domingo, 30 de agosto de 2009

Tempestuosamente acogedor

Hablaré contigo otra vez, luego de que la ley de la atracción universal habló conmigo para decirme algunas cosas extrañas. En un idioma de ultratumba, catalán, jerigonza o gallego, tal vez vasco, tal vez italiano o portugués; yo sólo me habría contentado con escuchar unas cuantas palabras en ese meloso francés que oí de tus labios aquel día cuando pronunciaste tu nombre, cuando vi tu sonrisa y entonces no me olvidé de ti. Pero luego volví a verte y tú ya no me recordabas, aunque eso era algo que yo ya sabía: si te viese por las calles de París tampoco podría reconocerte, bella.

Salí corriendo del edificio enorme, llamado Casa Central. Me senté debajo de unas palmeras a tomar un café caliente que me acababa de comprar para soportar las bajas temperaturas del invernal Valparaíso de ese entonces. No sabía cuál era el camino, ni el destino ni el inicio y tampoco me quitaba el sueño saberlo. Sólo pensando en encontrarte, pues aún no sé ni tu nacionalidad ni tu nombre. Debes andar dando vueltas por algún lugar cercano o lejano, tal vez en la nieve o en el trópico.

Escribí unos garabatos sobre la arena y luego me alejé caminando. Llegué hasta el muelle Barón y caminé hasta adentrarme en el mar que se veía tempestuosamente acogedor. Sonreí, aunque sabía desde ya que nadie me iba a entender. Tal vez ni yo mismo, pero no me importaba en ese momento. Tampoco me importó cuando el golpe frío con el agua me hice ver las profundidades que la ciudad no te deja ver. Había sirenas, había un mundo infinito que me sonreía, había una fiesta, había alegría... había mucha vida. Nadé hasta llegar a una de ellas. No me dijo nada, sólo me miró y me sonrío. Pero pude entender que estaba contenta de verme. Me dormí abrazado a ella.

Me desperté al sentir unas manos que me apretaban el pecho, haciéndome toser y sentir horrible. Vi el techo celeste y el rostro de muchos que me miraban con cara de funeral. Nicole me miró con seriedad, pero luego se largó a reír.

-Estás cada día más loco.

2 comentarios:

Ada (sin h) dijo...

Es bacanísimo eso de sonreír y que nadie sepa por qué. :P

E dijo...

y sigo leyendo cosas antiguas... ve al muelle barón por mí, ya??? eres la conexión más cercana que tengo con ese lugar.