domingo, 30 de marzo de 2008

¡Qué decadencia!

Es claro de que cada día uno aprende algo nuevo, o bien se entera de algo que lo deja sorprendido: nunca me imaginé que las cosas podrían ser de esa manera… tan extrema. Y resultó ser que esta vez aprendí muchas cosas que nunca pensé que iba a aprender, pero que hacen reafirmar mi postura contra estos seres que no sé bien cómo definirlos (su ambigüedad es algo abismante) que se sienten dueños del mundo e inteligentes, escudándose en una moda que poco sentido ha adquirido.

El viernes pasado tuve una fiesta en la casa de una compañera y resultó ser que muchos de sus invitados pertenecían a la prostituida tribu urbana de los pokemones. Nunca he estado de acuerdo con ese grupo ya que los considero sin estilo propio (todos son iguales, literalmente) y que esconden sus inquietudes personales en una apariencia que creen novedosa. Si bien, es valorable su actitud de poca importancia ante lo que piense el resto (yo no haría el ridículo viéndome como ellos), creo que distan mucho de ser un ejemplo a seguir para la juventud; es más, me hace considerar que tendré que hacer una mejor selección del colegio en el que estudien mis hijos –cuando los tenga- para que no se vean influenciados por este tipo de personajes.

Fueron varias las cosas las que me molestaron de ellos. La primera, por excelencia, fue esa extraña ambición de vestirse y maquillarse de una manera tan rara (hombres y mujeres, creo) que realmente no sabes a qué género pertenece (por eso especifico el “creo”). Es cosa de mirarlos desde lejos y no sabes qué es lo que son, tienes que comenzar a buscar rasgos que determinen qué es lo que son (una vez determiné que un pokemón era hombre porque no tenía busto). Y ellos se sienten bien porque se ven así, cuando la mayoría de la gente no sabe si saludarlos dándole la mano o dándoles un beso. Otra de las cosas que me molestó fue que ellos nos miraron como raros, siendo que los raros eran ellos: el común de la gente se define con un género y muestra una apariencia pertinente. Y lo último que ya me sobrepasó fue verlos bebiendo “Poett”, sí, esa cosa que es para limpiar el piso si no me equivoco. ¿A quién se le ocurre beber ese químico que sólo Dios sabe qué efectos producirá en tu estómago? ¿Y con qué fin?

Definitivamente, me da una tristeza enorme ver la decadencia que se está produciendo en la juventud. Nunca he pertenecido a una tribu urbana porque no necesito aparentar algo. Y me angustia pensar en las cosas que irán saliendo en el futuro: ¿Por qué surge todo esto? ¿Los jóvenes están aburridos de ver una realidad que se derrumba? ¿Los jóvenes quieren probar cosas nuevas o bien ya han probado tantas cosas que quieren seguir inventando estupideces? Al menos que su tendencia tuviese algún fundamento y algún valor, cosas que no les he podido encontrar. Sólo me queda desear que sea una tendencia pasajera y que estos jóvenes aburridos recapaciten y vean que están haciendo el ridículo… y ojalá que el raggaetón desaparezca y toda la proliferación de “flaites” desaparezca de una buena vez.
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Por qué no se van - Los Prisioneros
Saludos!
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kinkan ®

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