El viaje no acabó en Iquique, sino que solo fue el comienzo de la aventura por el Norte Grande de Chile. El siguiente destino fue Arica, conocida por su título de "la ciudad de la eterna primavera", en alusión a las agradables y primaverales temperaturas que predominan en la zona durante prácticamente todo el año, siendo sus temperaturas más bajas alrededor de 12º - 14º en invierno, temperatura muy envidiable en localidades del sur en que dichas temperaturas solo serían parte de una ola de calor extrema. Asi mismo, sus temperaturas mínimas en época estival superan los 20º y máximas alrededor de los 28º - 29º que si bien no es calor extremo, forma un ambiente cálido durante gran parte del día. Luego de un viaje de casi 5 horas en bus desde la "tierra de campeones" -en que es posible apreciar el desierto y algunos geoglíficos (que no es lo mismo que jeroglífico, por si acaso)- el bus ingresó hacia una ciudad que se estiende desde el mar hacia el interior, teniendo una amplia zona de planicie que permite un importante asentamiento urbano.
El terminal nacional está situado en la avenida Portales, situada a unos 15 minutos del centro de la urbe. Desde ahí mismo es posible encontrar taxis que pueden moverte a cualquier parte de la ciudad con un costo de $1.500 por el servicio, sin importar el lugar al cual te dirigas dentro del radio urbano. Tomamos uno de estos taxis y nos dirigimos hasta nuestro hostal: "Doña Inés", situado relativamente lejos del resto de la ciudad, pero en un ambiente bastante tranquilo y residencial, con movilizaciones a 1 cuadra. Si uno es de la zona central, lo primero que puede llamar la atención es el paisaje desértico: la ausencia absoluta de vegetación y la búsqueda incansable de algún vestigio de color verde en el cual descansar la mirada, en el cual buscar vida. Sin embargo, este desierto no es algo que pueda ser considerado feo ni nada por el estilo, sino que es, más bien, algo diferente a lo que, en lo personal, estoy acostumbrado a ver y, por lo mismo, es algo que despierta interés y hasta inspiración, si lo pensamos desde un plano más místico. Caminamos por la avenida Renato Rocca hasta llegar a Santa María, encontrando todo 'muerto': era día domingo, situación muy comprensible. Sin embargo, en esta calle Renato Rocca, un poco más arriba de la avenida Alejandro Azola, encontramos un negocio que vendía empanadas desde $300, un dato no menor para un turista joven que busca buenos precios al momento de silenciar el estómago.
Una caminata bajo el sol puede parecer una tarea titánica y, en cierta medida, lo es, por lo cual es recomendable calzado lo suficientemente cómodo para dicha hazaña. Fue así que nos aventuramos a caminar desde nuestro hostal hasta el centro comercial y turístico de la ciudad, en un trayecto que debe habermos tomado alrededor de una hora y media solo de ida, desde la parte más lejana hasta los pies del famoso Morro de Arica, principal atracción de la ciudad. Luego de la típica foto de postal con el Morro a mis espaldas, caminamos por el paseo 21 de Mayo, Paseo Thomson y Paseo Bolognesi, encontrándonos con ferias artesanales y comercio en general. Cabe destacar lo bien cuidado que se encuentran dichos paseos, así como las calles del centro de la ciudad, en un ambiente arquitectónico que llama la atención por la calidad y conservación de muchas de sus edificaciones antiguas. Beber mucha agua y usar bloqueador solar son dos recomendaciones que nunca está de más recordar.
Para acceder al Morro de Arica, la calle Colón es la única via peatonal permitida para ello ya que no está permitido 'escalarlo' de manera directa o, al menos, nadie se atrevió a realizarlo mientra nosotros caminábamos por los alrededores. Un camino que toma unos 15 minutos -todo es relativo en cuanto a esfuerzo físico- que acaba en la cima de uno de los monumentos naturales que se ha convertido en símbolo de la victoria de Chile sobre el Perú, en la Guerra del Pacífico. Sus 130 metros de altura permiten obtener una panorámica de toda la ciudad y de la inmensidad del Oceáno Pacífico. Otra de las cosas que me llamó la atención fue que, desde la altura, es posible divisar hacia el norte, territorio peruano antes del horizonte, por lo mismo, no sorprende la cercanía de la ciudad con Tacna, situada al sur de Perú y destino favorito de compradores compulsivos que llegan atraídos por sus envidiables precios, lo que da para otra historia aparte. En el espacio del morro, se encuentra un museo con reliquias de la Guerra del Pacífico, una enorme bandera, el monumento a un soldado desconocido y un enorme Cristo de la Concordia, símbolo de la búsqueda de paz entre las naciones. Asimismo, me inspiró un sentimiento de hermandad y deseo de que la guerra nunca más vuelva a tocar nuestro territorio latinoamericano.
Casi una semana en una ciudad que se alza como el inicio de nuestro largo y angosto país, lleno de contrastes y geografía diversa que a más de algún extranjero le habrá llamado la atención y que, incluso, uno mismo que es chileno no deja de sorprenderse por la cantidad de historias que se van tejiendo en cada una de sus rincones ocultos.
Casi una semana en una ciudad que se alza como el inicio de nuestro largo y angosto país, lleno de contrastes y geografía diversa que a más de algún extranjero le habrá llamado la atención y que, incluso, uno mismo que es chileno no deja de sorprenderse por la cantidad de historias que se van tejiendo en cada una de sus rincones ocultos.
1 comentario:
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