Aún estaba un poco mareado al momento en que abrió los ojos. No quiso levantarse: ya había comprobado que estaba en otro lugar muy diferente al que había estado hacía tan solo 10 segundos. El golpe en la cabeza había sido lo suficientemente fuerte como para alucinar con verdes naturales, ríos provenientes desde el misterio y con historias de sirenas que se esconden de las embarcaciones. Él ya había visto una y se sentía afortunado, pues esos seres no se dejaban ver por cualquier persona.
Ya no lo pensó dos veces y se puso de pie. Saltó el puente y se dejó caer hacia las profundidades del río Valdivia hasta desaparecer.
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