domingo, 18 de marzo de 2012

Profeta... borracho.

Dando vueltas entre los cerros pintados de color verde
las olas del mar ascienden a los cielos cantando,
bailando, gritando, vociferando... qué se yo.
En las nubes juegan los enanos de la Cenicienta
y le cuentan un cuento mentiroso a la Bruja de Disney,
convierten en sapos a los príncipes mentirosos
que de pronto desaparecen cuando la lluvia les quita el maquillaje.

Las palabras de un libro yacen moribundas en el suelo
y se oyen los gritos de un borracho que se dice profeta:
critica al pecador, critica el alcohol,
pero lleva varios días en la calle atrapado por el malestar del licor.
Y llena los murales con las palabras de un pastor
que se llena los bolsillos del dinero de sus súbditos:
habla de profecías que él mismo inventó,
habla de los pecados que no deja de cometer. 
Condena las mentiras, esas de las cuales él vive. 

Zorro vestido de oveja cantando canciones de cuna,
profeta borracho de inconciencia,
llora por las noches, se consume en su propio temor.

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