domingo, 25 de marzo de 2012

Paranoia sísmica

Chile es uno de los países más sísmicos del mundo -quizá el más sísmico- según dicen los estudios científicos, expertos y blah blah blah. ¿Es un hecho? No lo sé: cada año percibimos a lo menos un temblor grado 6 en algún lugar del país y es absolutamente común despertarse de madrugada con algún sismo de grado 5. Ese fue el episodio de la madrugada del sábado, cuando se suponía que a las 05.30 se desataría un mega terremoto de acuerdo a lo anunciado por un ingeniero en electricidad. Si bien, la profecía no se cumplió, fue sorprendente el hecho de que dicho sismo -de grado 5.2 y no 9.4 como había dicho el entendido en el tema- tuviera una diferencia de una hora respecto al anuncio. Después de todo, aún no se cuenta con la tecnología para precisar un movimiento de tales magnitudes. 

Leía el blog de una alumna extranjera en Chile, en el cual expresaba su temor frente a los constantes sismo que suceden en nuestro país, cuya recurrencia resulta completamente extraña de acuerdo a las realidades de otros lugares. Claramente, acá se considera como "sismo de mediana intensidad" un movimiento de 7 grados Richter, pese a que eso pudiera ser causal de un tsunami. Y creo que ya es hora de que comencemos a acostumbrarnos a que este tipo de fenómenos es algo normal y que puede suceder de uno a otro momento: las placas tectónicas y la misma tierra está en constante cambio. La Tierra está viva y se nos olvida.

Esta tarde se ha sentido un temblor de 7.1 grados Richter en la zona centro-sur del país, fuertemente afectada por el terremoto del 27 de febrero de 2010. Si bien, no alcanzó la magnitud de 8.8 de aquella época, si causó alarma, considerando que se sintió hasta acá en la V Región (grado 3-4 richter). Sucedió que, de pronto, me doy cuenta de que el suelo se mueve suave, pero intensamente durante casi 1 minuto. Ya pensaba en ponerme de pie cuando el sismo acabó: twitter se encargó de avisarme. La réplica no llegó, o bien no se percibió en la zona: estamos a casi 500 kilómetros del epicentro. Lo bueno del asunto es ver que el país está relativamente preparado: las estructuras resisten y la gente, si bien se alarma, mantiene la racionalidad en su reacción. Antiguamente -y en cualquier otro lugar del mundo- un temblor de esta envergadura es considera terremoto, pero acá ya no. Nunca se sabe.

No sé si vendrá otro de aquí a mañana, quizás en la semana, en el mes o en el año. Hay muchas cosas que se dicen, se comentan y se inventan. Lo cierto es que muchos querrán ganar dinero de esto e inventando historias para vender (cof cof... medios de comunicación televisiva). Lo ciero es que estamos en un país sísmico y siempre hay que estar preparado para todo. Mientras tanto, mi paranoia sísmica es seguir alertándome de inmediato cada vez que escucho un ruido extraño (incluso el del motor del vehículo del vecino) o de preparar las velas en caso de corte de luz: siempre es útil.

1 comentario:

E dijo...

Son las 23.13, a las 23.23 se viene... y todo calzará, pollo xD