lunes, 5 de marzo de 2012

No hay mal que por bien no venga

Despertar a medianoche, soñar con un mediodía;
escaparme del calor que emerge desde el mar
y las olas que se arrancan de la playa:
corro hacia lo lejos, corro hacia el cerro,
pero el sol es tan fuerte que quema.
Veo el camino que se alza en la montaña,
está tan lejos, pero lo alcanzo con una mano.
Está tan cerca, pero se escapa de mi mirada.

Porque he dado un salto a una barrera ficticia
y he comenzado una senda que creí incierta,
porque me he lanzado a nadar a un río al cual otros temían,
porque sé que lo puedo cruzar.
Porque creo en la victoria,
porque no hay mal que por bien no venga.