oscuridad de los alrededores y unas cuantas luces de la ciudad. Comer empanadas de queso en la Terpel de la Isla Teja, reír mucho durante el trayecto y pasarlo increíble. Así es Valdivia: misterio y silencio en una brisa austral congelada.

1 comentario:

Bettina dijo...

excelente entrada, me gustó mucho. Me enseñaste cosas sobre Valdivia que no sabía y eso que vivo hace años aquí. Gracias por esa, buena inspiración!