Fuego en el aire y tinieblas en la altura,
toda la sabiduría se hace cenizas
con un golpe en el vidrio:
la ciencia de hace añicos
y nada de lo que diga es cierto, todo es mentira.
Selladas las bocas y cosidos los ojos,
invunches que nacen en silencio y no se dan cuenta,
un demonio poderoso que se abalanza sobre las cabezas
y enciende llamaradas en la magnánima inteligente.
Nada es cierto, todo lo que diga es mentira
y aunque fuera cierto, ¿quién me creería?
Porque entre sonrisas y halagos se esconden falsedades,
luchas sin argumentos buscando superioridad.
Nadie es perfecto y nadie lo será.
La discordia abunda en esas miradas, solo incredulidad,
las lenguas de fuego consumen la falsa ciencia
de los ángeles blancos que cantan al cielo
y, en un abrir y cerrar de ojos, se lanzan con su puñal.
Y nada de lo que yo diga es cierto,
¿quién acaso podría creerme?
Es fácil ser luz en la oscuridad
y muy difícil ser cálido a la luz del mediodía.
¿Luz es aquella que enciende el planeta o la que lo quema?
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