Parecía increíble, pero tarde o temprano tenía que ser. Sí, me parecía una mentira cuando oí esa famosa frase que estuvimos esperando desde que comenzamos, una frase entonada con la emoción de saber que la barra de progreso alcanzaba el 100%. A decir verdad, el 100% no, pero sí me atrevería a decir un 80% (es inevitable que salga a flote el matemático que alguna vez llevé dentro, el cual se perdió para siempre entre los versos que eran mucho más recurrentes). Un 80% de algo que en algún momento parecía no superar el 5% antes de desvanecerse como el fósforo que se apaga por el viento.
Sí, es increíble, pero lo es. Es un hecho, o al parecer, varios. ¿Cómo puede una idea convertirse en un verso, una canción o una melodía tan perfecta que trascienda muchas vidas? ¿Cómo puede un pensamiento plasmarse en un papel o en un libro, en un lienzo dispuesto a recibir la pasión de esa sangre que fluye loca hacia él? Cómo puede una imagen representar todo el sentimiento que se esconde tras una palabra escrita casi por inercia, pero con demasiado valor semántico para quién se atreve a considerarse su autor.
Los últimos años me han hecho aprender cosas que antes nunca valoré: a veces las improvisaciones se constituyen en una obra maestra tan perfecta como el mejor plano. Y eso es, precisamente, lo que fueron estas dos últimas semanas. Para empezar, plasmar una idea de manera coherente. Luego, cortar y editar hasta lograr algo potencialmente realizable. Más tarde, tomar una cámara y recorrer una hermosa ciudad en busca del umbral que opaque el simple cliché. Finalmente, sentarse en una escalera de la calle Ferrari a ver Valparaíso en blanco y negro con la satisfacción de saber que parte del proceso concluyó. Y sé que esto es sólo el comienzo.
Y, aunque esto no sea teatro, tiene un cierto parecido. Por eso...
¡Mierda, mierda, mierda!
Sí, es increíble, pero lo es. Es un hecho, o al parecer, varios. ¿Cómo puede una idea convertirse en un verso, una canción o una melodía tan perfecta que trascienda muchas vidas? ¿Cómo puede un pensamiento plasmarse en un papel o en un libro, en un lienzo dispuesto a recibir la pasión de esa sangre que fluye loca hacia él? Cómo puede una imagen representar todo el sentimiento que se esconde tras una palabra escrita casi por inercia, pero con demasiado valor semántico para quién se atreve a considerarse su autor.
Los últimos años me han hecho aprender cosas que antes nunca valoré: a veces las improvisaciones se constituyen en una obra maestra tan perfecta como el mejor plano. Y eso es, precisamente, lo que fueron estas dos últimas semanas. Para empezar, plasmar una idea de manera coherente. Luego, cortar y editar hasta lograr algo potencialmente realizable. Más tarde, tomar una cámara y recorrer una hermosa ciudad en busca del umbral que opaque el simple cliché. Finalmente, sentarse en una escalera de la calle Ferrari a ver Valparaíso en blanco y negro con la satisfacción de saber que parte del proceso concluyó. Y sé que esto es sólo el comienzo.
Y, aunque esto no sea teatro, tiene un cierto parecido. Por eso...
¡Mierda, mierda, mierda!
2 comentarios:
si loco,se viene luego el proyecto Fondart
quizas para el bicentenario xD
xau!!
"El fin"
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