De algún modo sabía que cuando me hablaban de esa película, me iba a gustar. ¿Por qué no? Una película de cine independiente muy distinta a la mierda hollywoodense a la que estoy acostumbrado a ver. Claro, lo nuevo siempre produce cierta atracción, pero no me imaginé que tanto. Francia. Un país tan distinto a mis gustos en ese entonces, pero cuyos sonidos parisenses producen aún en mí una pulsación extraña, distinta, que me agrada. No sé por qué, pero me hago la idea de que la magia también corre por el Río Sena.
Cuando la vi, por primera vez, recuerdo haberme encerrado en la pieza para que nadie más me viese. No sé de dónde surge esa maldita y estúpida costumbre mía de no llorar en público (la verdad, lo sé, la anamnesis ya me trajo la respuesta que no comentaré). Sí, no me equivocaba. Y es que aún me cuesta entender que me sentí demasiado identificado. Después de todo, ¿cuántas veces nos las hemos dado de altruistas sólo para evadir la solución de nuestros propios problemas? Es fácil descansar en la alegría del otro al lograr algo que quería (sintiendo que también es tuya cuando en realidad te gustaría tener, también, la ayuda de alguien para lograr lo mismo). Pero resulta que llega el momento en que tienes que enfrentarte a esas decisiones que cambiarán tu vida: te arriesgas a perder o ganar todo o dejas que tu vida siga siendo tan plana como siempre.
Y resulta que el final no está escrito. Pero sí me di cuenta de algo, me enamoré de Amelie.
2 comentarios:
te marcó amelie...en fin uno encuentra peliculas q marcan
pero ojala q no sea la unica xD
xau
:)
Me encanta Amelie de hecho hice una entrada cuando vi la peli y la verdad es que las películas francesas son buenísimas tmb las españolas.
bueh yo tampoco lloro en público me trago las lagrimas y ya! :p
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