Y que cada instante, de pronto, se transforma en una esencia permanente y eterna. Sí, algo que perdura por mucho tiempo, algo que trasciende. Porque sé que cada vez es diferente. Cada nuevo encuentro es como si todo comenzara de cero: la misma sensación extraña de encontrarme frente a ti, de verte a los ojos y saber lo que es despegar los pies del suelo.
Cerrar los ojos, abrir las alas y dejarse volar. Perderse en el tiempo y soñar despierto. Conectarnos con ese mundo perfecto que dibujamos en silencio, uniendo nuestras voces: lo real y lo ficticio es un límite difuso.
Fotografía: Paseo Gervasoni, Cerro Concepción, Valparaíso.
1 comentario:
Ojalá esos encuentros no tuvieran que quedar en pausa.
Me consuela saber que cerrando los ojos podremos conectarnos desde lejos y que al regreso tendremos todo el tiempo que queramos para seguir soñando.
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