miércoles, 8 de agosto de 2012

Creer

Al salir del colegio, me di cuenta que los tiempos han cambiado radicalmente desde hace 10 años hasta ahora: antes odiaba el sistema educativo por considerarlo falso y sin motivo, mientras ahora salgo odiando el sistema mismo por el hecho de que el valor propio del docente está demasiado disminuido. Antes salía de alumno y ahora de profe, aunque me cuesta mucho creer que el rol ha cambiado y que, en cierta medida, se supone que ahora uno debe ser el que tiene la autoridad. Claramente, todos volvemos a caer en el típico "todo tiempo pasado fue mejor" y que "yo no era así" y todos esos etcéteras en que se nos olvida que alguna pasamos por las salas de clases y queríamos renegar contra todo: al parecer, es parte del proceso de crecimiento y, en gran medida, parece ser 'sano'. 

Me dolía la cabeza luego de una jornada completa de clases diversas en que aprendí a que la simpatía no es el método más efectivo en la mayoría de los casos. Y, si bien, el lugar me parece lo suficientemente grato como para permanecer durante algún tiempo, el miedo a la valoración es inevitable: ¿realmente estoy siendo remunerado en consecuencia con todo mi trabajo? Viene a mi cabeza los momentos en que me quedo hasta tarde elaborando material que debo imprimir yo mismo y que luego anhelo que pueda ser valorado por los alumnos. A veces los subestimo, es cierto, pero muchas veces me doy cuenta de que no es el camino que pretendo seguir por el resto de mi vida, pues me resultaría bastante frustrante. Y es que el hecho de educar a gente en crecimiento es una tarea difícil y valiosa, pero muy poco valorada: creo que es ese el punto que me desmotiva. 

Caminando rumbo a casa me daba cuenta que es este el sistema en el cual elegí desarrollarme y a veces dudo de que haya sido la decisión correcta. Me aburre tener que reclamar siempre, sabiendo que la respuesta es la misma: "fue tu elección". Y es que claro, a los 17 años uno no sabe nada del mundo y cree tantas cosas que la vida misma se encarga de cambiar. Pero creo que todavía puedo soñar porque, al final, que los alumnos te saluden de manera cordial y hasta se acuerden de ti es algo que también tiene su valor. Que alguien se acerque a decirte que le gusta la forma cómo haces la clase es algo que te levanta el ánimo de manera considerable, sobre todo cuando ya has bebido varios litros de agua para mantener el tono de la voz a un nivel funcional: olvídate del canto de coro o los karaokes 'afinados'. 

La vida no siempre entrega las cosas de manera fácil y, para llegar lejos, siempre hay que dar un primer paso. Para llegar a la montaña primero hay que bordear el pie del cerro y luego ascender: a veces es rápido, a veces cuesta, pero la meta siempre es grandiosa. Ahora solo queda confiar en que la meta espera paciente y que es completamente posible. Quiero creer que esto es solo pasajero. Quiero creer en mis sueños, otra vez.

1 comentario:

E dijo...

tengamos paz-ciencia... espero lo mismo