Y en medio de la noche ya no puedo dormir. Todo me da vueltas cual si estuviese borracho, pero no he bebido más que un poco del silencio y de la nostalgia de una noche que comienza a nublarse. No entiendo nada: todo parece extraño. Solo me dan ganas de salir corriendo en este mismo momento, corriendo hacia algún lado, corriendo como si quisiera escapar de la vida. Escape del mundo, fugarse, desaparecer otra vez. Olvidarme que existo y que alguna vez existí, que todo es mentira: todo es solo una ficción de un ser supremo. Que soy un invento y que, como tal, también tengo fecha de duración y vencimiento.
Ahora que no puedo dormir bajo la ensoñación de una historia pasada que vuelve a dar vueltas en mi cabeza: todo ese mundo fantástico del pasado, construido de alegría y jolgorio, ¿fue real? Toda esa vida perfecta, toda esa plenitud que tuvo que acabar, ¿fue real? Todas esas sonrisas y esas fotos, ¿son reales? Ya no sé qué es lo cierto y qué la ilusión; me enredo entras las sábanas buscando una respuesta que me quita el sueño, que no me deja dormir, que se me atora en la garganta y me hace pensar en el límite que está más allá de las altas montañas. Lanzarse a volar como Juan Salvador Gaviota, desaparecer en el horizonte junto a los glaciares.
No duermo, no duermo, ¿acaso podré volver a dormir? Tal vez estoy dormido, sí, y solo estoy intentando despertar. Volaré en busca de una estrella.
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