jueves, 7 de junio de 2012

Una noche en que me perdí en Londres

Algunos dirán que fue el alcohol, pero insisto en que mi visita fue total y absolutamente abstemia: las gotas de licor nunca fueron un real aliciente para el aumento de temperatura cuando esta se encontraba cercana al cero grado, pero desde abajo. Solo sé que seguí un impulso extraño de salir a recorrer el Queen's Walk iluminado por las estrellas que se acumulaban sobre los edificios y que se reflejaban en las cápsulas del London Eye desde el cual pude ver una ciudad que se extendía hasta la inmensidad. Sí, debe haber sido el efecto de haber observado el Thames cuando era cruzado por alguna nave fantasma que andaba a la deriva mientras yo saludaba a las doncellas que bailaban en la terraza: definitivamente, ese fue el motivo de que me arrojase al agua y cruzara nadando hasta subir por el metal congelado que ya estaba cubierto de nieve. Cuando estuve arriba, me entregaron ropa nueva y un abrigo al momento en que me acercaba a una chimenea encendida. La fiesta sobre el agua me hacía tambalear, insisto, sin nada de alcohol. Pese a que pude haber tenido mas sed que el Comandante Nelson, me contuve y disfruté de la música que resultaba tan extraña dentro de un ambiente tan tradicional: los sonidos espaciales de Royksopp me invitaban a una copa, pero me resistí. Incluso me resistí a tomar té con el espíritu de una anciana que se decía ser la reina. 

Las calles iluminadas por los faroles se extendían hasta donde mi vista ya no alcanzaba a divisar más que una silueta difusa con una guitarra. El guitarrista de la ribera del Thames cantaba canciones tristes y el vagabundo del otro lado ya debía de haber muerto congelado para que, al día siguiente, alguien lo arrojara al río y desapareciera cualquier evidencia de los crímenes del invierno. La ciudad se había hecho enorme, tanto, que no podía resistirla por mí mismo, era demasiado para mí.

Londres era gigante frente a Lambeth North, saliendo del tube. Mis zapatos aún tenían algo de nieve en sus huellas, aunque, en realidad,  nunca vi nevar en la capital inglesa.

1 comentario:

E dijo...

Felicidades! Entrada número 1000