He comprobado la rápida difusión que están teniendo las noticias actualmente gracias a los redes sociales que, al parecer, están adquiriendo más peso que los que tradicionalmente hemos considerado como medios de comunicación masivos. Me parece que se han constituido como una buena plataforma de intercambio de opinión y de discusión que, en algunos casos, se transforma en un espacio de argumentos sólidos respecto a un determinado tema, aportando información que los medios -por ser políticamente correctos- se negarían a entregar. Pero tampoco es cosa de halagar demasiado, ya que muchas veces he leído comentarios destructivos sin ningún argumento, como aquellos que catalogan al otro como "fascista" simplemente por el hecho de no pensar como el otro y, más encima, se dicen 'democráticos'. Algunas incoherencias de pensamiento de algunas personas.
El día de hoy, me vi motivado a establecer un comentario desde mi óptica de docente en formación, con claras intenciones de generar profundos cambios en el actual Colegio de Profesores, tales como quitar, definitivamente, a su presidente que más parece una persona en constante polémica contra el mundo que un 'maestro'. Definitivamente, un mal ejemplo. Y así como esas aspiraciones a mejorar todo -esa ilusión que, según dicen, es una característica de los jóvenes y con la que la política intenta, infructuosamente, 'vendernos' sus propuestas- es que he quedado sorprendido por la que, a mi juicio, es una discusión muy infundada en torno a la publicidad que aparece en los libros de formación de niños de educación básica, los cuales fueron aprobados por el Ministerio de Educación de Chile (MINEDUC), entidad 'seria' que regula la enseñanza en nuestro país. (Noticia desde el Diario El Mostrador: http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/04/05/textos-escolares-aprobados-por-el-mineduc-incluyen-publicidad/)
Sucede que se ha generado un debate respecto al concepto de correcto/incorrecto de la inclusión de contenidos de publicidad en estos textos de formación, ya que se muestran páginas en que se hace alusión explícita a anuncios publicitarios de una determinada empresa que presta cierto tipo de servicios: en particular, se menciona el caso de la empresa de telefonía Claro y de algunos jugos como Ades. Para algunos, esta situación es de absoluta torpeza y se constituye como publicidad encubierta para determinada empresa ya que, al tratarse de niños pequeños con poco discernimiento, este tipo de anuncio puede ser asumido como una 'verdad absoluta' por parte de los infantes que tienden a creer en el televisor como un dios revelador de la existencia. Y, claramente, se constituye en una crítica contra el gobierno en turno, por haber aprobado este tipo de contenido inapropiado.
Sin embargo, cabe tener en cuenta que se trata de una unidad dentro de la cual, precisamente, se hace una crítica a la publicidad. Entonces, ¿cuál es el problema de poner carteles o anuncios que, efectivamente, aparecen en nuestra realidad común y ante los cuales estamos como automatizados? A mi juicio, considero mucho mejor presentar textos reales a textos ficticios con los cuales los alumnos no podrían identificarse y es a partir de ese punto que encuentro sentido a la inclusión de publicidad. Precisamente, por el hecho de que los estudiantes logran identificarse con esa publicidad, es que es muy didáctica incluirlas: los niños serían capaces de reconocer que ven esa publicidad a diario y, de alguna forma, determinar cómo esta se lleva a cabo y qué es lo que lleva a hacer a la gente. Es el punto de partida para establecer un punto crítico ante la realidad para luego reflexionar y decidir si se dejan llevar por la 'seducción' o si prefieren permanecer con los pies en la tierra.
El problema de fondo en este momento no es el hecho de la publicidad en el texto, sino qué tan preparados están los docentes para llevar a cabo esta problemática de manera correcta, esto es, estableciendo una visión crítica por parte de los chicos. Si se me permitiese establecer una propuesta, yo generaría instancias de discusión grupal en torno a cómo han visto estos carteles y cuáles han sido sus sensaciones al respecto: deseo de obtener el producto, rechazo, etc. Claramente, he olvidado el tema que se trata de niños pequeños que, según se plantea, no tienen discernimiento. No sé qué tan cierta sea esa concepción, teniendo en cuenta que la infancia no es una etapa de dulce inocencia como lo era antiguamente; el pecado es que nadie los ha sabido orientar hacia una actitud reflexiva de la vida, tarea que debiese provenir desde el hogar y que se delega absolutamente en el profesorado que, si bien, debe desarrollarlo, no es de su absoluta y total responsabilidad.
Por último, si estoy medianamente de acuerdo con el error que se comete, en el sentido de que solo se plantea algunas empresas, aunque es evidente que se podría llenar el libro de aprendizaje con todos los afiches que encontramos en una sola cuadra y esa tampoco es la idea. Lo que sí, se debiese plantear diversas empresas del mismo rubro y establecer comparaciones, qué es distinto, qué se rescata de cada una, generar interés en los alumnos en buscar información y no dejarse atrapar ciegamente por el consumo que causa placer, pero que también puede traer una inevitable 'perdición', en el sentido más nefasto y exagerado de la palabra.
1 comentario:
Los mismos niños que utilizarán esos libros están constantemente bombardeados de esa publicidad, no es algo nuevo para ellos, ni tampoco me parece tan alarmante. Estoy completamente en contra de la concepción de "no tienen disernimiento".
Deberían dejar de preocuparse de estos problemas superficiales y arreglar lo que a simple vista no se ve, la educación misma.
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