Solo en ese momento me di cuenta de lo hermosa que era y poco me importaba lo que el resto fuese a pensar de ella: que no era cuerda, que estaba loca o que no convencían sus propios argumentos. A mí me dejó pegado esa mirada dulce de la primera vez en que no muchos detalles pude captar. Pero fue de improviso cuando te acercaste a conversar, supongo; la verdad es que fui yo quien te buscaba temas de conversación solo para oír la dulce pronunciación de la z y la c. Incluso me cuesta pronunciar tu nombre lo que lo evito: para mí acaba con una s y para ti con bien marcada z. Aunque bien sabemos que es poco lo que importa ya que, aunque suene extraño, nos vamos a entender igual.
¿De qué hablamos? Estupideces, seguramente. Pero lo suficiente como para dar una mirada general de la imgen física de timidez y honesta belleza, un poco infantil por instantes. Y tus ojos... ¡esos ojos! me encantó tu mirada a partir de ese segundo, me encantó estar a tu lado durante esa tarde de lluvia sospechosa que de vez en cuando se ocultaba tras el sol. Repito una y otra vez el video de tu sonrisa cuando reías y hablabas tan rápiudo que parecías ser la versión femenina de mí mismo y, por eso, te entendía.
Y buscaba argumentos para poder seguir en contacto contigo, aunque fuesen solo aparentes afanes funcionales y utilitarios. Solo aparentes: tras una palabra puede ocultarse un infinito mundo de intencionalidades extrañas, un tanto bipolares. Cuando nos despedimos, anhelaba en demasía el contacto con tu rostro. Pocas veces me concentro, pero esta vez sí: no fuese a ser que chocase con los lentes, ¡no fuese a ser que me olvidase de los dos besos!
(Albacete, 14 de abril de 2010)
Fotografía: Campus Universidad de Castilla-La Mancha, Albacete, España.
1 comentario:
Sólo diré algo a tan bello recuerdo... Ruiditos insinuadores jajajajajajajajajaja
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