domingo, 1 de agosto de 2010

Un nuevo mundo.

Durante las noches, me quedaba dormido en el pasto; nunca me ha gustado pasar demasiado tiempo sobre el cemento. Algunas veces hacía tanto frío que el pasto emblanquecía por la escarcha y muchas veces creí que yo mismo me escarchaba con ese invierno. Nunca pensé... no, en realidad, sí, lo pensé varias veces: ¿cómo podía un invierno tan profundo, pero tan lejano al mío, capturar sentimientos tan extraños en mí, un extraño en tierras a las que, de alguna forma, pertenecía? Dibujé tantas palabras en silencio, con el dedo alzado hacia el cielo (a veces con un guante, otras veces al descubierto, a veces casi desnudo). Entonces, en medio de la nada, me acordaba de ti, de tu búsqueda que no puedo ni debo terminar.

Y es que el Oráculo puede decirme tantas cosas extrañas. La mayor parte del tiempo, ni yo mismo tengo idea de lo que sucede. Entonces, en vez de esperar a que suceda eso que espero, me pongo a caminar. No sé dónde voy a llegar ni cuándo, solo me importa lanzarme a rodar por las praderas, huir de la ciudad. Sentir el frío de otro nuevo invierno en mis pies y sonreír: cada día es un nuevo mundo por recorrer.


Fotografía: Vista de Santiago de Chile, desde el Cerro San Cristóbal.

1 comentario:

Nobody dijo...

bastante "abstracto" me gustó!! no dejes de escribir, que aunque tarde o no comente siempre deseo leer más de ti.