domingo, 24 de junio de 2012

Noche de San Juan

En el silencio de una noche congelada, cuando la brisa cálida se asoma, nos escondemos bajo la higuera que comienza a florecer. Una luna enorme comienza a arder sobre el cielo que a ratos se cubre de oscuros nubarrones que sabemos no harán llover, pero que entibian el silencio del riachuelo que divaga a lo lejos. Y en medio de la nada nos convertimos en silencio: el pulso acelerado se confunde con el tic tac de algún reloj olvidado en el pasillo de la casa y las luces encendidas nos avisan que hay peligro. No hay escape, permanecemos en silencio. Cuando la luz se apaga nos echamos a reir. No nos han descubierto esta vez.

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