domingo, 23 de agosto de 2009

Lectura y escritura

En estos momentos, se supone que estoy estudiando uno de los veinte millones de textos que debo leer para mis clases. En realidad, no son tantos, pero a veces lo parecen: ¿es a lo que podríamos llamar la relatividad del mundo? Y sucede que ha estado dando vueltas en mi cabeza, por ya varios días, el problema que significa el enseñar literatura -o al menos hacer el intento- en el colegio. Se me viene a la mente los recuerdos de mi edución media y básica con los típicos textos de lectura que muchas veces, más que motivar, se transformaban en una verdadera tortura que en vez en de producir goce estético acababan como una tortura de significaciones lejanas e irreconocibles. No soy muy pedagógico que digamos -me trauma pensar que tendré que enseñar a pokemones y quién sabe que otra mutación genética del siglo XXI-, pero a veces me lo cuestiono.

Como hablaba uno de los autores -Barthes, para ser específico-, hay muchos elementos que se pueden transformar en limitantes al momento de iniciar o continuar una lectura: recuerdo que mencionaba la biblioteca y reí demasiado cuando mencionó que muchas veces los libros no están (¿acaso este señor Barthes conoce la Biblioteca del edificio Gimpert de la PUCV?). Y abundan las teorías literarias, pero aún no he encontrado alguna que me de alguna pista de cómo enseñar de una manera adecuada o "pertinente". Y claro que todo comienza por el mismo concepto: ¿qué es la literatura? Hay más consenso respecto a lo poético o a la literaturnost, pero en ciencias sociales todo es discutible, lo que a veces es una tortura semántica más.

Creo que se han olvidado de señalar la importancia de la lectura, reduciéndola sólo a grandes obras o cosas por el estilo. Pocas veces se nos dice que la lectura es tan trascendental en la vida por la capacidad de análisis y crítica que genera, lo que permite pensar en cómo mejorar la realidad. Asimismo, el mundo está lleno de signos y si no sabes leer "peligro, tiburón", puede que acabes en el intestino de un gigante de mar. Por otra parte, el goce estético que produce la literatura no logra ser efectivo porque no se generan las instancias para que así sea: sólo recientemente se ha comenzado a incluir "elecciones" de libros, lo que dificulta que la gente lea por sus intereses. Me llama la atención ver que gente que lee sólo lo obligatorio -y a veces ni eso-, se devore los libros Harry Potter en pocos días. Eso es lo que hace falta, dar más permisividad y demostrar a los lectores que hay infinidades de universos diegéticos por recorrer.

Pero lejos, lo que más me gustó es referido al tema de la escritura que, según él, no había sido muy estudiada. Flower y Hayes (1981) y Bereiter y Scardamalia (1987) plantean modelos respecto al proceso de la escritura que sirven de marco de referencia respecto a la escritura "funcional", sin considerar mayormente el placer de escribir... por escribir, por el arte. ¿Acaso escribir para satisfacer las necesidades propias de expresión no es algo funcionar para uno mismo? Y claro que es mucho más que un proceso funcional porque, en lo personal, la escritura me produce un goce que es bien difícil de definir y explicar. La escritura sirve para asociar y aprender un sinfín de cosas y no es algo destinado a algunos pocos: si así fuese, entonces la sociedad letrada no habría llegado a ser lo que hoy es.

En fin, pensamientos que me surgen luego de leer un cerro de pensamientos que a veces comparto y otras no. Vale la pena cuestionarse al respecto y ver que la literatura despierta ese niño hiperactivo que tenemos dentro y que, como todo niño, siempre tiene energía y ánimo para aprender y buscar los significados de un mundo nuevo. Con los constantes cambios de la era actual, ¿acaso el mundo no es distinto cada día?

2 comentarios:

Ada (sin h) dijo...

:/

me aburrió esta entrada Kinkan

Cristian Briceño González dijo...

imagínate... a mí me dio más lata leerme textos en relación a eso jaja