domingo, 21 de enero de 2007

Se Puede Volar (Parte 2)

-Cada vez me sorprenden más las mujeres. Parece que me hubieses leído el pensamiento –dijo Rodrigo, acercándose a Natalia que recién se levantaba, para darle el beso de buenos días.
-Se nota en tus ojos, niño. Ya, anda a vestirte, y pobre de ti que quedes desordenado, porque yo misma te ordeno –dijo Natalia, bromeando.


Antes de vestirse, Rodrigo se dirigió hacia su escritorio y abrió el libro de notas que tenía, se sorprendió al ver la cantidad y calidad de las páginas que en él se habían escrito, todo escrito por él, por su puño y letra. Sus ojos se nublaron al ver todo el tiempo que había pasado, desde su niñez, cuando por primera vez tomó un lápiz y se lanzó a escribir las cosas que se imaginaba, cuando escribía sus primeras historias con sólo siete años. En ese entonces, nadie pensaba que él podría llegar tan lejos, tener veintidós años recién cumplidos y muchos cuadernos ya escritos. “Me agrada tu hobbie”, decía su madre al verlo pasar tardes enteras sentado en su escritorio trazando líneas, cuando las palabras venían solas a su mente y él las ordenaba en un papel. “No te dejes llevar por cosas tan sin sentido” le había dicho su padre en el algún momento, pero al darse cuenta de que su hijo tenía mucho más sentido que él mismo, cambió de parecer.

“Mi vida ha sido como un vehículo veloz que ha corrido de 100 a 500 kilómetros por hora en sólo un segundo. Casi sin darme cuenta, estoy sentado frente a mi propio vida, a mis propios pensamientos y deseos, hechos papel, que se hacen un mundo a través de lo que escribo. Los sueños son difíciles, es cierto, pero nunca son una completa utopía. Sé que se puede volar”
Cerró su cuaderno y guardó el lápiz, mirando al cielo y dando gracias por todas las bendiciones recibidas en el último tiempo.

-¡Pero qué buen mozo este muchachito! Siempre supe que había hecho una buena elección –dijo Natalia al verlo con traje.

Tuvieron una larga y grata conversación que acabó de golpe cuando vieron que la hora se pasaba y deberían correr hacia Valparaíso. Un bus amplio y cómodo los esperaba, subieron rápidamente, a sólo un minuto de comenzar el viaje hacia la ciudad de Santiago.

-Ya no aguanto, creo que me bajaré en Placilla, los nervios me están sobrepasando –dijo Rodrigo, cerrando la cortina de la ventana.
-Tranquilo, si nada malo te va a pasar. Si te llamaron es por algo, ¿no crees? Miles de personas postularon y tú fuiste el seleccionado, tú fuiste el mejor de todos ellos. Eso es para que veas que Dios igual se preocupa de ti, que en algún momento, premia tu esfuerzo.


Rodrigo sonrió, pero se mantuvo en silencio, las palabras no le salían esta vez. Natalia comprendió y lo besó.

-Ahora te quedas tranquilo.


Kinkan ®
http://eternallydreamer.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hohohoho
sto ya lo lei, me debes el 0,1% del iPod
=)

Blogueado.-