domingo, 22 de agosto de 2010

Historias

He dejado mis huellas en distintas ciudades y, al mismo tiempo, me he traído un poco de las huellas de esos lugares en mis pies. A diario dibujo esos caminos, sigo las líneas y construyo nuevamente esas historias que me niego a olvidar. Es que a veces hay momentos que uno quisiese que fuesen eternos, que recuerda algún tiempo después, cuando ya han pasado y no se puede volver atrás, intentando resucitar esa sensación que sentía el cuerpo en su totalidad.

No se ha detenido el tiempo, aunque quisiese que así fuera. Valparaíso no dejó de brillar por las noches desde mi partida (salvo una), Madrid no habrá dejado de tener ese aire extraño del 10 de julio de 2010, cuando lo recorrí con la mirada llena de lágrimas, sintiendo su aire, quizá por última vez. Las historias han continuado y muchas ya han partido lejos, dejándome fuera de ese natural viaje. No hay culpables: yo inicié nuevas historias en un lapso intermedio del tiempo y espacio, tal vez en una dimensión paralela. El único culpable es la vida misma, mis propias ilusiones y deseos, de llevarme a mundos lejanos, olvidándome del mío real. ¿Cómo hacer encajar mi mundo fantástico y el actual mundo real? Me he perdido una parte de la película y, aunque me la cuenten, no podría continuar igual.

Pero pese a todo, fue muy lindo soñar.

Fotografía: Alrededores de la Plaza de Toros, Madrid, España (10 de julio de 2010).

2 comentarios:

E dijo...

Si te has dado cuenta de que estabas soñando, es porque despertaste :)

Anónimo dijo...

lo peor q uno puede hacer es quedarse pegado en alguna etapa de su vida

asi q cuidado

xau