jueves, 16 de agosto de 2012

Un viaje nocturno cruzando el desierto

Un viaje nocturno cruzando el desierto
y las gotas de agua congeladas en el cielo,
allá vienen las luces desde lejos,
allá la civilización se confunde con el silencio
cuando todo desaparece, nos miramos en el espejo
y las sombras del tiempo son el único reflejo
que este mundo nos va dejando perplejos.

Paralelos, en silencio,
las estrellas dibujando las historias que no vemos
y las nubes que se agolpan en el cerro
cuando la lluvia caerá, como un trueno,
(a lo lejos se oye el trueno, 
tiembla, tiembla, el sereno)
como un trueno, como el viento,
como las gotas que se escarchan en el cemento,
como las pisadas descalzas de aquel forastero,
como el mendigo perdido,
como el viajero,
como un canto que se escape desde el tintero.

Y las luces cruzan el universo
pintando de astros, de lunas y de mañanas;
ya se va la noche, la madrugada pinta el alba
y los colores desde las alturas redescubren un mundo paralelo. 
Somos el mundo y el silencio,
somos las almas que han dormido en el desierto
y han sentido el frío que quiebra la tierra,
que han sentido el calor que nos quema el cuerpo.
Somos el reflejo del agua que se evapora de día
y de la sangre que se congela por las noches,
venas ardientes de la tierra:
semillas arrojadas que ya pronto germinarán.

Y se acaba, 
ya llega el día.
Caldera ya se une con el mar.

1 comentario:

E dijo...

sounds like a dream